- La iniciativa de la sociedad civil Parques Nacionales Cómo Vamos, hizo un diagnóstico integral de los 59 parques colombianos. En 32 de ellos se registró deforestación y los parques de la Orinoquía son los más afectados ya que concentran el 78 % de la pérdida de bosque. El 40 % de los cultivos de coca del país se ubican muy cerca de 11 parques.
- El 18 % de la ganadería colombiana se desarrolla muy cerca de los parques nacionales y en el caso de los cultivos agroindustriales la cifra asciende a 55 %. Sin embargo, no hay investigaciones de cuánto contribuyen los servicios ecosistémicos de estas áreas protegidas a la economía nacional.
Hoy Colombia cuenta con 59 parques nacionales naturales (PNN) que conservan la biodiversidad de más de 17 millones de hectáreas y donde están representados el 64,5 % de los ecosistemas del país.
Sin embargo, en el informe 2021 de la organización Parques Nacionales Cómo Vamos —una iniciativa que reúne a nueve organizaciones de la sociedad civil— se reveló que 45 de los 59 parques tienen ecosistemas con algún grado de amenaza, siendo los 14 parques de la región Caribe los más afectados y “en los que hay que implementar con urgencia acciones para garantizar su conservación y la permanencia de sus contribuciones”, dice el informe.
El reporte también menciona que hay indicios de los efectos negativos que puede estar causando la transformación de los territorios donde se ubican los parques, así como el cambio climático, que se refleja en pérdida de glaciares, páramos, corales, sabanas naturales y bosques, “lo que aumenta la necesidad de que el país se prepare para gestionar daños irreversibles”. La preocupación por el futuro de los parques es aún mayor debido a fenómenos como la deforestación y los cultivos de uso ilícito como la coca, que se presentan tanto en su interior como en los municipios que los rodean. “En 15 de los 59 PNN hay cultivos de coca y deforestación”, resalta la investigación.
Sandra Vilardy, directora de Parques Nacionales Cómo Vamos, destaca el valor y la credibilidad de este informe pues fue producto del análisis de 32 indicadores de procesos biofísicos, sociales, productivos e institucionales, que provienen de información oficial de entidades como Parques Nacionales Naturales de Colombia, el Instituto Amazónico de Investigaciones Científicas (Sinchi), el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA),el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), entre otros.
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Deforestación, coca y criminalidad
El Parque Sierra Nevada de Santa Marta, en el Caribe, es el que más ecosistemas amenazados tiene en el país: cinco vulnerables, uno en peligro y dos en peligro crítico. Le siguen Farallones de Cali, Chingaza, Cocuy y Yariguíes. “Los parques del Caribe tienen el mayor número de ecosistemas en peligro crítico y destaca Sierra Nevada de Santa Marta. Es muy importante hacerle seguimiento a la salud de estos ecosistemas. Se necesitan mejorar los monitoreos y la información sobre estos fenómenos”, comenta Vilardy.
Desde hace ya varios años hay preocupación por el aumento de la deforestación y cultivos de coca al interior de algunos parques nacionales, y ese fue otro de los hallazgos del Informe 2021 de Parques Nacionales Cómo Vamos. Se resaltan los casos de los parques Catatumbo Bari, ubicado en los Andes nororientales, Paramillo y Sierra Nevada de Santa Marta, localizados en el Caribe, y Tinigua y Macarena en la Orinoquía, en los que confluyen, en su interior y a su alrededor, fenómenos asociados a deforestación, cultivos de coca y hechos de violencia.
En 32 de los 59 parques existe pérdida de bosque que, para 2018, sumaba un total de 20 977 hectáreas, siendo la Orinoquía la región más afectada con el 78 % de la deforestación, sobre todo en áreas protegidas donde confluyen ecosistemas andinos, orinoquenses y amazónicos. Solo el parque Tinigua perdió el 50 % de sus bosques, seguido por Sierra de la Macarena con el 17 %, dice el informe.
Los cultivos de coca han dejado su huella en más de una decena de parques nacionales. Sierra de la Macarena es el más crítico con 1840 hectáreas. Le siguen Paramillo con 1786 y Nukak con 1375. El panorama se complica pues hay cultivos ilícitos en zona de influencia de 30 parques nacionales. De acuerdo con el informe de Parques Nacionales Cómo Vamos, las mayores concentraciones de cultivos de coca se encuentran alrededor del parque Catatumbo Bari —15,5 % de toda la coca sembrada a nivel nacional—. “El 40 % de los cultivos nacionales están en las zonas de contexto municipal de 11 parques nacionales”, resalta el informe.
