- Los primeros reportes indicaban que cerca de 375 hectáreas de humedales y 15 de manglares se consumieron en un intenso incendio en la ensenada de Río Negro, parte de un área protegida del municipio de Necoclí en el Urabá antioqueño. La zona es un ‘hotspot’ de biodiversidad en la región Caribe y está llena de endemismos.
- Aún no se conoce el informe final de daños ambientales, pero una fuente oficial asegura que la tragedia sería de 1600 hectáreas quemadas y las pérdidas en fauna se considerarían “irrecuperables”. Un incendio en el mismo lugar, hace cinco años, acabó con más de 4000 hectáreas y la vegetación que se había recuperado se volvió a perder.
La región de Urabá, en Colombia, es conocida como una de las zonas más golpeadas por el conflicto armado. El narcotráfico y el drama de los migrantes ilegales suelen ponerla en el foco de las noticias. Sin embargo es un área también de gran biodiversidad pues forma parte del Chocó biogeográfico y está muy cerca del Darién, esa importante selva que comparten Panamá y Colombia.
En esta zona se encuentra el Distrito Regional de Manejo Integrado Ensenada de Rionegro, Bajos Aledaños, Ciénagas Marimonda y El Salado. Un Distrito de Manejo Integrado es la categoría más amplia para las áreas protegidas y de manejo especial que se encuentran reguladas en el país. Esta figura reconoce la necesidad de conservar la biodiversidad, sus servicios ecosistémicos y, a su vez, realizar un manejo sostenible de los recursos naturales existentes por parte de la población local.
Hace una semana, la Ensenada de Rionegro, en el municipio antioqueño de Necoclí, ardió durante cerca de dos días, afectando la flora y fauna de humedales y manglares en esta zona del Caribe colombiano. Los primeros reportes hablaban de cerca de 375 hectáreas devoradas por el fuego, entre las que se encontraban entre 15 y 20 de manglar.
Un incendio que dejó pérdidas irrecuperables de fauna
“Finalizando la tarde del jueves [28 de mayo] nos llamaron de la Alcaldía de Necoclí y se reunió el Comité de Gestión del riesgo esa noche. El viernes en la tarde hicimos un acompañamiento aéreo y se trató de extinguir el fuego desde el aire. También enviamos unas aeronaves no tripuladas con cámaras térmicas para identificar los focos de calor”, asegura Jaime Enrique Gómez, director del Departamento Administrativo para la Prevención y Atención de Desastres de Antioquia (Dapard).
Ferney Padilla, subdirector de Planeación y Ordenamiento Territorial de Corpourabá, la autoridad ambiental regional, cuenta que antes del operativo aéreo se hizo una inspección en la que también participaron la Alcaldía de Necoclí, bomberos del municipio y la Defensa Civil. “Se accedió por agua porque es una zona con dificultad de acceso terrestre y en esa inspección se identificó un área afectada de 375 hectáreas, con afectación de especies de humedal, como helechos y juncos”.
Por fortuna, en la noche del viernes 29 de mayo cayeron fuertes lluvias que ayudaron a apagar el incendio en cerca de un 95 %. El sábado, un helicóptero de las autoridades de gestión del riesgo apagó los puntos que quedaban activos y las cámaras térmicas instaladas en drones confirmaron que el incendio estaba apagado en su totalidad.
Corpourabá trabaja en un informe sobre las afectaciones ambientales del incendio pero aún no se han hecho públicos los resultados. De manera extraoficial una fuente que conoce el proceso le confirmó a Mongabay Latam que la afectación total es mucho más grande de lo que suponían, a pesar de que 400 hectáreas ya era una cifra impactante. “La afectación sería de 1600 hectáreas y las pérdidas en fauna se consideran irrecuperables. Aun así, la corporación ambiental solo pudo hacer evaluación del 3 % de la superficie debido a problemas de orden público, nadie se quiere meter allá”, dice la fuente.
Los habitantes que viven cerca de esta área protegida reportaban por teléfono a familiares y amigos que viven en zona urbana de Necoclí que veían animales corriendo en llamas y otros que huían tratando de evitar el fuego los pasados 28 y 29 de mayo.
La Ensenada de Rionegro no es una zona habitada pero es paso frecuente de pescadores y hasta de narcotraficantes, como lo reconocen de forma anónima algunos habitantes del sector. Aunque aún no se conoce oficialmente el origen del fuego, pobladores de Necoclí creen que se debe a una fogata que no fue apagada, que consumió un gran árbol y la fuerte brisa del mar que provenía para esos días la extendió hacia la vegetación del humedal.
