- Más de cien expertos de México, Estados Unidos y Canadá se unieron para realizar el primer informe sobre el estado en que se encuentran las 154 especies de murciélagos que se han identificado en América del norte.
- Los investigadores concluyeron que las principales amenazas que enfrentan los murciélagos en la región son la pérdida de sus hábitats, la perturbación de sus refugios, los cambios del clima, los parques eólicos y la enfermedad conocida como el síndrome de la nariz blanca.
- En México, la principal amenaza es la pérdida de su hábitat y perturbación de sus refugios. Para revertir esta situación, los científicos proponen que se decrete como santuarios de murciélagos al menos 15 cuevas en el país. De esto habla el doctor Rodrigo Medellín, investigador del Instituto de Ecología de la UNAM, en entrevista con Mongabay Latam.
Las historias que se pueden contar sobre ellos parecerían haber sido sacadas de una novela, un cómic o una película de ciencia ficción. Son capaces de emitir y escuchar sonidos en frecuencias negadas para otras especies. Algunos realizan migraciones épicas que los llevan a cruzar mares, otros pueden volar hasta los 3 000 metros de altura. Tienen un sistema inmune envidiable que los hace resistentes a cientos de virus. La lista de cualidades es tan amplia como su diversidad: en todo el mundo se han registrado 1 460 especies de murciélagos.
En todas las historias que se pueden contar sobre ellos hay un relato común: los murciélagos enfrentan crecientes amenazas que están poniendo a prueba su resistencia. Las poblaciones de varias especies están disminuyendo en forma considerable. Y eso sí sería un giro en la historia.
Además de ser excelentes polinizadores, los murciélagos también ayudan a controlar plagas de insectos que afectan diferentes cultivos. Por si esto no fuera suficiente, hay algo más: en su sistema inmunológico podría estar la respuesta para desarrollar nuevos tratamientos contra enfermedades como el cáncer. Así que perder a una sola especie de murciélagos no es un asunto menor.
“Protegiendo a los murciélagos y a sus hábitats ayudamos a crear un mundo más seguro y saludable para nuestros bosques, los agricultores y nosotros mismos. Conservar a los murciélagos nos beneficia a todos”, se advierte en el documento Estado de los murciélagos de América del Norte 2023, un informe que por primera vez hace una revisión de la situación en que se encuentran las 154 especies de murciélagos que habitan en México, Estados Unidos y Canadá.
Durante dos años, alrededor de 100 expertos de los tres países unieron fuerzas para evaluar el riesgo de extinción en el que se encuentran los murciélagos en América del Norte. Entre sus hallazgos están que de las 142 especies que se encuentran en México, al menos, 3 están en peligro crítico y 16 en peligro; de las 44 especies que habitan en Estados Unidos, 7 están en peligro. Y de las 17 especies que se localizan en Canadá, 3 están en peligro.
Los investigadores también identificaron que las principales amenazas para los murciélagos en la región son los cambios climáticos, la pérdida de hábitat, la perturbación de sus refugios, los proyectos de energía eólica y la enfermedad conocida como el síndrome de la nariz blanca.
Por la suma de estas amenazas y si no se trabaja para evitarlo, alertan, 52 % de las especies de murciélagos en América del Norte registrarán severas disminuciones a sus poblaciones en los próximos 15 años.
En entrevista con Mongabay Latam, el doctor Rodrigo Medellín, investigador del Laboratorio de Ecología y Conservación de Vertebrados Terrestres del Instituto de Ecología de la UNAM y uno de los proponentes y coordinadores del esfuerzo, explica los principales hallazgos del informe, así algunas de las estrategias que ya están en marcha para que los murciélagos continúen siendo protagonistas vivos de muchas historias.
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—¿Qué alertas los llevaron a realizar el primer informe sobre la situación de los murciélagos en América del Norte?
—Nos percatamos de que los murciélagos estaban sufriendo graves daños en sus poblaciones y que estábamos perdiendo muchas oportunidades de colaboración entre los tres países.
Fue por eso que en 2015 integramos la Alianza Norteamericana para la Conservación de los Murciélagos (NABCA, por sus siglas en inglés). El siguiente paso fue hacer un análisis sobre la situación de las 154 especies de murciélagos que se han identificado en América del Norte y cuáles son sus amenazas más importantes.