“Esto que ocurre afuera de las áreas nos preocupa mucho porque les generan una presión adicional. Esos son los casos de Catatumbo Bari, Sanquianga y Munchique”, agrega Sandra Vilardy.
El escenario de delito se complejiza cuando se analizan los fenómenos de violencia dentro de los parques nacionales. El informe destaca que Catatumbo Bari, en el departamento de Norte de Santander, y Farallones de Cali, en el departamento de Valle del Cauca , son las áreas protegidas donde más ocurrieron hechos violentos entre 2012 y 2018. En el primero de ellos hubo 26 víctimas de atentados terroristas, 11 víctimas de minas antipersonal y 20 147 desplazados. En el segundo caso hubo 10 víctimas de atentados terroristas y 12 388 personas desplazadas.
Carolina Jarro, subdirectora de Gestión y Manejo de Áreas Protegidas de Parques Nacionales Naturales de Colombia, asegura que si se hace un balance de lo que hoy está afectado en el sistema nacional de parques, se trata de un porcentaje muy bajo y es un sistema bien conservado, “no obstante tenemos ciertas presiones que es necesario atacar y para eso necesitamos el apoyo de la sociedad civil y de instituciones comprometidas”.
Por su parte, Brigitte Baptiste, rectora de la Universidad EAN y ex directora del Instituto Humboldt, comenta que “los parques subsisten por tres milagros que convergen. El primero es el heroísmo de sus funcionarios. El segundo es que todavía los parques se cuidan solos debido al aislamiento importante que presentan muchos de ellos. Y, en tercer lugar, cada vez más hay una gestión compartida y una conciencia creciente entre empresarios, gobiernos y otras instituciones de que los parques sí son importantes”.
Cristián Samper, director ejecutivo de WCS, cree que los retos no están solo en analizar cómo van y qué está pasando en los parques con los que ya cuenta Colombia, sino en cuáles parques faltan porque “todavía hay unas carencias de representatividad de ecosistemas que debemos completar, sobre todo en la Orinoquía”.
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El aporte de los parques a la economía colombiana
“Tenemos pendiente reconocer nuestra ecodependencia de la biodiversidad que albergan los parques nacionales”. Esa es una de las conclusiones que más resalta Sandra Vilardy.
Según el Censo Nacional Agropecuario hay más de 17 000 unidades productivas —empresa, negocio, asociación, productor o grupo de personas que realizan actividades con ánimo de lucro— dentro de 56 parques nacionales, sobre todo en los ubicados en los Andes occidentales y nororientales. “Hay que avanzar en los acuerdos de uso, ocupación y tenencia con las comunidades que habitan en los parques. Sabemos que Parques Nacionales Naturales de Colombia lo viene haciendo pero necesitamos ampliar el esfuerzo institucional porque los esfuerzos están concentrados en la región central”, asegura Vilardy.
Otra de las conclusiones del informe resalta que en 49 parques habitan más de 23 000 personas, aunque no hay información sobre las comunidades indígenas y afrodescendientes. Según Vilardy, esos son datos en los que Colombia está en mora pero lo que sí se sabe es que 24 parques se traslapan con resguardos indígenas, 6 de ellos con comunidades afro y otros 2 con territorios indígenas y territorios afro.
Si solucionar los conflictos con las personas que habitan dentro de las áreas protegidas es una necesidad, también lo es conocer el valor de las contribuciones de los parques a la economía nacional. “Resolver preguntas como cuánto contribuye a la producción ganadera la regulación del agua en los parques nacionales o cuánto contribuyen los parques a la polinización de los cultivos agroindustriales aledaños, puede ser una oportunidad para identificar otros ingresos y promover dinámicas económicas que reconozcan la ecodependencia y la conservación como base para generar valor”, se lee en el informe.
Por ejemplo, poco más de 5 millones de animales —ganado vacuno, caprino y ovino— se crían cerca de los parques nacionales y esto corresponde al 18 % del inventario nacional ganadero y la mayoría se desarrolla alrededor de los parques Sierra Nevada de Santa Marta, Cocuy y Sierra de la Macarena.
En cuanto a los cultivos agroindustriales, casi un millón de hectáreas, es decir, el 55 % de lo sembrado a nivel nacional, se encuentra en los alrededores de parques nacionales. La mayoría de estos cultivos están en los alrededores de los parques Las Hermosas, Nevado del Huila, Yariguíes, Sumapaz y Munchique.
