- El tití de cabeza amarilla no supera los 2500 individuos dispersos en fragmentos cada vez más pequeños de la Mata Atlántica de Brasil.
- Se enfrenta a una variedad de amenazas, desde la fiebre amarilla hasta el cambio climático, pero la mayor amenaza es la hibridación con otras especies de titíes liberados en su hábitat que proceden del comercio de mascotas.
Llevo más de 10 años escribiendo sobre la fauna silvestre y aunque hay muchos animales que desconozco, pensaba que habría al menos oído hablar de la mayoría de los primates del mundo: monos, lémures y simios. Y, luego, un conservacionista me envió una foto de un tití de cabeza amarilla (Callithrix flaviceps). Mi respuesta: ¡Cielo Santo, ¿qué demonios es esto?! ¿Cómo llevo más de 40 años obsesionado con la fauna silvestre y nunca he oído hablar de este mono con cara de payaso triste del tamaño de un gatito?
Resulta que no era el único. La especie es apenas conocida por los lugareños en su Brasil nativo y hasta hace muy poco casi no recibía la atención directa de los conservacionistas. Esto fue hasta que Rodrigo Salles de Carvalho y su grupo, Programa de Conservación de los Titíes de Montaña (MMCP, por sus siglas en inglés), decidieron centrarse en la especie hace unos años. El MMCP lleva tiempo trabajando en la conservación del tití de orejas blancas (Callithrix aurita), que habita en regiones parecidas, y cuanto más aprendían sobre el tití de cabeza amarilla más se preocupaban.
A lo largo de los últimos años, Carvalho, su equipo del MMCP y otros colaboradores han llegado a darse cuenta de que el tití de cabeza amarilla tiene un fatídico problema. La Lista Roja de la UICN cambió recientemente su estatus a En Peligro Crítico, y los científicos estiman que su población no supera los 2500 animales (y probablemente sea menos que eso). ¿Alguna vez han oído hablar de Glenrock, Wyoming? Yo tampoco. Sin embargo, hay más gente que vive en ese pequeño pueblo que titíes de cabeza amarilla en el mundo. Este tití con cara de payaso triste no solo está entre los mamíferos más amenazados en Brasil, probablemente sea uno de los primates más amenazados en todo el mundo.
El tití de cabeza amarilla se parece un poco a un payaso envejecido: las manchas negras alrededor de los ojos un poco difuminadas, como si las manos le temblasen cuando se ponía el maquillaje, y el pelo que sobresale a los lados como una fregona despeinada.
“Tienen un atuendo café mocha encantador”, dice Carvalho. “Intercambiar miradas… con [sus] ojos bastante vívidos es una experiencia excepcional”.
Aun así, cuando vi la foto por primera vez, no pude evitar pensar que el tití de cabeza amarilla parecía un poco melancólico, como una diva cuyos mejores días han quedado atrás. Sin embargo, es una melancolía que encuentro interesante. Esta versión de payaso triste de un tití fue suficiente para que yo quisiese investigar más a fondo y averiguar lo que les está pasando a estos pequeños parientes nuestros.
Es malo.
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En primer lugar, estos titíes viven en una pequeña región de la Mata Atlántica de Brasil —uno de los ecosistemas en mayor peligro del planeta, donde solo entre el 11 y el 16 % del ecosistema perdura—. Además: la especie está siendo golpeada por la fiebre amarilla, el cambio climático y, lo peor de todo, la hibridación con especies de titíes invasivas, un problema reciente que podría resultar ser la perdición del tití de cabeza amarilla.
La especie necesita acción rápida y agresiva para salvaguardar su supervivencia, pero eso requiere dinero y apoyo. Dado que poca gente ha oído hablar de este animal, Carvalho dice que su grupo tiene dificultades para obtener la financiación necesaria. Además, el gobierno brasileño del presidente Jair Bolsonaro no se ha mostrado muy propicio a la conservación y los asuntos medioambientales.
El tití payaso triste se encuentra en la cuerda floja.