Muchos no entienden cómo se “prendieron” los humedales si en esta época tienen agua. Para los habitantes de Necoclí es extraño que esto pasara cuando llegaron las lluvias y no en la temporada seca del año, cuando los humedales carecen del líquido. “La mayoría de la vegetación es arracacho y su biomasa es altamente combustible. De igual forma, muchas palmas de la zona son muy secas en su parte alta y arden fácilmente. La fuerte brisa del mar expandió rápidamente el incendio”, afirma Marcela Aristizábal, coordinadora de la mesa ambiental de Necoclí, una iniciativa ciudadana que vela por la protección del medio ambiente del municipio.
Aunque Corpourabá prepara el informe de afectación ambiental, los datos siempre tendrán un gran subregistro debido a los problemas de seguridad y acceso a la zona afectada. Sin embargo, saber la verdad sobre el origen del incendio parece ser imposible. “Se habla de quemas, de una fogata encendida, pero no hay nada comprobado aún. Las técnicas de investigación de incendios en cobertura vegetal son muy complicadas y no tenemos la capacidad para determinar las causas. Muchas veces se encuentran residuos de fogata pero en este caso no hay evidencias para determinar las causas del incendio”, dice Jaime Enrique Gómez, director del Dapard.
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Una región biodiversa
La angustia que vivieron ambientalistas como Marcela Aristizábal se potenció por el recuerdo de otro incendio, en la misma zona, ocurrido hace cinco años y que acabó con más de 4000 hectáreas de ecosistemas de humedal. “Esa zona se había afectado en el incendio pasado pero ya se estaba recuperando, la vegetación había reverdecido y estaba creciendo, todo eso se perdió otra vez y se consumió una zona de bosque de manglar que no había sido afectada en ese entonces”, dice.
Personas que han trabajado durante varios años en el Urabá, aseguran que de ese antiguo incendio tampoco se supo su origen y que en esta región suceden muchos delitos ambientales que quedan ocultos debido a las fuertes presiones de las economías ilegales que se mueven allí. Según dicen, hay muchos intereses clandestinos que no quieren que se conozca lo que pasa en esta zona, si la gente no sabe de la riqueza ambiental que se está perdiendo, ellos pueden seguir con sus actividades.
A la bióloga María Camila Rosso le preocupa lo que sucede en Urabá y en especial en este Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI). “El DRMI tiene aguas de estuario, mezcla de agua salada y dulce y una gran presencia de manglares que son importantes en captura de carbono y regulación de la temperatura mundial. Es un hotspot de biodiversidad de la región y tiene las dos ciénagas más grandes de todo el departamento de Antioquia”, destaca.
La riqueza ambiental de la zona es conocida. En el DRMI habitan 16 especies de anfibios, 53 de reptiles, 205 aves y 54 mamíferos. De las 69 especies de anfibios y reptiles, el 62,5 % de ellos se encuentran en Peligro Crítico de extinción.
Además, el año pasado la Fundación Omacha y Corpourabá hicieron un monitoreo comunitario y con varias modelaciones pudieron determinar los puntos de biodiversidad más importantes, entre ellos los corredores de las dos ciénagas y la ensenada de Rionegro. Ese informe fue insumo para crear el plan de manejo para siete especies de fauna amenazadas y/o con presión de uso en el área protegida: nutria (Lontra longicaudis), tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), mono araña de cabeza negra (Ateles fusciceps), danta del Chocó (Tapirus terrestris colombianus), y venado de cola blanca (Odocoileus cariacou). Y por presión de caza para consumo humano: chigüiro (Hydrochoerus isthmus) y una especie de tortuga icotea (Trachemys medemi), recién descubierta por la ciencia en 2017.
El Distrito Regional de Manejo Integrado (DRMI) Ensenada de Rionegro, Bajos Aledaños y Ciénagas Marimonda y El Salado fue creado el 17 de diciembre de 2009, se encuentra en el municipio de Necoclí, departamento de Antioquia, al extremo nororiental del Golfo de Urabá y tiene una superficie total de 30 761 hectáreas, 4707 de ellas son marinas y 26 054 hectáreas son continentales.
Según el Plan de Manejo de las siete especies, los servicios ecosistémicos del área protegida están relacionados con el suministro de agua potable para el consumo humano y “la capacidad reguladora de los flujos hídricos en el sistema de ciénagas, lo cual previene inundaciones, ya que almacenan agua de desborde y de lluvias durante la época de invierno. La zona se comporta como una barrera natural que protege todo el cinturón de la playa del municipio de Necoclí”. Así mismo, es considerada esencial para la actividad turística y el sostenimiento de la pesca artesanal de la región, dice el informe.
*Imagen principal: Así ardía la ensenada de Rionegro al atardecer del viernes 29 de mayo. Foto: Marcela Aristizábal.
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