- La colombiana Ana María Hernández Salgar es la nueva presidenta de IPBES. Asegura que uno de los retos de la plataforma es fortalecer los procesos de comunicación entre lo científico y lo político.
- Uno de los principales objetivos es involucrar cada vez más otras áreas del conocimiento, como las ciencias sociales y económicas, y trabajar de la mano con todos los actores sociales para lograr verdaderos cambios que eviten un escenario catastrófico de deterioro de ecosistemas y extinción de especies en 2050.
Por primera vez una mujer estará a la cabeza de la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (IPBES), la responsable de otorgar evaluaciones científicas a los tomadores de decisiones acerca de la biodiversidad del planeta, sus ecosistemas y los beneficios que proveen a las personas.
La colombiana Ana María Hernández Salgar, quien desde 2010 es jefe de la Oficina de Asuntos Internacionales, Política y Cooperación del Instituto Humboldt, estará encargada de presidir la plenaria anual que reúne a los 132 países miembros y en la cual se aprueba el programa de trabajo general de la Plataforma.
Mongabay Latam conversó con ella justo después de que IPBES diera a conocer su más reciente evaluación global de biodiversidad, que indica que la velocidad con que se están deteriorando los ecosistemas no tiene precedentes en la historia de la humanidad y que la extinción de especies avanza a un ritmo acelerado como consecuencia de las actividades humanas no reguladas.
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¿Cuáles serán sus principales focos de trabajo ahora que asume como presidenta de IPBES?
Ana María Hernández (A.M.H.): En París se aprobó un nuevo programa de trabajo continuo hasta el 2030. Vamos a trabajar una evaluación que analiza los Objetivos de Desarrollo Sostenible y su relación con la biodiversidad; un documento técnico sobre biodiversidad y cambio climático, que es una de las causas directas más importantes de pérdida de biodiversidad; y vamos a retarnos a cocrear y pensar cuáles son los cambios transformativos que nos pueden llevar a frenar las causas de pérdida de biodiversidad.
También nos han pedido que trabajemos con el sector privado para tener un mejor relacionamiento con ellos, así que vamos a hacer una evaluación que revise los impactos y la dependencia de los negocios y la biodiversidad en el marco de las contribuciones de la naturaleza para la sociedad.
Además de todo esto, debemos terminar tres evaluaciones importantes que ya están realizándose y deben concluir en dos años: la primera es la de uso sostenible de especies silvestres, la segunda es una evaluación sobre las valoraciones múltiples de la biodiversidad y la última responde al impacto de las especies exóticas invasoras, que fue mostrado en la evaluación global como uno de los motores de cambio más importantes en los ecosistemas. ¡Lo que hay es trabajo!
Son temas bastante ambiciosos, ¿qué se necesita para que los tomadores de decisiones utilicen esa información?
A.M.H.: Tenemos que fortalecer los procesos de comunicación, de creación de capacidad, de herramientas de unión entre lo científico y lo político. Si no revisamos permanentemente cuál es la eficacia real de lo que producimos en la Plataforma, podemos hacer muchas evaluaciones pero quedarán en el olvido.
¿Cuáles son las dificultades que enfrenta el trabajo hecho por IPBES?
A.M.H.: Por ejemplo, hablar de los cambios transformativos, que es un concepto bastante nuevo que estamos empezando a discutir a nivel internacional. La evaluación global nos dice que si seguimos por el mismo camino, básicamente, la pérdida de biodiversidad será extremadamente grave de aquí al 2050.
Es necesario trabajar conjuntamente con otras fuentes del conocimiento. A pesar de que la plataforma no solo involucra a las ciencias biológicas, todavía hay una mayoría de expertos en esas áreas, lo cual está muy bien, pero sería muy positivo una mayor participación de las ciencias sociales, económicas, políticas, de los conocimientos indígenas y locales, y la ciencia ciudadana. Hay muchas fuentes ricas de conocimiento que siguen en la sombra y quisiéramos involucrarlas para tener procesos más comprensivos.
Las ciencias nos dan los datos e información claros de qué está pasando, pero los que viven en el territorio nos dicen por qué eso está pasando. Estos conocimientos deben converger y ese es el gran reto de las evaluaciones de la IPBES: la transversalidad del mensaje.
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Usted acaba de mencionar que el concepto de cambios transformativos es bastante nuevo, ¿en qué consiste?
A.M.H.: La idea es que a través de pactos sociales, cambios de pensamiento, creación de capacidad y procesos culturales podamos transformar la relación del hombre con las contribuciones que la naturaleza le brinda. Cuando se dé ese click podremos mover procesos de conservación y uso sostenible de biodiversidad para que sean realmente exitosos.
Si mantenemos un mismo discurso pero no tenemos acciones concretas donde todos los actores sociales vayan de la mano, pues no se logra cambiar. Y ya sabemos que si no lo hacemos, en 2050 habremos ‘perdido el año’.
El nuevo reporte trae dos mensajes bastante preocupantes. Estamos ante una declinación de la naturaleza sin precedentes y las tasas de extinción se están acelerando, ¿qué se puede hacer para evitarlo?