El tití payaso triste
Los titíes son un grupo diverso de 22 especies de monos pequeños que se encuentran en América del Sur e incluye a los monos más pequeños del mundo (los titíes pigmeos occidentales y orientales, Cebuella pygmaea y Cebuella niveiventris). Son parte de la familia Callitrichidae, la cual incluye otros monos extraordinariamente pequeños, los tamarinos.
El tití de cabeza amarilla es único por muchas razones. Primero, como ya se señaló, su color lechoso y sus marcas son bastante llamativas. También es uno de los dos únicos titíes que se sabe que habitan zonas de gran altitud, de alguna manera capaces de sobrevivir en alturas gélidas. Por último, tiene el rango de distribución más pequeño de cualquier tití, vive en solo 28 500 kilómetros cuadrados de los estados de Espírito Santo y Minas Gerais en el sudeste de Brasil.
Los titíes de cabeza amarilla también tienen un paladar variado, comen fruta y resina, pero también muchos insectos, aves pequeñas, ranas e incluso huevos. Estacionalmente, según han mostrado los estudios, al tití de cabeza amarilla ¡incluso le gustan los hongos!
Sin embargo, ver a los pequeños monos en la naturaleza es casi imposible.
Carvalho los describe como tímidos comparados con la mayoría de las otras especies de titíes. De hecho, él solo los ha visto un puñado de veces durante su trabajo en la selva. El equipo emplea generalmente llamadas pregrabadas de otros titíes de cabeza amarilla para ver si pueden inducirles a salir a la vista para evaluar la población.
“Cuando finalmente responden a nuestras llamadas pregrabadas y podemos verlos, nos quedamos fascinados y felices como niños que reciben regalos en Navidad”, dice Carvalho. Una vez, tuvo la suerte de ver un grupo de unos 10 animales, una sorpresa, ya que los biólogos no creían que los grupos de titíes de cabeza amarilla tuviesen tantos individuos.
“Producen este sonido como un ave. Son realmente rápidos. Diría que son animales muy bonitos”, dice Carla B. Possamai, coordinadora del proyecto de la Comunidad de Primates de Caratinga, donde ha estado rastreando las poblaciones de los titíes de cabeza amarilla.
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La fiebre amarilla y otros peligros
Intentar enumerar el número de problemas que impactan al tití de cabeza amarilla es abrumador, pero empecemos con el más obvio: la Mata Atlántica es un ecosistema fracturado, reducido y roto. Lo que una vez se extendía a lo largo de 1,2 millones de km2, ha quedado reducido a solo una fracción de su área original a causa de los humanos.
Desde la llegada de los portugueses a principios del siglo XVI, la selva ha sucumbido a la urbanización masiva —la región es el lugar donde se encuentran algunas de las mayores ciudades de Brasil, incluidas São Paulo y Río de Janeiro—, la agricultura intensiva, los monocultivos, la actividad ganadera y la minería. Casi todo lo que queda está en fragmentos, delimitado por ciudades, aldeas y tierras cultivables. Con el avance de la deforestación, muchas especies están al borde de la desaparición.
Así que ahí es dónde empezamos en el siglo XXI. Sin embargo, los titíes podrían ser capaces de aguantar, al menos un poco más, si no se enfrentasen a otras tres importantes amenazas: las enfermedades, el cambio climático y lo más apremiante de todo, la hibridación.
El tití de cabeza amarilla es una de las dos únicas especies de titíes que vive en las montañas, lo que los hace más adaptados al frío. Sin embargo, como todas las especies de altitudes superiores, el cambio climático supone una amenaza. Al calentarse las montañas, las especies especialistas en el frío se ven empujadas hacia arriba hasta que no tienen literalmente a donde ir. Los investigadores todavía no saben todo el impacto que el cambio climático está teniendo en esta especie, pero permanecen alerta y preocupados.
También está la fiebre amarilla. Golpeó la región a finales de 2016 y diezmó absolutamente las poblaciones de primates en las parcelas de la Mata Atlántica. Los agricultores dijeron a los conservacionistas que “la selva se quedó en silencio”.
