- ¿Cómo le ha cambiado la vida a Vargas y su familia la defensa del Tipnis?
- ¿Qué amenazas y presiones ha recibido recientemente este activista?
Fernando Vargas es un hombre que sonríe poco, tiene el rostro serio y la mirada serena. Nos invita a compartir el desayuno en la mesa de su casa. Su esposa coloca amablemente unas tortillas y algo de pan para acompañar el café. Es un día frío y la llovizna lo acentúa.
Fernando aún tiene un semblante convaleciente por las secuelas que le dejó la Chikungunya, una enfermedad tropical causada por la picadura de los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus, de la cual salió hace pocos días con la ayuda de medicamentos caseros.
Vargas es procedente del pueblo indígena Moxeño Trinitario y él nació en la comunidad Paraíso, cerca al río Securé en el Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Securé (TIPNIS), una de las 22 áreas Protegidas Nacionales que tiene Bolivia.
Cuenta que cuando era niño y cursaba la escuela primaria en Gundonovia (comunidad del Tipnis), siempre le molestaban las humillaciones y malos tratos de los profesores hacia sus compañeros. Pero fue en realidad un trágico hecho en el año 1990 el que despertó su espíritu activista. Esto sucedió cuando una persona se apropió indebidamente de tierras en unas comunidades del Tipnis. Vargas decidió entonces ayudar a recuperar estos territorios y como represalia, asesinaron a sangre fría a su sobrino Roy Jou Vargas, quien tenía apenas seis años.
Este hecho lo llevó a involucrarse en la lucha social y a liderar la presidencia de la Subcentral del Tipnis entre el 15 de agosto de 2011 y el 30 de noviembre de 2016, lo que lo puso a la cabeza de una marcha de 64 días por la defensa de esta área. Esta fue la octava marcha indígena del país, denominada: “Marcha por la defensa del territorio, la vida y los derechos de los pueblos indígenas”.
Este hecho histórico logró paralizar la construcción de una carretera que aún pretende construir el Gobierno Boliviano y que atravesaría el corazón de este parque nacional y territorio indígena. Asimismo, logró la aprobación de la Ley N° 180 que declara la intangibilidad del Tipnis, estableciendo en su artículo 3 que la vía no atravesará el área.
“Sabía cuáles podían ser los riesgos de liderar la marcha, pero los asumí”, contó el activista. Pero la defensa del Tipnis y de los derechos de su pueblo tuvieron serias consecuencias para él y su familia, y como muchos otros activistas ambientales de Latinoamérica, Fernando Vargas sufrió y sigue sufriendo persecuciones, intentos de secuestro, amenazas de muerte y otros hostigamientos que le han impedido llevar su vida con normalidad.
El intento más reciente fue a finales de febrero de 2017, cuando una motocicleta intentó atropellarlo mientras retornaba a su casa luego de comprar unas almendras en el mercado. “Estaba esperando a que el semáforo se ponga en verde, de pronto vino una moto a toda velocidad hacia donde me encontraba. Yo retrocedí para atrás y el motociclista viró también en dirección mía, como siguiéndome. Volví a moverme y él volteó también para seguirme. Al final me quedé quieto y pasó muy cerquita mío. Parece que a lo último el conductor se desanimó”, recordó.
Según Lelponi Maria Alba Guillén, su esposa, este intento de atropello sucedió justo un día después de que Fernando responsabilizara al gobierno por los actos e injusticias cometidos hacia los pueblos indígenas, lo cual al parecer molestó a algunas personas, explicó.
Vargas sostiene que hasta hoy es perseguido a cada lugar al que se dirige. Además, que siempre hay personas vigilándolo, e incluso que cada vez que se traslada a los aeropuertos de otras ciudades, hay personas esperándolo que siguen cada uno de sus pasos y le toman fotografías. Sin embargo, él indica que estas persecuciones en lugar de desanimarlo le dan mayor fortaleza para seguir adelante con su defensa por el Tipnis. Él cree firmemente que el miedo se deja enfrentando al peligro, y que si uno no enfrenta estos riesgos siempre vivirá con miedo.
“Gracias a Dios hasta ahora no me ha pasado nada. Yo creo en Dios, y todos los días le pido que me cuide y me proteja. Y bueno, aquí estamos hasta hoy”, dijo el líder ambiental y agregó que no puede abandonar a sus hermanos indígenas en situación crítica y menos “a cambio de dinero”.
Durante la conversación, contó que hace un par de semanas, gente no identificada (valiéndose de nombres falsos), le ofreció 400 000 dólares y una casa para que abandone la defensa por el Tipnis. “Yo me reí, y les dije que eso no me alcanzaba. Entonces, estas personas me preguntaron cuál era mi precio, y que me podían entregar hasta un millón de dólares, pero que deje de ‘joder’. Yo les respondí que tampoco era suficiente, ya que mi dignidad no tenía precio”, mencionó enfáticamente.
