- Gran parte del territorio de México recibe luz solar unos 300 días del año. Emprendedores en diversas regiones del país desarrollan tecnología para impulsar el uso de esa energía en la industria de preparación de alimentos.
- En Oaxaca, Victoria Aguilera fundó La Sazón del Sol, proyecto social que incluye un parque solar, un restaurante y un espacio de trabajo para el procesamiento solar de alimentos. Diseñó y ahora vende una cocina solar para usar en viviendas y restaurantes.
- En Hidalgo, la empresa Trinysol de Gregor Schäpers desarrolló calentadores de agua solares. Ahora experimenta con la cocina solar usando módulos de Scheffler: reflectores solares para hacer funcionar cocinas en restaurantes, hoteles, destilerías de mezcal y tortillerías.
- En Jalisco, Ángel Mejía y Aldo Agraz fundaron Inventive Power en 2010, una empresa que se especializa en sistemas termosolares. Sus primeros clientes fueron las fábricas locales de comida y de productos lácteos. Desde entonces, empresas internacionales y mexicanas les han encargado proyectos.
Victoria Aguilera, Gregor Schäpers y Ángel Mejía viven en distintas regiones de México y no se conocen. Sin embargo, los tres tienen la misma meta: convencer a otros mexicanos —y al mundo— de los beneficios de la energía solar y, en especial, de la cocina solar.
México disfruta, en promedio, de 300 días de luz solar al año, un enorme potencial de energía de la que se usa solo una parte. Cuando se emplea, suele ser a través de la generación de energía fotovoltaica o para calentar agua en viviendas unifamiliares.
Sin embargo, cuando se trata de cocinar o de procesos como la destilación, la desecación o la pasteurización, las primeras opciones de las empresas mexicanas siguen siendo los combustibles fósiles (gas y gasóleo) y, en ocasiones, madera, las cuales contribuyen al calentamiento global y son nocivas para la salud.
Estos emprendedores esperan cambiar eso.
Cocinar con el sol en vez de quemar troncos
En el estado de Oaxaca, una región indígena y una de las más pobres de México, todavía se cocina mucho con leña. Por generaciones, las mujeres han preparado frijoles y tortillas de maíz en fogones.
El aroma característico de la cocción (al humo acre de la madera, mezclado con el olor del maíz dulce tostado) asciende por lo alto todos los días sobre Santa María Yacochi.
En una casa, las mujeres mixes de la familia Martínez preparan la comida sobre las llamas oscilantes de la lumbre que crean una ilusión acogedora en la cocina. De hecho, el fuego de leña no es para nada sano. Las paredes de la cocina y las ollas están negras por el hollín. Las mujeres, que pasan la mayor parte del tiempo en la cocina, sufren de enfermedades pulmonares y respiratorias. Juntar leña es un trabajo que daña la espalda y lo hacen, por lo regular, los niños y los ancianos.
Organizaciones no gubernamentales han introducido cocinas mejoradas en algunas casas y, si bien producen menos humo y necesitan menos madera, a Victoria Aguilera nunca le satisfizo esta solución. La oaxaqueña de 37 años estudió energía sostenible en la universidad regional y, hace 10 años, unió fuerzas con gente que piensa como ella para popularizar las cocinas solares en Oaxaca. Ella misma diseñó un equipo prototípico de cocina.
Luego, en 2014, fundó La Sazón del Sol, proyecto social que hoy incluye un parque solar, un restaurante y un lugar de trabajo para el procesamiento solar de alimentos, con una tienda adjunta.
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En la actualidad, La Sazón del Sol ofrece tres unidades solares: una placa solar, que consta de un reflector en forma de prisma con una olla solar que cuesta unos 175 pesos; una caja de madera forrada de aluminio y dos reflectores de vidrio con espacio suficiente para tres ollas o una bandeja de horno, que cuesta 275 pesos, y una mesa de madera algo más barata con una cubierta de plástico transparente para secar frutas y verduras.
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El cambio de hábitos representa un gran desafío
“Primero llevamos las cocinas a los barrios y a los mercados ecológicos en el centro de la ciudad para correr la voz”, recuerda Aguilera. Muchos visitantes demostraron curiosidad, pero fueron pocos los que compraron una cocina solar o vinieron a un taller de cocina solar para aprender a usarla.
