- Los dibujos del artista plástico aparecen en las publicaciones de la mayoría de instituciones que se dedican a la conservación en Perú.
- Ha pintado más de 400 aves, pero le fascinan los insectos y considera que lo más difícil de pintar son los árboles.
Oscar Vilca no imaginaba que se convertiría en un artista naturalista cuando terminó su carrera de arte. Por el contrario, le gustaba pintar imágenes de la ciudad hasta que el destino lo llevó primero a dibujar mariposas y luego a internarse en la Reserva Nacional Tambopata para pintar aves. Esta nueva relación con la Amazonía terminaría de afianzarse unos meses después con su visita al laboratorio natural del Parque Nacional del Manu: la Estación Biológica Cocha Cashu.
Sus dibujos han aparecido en guías de identificación de especies, journals científicos, centros de interpretación y otras publicaciones difundidas por decenas de instituciones que se dedican a la conservación y la ciencia en el Perú.
Quince años después de haberse internado en la selva, confiesa que continúa viajando para retratar la biodiversidad y para seguir promoviendo la conservación a través de la pintura. “Encontré el trabajo soñado”, dice en esta entrevista con Mongabay Latam a pocos días de inaugurar su exposición individual en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
¿Por qué decidió dedicarse al arte?
Yo pinto desde que tengo memoria. Desde pequeño lo que más me gustaba era dibujar. Cuando estaba en el colegio no pensaba en estudiar arte, pero al terminar descubrí que en la Universidad Católica existía esta carrera, entonces me sentí feliz por haber encontrado lo que buscaba. Sin embargo, mi trabajo estaba muy lejos de la naturaleza. Pintaba la ciudad, las calles, aunque siempre viajaba. Mucha gente me decía porque si viajas tanto no pintas la naturaleza. Al graduarme me dediqué a la docencia mientras continuaba retratando la ciudad. Hasta que la empresa de turismo Inkaterra me contrata para pintar mariposas y ese fue mi primer contacto con la naturaleza.
Entonces empezó con las mariposas…
Iba al Museo de Historia Natural para verlas y pintar estas especies. Era algo nuevo, había que dibujar con pinceles muy finitos. Ellos quedaron muy contentos con el trabajo y yo con lo que estaba haciendo, era algo completamente nuevo. Después de esas mariposas me pidieron que pinte aves y me envían a la Reserva Nacional Tambopata. De pronto, yo estaba en Tambopata, acompañado de un guía, solo para ver las aves, tomar fotos y apuntes. De ser una persona que vive y trabaja en la ciudad pasé a estar en medio de un río y de una laguna, en un bote, con un guía solo para mí, tomando fotos. Me estaban pagando por viajar y dibujar. Entonces me dije, esto es lo que he estado buscando toda mi vida, encontré el trabajo soñado: viajar y pintar. Y ya han pasado 15 años dedicado a eso.
¿Cómo fue ese encuentro con la naturaleza?
Siempre había viajado para contemplar, pero a la selva muy poco. Entonces, el contacto con la selva de esa manera era increíble. Me sentí como un pez en el agua y empecé a pintar y observar a las especies, la textura, el color, los ojos, cómo volaban, cómo se posaban en las ramas. Llegaba a Lima a terminar el trabajo y estaba planeando el siguiente viaje. Y eso hago hasta ahora.
¿Cuál es el lugar que más le gusta en Perú?
Cuando estaba en la universidad era citadino y nunca viajaba hasta que un amigo me llevo a Marcahuasi, que está a 4000 metros de altura. Fue una pesadilla, me dio soroche. Luego hice un segundo viaje al mismo lugar y un tercer viaje. Fui a Marcahuasi como 20 veces. Creo que me estaba preparando para lo que sería mi vida después. Entonces, un lugar importante para mí es Marcahuasi. Pero el lugar de importancia como naturalista creo que es Tambopata. Cuando fui allí me enamoré. Después han venido otros lugares como Cordillera Azul, Cordillera Escalera y el Manu, cuando fui a Cocha Cashu. Son lugares a los que quiero regresar.
¿Para qué viajó a la Estación Biológica Cocha Cashu?
