- Los bosques de niebla secundarios son vitales para el ciclo hidrológico y evitar la erosión de suelos. Son muy vulnerables por la expansión de la ganadería y la agricultura.
- Investigadoras del Instituto de Ecología y de la Universidad Veracruzana, proponen impulsar el manejo forestal sostenible en estas zonas para ayudar a que estos ecosistemas no se pierdan.
Son poco estudiados y ni siquiera se les considera en la legislación forestal. Gran parte de ellos se encuentran en laderas, donde predomina la neblina y la lluvia. Son zonas que se han ido regenerando después de tormentas, incendios o deforestación provocada por uso agropecuario. Los árboles que albergan tienen entre 10 y 20 años de vida y se les conoce como bosques de niebla secundarios.
Para 2009, se estimaba que en México solo quedaba 28 % de la cobertura original del bosque de niebla, también conocido como bosque mesófilo de montaña. De lo que aún queda, el 53 % corresponde a bosque de niebla secundario.
Al conservar estos bosques se mantiene una cobertura arbórea y, al mismo tiempo, se protegen las cuencas altas y los suelos de la erosión. Además, se generan corredores forestales para la conectividad de los paisajes.
Pese a su importancia, estos ecosistemas han sido olvidados y, en cierta forma, despreciados: en México no se contemplan en el marco legal para el aprovechamiento forestal y, por lo tanto, no existen programas destinados para apoyar su manejo sustentable.
Para comenzar a poner la luz sobre estos bosques, e impulsar acciones que permitan su conservación y un manejo forestal adecuado, las investigadoras Tarin Toledo, Luciana Porter —del Instituto de Ecología (Inecol)— y Patricia Gerez —del Instituto de Biotecnología y Ecología Aplicada, de la Universidad Veracruzana— realizaron el estudio ¿Qué se necesita para avanzar hacia el manejo de los bosques de niebla secundarios en México?, publicado por el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible (CCMSS).
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Bosques secundarios, pero no menos importantes
Los bosques de niebla se caracterizan por vivir en áreas donde la neblina está presente durante gran parte del año. Aunque cada uno de ellos tiene particularidades especiales, dependiendo de la zona en donde se localicen.
Los bosques de neblina de África son muy diferentes a los que se ubican en Veracruz y, a su vez, estos distintos a los de Guerrero, Jalisco o aquellos que están en las montañas del norte y altos de Chiapas. “Pueden tener diferentes plantas, eso depende de las condiciones de elevación y lluvia”, señala en entrevista la investigadora Tarin Toledo, del Inecol.
En lo que sí se parecen todos los bosques de niebla es que albergan una gran biodiversidad. En México se calcula que en ellos se encuentra el 12 % de las plantas del país y 755 especies de vertebrados terrestres. También son ecosistemas muy vulnerables. Se estima que cada año se pierde el 1.1 % de la cobertura de estos bosques, por el cambio de uso de suelo para la ganadería y la agricultura.
Los bosques de niebla secundarios, por su parte, son aquellos que en términos de edad son jóvenes. “Son zonas que se están regenerando —explica Tarin Toledo— después de un evento de perturbación como un huracán, un incendio, tormentas o deforestación por uso agropecuario. A nivel mundial, estos bosques son los que predominan en el paisaje”.
Y aunque los bosques secundarios están en un proceso de regeneración, sí son ecosistemas vitales: albergan diversidad, son esenciales para el ciclo hidrológico, su vegetación reduce los impactos de las lluvias sobre el suelo, disminuyen los riesgos de deslaves, funcionan como corredores para la fauna que los utiliza para moverse de un fragmento de bosque a otro y son refugios de muchos polinizadores. Por si todo esto fuera poco, también tienen altas tasas de captura de carbono.
Además, son una fuente cotidiana de recursos forestales —como madera, leña y carbón— para quienes viven en ellos o a su alrededor que, en su mayoría, son comunidades de escasos recursos.
