- Un estudio reciente encuentra que los incentivos financieros dirigidos a alejar la gente de la ganadería no abordan las trabas logísticas y culturales para cambiar de sector.
- Aunque los ganaderos puedan ganar cuatro veces más por hectárea si cultivan soja o incluso doce veces más si cultivan frutas y legumbres, muchos siguen con la ganadería por razones culturales.
La ganadería puede representar un azote para los bosques, ya que se necesita talar grandes extensiones de tierra para producir una cantidad relativamente pequeña de alimentos. Además es la causa principal de la deforestación en Brasil. Con la meta de proteger lo que queda de los bosques en la Amazonía brasileña los dirigentes han creado programas para inducir a los ganaderos a dejar el sector, ofreciéndoles por ejemplo un periodo en el que no paguen intereses por los créditos para invertir en estilos de vida más sostenibles. Sin embargo estas iniciativas no han progresado mucho en la reducción de la ganadería en Brasil, lo que deja perplejos a los investigadores.
Un estudio reciente publicado en la revista Ecology and Society da unas pistas para sugerir por qué muchos intentos no son exitosos. El equipo investigador encabezado por la científica medioambiental Rachel Garrett de la Universidad de Boston (EE. UU.) ha hallado que los ganaderos brasileños consideran más cosas que el dinero y todavía se enfrentan a desafíos a pesar de estos programas. Sus conclusiones remodelan el análisis requerido para ayudarles a pasar a ganarse la vida de forma más lucrativa y menos destructiva para el medioambiente.
“Darle dinero a los campesinos en el Amazonas no va a resolver todos nuestros problemas, porque hay grandes trampas culturales de larga data que impiden que ellos quieran dejar lo que hacen”, dijo Garrett en una entrevista. “Es algo muy fuerte en lo relacionado a la ganadería en Brasil, porque es una práctica cultural muy arraigada”.
Garrett y sus compañeros notaron que pese a que la ganadería en Brasil es rentable para muy pocos de los ganaderos, muchos se muestran renuentes a cambiar a sectores más lucrativos como la soja o la fruta y verdura por ejemplo. Calcularon que los agricultores de soja ganan aproximadamente 1000 dólares por hectárea, cuatros veces más que la media de lo que ganan los ganaderos. La fruta y verdura son productos aún más rentables.
Esto llevó Garrett a preguntarse “¿si no lo hacen por los beneficios, por qué lo hacen?”.
A la vez el equipo disponía de “datos abundantes sobre el bienestar subjetivo” que recogieron de entrevistas en 2010 y 2011 a agricultores y ganaderos que vivían en el estado amazónico de Pará. Cuando analizó los datos Garrett llego a una conclusión asombrosa.
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“Me sorprendió completamente que no existía ningún vínculo entre los indicadores de ingresos y los indicadores de felicidad”, confirmó.
Sus repuestas revelaron que los ganaderos suelen preferir una vida tranquila en el campo en vez de la agricultura más intensiva o mudarse a zonas más urbanas, aunque estos cambios puedan conllevar un mayor sueldo.
Aunque este fenómeno se puede explicar con una cultura que aprecia la “tranquilidad” de la vida de un ganadero, según Garrett la historia no acaba ahí.
“En vez de encontrar un montón de razones positivas por las que seguir con la ganadería encontré muchas barreras que pueden explicar por qué no se dedican a actividades más lucrativas”, dijo.
Aferrados a sus costumbres
Una de estas barreras es la dificultad de colocar la producción en el mercado. Esto es imprescindible para los agricultores que intentan llevar fruta o verdura al mercado antes de que se eche a perder. Y los datos desvelaron que no solo los ganaderos siguen aferrados a métodos de producción de alimentos que están lejos de ser óptimos, afirmó Garrett.
“Se ve a los pequeños ganaderos hacer las mismas cosas que los grandes, en términos de ganadería muy poco rentable, con el uso de fuego, ganándose la vida a duras penas”, dijo.
Esta nueva información indica la necesidad para una “política a escala nacional” que tenga en cuenta las necesidades de estos granjeros y ganaderos.
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Se necesita infraestructura
“Realmente tienen que invertir en infraestructura, y no me refiero a carreteras”, comentó Garrett. “Las carreteras son muy controversiales”.
Dijo que disponer instalaciones de procesamiento, que pueden hacer de la fruta purés que son más fáciles de transportar, además de apoyo con el transporte frigorífico de sus bienes puede ayudar a los “pequeños granjeros sin mecanización” a diversificar más allá de “los principales productos de exportación como la ternera y la soja”.
Con esta ayuda los granjeros y los ganaderos podrían pasar a unos procesos de producción que produjeran más alimentos con menos tierra y mejoraran los resultados.
Hacen falta nuevas políticas dirigidas a abordar “este problema persistente de usos de la tierra que generan bajos ingresos y hacen daño a la superficie de la Amazonía”, dijo Garrett. “Se trata de obtener el máximo beneficio en cuestión de sostenibilidad si se va a invertir en desarrollo e infraestructura”.
CITAS
Garrett, R. D., Gardner, T. A., Morello, T. F., Marchand, S., Barlow, J., Ezzine de Blas, D., … & Parry, L. (2017). Explaining the persistence of low income and environmentally degrading land uses in the Brazilian Amazon. Ecology and Society, 22(3).
Henders, S., Persson, U. M., & Kastner, T. (2015). Trading forests: land-use change and carbon emissions embodied in production and exports of forest-risk commodities. Environmental Research Letters, 10(12), 125012.
Imagen cabecera de reses en Colombia: Rhett A. Butler para Mongabay.