- Se estima que en la actualidad hay 700 individuos presentes solo en dos zonas del sur de Chile.
- No existen programas estatales para promover su preservación. Sin embargo, algunas ONG y universidades han implementado campañas para mantener la especie.
La primera vez que se supo de su existencia fue gracias a Charles Darwin, el famoso naturalista inglés que visitó Chile entre 1832 y 1835, cuando recorrió gran parte del país desde Tierra del Fuego a Copiapó. El creador de la teoría de la evolución tuvo un encuentro con este pequeño animal al que calificó de primer momento como zorro chilla.
El científico sintió curiosidad por los colores y características de este cánido. Su color café rojizo, dorado y un pelaje negro con tintes grisáceos, plateados. Su característica principal: en sus orejas tiene dos manchitas por la parte exterior, por lo que al verlo de espalda parece que estuviera mirando.
Ante estas particularidades, el científico se acercó sigilosamente y con su martillo le dio un golpe en la cabeza. El animal cayó aturdido y, en ese estado, comenzó a estudiarlo. Ese primer zorro que Darwin encontró en el archipiélago de Chiloé, al sur de Chile, aún está embalsamado y se mantiene en exposición.
Dos siglos después, el ahora conocido como zorrito chilote o de Darwin (Lycalopex fulvipes) sufre la grave amenaza de ser extinto. Hoy, no son más de 700 individuos que habitan entre la cordillera de Nahuelbuta y las principales islas del archipiélago de Chiloé.
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La mala y equivocada fama de depredador
Este animal, que pertenece a la misma especie genética que el lobo y el perro doméstico, es parte de las tres especies de zorros que existen en el país, entre la que también se encuentran el zorro chilla (Lycalopex griseus) y culpeo (Lycalopex culpaeus). Aunque en la antigüedad ocupaba toda la costa del Sur de Chile, hoy está concentrado en dos grandes reservas.
Entre las causas que han provocado su desaparición está la información errada que lo identifica como parte de la familia de perros salvajes, cuya caza está permitida. El zorro chilote comparte y cohabita espacios suburbanos y urbanos, por lo que se relaciona con animales domésticos o de granja.
La también conocida como Isla Grande Chiloé se caracteriza por tener una producción agrícola familiar, pequeños rebaños o gallineros. En este paisaje de cielos prístinos, frondosas colinas y mágicas leyendas y mitos, se mezclan los ganados ovinos, bovinos, caballos y bueyes que son susceptibles a ataques de depredadores como el zorro. Allí radica, según varios expertos en fauna salvaje, la caza del zorro chilote al ser confundido con perros salvajes.
Si bien el zorro chilote se alimenta de pequeños marsupiales, pequeños mamíferos o frutos silvestres, dependiendo de la época del año, eventualmente puede atacar a algunas gallinas con el fin de alimentar a sus crías, por lo que puede ser confundido con otros animales introducidos que han hecho una modificación bastante importante al ecosistema local y regional.
Para Reinaldo Pardo Aravena, médico veterinario y director de la ONG Chiloé Silvestre, “el zorro chilote ha sido malamente culpado de ser un animal depredador. En esta zona particular, de las regiones de Los Ríos y de Los Lagos, se hicieron varias proyecciones de negocio, durante la década de los 90, con el visón para vender su piel, pero estas no progresaron. Entonces hubo fracasos económicos y los productores soltaron a los visones. Ahora el visón es el depredador más importante que tiene la agricultura familiar”. Pardo señala que en esa confusión se ve aún más amenazada la existencia del zorro de Darwin.
Por eso, la ONG que representa, destina su trabajo a la preservación, conservación y rehabilitación de la fauna silvestre, pues “son muchas las especies, como el pudú (una especie de cérvido), que se ven amenazadas y son muy pocas las iniciativas que combaten esos peligros”, dice el médico veterinario.
Pardo Aravena siente un interés y pasión personal que lo llevó a involucrarse, primero como voluntario, y desde hace cuatro años como director de la ONG. Desde su experiencia como neurocirujano y cirujano internista, trabaja también en la Universidad Santo Tomás, donde es docente, hace investigación y desarrolla proyectos, siendo parte de un reducido número de conocedores del zorro chilote.
Para llevar a cabo estos proyectos, Chiloé Silvestre cuenta con un espacio facilitado por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) ubicado a 35 kilómetros de Ancud, en la reserva Pullinque, sector de Nal bajo. Hasta allí han llevado lobos marinos, tortugas, pudús, zorros chilotes, pingüinos, loros, aves endémicas y loros introducidos que han sido decomisados por el Servicio Agrícola Ganadero (SAG). Allí los rehabilitan y operan cuando están en peligro.
Pero trabajar en la preservación de estos animales, que viven expuestos a amenazas, es enfrentarse a constantes desafíos, sobre todo, por la falta de recursos económicos o de infraestructura. “Hay algunas universidades que tienen algunas cosas pero no tienen ni el espacio ni las competencias técnicas para poder generar la rehabilitación y la mantención de los animales. Ellos nos entregan algunos recursos para la alimentación”, explica Pardo Aravena.
Otra de las amenazas son las enfermedades a las que se ve expuesto el zorrito de Darwin por causa de especies introducidas que alteran el ecosistema. Es el caso del visón que, según explica el veterinario, tiene un fuerte impacto porque al ser mustélido transmite muchas afecciones. “Nosotros tenemos la convicción que la tuberculosis en los animales se está traspasando por estos corredores ecológicos. En este caso, el zorro chilote también se ha visto intervenido por el ingreso de perros asilvestrados a lugares protegidos”, afirma el médico cirujano.