Para el profesor universitario y experto en energías Ricardo Pérez Enciso, esta falta de interés no resulta sorprendente. “Es más fácil resolver los problemas de la energía solar que cambiar los hábitos de la población”, explica.
Pérez Enciso sabe de lo que habla. Es especialista solar y jefe del Departamento de Ingeniería Industrial de la Universidad de Sonora (Unison). También explica que superar los hábitos arraigados no es el único obstáculo.
Las cocinas solares sufren otras limitaciones: requieren luz solar directa para funcionar, la cocción lleva más tiempo, tienen una vida útil de apenas unos 10 años y hay que aprender a usarlas.
Otro aspecto importante es que por la noche o cuando llueve las cocinas solares no funcionan. Este problema ha sido una desventaja significativa para las familias de Oaxaca y los pueblos como Santa María Yacochi, donde las mujeres cocinan la comida de sus maridos antes del amanecer, adelantándose a la jornada laboral en el campo.
No obstante, Aguilera nunca se dio por vencida. Por el contrario, ofreció servicio de catering solar para varios eventos de organizaciones no gubernamentales, presentó sus cocinas solares en las escuelas y ofreció talleres en los barrios más pobres que incluyeron la compra de una cocina solar en la tarifa del curso.
De a poco, la cocina solar se difundió por toda Oaxaca. Un catalizador particular fue la introducción de un puesto de tacos realizados con energía solar en el mercado semanal de la capital del estado, Oaxaca de Juárez. Esta novedad atrajo a muchos jóvenes, que vieron inmediatamente una gran oportunidad comercial en la cocina solar.
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Un concepto holístico al que le ha llegado la hora
A Victoria Aguilera no le interesa únicamente ahorrar energía y proteger el clima. “También nos concentramos en el desarrollo holístico y en mejorar la calidad de vida”. Explica que la cocina solar también busca cambiar los hábitos alimentarios y de consumo.
La popularidad de las comidas grasosas y con azúcar agregada en todo México implica que el país enfrenta un grave problema de obesidad y diabetes. Por eso, Aguilera organizó planes de alimentación en sus clases de cocina y su restaurante, e introdujo una variedad de comidas vegetarianas sabrosas y saludables, que presentan ingredientes locales prácticamente olvidados, entre ellos flores comestibles.
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Los ingredientes básicos provienen de establecimientos agrícolas cercanos, con el objetivo de acercar a los productores y los consumidores. Estas interconexiones mejoran los ingresos de los agricultores y también permiten que las familias más pobres tengan acceso a alimentos más variados, económicos, locales y orgánicos.
A través del procesamiento solar, tal como la fermentación o la desecación, estos alimentos nutritivos y saludables se pueden conservar sin refrigeración y pueden estar disponibles durante todo el año. Otro resultado positivo: las familias dependen menos de las tiendas de comestibles y gastan menos dinero en alimentos procesados.
El proyecto La Sazón del Sol ahora cuenta con cuatro empleados. Cerca de 500 personas han participado en los talleres, y muchas de ellas ahora se desempeñan como embajadores de la cocina solar y sirven de modelo en sus comunidades.
“Durante la pandemia, el interés en la nutrición sana y la producción del propio alimento ha crecido significativamente”, dice Aguilera. Parece que la cocina solar tiene un brillante porvenir.
Cómo aumentar la energía solar en la industria de alimentos y cosméticos
Incluso en un país soleado como México, hay diversos climas, lo que da lugar a limitaciones solares. “Ni todas las zonas ni todas las industrias son igualmente adecuadas para la energía solar”, explica Pérez Enciso. Los paneles solares son, por ejemplo, más eficientes en el norte de México, cuyas características son más desérticas, que en el sur subtropical y lluvioso.
La energía solar tampoco resulta adecuada para procesos industriales que requieren temperaturas extremadamente altas, como las industrias del acero o del cemento. Sin embargo, para las industrias de alimentos y de cosméticos, el uso de energía solar está predestinado, dice Pérez Enciso.
Las temperaturas de hasta 150 °C (302 °F) son ideales para los procesos de preparación de alimentos que incluyen pasteurización, desecado, destilación y la producción de emulsiones.