Con la ayuda de Bat Conservation International, empezamos a diseñar el protocolo para identificar las amenazas y hacer la evaluación de cómo cada una de ellas estaba afectando a las diferentes especies de murciélagos. Este trabajo nos llevó dos años.
En el caso de México, participaron 48 expertos haciendo las valoraciones de las 142 especies de murciélagos que viven en el país. Sólo hay cinco naciones que tienen más especies de murciélagos que México. Además, el haber logrado esta amplia participación de expertos mexicanos puso a México muy en alto como un país líder en el mundo de la conservación de murciélagos.
—El informe dibuja un panorama preocupante para varias especies de murciélagos.
—La investigación identificó que 52 % de las especies de murciélagos de América del Norte están en riesgo de que sus poblaciones registren severas disminuciones en los próximos 15 años.
Además, el 98 % de las especies de murciélagos en la región están perdiendo su hábitat, sus refugios, los ecosistemas en donde se mueven o a donde migran. Y por si eso no fuera suficiente, 82 % están en riesgo por los cambios del clima.
Hay otro factor. En Estados Unidos, hay poblaciones de especies de murciélagos que han perdido el 99 % de sus individuos a causa del síndrome de la nariz blanca.
—¿Qué ocasiona esta enfermedad?
—El síndrome es causado por un hongo al que le gusta el frío. Es un hongo que se muere cuando la temperatura llega a los 11 o 12 grados centígrados.
Este hongo sólo ataca a los murciélagos que están hibernando y cuya temperatura es de cero a dos grados centígrados. El hongo crece en los tejidos de los murciélagos. Entonces los murciélagos despiertan a la mitad del invierno, usando lo que se conoce como “grasa café”, aquella que los murciélagos acumulan para poder resistir el periodo de hibernación todo el invierno. El hongo los acaban matando. Hay muchos murciélagos que acaban con las alas hechas añicos, también se les afectan algunos órganos internos.
—¿Desde cuándo se identificó este síndrome y porque hoy es un problema en América del Norte?
—El síndrome se identificó en el norte del estado de Nueva York en el invierno de 2005 a 2006. La hipótesis más aceptada hasta ahora es que un espeleólogo que viajó a Europa, entró a una cueva en aquel continente y el hongo se le pegó en sus botas o en su ropa. Al regresar a América del Norte trajo las esporas del hongo. Cuando ingresó a una cueva en Nueva York, accidentalmente introdujo las esporas.
Como el hongo ya está en el continente americano, los humanos dejan de ser los principales vectores, ahora son los murciélagos que se mueven de cueva en cueva los que diseminan el hongo.
Desafortunadamente, desde que se identificó el síndrome en América del Norte hasta la última vez que se hizo un censo, se contabilizó que por esta enfermedad han muerto entre 6 a 8 millones de murciélagos. En Europa, los murciélagos ya han desarrollado una resistencia a ese hongo, por lo que a las especies europeas ya no les afecta.
—¿Cuál son las especies más afectadas por este síndrome?
—Solamente afecta a las especies hibernantes. La más afectada es el murciélago de orejas largas norteño (Myotis septentrionalis). Esa especie no lo tenemos en México. La población de esa especie ha disminuido en un 99%. Hay otras especies que han bajado entre 96% y 94%.
Comprobé la disminución de su población con mis propios ojos. He realizado el BioBlitz en el Central Park de Nueva York (actividad en la que voluntarios y científicos se reúnen para identificar las diferentes especies de plantas y animales). La primera vez que se realizó fue en 2003, antes de que llegara el síndrome, y había un montón de murciélagos Little Brown Bat (Myotis lucifugs) que es otra de las especies súper afectadas por el síndrome. En 2013, volví al Central Park y no encontramos ni un solo murciélagos de esas especies.
—¿Este síndrome también afecta a especies que están en México?
—Creemos que el síndrome está a punto de entrar a México. En los años del doctor Bernardo Villa, allá en los cincuentas y sesentas, se conocían 14 sitios hibernación de murciélagos en México y cuatro especies que hibernaban en México. Hoy tenemos identificados 130 sitios y sabemos que son nueve las especies que hibernan, esas son las que pueden estar en riesgo.
