- La ingeniera forestal Tatiana Espinosa lidera el proyecto Arbio Perú, una propuesta de conservación de bosque en la Amazonía peruana que le ha valido el reconocimiento del Jane Goodall Hope and Inspiration Ranger Award.
El nombre de su proyecto describe la voluntad de Tatiana Espinosa. La Asociación para la Resiliencia del Bosque frente a la Interoceánica, Arbio Perú, marca el compromiso de esta ingeniera forestal por salvar 916 hectáreas de bosques en uno de las regiones más deforestadas del Perú y que además es atravesada por la carretera Interoceánica.
El bosque de Tatiana Espinosa es una concesión forestal que le fue entregada hace más de diez años, ubicada en la cuenca del río Las Piedras, en Tambopata, y que ella ha convertido en un lugar para la conservación, investigación y conexión con la naturaleza.
En el bosque de Arbio, cada árbol es especial e invalorable, aunque Tatiana ha desarrollado una conexión especial con el shihuahuaco, una especie que hoy está terriblemente amenazada. Los shihuahuacos son árboles majestuosos y longevos, que tardan más de 800 años para que su tronco tenga apenas un metro de diámetro. “Si piensas que hace mil años ya estaba el árbol ahí y simplemente se cortan para que en las ciudades dispongan de parquet para sus casas”, reflexiona alarmada Tatiana.
De la mano con la tecnología, Tatiana ha logrado mantener su proyecto, pues creó una plataforma online para que personas de todo el mundo adopten hectáreas de su bosque como una forma de financiamiento. Ahora quiere ir más allá y creará un sistema de adopción de árboles, “para que la conexión sea mucho más directa con la naturaleza”, dice.
Su trabajo le ha servido ser galardonada con el premio Jane Goodall Hope and Inspiration Ranger Award, que otorga la IRF (International Ranger Federation) y The Thin Green Line Foundation a la persona que pese a enfrentar obstáculos, logra concretar acciones de conservación para proteger áreas y especies amenazadas.
Tatiana, la primera latinoamericana que ha obtenido este galardón, conversó con Mongabay Latam sobre su trabajo, sus esperanzas y la labor que realiza junto a sus hermanas Rocío y Gianella, quienes se han convertido en sus socias y su soporte para esta titánica labor de conservar un bosque.
¿Por qué decidiste dedicar tu vida a los bosques?
Desde niña estaba siempre en el jardín, trepando árboles, mirando insectos, me gustaba estar en la naturaleza. Mis amigas del colegio me dicen que desde que tenía 10 años decía que quería ser bióloga y estudiar en la Universidad Agraria. Yo no recuerdo haberlo dicho, pero cuando tenía esa edad, mi hermana mayor, que ahora es mi socia, estudiaba en la Agraria y me llevaba a la universidad. Yo me quedaba en el jardín botánico mientras ella estaba en clases. Luego, cuando me tocó ir a la universidad, elegí biología, y después me trasladé a ingeniería forestal, porque trataba más temas de gestión.
¿Y cómo llegas a Madre de Dios?
Siempre quise vivir fuera de Lima y cuando trabajaba en concesiones forestales, en el año 2003, me enviaron a Madre de Dios. En esa misma época empecé a trabajar con castañales e hice mi tesis sobre el impacto de esta especie sobre la fauna silvestre, y como parte de esta investigación debía acampar 15 días en zonas lejanas de castañales. Fue así que me sumergí en la magia del bosque. En esa época me acompañaba don Manuel, un castañero que me enseñó mucho sobre el bosque.
¿Fue entonces que solicitas la concesión forestal?
A principio de la década del 2000, el Estado decidió entregar en concesión para reforestación áreas consideradas de bajo valor comercial, es decir, bosques que ya no tenían ni cedro ni caoba. Con un colega decidimos solicitar una concesión, porque los bosques podían caer en manos de empresarios que terminaban de talarlo para monocultivos o reforestar con especies que no son las adecuadas. Entonces, en el año 2006 salió la resolución de mi concesión, de 916 hectáreas. En ese momento me alistaba para hacer mi maestría en Costa Rica sobre manejo y conservación de bosques tropicales. Allá descubrí las oportunidades que existen en el manejo de bosques y regresé con la idea de hacer una asociación. Así nació Arbio Perú.
Arbio Perú cuenta con un sistema de apadrinamiento de hectáreas ¿Cómo surge esta idea?
Cuando creamos Arbio Perú decidimos crear una plataforma de microfinanciamiento para no depender de un sponsor. Para ello, desarrollamos una página web con la intención de que quienes se sumaban a nuestra causa pudiesen elegir una hectárea para apadrinar. Sabíamos que teníamos que hacer algo para que no se pierda el bosque que estaba amenazado por la carretera Interoceánica. Entonces, en la web se podía ver la imagen satelital de las 916 hectáreas y cualquier persona podía escoger una. Así se involucraba en la conservación de forma fácil y transparente.
¿Cómo funciona este sistema de apadrinamiento?
En el 2012 lanzamos la plataforma de conservación y logramos que se apadrine 500 de las 916 hectáreas que tenemos. Cada persona interesada elige una hectárea y luego recibe un certificado con toda la información de las coordenadas del bosque que está apadrinando. También puede visitar su hectárea por la que aporta 33 dólares al año.
