- La Reserva San Rafael, una de las áreas protegidas más importantes de la región Oriental de Paraguay, perdió casi el 50 % de su bosque con los incendios forestales de noviembre pasado.
- El narcotráfico ha aprovechado la situación y está extendiendo los cultivos ilegales al interior de la reserva.
Una alerta del sistema satelital Global Forest Watch (GFW) detectó focos de deforestación en el núcleo de la Reserva San Rafael, una de las áreas protegidas más importantes de la región Oriental de Paraguay, que posee unas 73 000 hectáreas y se encuentra dentro del ecosistema conocido como Bosque Atlántico Alto Paraná (BAAPA).
Se trata de un terreno boscoso que en noviembre del 2020 sufrió un incendio cuyas proporciones jamás se habían registrado antes y que dejó 33 000 hectáreas de bosque quemadas, lo que representa el 45 % de toda la reserva, según confirmaron a Mongabay Latam desde el propio Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES).
En el mapa de GFW es posible observar la devastación que los incendios provocaron en la zona núcleo de la reserva San Rafael. Todo lo rosado corresponde a deforestación.Imágenes: Global Forest Watch.
Las evaluaciones del impacto producido por el incendio en la flora y la fauna de la reserva aún no han concluido, sin embargo expertos advierten que es posible que ciertas especies hayan desaparecido del lugar y advierten que tras los daños la naturaleza tardará dos o tres décadas en recomponerse.
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Un infierno sin control
Entre finales de noviembre y principios de diciembre de 2020, el infierno se apoderó de gran parte del área protegida. Varias zonas del núcleo se incendiaron durante días. “Nunca antes habíamos tenido un registro de esta magnitud en cuanto a pérdida de bosques”, dice Alicia Eisenkölbl, directora ejecutiva de la organización Pro Cordillera San Rafael (PRO COSARA), quien trabaja hace varios años en la gestión del sitio.
El incendio coincidió con una época de extrema sequía que sacudió a gran parte de Paraguay. Fueron casi seis meses sin lluvias en una región acostumbrada hasta antes de eso a tener precipitaciones cada dos meses, como máximo.
Eisenkölbl señala que PRO COSARA viene trabajando desde 2005 con los registros de incendios, que son normales en ciertas épocas del año, sobre todo cuando no se tiene lluvias por un par de meses. Pero la última experiencia, explica la experta, fue probablemente la más dura por la falta de humedad, a lo que se sumó el aire caliente y seco que ayudaba a propagar las llamas.
Desde PRO COSARA y el MADES confirman que los focos de fuego en toda la Reserva se han dado por intervención humana. Sin embargo, no hay investigaciones en el Ministerio Público que apunten a identificar a posibles responsables.
Entre los habitantes de San Rafael, la versión de que los incendios fueron causados por narcotraficantes se da como un hecho, pero nadie se anima a hablar y ninguna autoridad confirma esa hipótesis.
En efecto, la totalidad del territorio de la reserva esta amenazada —día y noche— por narcotraficantes que buscan parcelas para la plantación ilegal de marihuana, traficantes que desean extraer madera y sojeros que irrumpen en las franjas de protección para extender sus cultivos. Así lo expuso una investigación realizada por Mongabay Latam y La Nación sobre los cultivos de marihuana que destruyen el bosque Atlántico en Paraguay y, en todos los casos, el desmonte se realiza prendiendo fuego.
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Sin evaluación final
Los problemas no acabaron con la extinción del incendio. Ni bien terminó el fuego, los trabajadores de PRO COSARA comenzaron a registrar mayor presencia de cazadores furtivos.
“Con esta situación de pandemia (de Covid-19) creo que muchas familias se vieron afectadas, entonces encuentran o buscan en los bosques algún animal ya sea para alimentarse o vender”, dice la directora ejecutiva de la organización.
La protección de las 73 000 hectáreas de la Reserva está a cargo de siete guardaparques, lo cual es ampliamente insuficiente para custodiar toda la extensión. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), por ejemplo, recomienda un guardaparque por cada 500 hectáreas. Investigaciones científicas de WWF indican que el BAAPA alberga 264 especies de mamíferos y cerca de 936 especies de aves.
Rafael Sosa, director de biodiversidad del Ministerio del Ambiente de Paraguay, por su parte, manifiesta que hasta ahora la institución no ha terminado de evaluar la cantidad de especies que ha perdido la Reserva San Rafael con este incendio.