Fernando Vargas dijo que con dinero se pueden resolver muchas cosas y que podría vivir feliz, pero que sus principios no son esos, sino defender primero a su pueblo, a los indígenas, al país, y después recién está él. “No debemos dejarnos convencer por la corrupción. Con dinero no se puede adquirir el territorio que nos pertenece a los pueblos, el ecosistema, el agua, no se puede comprar aire. Estos son los temas de fondo que hacen que no me interese la plata”, recalcó. Para Vargas, además, es importante hacerle entender al país que no solamente extrayendo los recursos naturales se puede vivir, sino estableciendo otra forma de aprovechamiento sostenible que no destruya la naturaleza, y que permita generar recursos económicos a Bolivia.
Cuando rechazó la oferta económica, los hombres amenazaron con matarlo. Fernando Vargas les respondió que solo muerto podrían callarlo, ya que seguiría luchando mientras le quede la vida.
“Yo creo en lo que estoy haciendo, creo que es de bien para la humanidad, para mi pueblo y para mis hermanos indígenas”, dijo.
Para Matilde Noza, habitante de la comunidad Paraíso del río Sécure en el Tipnis, Vargas es un líder que ha luchado por los derechos y la dignidad de los indígenas. “A pesar de que él recibe amenazas del gobierno, él sigue luchando por defender nuestros derechos, para que nosotros y nuestros hijos sigamos viviendo como siempre hemos vivido, en el territorio que les ha costado obtener a nuestros abuelos”, declaró con orgullo.
Sobre las presiones hacia este activista, Matilde explicó que el 6 de agosto de 2015 fue testigo de uno de estos amedrentamientos. El hecho sucedió en la plaza principal de la ciudad de Trinidad, Beni, mientras se desarrollaba el desfile por las fiestas patrias de Bolivia. En ese entonces Vargas fue arrestado por tres policías vestidos de civiles, quienes argumentando que necesitaban hacerle unas preguntas se lo llevaron detenido. “¡Él es de nuestro territorio!, ¡Es nuestro hermano!, le exclamamos a la policía e hicimos presión y llamamos a la prensa. Luego de dos horas recién lo liberaron”, recordó.
Noza contó que asumir el liderazgo no ha sido fácil para Vargas, menos aún para su familia. “Fernando Vargas es bastante luchador, él viene afrontando al gobierno aun siendo amenazado, hasta hoy día el sigue luchando por nosotros. Dios es grande y le dará fuerzas para continuar y seguir adelante”, concluyó.
Para Julia Molina Nocopuyero, quien fue dirigente de la Subcentral de mujeres del Tipnis durante la dirigencia de Vargas, las amenazas que sufre hoy este activista se deben a que busca evitar que el territorio de los indígenas sea dividido por la construcción de la vía que atravesará el corazón del Tipnis. “El gobierno nacional está a favor de la construcción de la carretera, por ello están amenazando a Fernando. Pero él no se opone por oponerse, sino que este es un derecho que tenemos los pueblos indígenas a decidir sobre nuestro territorio, nuestra casa grande, el hábitat donde vivimos y convivimos con la naturaleza y los animales, donde recolectamos frutas, pescamos y cazamos”, argumentó Molina.
El director de la Pastoral Indígena del Vicariato del Beni, Julio Ribera, opinó que el trabajo de Fernando Vargas ha servido para que la sociedad nacional e internacional entienda que existen liderazgos amazónicos en Bolivia, pese a las muchas dificultades, presiones y al limitado apoyo.
“Fernando Vargas cumplió, ahora la posta está puesta para los nuevos dirigentes de la Subcentral del Tipnis, por lo que habrá que ver la posición actual que asuman respecto a la construcción de la carretera que atravesará su territorio”, finalizó Ribera y añadió que la posición de las comunidades indígenas del Tipnis siempre a sido en contra de que la vía no atraviese su territorio.
El martirio de una familia
Lelponi tiene el tono de voz suave y en todo momento de la entrevista se preocupa cariñosamente por el bienestar de su esposo.
Una de las inquietudes de sus hijas, comentó ella, es cuando su padre llega tarde de sus clases de derecho en la Universidad. “Ellas se inquietan y creen que algo le ha pasado a su papá. Inclusive sus compañeros no quieren traerlo a casa, porque tienen miedo que algo les suceda”, se lamentó.
“Mis niñas no duermen tranquilas, a media noche ladran los perros y ellas se levantan asustadas pensando que vienen a matarnos. Es muy difícil vivir así”, describió. También Lelponi contó que ella y su marido reciben llamadas anónimas de gente que los amenazan diciendo que matarán a sus dos hijas.
La profundidad de un silencio inunda la sala en donde nos encontramos, a Lelponi se le quiebra la voz y unas lágrimas de pronto humedecen sus mejillas. Se detiene un momento y continúa.
Alquilar una casa es complicado para esta familia, según Lelponi, no pasa mucho tiempo antes que los propietarios les pidan que desalojen la vivienda. Temen que le suceda algo a su inmueble. “No podemos vivir así, es muy difícil”, lamentó.
A finales de marzo, Fernando Vargas tuvo serios problemas de salud causados por la Chikungunya, y los acosos llegaron a tal punto que les negaron la atención médica en un hospital. “Lo que pasa es que no queremos tener problemas si atendemos a su esposo, me dijo el médico”, recordó Lelponi. Luego de amenazar con llamar a la prensa recién logró que su esposo fuera atendido.