Possamai estaba monitoreando una reserva privada de 1000 hectáreas durante el brote de fiebre amarilla, para catalogar el mono araña muriqui del norte o mono araña lanudo del norte (Brachyteles hypoxanthus), el mono más grande en América del Sur y también En Peligro de extinción, para el Proyecto Muriqui de Caratinga. La ubicación también había sido el hogar de unos 200 titíes, pero después del brote de fiebre amarilla, Possamai no vio ninguno. El proyecto, en respuesta, pasó de solo buscar muriquis a buscar varios primates, incluido el tití de cabeza amarilla. Durante meses, Possamai buscó, reprodujo la llamada chillona de los titíes una y otra vez, y nada.
Possamai estaba empezando a creer que la especie había desaparecido totalmente de esta selva hasta un día en octubre de 2017, cuando los titíes de cabeza amarilla salieron de la cubierta forestal.
“Antes [del brote de fiebre amarilla], había un lugar específico en la selva donde los turistas solían ir y venían los [titíes]. Era fácil verlos”, dice Possamai, señala que un grupo era particularmente famoso por aparecer y entretener a los turistas. “Ahora, a veces se tarda un par de meses en encontrarlos”, dice.
De hecho, después del primer avistamiento, Possamai no volvió a ver a los titíes hasta tres meses más tarde.
En la actualidad, esta parcela en concreto alberga solo 17 animales, distribuidos por tres grupos familiares. Es algo, pero apenas lo que era antes del brote de fiebre amarilla. Mientras que aquí la población parece estable, no parece estar repuntando.
“Estoy realmente preocupada”, dice Possamai.
Por si todo esto no fuera suficiente con lo que lidiar, el tití de cabeza amarilla está en peligro de desaparecer completamente debido a la hibridación.
El problema de la hibridación
Por un tiempo en Brasil, los titíes eran el último grito en mascotas. Las “mascotas” eran principalmente titíes comunes (Callithrix jacchus) y titíes de pincel negro (Callithrix penicillata) capturados en estado silvestre y vendidos en los mercados.
Los comerciantes daban alcohol a los monos para que a los clientes les parecieran “muy agradables [y] muy amables”, dice Cecilia Kierulff del Instituto Nacional de la Mata Atlántica o INMA, por sus siglas en portugués. Cecilia describe el proceso como “horrible”. Según Carvalho, los clientes se llevaban el mono borracho a casa y, después de unas horas, el tití “se volvía histérico”.
No solo el mono ya no estaba sedado, sino que estaba sufriendo debido a una resaca terrible.
“Después de que empezáramos a trabajar con los titíes, todo el mundo decía, ‘Oh, cuando era pequeño, mi tío me dio un tití’. Hay miles de historias como esta”, dice Carvalho. “Por supuesto, el 90 % fueron liberados de nuevo en la naturaleza”.
Una vez que la gente se daba cuenta de que lo que habían comprado no era una mascota dócil y mona, sino un animal salvaje, dejaban a los titíes en el bosque más cercano. Sin embargo, estos bosques ya tenían titíes: los titíes de cabeza amarilla.
La mascota invasora empezó a reproducirse con los titíes de cabeza amarilla, lo que produjo híbridos. Muy rápidamente, las poblaciones se volvieron totalmente híbridas, mezclas genéticas de varias especies de titíes.
Kierulff dice que es fácil de percibir la diferencia entre los híbridos y los titíes de cabeza amarilla una vez que has recibido algo de formación.
“Cuando ves un grupo donde cada uno es diferente de los otros, completamente diferente, entonces algo está mal”, dice.
Los conservacionistas dicen que la hibridación puede ocurrir con rapidez, realmente rápido. Un año, a los investigadores les preocupaban las enfermedades y la deforestación, y al siguiente se dieron cuenta de repente que los titíes jóvenes ya tenían una apariencia extraña.
“Si hay un híbrido, solo un híbrido, que entra en un área protegida es horrible”, dice Kierulff.
El problema de la hibridación ha empeorado tanto que los investigadores lo ven como la mayor amenaza de la especie. Y no tiene fácil solución.