“Estamos trabajando en el tema fauna y flora. En cinco meses no tenemos una evaluación final ni datos confirmados sobre la cantidad de fauna y flora perdida porque hay una realidad también que no es una zona fácil de acceder para ir a hacer los trabajos en campo”, explica.
Agrega que por la magnitud del siniestro, el daño ambiental será grave. “Estamos seguros que hemos perdido algunas especies que, probablemente, nunca volvamos a tener, pero no podemos aún determinar qué tipo”, asegura. Precisa, por ejemplo, que en el caso de la fauna se requerirá de un mayor tiempo para ver los impactos negativos ya que hay zonas donde todo el bosque quedó reducido a leña y carbón por lo que los animales que vivían en esas zonas, ya no estarán. Según Sosa, la recuperación de la biodiversidad de estos bosques incendiados podría llevar entre 20 a 30 años.
La organización ambiental Guyrá Paraguay opera también en la zona del área protegida, donde es propietaria de unas 7000 hectáreas que utiliza para conservación con una estación biológica llamada “Kanguery”. Allí se trata de instalar el turismo ecológico y alentar las investigaciones científicas relacionadas con los bosques de la región. Después de los grandes incendios, desde Guyrá se trabajó en informes técnicos para determinar la cantidad de biodiversidad que se perdió. La ONG pudo determinar que al menos 12 especies forestales nativas de la región, declaradas bajo amenaza de extinción, sufrieron graves daños.
Entre las especies afectadas están el tajy (Handroanthus impetiginosus), Samu’u (Ceiba speciosa), Palmito (Euterpe edulis), Peterevy (Cordia trichotoma) Chachi o helecho arborescente (Alsophila cuspidata), Incienso (Myrocarpus frondosus), Incienso Colorado (Myroxylon peruiferum), Cedro (Cedrela fissilis), Katigua (Trichilia stellato-tomentosa), Guatambu (Balfourodendron riedelianum) y Pino Paraná (Araucaria angustifolia), entre otras.
Los animales sobrevivientes se pueden identificar a través de las cámaras trampa, que son dispositivos de detección automática de movimiento de la fauna, ubicadas a lo largo y ancho de la reserva.
En ellas, los científicos han podido observar los impactos del incendio en mamíferos como Pumas (Puma concolor) y Tañi kati (Pecari tayassu). “Estos animales usualmente están diseminados en el bosque, pero en la actualidad, no tienen más alternativa que permanecer en los parches boscosos que no fueron afectados por el incendio, lo cual los hace extremadamente más sensibles a la cacería”, expone una parte del informe realizado por la ingeniera ambiental Fabiana Arévalos, coordinadora de Guyrá Paraguay.
El documento menciona que es necesario enfocar los esfuerzos de conservación en la recuperación y restauración de los diferentes ecosistemas degradados. “Es de suma importancia recuperar los bosques en el área de San Rafael y reducir la degradación ambiental evitando la transformación de áreas afectadas por los incendios en tierras productivas agropecuarias ya que estas forman parte del valor paisajístico”, señala el informe.
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La marihuana
Al drama de la deforestación en la región Oriental, de Paraguay, en los últimos años se le sumó un actor violento: el narcotráfico.
Grupos de narcotraficantes han encontrado en los bosques naturales de las reservas y parques el lugar perfecto para operar con sus plantaciones ilegales. La Reserva San Rafael, justamente, es una de las áreas más afectadas en ese sentido. Según la organización WWF, dentro de su propiedad se han destruido unas 3200 hectáreas para el cultivo de marihuana desde 2004 hasta mediados de 2020.
Los investigadores sostienen que todo lo cultivado en estos terrenos termina en Brasil, principal mercado de toda la droga que sale de las reservas naturales de Paraguay.
“Es una realidad que tenemos ahí, el tema de las plantaciones ilegales significa un grave problema en toda la zona”, reconoce el director de biodiversidad del Mades. Sostiene que la presencia de narcotraficantes hace que las intervenciones del Ministerio del Ambiente sean menos seguidas, ya que se requiere contar con acompañamiento policial, incluso fiscal, para llegar hasta ciertos puntos.
Sosa recuerda que durante los incendios, los bomberos forestales tenían que estar custodiados por agentes policiales para ingresar en algunas zonas controladas por los narcotraficantes. “Imagínate que teníamos que operar así, con los bomberos y buscando resguardo”, dice el funcionario.
