- Investigaciones en el Complejo Arqueológico Ventarrón, en el norte de Perú, han revelado que el yaguarundi habitó esa zona hace miles de años.
- Durante el primer monitoreo realizado con estos equipos en el refugio de vida silvestre también se obtuvieron imágenes de 22 osos de anteojos.
“Hace cinco mil años el paisaje de la costa norte peruana era distinto”, comenta el arqueólogo Ignacio Alva sobre lo que ahora es, en gran parte, un desierto. Su descripción de cómo los relictos de bosques de Batán Grande posiblemente se extendían por todo el valle de Lambayeque, nos dibuja un panorama distinto con más lagunas, pantanos y albuferas cerca del mar. “Los bosques de algarrobo eran extensos, se extendían entre los valles. Donde ahora hay desierto, todo era bosque”.
En ese paisaje más verde, la fauna también era diferente —explica Alva—. La presencia del yaguarundi (Puma yagouaroundi), probablemente, era más común que en la actualidad, como lo han demostrado los restos óseos de esta especie encontrados en el Complejo Arqueológico de Ventarrón, en la provincia de Ferreñafe, en Lambayeque.
Las cámaras trampa captaron por primera vez un yaguarundi en la Reserva de Vida Silvestre de Laquipampa. Foto: SBC Perú.
Sin embargo, una investigación con cámaras trampa realizada por primera vez en el Refugio de Vida Silvestre de Laquipampa (RVSL), ha demostrado que este felino milenario aún habita en la región Lambayeque.
Después de meses de visualización del material registrado, los expertos de la Organización para la Conservación del Oso de Anteojos (SBC por sus siglas en inglés), responsable del monitoreo en esta zona protegida, se sorprendieron con las imágenes registradas en fotos y video. En ellas aparecen especies que, hasta el momento de hacer el estudio, no se habían visto en el lugar.
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Especies más allá de su hábitat
“Captamos especies que no se habían reportado antes, como el yaguarundi, el majaz (Cuniculus paca) y el tigrillo (Leopardus tigrinus)”, comenta Joel Córdova, jefe del área protegida. La importancia de estos descubrimientos —señala— se debe a que el hábitat de estos animales no está considerado en los ecosistemas de los bosques montanos secos. “Prácticamente es como si se reportase una ampliación de su rango”.
En este primer monitoreo se colocaron 60 cámaras trampa, en 30 puntos definidos por los especialistas de SBC Perú, que cubrieron las más de 8000 hectáreas de extensión que tiene Laquipampa —nombre quechua que significa pampa de los llantos—, un refugio de vida silvestre que se extiende desde el río La Leche, a 200 metros de altura hasta los 2500 metros sobre el nivel del mar, con una cobertura vegetal que incluye bosques secos y húmedos.
Los equipos registraron, además, a la pava aliblanca (Penelope albipennis) y al oso de anteojos (Tremarctos ornatus) —también conocido como oso andino—, dos especies emblemáticas en el área natural protegida. La primera, un ave endémica de los bosques secos del norte de Perú, considerada En Peligro (En) por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). El segundo, la única especie de oso que habita en América, categorizada como Vulnerable (VU) por la UICN.
Las imágenes también muestran ardillas, conejos, gatos monteses, pumas, sajinos, tayras, zarigüellas, zorros, entre otros. Alrededor de 20 especies que habitan en este refugio de vida silvestre se pueden ver en fotos y video. “Algunas de estas especies son de actividad nocturna, por eso los guardaparques no las habían visto, pero con esta tecnología se han podido evidenciar”, comenta Córdova.
El jefe del Refugio de Vida Silvestre Laquipampa señala que ahora deben seguir con la investigación y el monitoreo de las especies. “Cuando dejemos de ver una especie registrada anteriormente, entonces sabremos que algo está sucediendo. Será una señal de alerta. Por eso la importancia de saber qué animales silvestres habitan el área protegida”.