A.M.H.: Aparte de que presentamos el estado y las tendencias en el informe global ─que son gravísimas─, también hay un mensaje más alentador. Podemos generar cambios transformativos a través de: incentivos para mejorar capacidad, cooperación intersectorial, acciones de prevención, toma de decisiones basadas en marcos de falta de certeza y una mejor aproximación en la implementación de la legislación y la política asociada al medio ambiente. Creemos que esas cinco intervenciones son las que nos pueden llevar a cambios positivos.
Otro dato que resalta la evaluación es que los territorios indígenas suelen presentar mejor estado de conservación, ¿cómo asegurar que esa tendencia se mantenga?
A.M.H.: Es importante que aprendamos a dialogar. Desde las estructuras convencionales de la ciencia tendemos a dejar de lado los saberes tradicionales. Además, por ejemplo, los sistemas de manejo y gestión de la biodiversidad son diferentes entre un pueblo indígena y una comunidad local. Esto lleva a muchas disputas que terminan perjudicando el territorio y la biodiversidad; conflictos socioambientales espantosos.
Tampoco se puede decir que las comunidades indígenas y locales no generan procesos de transformación en el territorio. Todos lo hacemos, la cuestión es que esos procesos pueden ser sostenibles o insostenibles.
Los motores de cambios en la naturaleza que más impactos generan son los cambios en el uso del suelo y el mar, la explotación de especies, el cambio climático, la contaminación y las especies invasoras, ¿cómo trabajar en estos temas?
A.M.H.: Para sintetizarlo podría decir que es necesario evolucionar hacia economías cada vez más sostenibles, fortalecer la voluntad política para hacer realidad los cambios transformativos de los que hablamos en IPBES y tener procesos de generación de capacidad y educación que nos lleven a acuerdos sociales adecuados para el manejo de la biodiversidad.
¿Cómo explicar que la pérdida de biodiversidad no es solo un asunto ambiental?
A.M.H.: Si los sectores del desarrollo económico no están preocupados por el tema ambiental es porque tampoco están preocupados por su propio desarrollo. Si se acaban las fuentes de materia prima, pues sencillamente se acaba la economía.
Por ejemplo, si el sector agrícola no cuida de los polinizadores asociados al café, el cacao, entre otros, pues disminuyen sus cultivos, dejan de ser competitivos, se abandonan los mercados y no solo habrá problemas de producción sino de seguridad alimentaria. Todo está involucrado en una cadena innegable. Lo positivo es que desde los sectores ya hay una mayor conciencia de trabajar procesos de sostenibilidad.
Por otro lado, la percepción social es que los problemas ambientales siempre son responsabilidad del sector ambiente. Desde mi opinión, el ambiente no es un sector aislado, es un proceso que permea todos los sectores de la sociedad.
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Otro punto preocupante es que si seguimos como vamos las metas globales, como los Objetivos de Desarrollo Sostenible, no se alcanzarán…
A.M.H.: Esto debe dejar de ser parte de la retórica. Lo que ha pasado es que las metas establecidas son globales pero dependen de las actuaciones nacionales. No todos los países responden de la misma manera a lo que se requiere para cumplir con esas metas… Se necesita mucho dinero y capacidad.
Por ejemplo, en Colombia, el Plan Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos (PAB) hace un indicativo de cuánto nos costaría implementar todas las acciones para cumplir con las metas AICHI y es una cantidad impresionante de dinero que no sé de dónde se sacaría.
Ya no hay manera de cumplir con esas metas, son al 2020, nos quedan menos de dos años y los semáforos están muy pocos en verde, muchos en naranja y hay unos rojos que serán imposibles de cambiar. Después del 2020 se está organizando un nuevo Marco Estratégico Global para la Diversidad Biológica, esperamos que analice un enfoque transformativo para que las acciones estén dirigidas a combatir los problemas reales que causan la pérdida de biodiversidad.
¿Cómo influyen los temas de gobernanza en la biodiversidad?
A.M.H.: Son importantes porque nos dicen cómo se está organizando la sociedad para responder por este tema. Hay unos procesos de gobernanza muy interesantes, así como otros de desgobernanza.
Hemos podido constatar una mejora en términos de institucionalidad política, de legislación, actuación estatal y organización social, pero todavía no es suficiente
Finalmente, ¿cómo está Colombia?
A.M.H.: En este momento nosotros en Colombia estamos haciendo la Evaluación Nacional de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos bajo el marco conceptual y metodológico de la IPBES y esperamos que para octubre de este año los expertos nos den el retrato de cómo debemos ver el país y cuáles son esos mensajes contundentes. Si yo fuera una ambientalista furibunda diría que Colombia está en estado grave de extinción, pero si soy una persona más moderada, diría que también hay muchos esfuerzos que se están haciendo por parte de los sectores público y privado, sociedad civil, academia y comunidades. No solo enfocados en concientizar a la sociedad, sino en restauración, conservación y recuperación de especies.
En Colombia estoy viendo un espíritu ambiental cada vez más grande, especialmente en los jóvenes, y eso no lo teníamos hace 20 años. Pero al final tenemos que ver qué nos dice la Evaluación y trabajar sobre eso.
*Imagen principal: IPBES.
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