Las investigadoras advierten que uno de los tantos riesgos de la extracción de madera sin tener un manejo adecuado, es que pueden proliferar especies —como las plantas trepadoras o el helecho Pteridium arachnoideum— que impiden la regeneración de árboles que son importantes para estos bosques.
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Ignorados en la legislación forestal
Las investigadoras que realizaron el estudio señalan que para conservar estos bosques de niebla secundarios, y ayudar a su regeneración, es urgente desarrollar condiciones propicias para impulsar su manejo forestal sustentable.
De entrada, destacan, se tendrían que considerar en el marco legal. Y es que la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable vigente no reconoce los bosques secundarios. Las investigadoras proponen que en la legislación forestal se incluya la definición de “vegetación forestal secundaria”, para referirse al arbolado que surge como resultado de la recuperación de zonas que en el pasado eran ocupadas por bosque. “Eso permitiría que los dueños de estas tierras puedan tener acceso a diversos apoyos y poner en marcha el manejo sustentable del bosque”.
En las leyes —se destaca en el estudio— se deben incluir los bosques secundarios como un tipo de vegetación “con potencial de recuperación productiva y ecológica”.
Si bien en estos bosques secundarios no es posible tener un aprovechamiento forestal de la misma magnitud del que se obtiene en bosques de coníferas, sí es posible desarrollar estrategias para que se pueda hacer un uso sostenible de estas zonas.
“Si se hace una extracción forestal sin ninguna planificación, estos bosques secundarios se degradan, pierden algunas de sus funciones ecosistémicas”, resalta Tarin Toledo. Además de que existe el riesgo de que se puedan transformar en potreros o milpas, ya que los subsidios para la ganadería incentivan a que las comunidades desmonten.
Se estima que cada año se pierde el 1.1 % de la cobertura de estos bosques, por el cambio de uso de suelo para la ganadería y la agricultura.
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Lugares de diversidad forestal
Las investigadoras destacan que, con un manejo forestal adecuado, estos bosques secundarios podrían contribuir con la provisión de madera de buena calidad, resinas, leña, carbón y otros productos forestales no maderables que pueden generar ingresos a los dueños de estas tierras, pero también proveer servicios ecosistémicos.
Por ejemplo, señalan, se podrían tener áreas con plantaciones de especies locales, que ya tienen una demanda comercial, como el alnus, el nogal, el palo zopilote, encinos, entre otros.
Porque si algo caracteriza a estas áreas —explica Tarin Toledo— es su alta diversidad no solo en términos forestales, también en fauna, sobre todo cuando se habla de anfibios e insectos.
La investigadora también destaca que en estos bosques secundarios se pueden desarrollar actividades como la producción de miel de abejas nativas. Y reconoce que su potencial para el manejo forestal sustentable es aún un área que se debe estudiar más.
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Conservar e impulsar el desarrollo sostenible
En su artículo, las investigadoras recomiendan promover nuevos diseños de esquemas silvícolas y estrategias para el manejo de bosques secundarios, con uso múltiple y con enfoque de paisaje, que permitan incorporar el aprovechamiento de una diversidad de especies, con diferente funcionamiento ecológico y distintas intensidades de intervención.
Además señalan la urgencia de diseñar estrategias de manejo incorporando a los dueños y usuarios de los bosques; impulsar esquemas de organización entre los propietarios de estas tierras —en su mayoría parcelas ejidales o pequeñas propiedades— que “han sido marginados” de los sistemas de manejo forestal.
Y proponen, entre otras cosas, que se impulsen grupos de investigación para realizar estudios sobre el ecosistema y el manejo forestal, pero sobre todo para trabajar con las comunidades en el diseño de proyectos de utilidad.
Las recomendaciones que realizan las investigadoras en su artículo surgieron de un taller que se realizó en abril de 2019, y en el que participaron académicos, técnicos forestales, miembros de organizaciones civiles y dueños de predios con bosque de niebla.
* Imagen principal: Bosque de niebla secundario en Las Cañadas, Huatusco, Veracruz, México. Foto: Tarin Toledo.
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