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Riesgos al interior del área protegida
El Parque Nacional Chiloé es uno de los lugares donde el zorro habita aunque, si bien se encuentra bajo mejores condiciones, no está exento de peligros. “El zorrito habita en las zonas protegidas, donde tenemos pudú también, pero ambos están en riesgo porque no hay un programa de reproducción destinado a mantener la especie”, dice Pardo Aravena.
Es una tarde fría en Chiloé. La llovizna común en esta zona austral empapa el paisaje y los caminos de tierra se vuelven lodo pesado y resbaladizo. El tiempo no acompaña, por lo que el Parque Nacional se encuentra más bien vacío. Solo algunas familias o parejas se animan a recorrer esta área que equivale a un poco más del 4 % de la isla y que conserva gran parte de los bosques silvestres, de olivillo, de alerce, insectos y animales endémicos.
Francisco Delgado, administrador del Parque Nacional Chiloé, trabaja en esa unidad desde hace más de 40 años. “Acá en el parque el zorro chilote encuentra un refugio natural que le permite de alguna forma mantenerse en el tiempo. Pero los animales recorren largas distancias y pueden salir a las áreas influenciadas”, explica Delgado. Para él la principal amenaza es la presencia de cánidos, pues un perro doméstico podría transmitirle una enfermedad. “Las poblaciones en la Isla de Chiloé no bordean más allá de los 500 ejemplares”, se lamenta Delgado.
“Si uno lo ve en un contexto amplio, las poblaciones son mínimas, por lo que se transforman en una población vulnerable”, afirma el administrador del parque. Delgado apunta a la alta población de perros mestizos abandonados, que se internan en los bosques en busca de comida y depredan animales salvajes como el pudú o el zorro chilote.
Según los criterios de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, UICN en sus siglas en inglés, el zorro chilote califica como “una especie en peligro crítico de extinción”. Sin embargo, en Chile no se puede denominar en esta categoría ya que no existe en la legislación. Por eso, las distintas entidades preocupadas por mantener la especie trabajan de manera voluntaria ante la falta de recursos.
Delgado coincide con Pardo en cuanto a la falta de financiamiento, pues asegura que, si bien el rol de los guardaparques abarca muchas funciones, no existe una política o programa especial destinado a la reproducción y conservación. Su trabajo está enfocado en proteger, vigilar y realizar educación ambiental en esta área protegida. Además, realizan apoyo a la investigación, es decir, cuando asisten instituciones gubernamentales o académicas, los guardaparques ayudan y colaboran en el desarrollo de esos proyectos.
Por otra parte, “cada vez el hombre se mete más en terrenos que no corresponden para ser habitados. Ha deforestado, se han metido proyectos económicos, proyectos productivos y habitacionales; condominios, parcelas. Increíblemente la gente que más nos llama cuando hay problemas es gente que va en el auto y los ve atropellados o los ve muertos”, dice preocupado Reinaldo Pardo.
Pero el problema, a su juicio, va más allá de intervenir los ecosistemas e introducir animales foráneos. “Para nosotros es súper importante que la gente vacune a sus mascotas. Se han hecho campañas de esterilización, de control de población, y de vacunación, contra la rabia y contra el distemper, sobre todo en perros. Parvovirus, hepatitis infecciosa, influenza, brucelosis, leptoleptotirosis son enfermedades que fácilmente un perro puede traspasar al zorro chilote”, explica el veterinario.
Otra de las aristas que explicarían el reducido número de individuos, está relacionada a la escasa variabilidad genética, pues se perpetúan tanto algunos genes positivos, como negativos. Por ejemplo, podrían heredar insuficiencias hepáticas, insuficiencias renales o insuficiencias pancreáticas. A esto le denominan un “pool genético” que es cuando un animal no solo se ve acotado por presiones externas, sino que además es presionado de forma interna.
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Educación ambiental para proteger
Pardo pertenece a los pocos centros que han realizado cirugías a los zorros chilotes. “Cuando se rehabilitan se liberan. Tenemos el convenio con el Servicio Agrícola Ganadero (SAG). Vienen con sus camionetas, con sus jaulas y hacemos una liberación blanda, es decir, dejamos la jaula por horas o incluso un día”, describe.
Reinaldo Pardo es bastante cauto a la hora de referirse al activismo animalista. “La conservación también tiene algunos temas con respecto a la eutanasia. Yo no puedo dejar a un zorro chilote contagiado de distemper, porque mataría a las otras especies. Hay una responsabilidad con las personas y también con el resto del ecosistema”, señala.
Según Pardo, Chiloé Silvestre entiende la sustentabilidad como la manera en que se lleva un patrón económico, cultural y sociocultural conviviendo con el ecosistema de forma amigable y respetuosa. Con ese enfoque, la ONG ha implementado talleres de educación ambiental y cuidado de fauna silvestre en cinco colegios de la región. Para ellos resulta clave educar pues, con o sin recursos, pretenden convocar a la mayor cantidad de población para preservar la riqueza y diversidad de la fauna nacional. Con ello, esperan asegurar la existencia y permanencia del zorro que hace dos siglos fascinó a Charles Darwin.
Imagen principal: ONG Chiloé Silvestre
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