“Los sectores [de alimentos y cosméticos] consumen, en conjunto, el 60 % de la demanda industrial de calor de procesamiento en México”, calcula Pérez Enciso. Agrega que, sin embargo, al día de hoy, convertir a gran escala las aplicaciones industriales a solares sigue siendo una medida tecnológica muy grande, y las cocinas solares para viviendas de Aguilera no tienen la capacidad para ello.
Esta es la brecha que Gregor Schäpers espera cerrar. Este hombre de 44 años vive en Cardonal, un pueblo agrícola en medio de un desierto de cactus en el estado central mexicano de Hidalgo. Es propietario de Trinysol, empresa emergente que se fijó la meta de convertir esta zona marginada en una próspera economía solar. Schäpers logró un éxito inicial con los calentadores de agua solares, que hoy vemos colocados sobre numerosas viviendas privadas y hoteles de la zona.
“Sin embargo, los chinos ahora los producen más baratos”, explica. Es por eso que dio un paso adelante y comenzó a experimentar con la cocina solar destinada a restaurantes locales, hoteles y empresas medianas, tales como destilerías de mezcal y tortillerías.
Schäpers está convencido de que la cocina y la destilería solares, usadas por las empresas, pueden ayudar a México (y a otras partes del mundo) a dejar atrás la época de los combustibles fósiles. “La energía solar es muy versátil, limpia y reduce la necesidad de usar leña, lo que protege los bosques. Es amigable con el clima, ahorra dinero y fortalece las pequeñas y medianas empresas de la región”, concluye.
Hornear y destilar con reflectores
La empresa solar de Schäpers usa módulos Scheffler extremadamente eficientes (grandes reflectores circulares, que concentran la luz del sol en un punto, y que parecen antenas parabólicas). Él fabrica estos reflectores en su propia planta, donde cuenta con 10 trabajadores.
Para convencer a los propietarios de las empresas del poder y de la promesa de la cocina solar, Schäpers colocó seis reflectores en su propiedad en Cardonal. Además, en la sala de exposición de Trinysol, Schäpers hornea regularmente pasteles con energía solar y produce jarabe de agave con vapor calentado con dicha energía.
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“¡Lo hago para demostrarles a los posibles clientes que funciona!”, comenta sonriendo.
Los reflectores de Scheffler pueden usarse de dos maneras. En el caso de las cocinas o panaderías, concentran la luz solar en un núcleo de hierro incrustado directamente en una pared del edificio, que luego calienta una cocina u horno. En el segundo método, los reflectores solares calientan el agua en tanques hasta que se produce vapor. Este vapor fluye a través de una tubería hacia una minidestilería en el taller de demostración de Schäpers. Ambas técnicas tienen diversas aplicaciones industriales.
No obstante, hay algunos obstáculos. Como el sol se mueve durante el día, hay que ajustar los reflectores con frecuencia. Actualmente, Schäpers lo hace a mano. Sin embargo, para los clientes necesita sensores de seguimiento automatizados que puedan orientarse en dirección al sol y maximizar la concentración de energía solar a lo largo del día.
Además, los reflectores de Scheffler necesitan mucho espacio, del que no siempre disponen las pequeñas empresas urbanas.
Cambiar gas y gasolina por energía solar
Si bien Schäpers todavía tiene que comenzar a publicitar sus hornos solares y solo cuenta con un blog y una página de Facebook para obtener publicidad, los posibles clientes no dejan de llamar.
El aumento repentino de los precios del gas natural y de la gasolina en los últimos meses (costos que se espera que aumenten en el futuro) está impulsando la demanda.
Una tortillería en un pueblo vecino encargó panales solares, una cooperativa de mujeres los usa para producir jarabe de agave y una hostería de refugiados ha manifestado interés en su cocina grande. Las destilerías de tequila y mezcal, que hasta ahora han quemado aceites nocivos para el medioambiente, también han acudido a él.
Ángel Mejía observó algo similar. “En los últimos dos o tres años, el interés [en la energía solar] ha aumentado fuertemente”, dice el ingeniero de Zapopan, en el estado de Jalisco. En 2010, él y su socio comercial Aldo Agraz fundaron Inventive Power, empresa que se especializa en sistemas termosolares.
“Los primeros años fueron difíciles”, recuerda Mejía. “Perfeccionamos y patentamos la tecnología y, al mismo tiempo, tuvimos que reunir capital, construir una fábrica, diseñar un producto comercialmente viable y luego conseguir clientes”.
