Mientras tanto, el departamento del Chocó tiene el mayor índice de necesidades básicas insatisfechas del país. De acuerdo con el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) el 79 % de los habitantes de esta región presenta al menos una necesidad básica insatisfecha, mientras que a nivel nacional este indicador se reduce al 27,6 %. Adicionalmente, el uso del mercurio para la extracción del oro se ha establecido como un problema latente en la región y que desde hace años cobra la salud y vida de decenas de sus habitantes. Según el último censo minero en Chocó solo cuatro unidades mineras tienen título de las 527 que existen y se identificó que el 99 % (514) de las unidades mineras del departamento utilizan como sistema de explotación el procedimiento a cielo abierto.
Un estudio realizado entre 2015 y 2016 por el Ministerio de Salud de Colombia, el Instituto Nacional de Salud y con el apoyo de otras instituciones como la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo Sostenible del Chocó (Codechocó), buscaba determinar los niveles de mercurio en muestras biológicas (cabello, sangre, orina) y ambientales (agua y pescado), en algunos municipios priorizados por el departamento (Quibdó, Rio Quito, Catón de San Pablo, Itsminá y Codotó) por su exposición al metal. Los resultados revelaron que en todos los municipios analizados la media de los niveles de mercurio en sangre y orina superó los límites admitidos.
Además, las personas que expuestas por su trabajo tuvieron niveles de hasta 175,5 ug/l en sangre y la población expuesta ambientalmente presentó un máximo de 45,9 ug/l en sangre. En cuanto a orina, los mayores niveles se hallaron en la población ocupacionalmente expuesta, con valores entre 2 628 y 2 755.9 ug/l en orina. Estas cifras llaman la atención si se tiene en cuenta que de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) el límite de mercurio en sangre y orina oscila entre 5 y 10 ug/l.
Algunas de las consecuencias del mercurio son acidez o ardor en el estómago, pérdida del apetito, trastornos del sueño, nerviosismo o ansiedad, temblor en las manos y dificultad para hablar. Igualmente, el mercurio se ha asociado con problemas motores, de visión, daño en la placenta de las mujeres embarazadas y en el sistema nervioso. El problema, como señala Luis Marrugo Negrete, es que “a pesar de la cantidad de noticias e información que hay, las poblaciones que viven cerca de los ríos, los mineros más pequeños aún desconocen los efectos del mercurio”.
En esto concuerda Claudia Gafner-Rojas, especialista en derecho ambiental internacional y colombiano, quien además ha liderado desde la Universidad Externado de Colombia diferentes investigaciones en este tema. Según Gafner-Rojas en la pequeña minería, en general el minero no es consciente de las consecuencias porque no tiene acceso a la información y si lo es, sencillamente las ignora porque no tiene mejores alternativas. Esto se acentúa debido a que las comunidades dedicadas a esta actividad habitan por lo general en regiones remotas, las extensas zonas del territorio nacional que presentan difícil acceso, como las áreas selváticas, muchas de las cuales han estado bajo el dominio de grupos insurgentes o al margen de la ley. Además, tienen poco o ningún acceso a otras oportunidades de empleo y el acceso a la educación o a la atención de salud es limitado o nulo.
No obstante, y como explica Gafner-Rojas, la solución al problema no está en promulgar más leyes. Como sucede con otros asuntos, en materia del uso de mercurio particularmente el Estado colombiano cuenta con normas expresamente dedicadas al tema, de las cuales se destaca la Ley de Mercurio.
Concluye Gafner-Rojas que la raíz del problema puede estar en las deficiencias en la aplicación e implementación de la normativa y por otro lado, “en el fondo se trata de un problema social estructural de un Estado que no garantiza acceso adecuado a supervivencia y por supuesto, falta de educación y sensibilización”. El reto fundamental en este sentido consiste por tanto en “conciliar los intereses en conflicto que este tema suscita, es decir, los valores jurídicos de protección ambiental y de la salud pública en las zonas de explotación artesanal de oro, de una parte; y de otra, el derecho a la subsistencia de miles de personas que dependen de la minería de oro artesanal o en pequeña escala, también llamada pequeña minería de oro, empleando mercurio”.
Encontrando soluciones
En el año de 2013, Colombia adoptó la Ley del Mercurio que tiene como objetivo erradicar el uso del mercurio en todo el país y en todos los procesos industriales y productivos en un plazo no mayor a 10 años y para la minería en un plazo máximo de cinco años. Para lograrlo la ley contempla la transformación tecnológica como una salida eficaz. En tres años de vigencia de la norma hay un par de iniciativas que están tratando de cambiar el uso de mercurio por otras alternativas
Una de ellas la lidera Marrugo quien trabaja con el Ministerio de Minas en un inventario nacional sobre dónde, cómo y quién utiliza mercurio en el país. Adicionalmente, el proyecto espera capacitar a decenas de mineros informales en el uso de otros métodos como la flotación para extraer el oro, sin necesidad de usar mercurio. No obstante, Marrugo es enfático en señalar que la educación del minero que está en el territorio es fundamental para hacerle contrapeso al problema.