En junio haremos un relanzamiento de la web y, además, como algo nuevo, incluiremos una plataforma para la adopción de árboles en peligro de tala ilegal. Son como 50 especies que están amenazadas, y que son medicinales o hábitat de fauna silvestre. Ahora estamos priorizando el shihuahuaco, la quinilla y las lupunas.
¿Por qué esas especies?
Arbio es un bosque lleno de shihuahuaco (Dipteryx micrantha), una de las especies más apreciadas actualmente para fabricar pisos de parquet. En todas las cuencas están talando shihuahuaco, una especie de crecimiento lento que demora por lo menos 800 años para que su tronco llegue a tener un metro de diámetro y como 1500 años para que llegue a dos metros. Si piensas que hace mil años ya estaba el árbol ahí y simplemente se cortan para que en las ciudades dispongan de parquet para sus casas. Son árboles de mil años, con más de 40 metros de alto y con funciones para especies emblemáticas como el águila harpía que anida en ellos o los murciélagos, ardillas y añujes, que se alimentan ahí.
¿Entonces el siguiente paso es proteger a cada árbol?
La idea es que en la nueva web se vea un mapa con los árboles distribuidos en el bosque y que te puedas acercar para escoger uno. Conoces al árbol que te contará su historia y te conectas con él, lo apadrinas y le entregas tu corazón. Mi idea es crear un bosque de corazones. Así, quienes apadrinen un árbol podrán visitar Arbio y colocar su corazón directamente en su árbol.
¿Para este proyecto han identificado cada árbol?
Hemos identificado 200 árboles que estarán en la web. Es un muestreo en cien hectáreas, el 10 % del territorio. El objetivo es que las personas se sientan parte del bosque, que tengan una conexión directa. Queremos además trabajar con las personas de la comunidad La Victoria, del pueblo Yine, porque el shihuahuaco es para ellos como un banco, cada vez que tienen una necesidad cortan uno y lo venden.
¿Que otras especies se incluirán en adopta un árbol?
La quinilla (Manilkara bidentata), el cedro (Cedrela odorata), la lupuna (Ceiba pentandra), el estoraque (Myroxylon balsamum), el mashonaste (Clarisia racemosa), la anacaspi (Apuleia leiocarpa). Algunos son maderables y están en peligro, otros son importantes para la fauna o son medicinales y de uso ancestral para las comunidades.
¿Con cuál de estas especies te identificas?
La que más me asombra, me gusta, me da energía y siento que me protege es el shihuahuaco. Es un árbol sabio, longevo, maestro. Es como un abuelo. En el bosque de Arbio yo me siento protegida y en ocho años no me ha pasado nada. Los árboles saben para qué estás ahí, y si vas con respeto, con cariño, te protegen. Yo les hablo, les tomo foto, les abrazo. Pensar que tienen más de 500 años es increíble. Otro que me gusta mucho es la catahua (Hura crepitans), que utilizan las comunidades porque tiene un látex fuerte que puede ser tóxico, pero también curativo. Son árboles lindos, con energía y sus hojas son en forma de corazón.
¿Actualmente realizan investigaciones en Arbio?
Si, nos estamos enfocando en hacer los cálculos del crecimiento y la edad del shihuahuaco para hallar fórmulas que nos permita establecer su edad de acuerdo al grosor del tronco y la cantidad de carbono que almacena. De los 200 árboles que hemos censado, 67 son shihuahuacos y quiero hallar en cada uno su edad y el carbono acumulado. También estamos haciendo listas de especies de fauna para tener una línea base de cada especie.
Además, contamos con un entomólogo que está trabajando con un gusano que se encuentra en la semilla de shapaja, a los que llaman suri del shapaja y que contiene gran cantidad de proteína. Me dice que es una posibilidad de alimentación a futuro.
¿En medio de tanta deforestación en Madre de Dios, qué significa dedicarse a la conservación?
Quiero demostrar que el bosque en pie vale más que el tumbado. Como país, no podemos permitir que los bosques vírgenes y megadiversos sean deforestados para dar paso a monocultivos, a ganadería y a cosas que no darán rentabilidad a largo plazo. El suelo de la Amazonía no soporta otra cosa que no sea biodiversidad. No puedes cambiar un sistema tan diverso por una o dos especies. La tala sostenible de madera puede ser rentable, el problema es que hay especies que tardan mucho en regenerarse como el shihuahuaco. Una nación que piensa en la economía del futuro no puede permitir que se degraden sus bosques. La visión de estos como lugares para extraer materia prima es obsoleto, debemos tener una visión basada en la conservación y la mejora de vida de las poblaciones locales.
¿Qué esperanzas tienes para la región Madre de Dios?
Creo que los problemas ambientales que padece finalmente harán que la gente reaccione. Estamos llegando a un nivel de degradación muy fuerte con la minería y la carretera Interoceánica y estamos destruyendo todo. La gente ya debe reaccionar. El año pasado no hubo mucha producción de castaña y las personas se preguntaban por qué. Pero si crees que puedes degradar y la castaña te seguirá dando lo mismo, estás equivocado. Estamos llegando al límite, pero hay iniciativas muy buenas en la región y cada vez me encuentro con más personas que quieren hacer las cosas bien, creen en el valor del bosque. Creo que trabajando en redes podemos sacar a Madre de Dios adelante. En la cuenca del río Las Piedras hay cada vez más iniciativas de investigación, conservación, voluntariado. Debemos integrarnos y el Estado tiene que participar.
Foto portada: Arbio Perú