Pero Lelponi Alba también ha sido víctima de dos intentos de secuestros. El primero, contó, sucedió cuando se encontraba en un taxi en la ciudad de La Paz. “De repente, dos señores con trajes de negro y bien elegantes se subieron al vehículo. Me dijeron que me callara. Más adelante, mientras el auto avanzaba, yo me lancé por la puerta porque pensé que me iban a matar y violar”, comentó.
La segunda vez sucedió en la ciudad de Trinidad. Ella iba en una mototaxi, cuando un auto negro interceptó a la motocicleta y del vehículo descendieron dos hombres, que en medio de un forcejeo intentaron subirla al automóvil. “Yo me agarré fuerte del motociclista y comencé a gritar y las personas que estaban alrededor vinieron a socorrerme. El vehículo tuvo que escapar”, recordó. Ella piensa que la intención de los secuestradores era evitar que su esposo asistiera a la elección del nuevo directorio de la Subcentral del Tipnis, que era ese mismo día.
El momento más duro
Un 25 de septiembre de 2011, cuarenta días después de que los indígenas partieran hacia la ciudad de La Paz en la octava marcha por la defensa del Tipnis y sus derechos, fueron reprimidos brutalmente por una turba de unos 500 policías en la localidad de Chaparina. Allí, a punta de gases lacrimógenos y grilletes, la policía golpeó, maniató y apresó a una muchedumbre de marchistas, mientras estos se encontraban descansando. En medio de aquel caos, decenas de mujeres y niños huyeron en pánico hacia el medio del monte, mientras los adultos eran capturados. Este hecho es considerado hasta el día de hoy como una de las represiones más violentas que ha suscitado el gobierno del Presidente Evo Morales en sus 11 años en el poder.
Aquella vez vinieron unos diez policías a rodearme. “¡A vos te estamos buscando! Me gritaron. Yo me caí a la orilla de la carretera, ahí comenzaron a patearme en el piso. Escuchaba una voz que dijo como unas cinco veces: ¡Mátenlo a este! ¡Mátenlo! Yo estaba cubriéndome la cara, luego otro policía dijo: ¡No! ¡No lo maten! ¡Desháganle la cara a patadas! Luego de eso me esposaron y me tiraron a la carrocería de una camioneta”, narró Vargas.
Ese día al líder ambiental le fracturaron dos costillas y le fisuraron una vértebra de la columna. Esto le causa hasta el día de hoy intensos dolores que le dificultan llevar a cabo sus actividades cotidianas con normalidad.
Según Vargas, ese fue uno de los momentos más duros que le tocó vivir, porque pensó que su vida acabaría allí mismo y que luego se desharían de él en algún lugar. Mientras se encontraba esposado boca abajo en la tolva de la camioneta, fueron lanzando a otros de sus compañeros indígenas con las manos esposadas al lado de él.
También recordó que les dijo a sus compañeros marchistas: “Si algo me pasa, cualquiera de ustedes debe colocarse al frente y continuar con la marcha. Esto es un tema de vida, de resistencia. Si construyen la carretera será la destrucción de tres pueblos indígenas (Moxeños, Yuracarés y Tsimanes). No tenemos que parar”.
La defensa del Tipnis continúa
Pese a que el mandato de Fernando Vargas a la cabeza de la presidencia de la Subcentral del Tipnis finalizó el 30 de noviembre de 2016, cargo que asumió desde agosto de 2011, señaló que continúa defendiendo este territorio y las demás áreas protegidas del país.
Este activista siente que ha ejercido el mandato de su pueblo con responsabilidad, y que su lucha continúa ayudando a que no se destruya el territorio de los indígenas.
“Continúo luchando por el Tipnis y las 22 áreas protegidas de carácter nacional de Bolivia. Esto lo hago a través de las redes sociales y también realizando pronunciamientos en la prensa por la defensa de nuestros parques y el derecho de nuestros hermanos indígenas”, recalcó.
En un pronunciamiento público de la subcentral de mujeres indígenas del Tipnis, del 4 de marzo de 2017, las comunidades se declararon en estado de emergencia y movilización por la insistencia del gobierno central en la construcción de la carretera y la amenaza de la derogación de la Ley 180 que protege su territorio ancestral. En un acto público del 10 de marzo de 2017, el presidente Evo Morales manifestó que su gobierno no pierde las esperanzas de retomar la construcción de la carretera que atravesará el Tipnis.
Fernando asevera que los activistas ambientales deben ser valientes, no en el sentido de enfrentarse a los demás, sino en hacer entender a la humanidad lo que sienten y el aprecio que tienen por el bien común y no el interés personal. De esa manera, él afirma que no es fácil luchar por esos ideales, sobre todo en un mundo donde primero está el individualismo y los intereses de ciertos grupos, por encima de los intereses colectivos.
“Las amenazas no deben ser una causa para que dejemos de luchar, porque si no les dejaremos a nuestros hijos un ecosistema destruido. Si perdemos la vida hagámoslo por convicción, porque nos interesa el bienestar de los demás, y que no toda la humanidad se pierda”, concluyó.