El camino de los osos de anteojos
Las cámaras trampa ubicadas en Laquipampa tuvieron como primer objetivo seguirle la pista a los osos de anteojos que habitan en los bosques secos de Batán Grande y que, desde hace diez años, son monitoreados por SBC Perú.
Renzo Piana, director de Ciencia y Conservación de la entidad, destaca la importancia de esta área reservada para la conservación del oso de anteojos en los bosques secos de Perú. “Identificamos 22 individuos que habitan en el refugio y a ninguno de ellos lo habíamos visto antes en Batán Grande. No sabíamos que había tantos en esa área protegida”, comenta el científico.
Para Piana, el refugio de vida silvestre también es un espacio que cumple una función de conectividad entre las zonas bajas y altas de la cuenca del río La Leche. “Queremos ubicar las áreas prioritarias para la conservación del oso y proponer un corredor para esta especie en el norte Perú”.
Tras la experiencia de Laquipampa —entre los años 2016 y 2018— ahora se han colocado 120 equipos de monitoreo en el Refugio de Vida Silvestre Bosques Nublados de Udima, en Cajamarca, con el fin de conocer si en esa zona también habitan osos andinos.
José Vallejos, investigador biológico y de relaciones comunitarias de SBC Perú, lleva diez años detrás de las cámaras trampa. Ha sido el responsable de instalar los equipos en Udima, en un trabajo conjunto con los guardaparques de la zona reservada. Pero también ha hecho un trabajo de monitoreo en los bosques del distrito de Salas, donde los comuneros proponen la creación de un área de conservación privada. “En las imágenes que recogimos en Salas descubrimos osos que también fueron registrados en Laquipampa. Hay conectividad entre estos dos lugares”.
Estos animales tienen una particularidad por la que pueden ser reconocidos de manera individual. Se trata de la mancha blanca en su cara, que es única para cada uno de ellos.
La Comunidad Campesina de Salas está trabajando con investigadores del Jardín Botánico de Kew, del Reino Unido, para concluir el expediente que les permita consolidar la propuesta del área de conservación privada, con una extensión aproximada de 8000 hectáreas.
“Sospechamos que los osos que encontramos en Salas bajan del refugio de Laquipampa para alimentarse de zapote, pues cerca del área reservada esta planta ha sido arrasada por la agricultura y la ganadería”, concluye Piana.
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El pasado de la fauna silvestre
Las excavaciones arqueológicas también permiten entender cómo fueron los paisajes del pasado. Tal como ocurrió en Ventarrón, donde los entierros han confirmado la presencia del yaguarundi en esa parte de la costa norte de Perú. “Hemos encontrado mandíbulas y huesos de este felino”, comenta Ignacio Alva.
El arqueólogo cuenta, además, que ha encontrado animales completos como un guacamayo, colocado como ofrenda en el templo y que posiblemente fue trasladado desde la Amazonía. Para Alva, los estudios arqueológicos también apuntan a que hubo una conectividad, una especie de corredor biológico que unía la costa con la selva. “El intercambio no solo fue cultural, sino también de fauna”, comenta.
Las investigaciones en el refugio silvestre confirman la amplia variedad de recursos y de especies que ahora habitan las áreas reservadas pero que posiblemente poblaron todo el lugar. “Laquipampa revela, a pequeña escala, como era Lambayeque hace 5000 años”, dice Alva.
Otro ejemplo de las especies que habitaban los bosques de la costa es un mural hallado en Ventarrón, el más antiguo de América, en el que se representa una red multicolor con venados atrapados en ella. “Así como sucedió con el yaguarundi, esta era una región donde, probablemente, los venados abundaban”, dice Alva. Lamentablemente —precisa el arqueólogo— la agricultura aniquiló gran parte de la fauna. “Ahora los venados muy escasamente se ven en los valles de Jequetepeque, en la sierra de Lambayeque, pero ya no están en la costa”.
Imagen principal: SBC Perú
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