En la primera semana de marzo de este año, agentes de la Secretaría Nacional Antidrogas (SENAD) y funcionarios del Ministerio Público intervinieron grandes extensiones del territorio que comprende la Reserva San Rafael. En pocos días destruyeron 42 000 kilos de marihuana que estaban plantados en 14 hectáreas.
Gran parte de estas plantaciones ya estaban dentro de las áreas que fueron quemadas en el incendio. Justamente, la preocupación de las comunidades que viven en los alrededores y de la gente que trabaja en el área protegida es que estas mafias vayan tomando cada vez más terreno en la zona, ahora que el incendio dejó limpio muchas hectáreas, algo ideal para que puedan operar en la tierra de la Reserva.
El fiscal antidrogas Carlos Gómez encabezó el operativo. “Nosotros encontramos que todas las hectáreas habían sido quemadas antes. Estimamos que después de los incendios, es probable que más de estos grupos ingresen hasta el núcleo para seguir con sus plantaciones”, asegura.
Carlos Gómez es uno de los dos representantes antidrogas del Ministerio Públicos que tiene todo el departamento de Itapúa a su cargo, para atender todos los casos relacionados a investigaciones sobre drogas, tráfico, narcotráfico y otros. El segundo fiscal es Enrique Díaz. Son dos agentes para un área de 16 525 km², una superficie equivalente a la mitad de Bélgica.
Según los registros históricos de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay, en esta área silvestre se han decomisado 48 913 kilos de marihuana en diferentes operativos entre 2015 y 2019, además de la destrucción de 134 hectáreas de plantación.
A pesar de toda esta cantidad de marihuana decomisada, las constantes denuncias que se realizan desde organizaciones sociales, la actividad ilegal en San Rafael hasta ahora sigue impune. Ni una sola persona responsable de la deforestación para la plantación ilegal de marihuana ha sido detenida en los últimos años.
Sin una definición
La Reserva San Rafael hasta ahora no tiene definida su categoría jurídica de área protegida en Paraguay, por más que se trate del segundo remanente boscoso más importante del Bosque Atlántico. Existe un decreto presidencial del año 2002 que modificó su categoría —que desde 1992 era Parque Nacional— a “Propuesta para Reserva para Parque Nacional”. Según expertos ambientalistas, esta categoría no existe en la legislación paraguaya relacionada a las áreas protegidas.
La Comisión Nacional de Defensa de los Recursos Naturales (CONADERNA) del Congreso Nacional se reunió el pasado 7 de abril con representantes de instituciones estatales, organizaciones ambientales, productores agropecuarios e indígenas con la intención de buscar una definición legal del área protegida. Se conformó una Comisión de Gestión Institucional que trabajará en la CONADERNA para que se apruebe una ley que permita establecer una nueva categoría para San Rafael. Es decir, definirlo directamente como Parque o Reserva.
Para Eisenkölbl, este limbo judicial ha perjudicado enormemente a los bosques y a las comunidades que viven en los alrededores, ya que en la zona conviven asentamientos campesinos e indígenas. Eisenkölbl considera que lo ideal es conseguir el estatus de Parque Nacional, para que tenga un núcleo de conservación. Sin embargo, esa posibilidad no parece muy posible, a decir de Sosa, quien sostiene que para ello el Estado paraguayo deberá indemnizar a los propietarios que actualmente están dentro de la reserva.
“Para que sea un Parque Nacional, que entiendo es algo ideal, se va a tener que expropiar predios, pagar indemnizaciones, hacer gastos millonarios que hoy día no se tiene dentro del presupuesto posible”, subraya el funcionario del MADES. Sin embargo, asegura que es una cuestión que todavía se tiene que debatir y buscar la forma de llegar a un consenso con la intención de buscar resguardar el bosque de esta Reserva Natural, que se encuentra constantemente amenazada.
En medio de la pandemia, Paraguay perdió una parte muy importante de sus bosques en la región Oriental. Una biodiversidad única desaparecida mientras otras amenazas todavía se mantienen para un área muy golpeada y olvidada por el Estado paraguayo.
Imagen principal: Los incendios en la Reserva San Rafael consumieron 33 000 hectáreas del área protegida. Foto: Hugo Garay / WWF
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