En el pasado, los conservacionistas podían optar por el sacrificio para deshacerse de los híbridos. Sin embargo, los conservacionistas no creen que esa sea la solución aquí por varios de motivos. Muchos están en contra de ello por motivos éticos, e incluso aquellos que lo considerarían no creen que el público brasileño o los legisladores vayan a apoyar la matanza de los titíes híbridos. Una idea más agradable que está siendo debatida podría ser esterilizar a los animales híbridos.
Sin embargo, en la actualidad, Carvalho dice que está poniendo toda su energía en identificar “refugios seguros” —selvas que podían ser mantenidas activamente para no dejar pasar a ningún tití invasor—. Su grupo el MMCP está elaborando mapas y analizando diferentes bosques, tanto públicos como privados, en busca de posibles santuarios. Están buscando bosques que carezcan de corredores de conexión y cuyos límites puedan ser, al menos en cierto modo, controlados. Nada de esto será fácil ni barato.
Salvar al tití payaso triste
Si el grupo puede identificar ubicaciones que sean “refugios seguros” necesitarán llegar a acuerdos con el gobierno, si son bosques públicos, o con los terratenientes, si son privados. Luego necesitarán establecer numerosos controles para intentar mantener fuera a cualquier tití invasor.
“Todos los políticos hablan sobre la conservación [en Brasil] pero el dinero real [para] la conservación… no lo tenemos”, dice Carvalho. “Los administradores de los parques también saben que tendrán una gran pelea para obtener el dinero mínimo para poder lograrlo”.
Kierulff añade que la administración de Bolsonaro está cortando fondos para “la investigación, la ciencia, para todo”. Los fondos para la investigación y el trabajo de los estudiantes también están desapareciendo, lo que pone en peligro el trabajo de conservación por todo el país.
En la actualidad, la mayor parte del dinero del MMCP viene de zoológicos en el extranjero, como el zoológico de Beauval en Francia y la Asociación Francesa de Parques Zoológicos.
“Fue gracias a ellos que sobrevivimos”, dice Carvalho, que añade que su grupo está trabajando en la expansión de su fuente de ingresos. El hecho de que el MMCP esté financiado en su mayoría por zoológicos no es una sorpresa: a menudo los Zoológicos son algunas de las únicas instituciones dispuestas a financiar la conservación directa de especies menos conocidas.
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Otra idea: la reproducción en cautiverio. En la actualidad no hay titíes de cabeza amarilla en programas de reproducción en cautiverio, lo que significa que si desaparecen de la naturaleza no hay poblaciones en cautiverio para evitar la extinción total y dejar opciones abiertas para el retorno a la vida silvestre.
“Todos los especialistas están de acuerdo con que necesitamos una población en cautividad”, dice Kierulff, pero eso, también, requerirá financiación y tiempo, ambos están agotándose para el tití con cara de payaso triste.
Se supone que no debería ser así. Se supone que los primates deberían de ser fáciles de proteger. Son mamíferos, carismáticos y nuestros parientes más próximos. Además, el tití de cabeza amarilla es ridículamente bonito —algo que normalmente se traduce bien en atención y acción de la conservación—. Sin embargo, una investigación en 2017 encontró que seis de 10 primates están amenazados con la extinción, y el 75 % están viendo sus poblaciones reducirse. Muchos, como el tití de cabeza amarilla, no están recibiendo ni de cerca la atención de la conservación que necesitan.
Si no podemos salvar un animal tan esplendido como el tití de cabeza amarilla, ¿qué significa eso para los millones de otras especies menos “carismáticas” de la Tierra? ¿Y qué dice sobre nosotros?
“Necesitan muy poco dinero para sobrevivir”, dice Kierlff del tití de cabeza amarilla.
Como un número cada vez mayor de especies hoy en día, el tití de cabeza amarilla está en una fase donde requiere acción humana para poder sobrevivir. No necesita que los humanos simplemente lo dejen en paz, una táctica de conservación que ha funcionado para muchas especies en el pasado. Necesita que actuemos. ¿Lo haremos? ¿O ha empezado el payaso triste su último acto?
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2021/08/meet-the-kitten-sized-clown-faced-monkey-thats-leaping-toward-extinction/
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