A diferencia de Schäpers, estos dos emprendedores trabajan con antenas parabólicas lineales. Estos eficientes colectores solares parecen canalones móviles de gran tamaño, colocados en hileras como se hace con los paneles fotovoltaicos. Las unidades calientan hasta 250 °C (482 °F) y generan vapor, que se usa para poner en marcha diversos procesos industriales.
Además, diseñaron un sistema computarizado de seguimiento y control a distancia que ajusta los paneles para que se orienten según la posición del sol. Lo financiaron con fondos del gobierno provistos por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt). Sin embargo, la empresa aun así tuvo que luchar para prosperar. “Hubo que hacer mucha campaña puerta a puerta”, recuerda Mejía.
Ahorrar dinero
En 2012, Inventive Power instaló sus primeros cuatro proyectos. “Eran fábricas locales de alimentos y productos lácteos de la región, a cuyos propietarios les interesaba la ecología y la tecnología, y les convenció el potencial de ahorro de la energía solar”, dice Mejía.
Un año después, la empresa ganó un premio a la innovación del Banco Interamericano de Desarrollo, y en 2014 la CNN nombró a los fundadores Emprendedores del Año. Esa distinción hizo que Inventive Power llamara la atención de importantes empresas mexicanas y transnacionales que le encargaron proyectos, como Nestlé, Barcel, Unilever y el productor de tequila José Cuervo.
Cada proyecto es único, se adapta a las necesidades del cliente y al clima regional. Un proyecto básico comienza con un costo de unos $50 000, pero el potencial de ahorro para los clientes es enorme, comenta Mejía. “En promedio, la inversión se amortiza en dos años y medio”.
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Las instalaciones tienen una vida útil de 20 años y ahorran hasta el 80 % del dinero previamente invertido en combustibles fósiles, como gasóleo y gas licuado de petróleo (GLP). “Solíamos requerir 20 000 litros [unos 5300 galones] de combustible cada seis semanas”, dice el cliente Gerardo Ramírez de El Ángel, una empresa de productos lácteos. “Ahora solo necesitamos la mitad. La inversión [en energía solar] ha sido realmente rentable y la recomendaría en cualquier momento”. Una desventaja: ninguna empresa puede funcionar solo a base de energía solar; se necesita el respaldo de los combustibles fósiles para los días de lluvia o en el caso de fábricas que funcionan las 24 horas.
Inventive Power ahora cuenta con 40 empleados, 200 proyectos realizados hasta la fecha y, como resultado, un ahorro de unas 5 000 toneladas métricas de CO2. Hoy Inventive Power es el líder del mercado en energía termosolar en México.
Esto es apenas el comienzo, espera Mejía. “Por ejemplo, en la industria automotriz todavía hay muchas posibilidades para los proyectos solares”.
Gracias a estos emprendedores, México es pionera en el uso de energía solar, según Pérez Enciso. “Contamos con una amplia gama de tecnologías solares para distintas aplicaciones, desde la cocina familiar simple y económica, hasta complejas plantas industriales que usan energía solar. La diversidad es una gran fortaleza”.
Sin embargo, nos gustaría ver un mayor interés y asistencia de parte del gobierno. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, sigue apostando a los combustibles fósiles y se está esforzando para lograr que la compañía petrolera estatal, Pemex, vuelva a ser rentable. Ha recortado los recursos destinados a universidades e investigación científica, mientras mantiene el gas para cocinar subsidiado.
“En Chile, en 2019, el gobierno construyó una enorme planta concentradora de energía solar en menos de dos años”, afirma Pérez Enciso. “Aquí en México, hace 15 años que estamos perfeccionando la tecnología solar, pero aún no hemos logrado que el gobierno se interese o proporcione dinero para ella”. No obstante, eso no ha impedido el avance de los innovadores del sector privado.
Para Victoria Aguilera, Gregor Schäpers, Ángel Mejía, entre otros, el futuro parece ser tan brillante como el sol que alumbra en México.
* Imagen principal: Gregor Schäpers y su concentrador solar de Scheffler en Cardonal, México. Foto: Sandra Weiss
Artículo original: https://news-mongabay-com.mongabay.com/2021/10/cooking-with-the-sun-entrepreneurs-help-launch-mexicos-solar-revolution/
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