En la estación biológica dan un curso a jóvenes estudiantes de biología, veterinaria, forestales y otras carreras. Se quedan por tres meses para capacitarlos. En una de esas oportunidades me invitan a dictar un taller y también para dibujar y pintar. Fue muy emocionante dar clases ahí. Me acuerdo que un día estábamos dibujando y en plena clase alguien dice “ahí están los lobos de río”. De pronto mi clase estuvo interrumpida por los lobos de río. Otra cosa que me pasó en Cocha Cashu tuvo que ver con el águila harpía, mi ave favorita que es muy difícil de ver. Pero el primer día que llegamos a la estación uno de estos animales se paró frente a nosotros y se quedó por horas. Nos permitió sacar la cámara, dibujarla, no se iba, fue rarísimo. Ahora, esa águila harpía es el dibujo principal de la exposición que inauguro el 29 de noviembre en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es un homenaje a la estación biológica con dibujos de especies que encontré en ese viaje a Cocha Cashu y al Manu. Está el águila harpía, el mono aullador, una lagartija, lobos de río, especies emblemáticas del lugar y algunos insectos.
¿Que significa para usted ser un artista de la naturaleza?
Me gusta mi trabajo porque acompaña a científicos jóvenes y experimentados. Me sirve, además, para enseñar y educar sobre las especies que pinto, para que se interesen por protegerlas. Eso me gusta, viajar para pintar y pintar para conservar. Debo haber trabajado con el 80 % de las instituciones dedicadas a la conservación en Perú. Mis dibujos están en guías de identificación de especies, publicaciones científicas, centros de interpretación.
¿Es difícil dibujar la naturaleza?
Para fines científicos tienes que ser muy cuidadoso y observador, porque se debe retratar a la especie tal como es. Tienes que ser minucioso para hacerlo. Para mí, de todas las especies que dibujo, las más complicadas son los árboles. Ahora las aves son más fáciles, porque es lo que más he pintado.
¿Ha dibujado alguna nueva especie para la ciencia?
Sí, orquídeas, lagartijas. Y el año pasado descubrieron una especie nueva de avispa en Perú y le dieron mi nombre. Eso fue muy bonito. Es lo más lindo que me ha pasado desde que me dedico entre las cosas que he obtenido tras dedicarle tantos años a la naturaleza.
Se dice que el arte y la ciencia son formas de conocimiento alejadas y hasta opuestas, ¿qué opina de ello?
Cuando hacemos actividad científica, tenemos que liberarnos de todo y retratar la especie tal como es, el pico como es, las plumas como son. Retratar aquello que a veces la fotografía no puede hacer, ese es nuestro trabajo. Durante muchos años, las galerías de arte contemporáneo no nos daban espacio para exponer porque decían que lo que hacíamos no era arte. Pero eso ha cambiado, ahora es distinto, muchos colegas están exponiendo. Cuando empecé nos miraban como si hiciéramos un arte menor. Pero nos hemos abierto espacio.
¿Cómo describiría la conexión entre el arte y la ciencia?
Creo que simplemente van de la mano. El científico trabaja de manera muy solitaria en lo que hace y la idea del arte es que lo que hacen ellos se vuelva más visible. Desde siempre, en los viajes de investigación, hubo un artista, un ilustrador. Yo trabajo con biólogos, forestales, científicos y todo lo que dibujo es supervisado por ellos.
¿Ahora hay más artistas ligados a la naturaleza?
Cuando llegué a Tambopata todos trabajaban con una guía de aves que había hecho un artista llamado Fernando Zavala. Era el único naturalista. Lo busqué, pero vivía en España, recién años después lo conocí cuando regresó a Perú, y era un maestro. En una época éramos cuatro o cinco los que nos dedicábamos al arte naturalista y algunos lo hacían esporádicamente, creo que yo era el único que lo hacía de forma constante. Ahora hay muchos jóvenes naturalistas en Perú. Muchas publicaciones han sido hechas por ellos. Eso es bueno.
¿Alguna especie en particular que le guste dibujar?
Lo que más he pintado son las aves. Debo haber pintado unas 400 aves, pero si me dan a elegir, dibujaría insectos. Me fascinan los insectos y los pinto muy grandes, de dos metros. Me parecen fascinantes. Pienso montar una exposición de retratos únicamente de insectos. La pintura más bonita que he hecho es de una mantis que tiene mucho de naturalista, pero a la vez es contemporánea. Es de dos metros. Son tres piezas en una, un tríptico. Es el cuadro que más me gusta. Pero mi mejor cuadro aún no lo hago.
¿Cuál es su siguiente proyecto?
Ahora, el de la exposición. También tengo una marca Xtincióncero con la que desarrollo productos como polos, mochilas, tomatodo, con mis dibujos. La idea es que las personas puedan ver de cerca estas especies. Pero el proyecto más importante es dibujar todos los colibríes del Perú, hacer un libro no solo científico, sino que cualquier persona pueda leer y encuentre arte y ciencia.
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Imagen principal: Óscar Vilca en Cocha Cashu. Foto: Archivo personal.