Sin embargo, la pregunta: ¿cuál es el valor de las contribuciones de los parques a la economía nacional?, sigue sin tener respuesta concreta. “Creo que es muy valioso ver no solo los parques sino lo que pasa con los territorios alrededor de ellos, cómo cerca de 250 municipios dependen de los parques para muchas de sus gestiones”, dice Cristián Samper.
Brigitte Baptiste enfatiza en que los colombianos no conocen cómo, por ejemplo, están incidiendo los parques en la seguridad hidrológica, climática y alimentaria. “Eso requiere investigación y dentro de Parques Nacionales ese programa de investigación sigue sin existir, además, la consistencia de las relaciones de la entidad con el resto del Sistema Nacional Ambiental [institutos como el Invemar, Ideam, Humboldt, Sinchi y el Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico] también deja mucho que desear”.
Otra conclusión que se destaca en el informe es que la pobreza multidimensional en los municipios que albergan parques nacionales fue en promedio de 51,4 %. Y el asunto es más grave, ubicándose por encima del 60 %, en muchos de los parques de las regiones Amazonía y Pacífico. Los que presentan mejores condiciones suelen estar ubicados en la cordillera de los Andes o cerca de ciudades importantes.
“¿Cómo gestionamos de una mejor manera la biodiversidad para que sea un motor de bienestar social en los municipios donde tenemos mayor biodiversidad? Esa es otra pregunta que el país sigue sin resolver. Ha habido muchas iniciativas pero todavía no logramos escalar los pilotos”, dice Vilardy.
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Planes de manejo y estrategias de conservación
Uno de los datos más preocupantes entregados por Parques Cómo Vamos es que 12 parques nacionales no cuentan con planes de manejo actualizados: Orito, Tamá, Uramba, Yaigojé Apaporis, Sierra de la Macarena, Yariguíes, Nukak, Churumbelos, Puinawai, Bahía Portete, Cahuinarí y Acandí.
El plan de manejo es la hoja de ruta de la conservación de cada una de las áreas protegidas y es de vital importancia. Es por eso que a expertos como Sandra Vilardy les preocupa que parques como Sierra de la Macarena y Nukak, dos de los más amenazados por los cultivos de coca y deforestación, no tengan sus planes de manejo actualizados.
“Uno de los llamados que le hacemos al gobierno es que de cara a la crisis climática y con el papel que cumplen los parques nacionales en la adaptación, necesitamos que estén gestionados de la mejor manera y que la institucionalidad esté fortalecida”, dice Vilardy.
El informe también destaca que la función de los parques nacionales para la conservación de la biodiversidad es fundamental pero insuficiente para garantizar la conectividad ecosistémica por lo que se requieren estrategias complementarias de conservación que pueden ser desarrolladas por actores gubernamentales o de la sociedad civil.
De las 1175 estrategias vigentes, el 81 % se centran en los Andes occidentales. Aunque Vilardy dice que esto es algo positivo, cree que es importante que estas estrategias abarquen parques nacionales en otras regiones del país pues hasta el momento muchas no se concentran “en las áreas más transformadas o que más lo están necesitando”.
Carolina Jarro, subdirectora de Gestión y Manejo de Áreas Protegidas de Parques Nacionales Naturales de Colombia, también enfatiza en la importancia de las estrategias de conservación complementarias en los parques nacionales ya que, según dice, las áreas protegidas no pueden quedar como islas en el territorio y eso implica una gestión permanente para garantizar la conectividad con otras áreas y estrategias complementarias de conservación.
A lo largo del informe se evidencia que los retos en torno a los parques nacionales de Colombia son cada vez mayores. Por ejemplo, una de las cosas que más le preocupa a Cristián Samper, director de WCS, es la vulnerabilidad al cambio climático de varios parques pues en los escenarios que se están dando hoy en día, muchos de los parques no serán viables dentro de 50 años porque no podrán cumplir con su rol de conservación.
Finalmente, el informe hace un llamado a “fortalecer, en particular, la información y su acceso sobre los parques marinos y costeros, los inventarios de biodiversidad, aspectos sobre la salud de los ecosistemas y el estado de los valores objeto de conservación, así como a consolidar los diálogos de conocimientos en los Parques Nacionales cuyos territorios son compartidos con comunidades étnicas”.
*Imagen principal: Con la ampliación el Parque Nacional Serranía de llegará a 4,3 millones de hectáreas protegidas. Foto: Amazon Conservation Team.
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