Durante cinco años hemos monitoreando las poblaciones de murciélagos hibernantes en México y hasta la fecha no hemos encontrado el síndrome, pero ya se ha identificado muy cerca del Río Bravo. Así que es inminente que lo encontremos en México.
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—¿Cómo evitar que haga tanto daño a las poblaciones de los murciélagos?
—Ese es el tema en el que se está trabajando en varios laboratorios. Hay mucha investigación para entender si se podría fortalecer el sistema inmune de los murciélagos, si podemos evitar que se infecten. Pero todavía no se encuentra una solución.
Es paradójico. Siempre hemos dicho que los murciélagos tienen un sistema inmune verdaderamente impresionante, porque es muy difícil encontrar murciélagos enfermos. Sin embargo, este hongo sí les causa mucho daño.
Hay elementos de esperanza. En el noreste de Estados Unidos hay colonias de murciélagos que fueron diezmadas, pero que hoy se están recuperando, porque ya son resistentes al hongo. Nadie sabe cómo pasó, pero en Europa, por ejemplo, los murciélagos generaron una resistencia al hongo y eso ya está sucediendo también en América.
—En el informe resaltan que una amenaza creciente son los cambios del clima, ¿cómo es que esto afecta a los murciélagos?
—Tenemos algunos registros de que ciertas sequías, temperaturas muy elevadas o el famoso Viento de Santana, que se registra en el suroeste de los Estados Unidos, han afectado a los murciélagos.
En mi experiencia te cuento lo que he visto. Tengo 20 o 25 años de ir al desierto El Pinacate (en el estado de Sonora, al norte de México) y ahí hemos registrado que ciertos eventos climáticos provocaron cambios.
Por ejemplo, unas lluvias atípicas causaron que los saguaros adelantaran su temporada de floración en el desierto de Sonora. Cuando los murciélagos llegaron allá, se encontraron con que los saguaros estaban terminando de florecer y ya no había alimento para que las hembras produjeran leche para las crías. Cuando llegué a la cueva donde se alojan, me encontré con un tapete de huesitos de bebés.
Las hembras evolutivamente tomaron la la decisión de perder al bebé, porque ellas son las unidades de producción de la especie; prefieren mantenerse vivas ellas, perder el bebé de ese año, mejor correr el riesgo de morir ellas. Estoy hablando del murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae), que es una de las especies a las que (gracias al proceso de polinización que hacen de los agaves) les debemos los mezcales y el tequila.
El segundo evento que registramos fue 2013. Pegaron los vientos Santana, que empiezan a soplar a las 5 de la tarde. Es un viento muy caliente, muy seco, muy fuerte. Al día siguiente salimos hacia la cueva y encontrábamos murciélagos empalados en las espinas de los saguaros, porque el viento los había empujado. Cuando llegamos a la cueva, nos encontramos muchas hembras muertas en el piso de la cueva.
Hemos tenido dos eventos climáticos diferentes en estos 25 años. No podemos decir que eso sea un efecto del cambio climático, pero sí es cierto que las tendencias son que va a llover menos y que hará más calor. Y eso, sin duda, afectará a los murciélagos.
—En el caso de México, ¿cuál es la amenaza mayor para los murciélagos?
—La destrucción de sus refugios. Y eso lo causa la falta de conocimiento de la gente. Nosotros hemos contrarrestado eso al sentarnos a hablar con los dueños de la tierra y explicarles lo fascinantes, lo fundamentales, lo importantes y esenciales que son los murciélagos para la vida diaria de la gente y para el funcionamiento de los ecosistemas. Cuando las personas tienen esa información, se convierten en los primeros defensores de las cuevas.
Sin embargo, todavía hay cuevas en las que se está afectando a los murciélagos. Ahí tenemos que redoblar esfuerzos de educación ambiental y unir fuerzas con los gobiernos federal, estatales y municipales para asegurar que esas cuevas queden protegidas, no solamente por los dueños de la tierra, sino que estén protegidas de manera legal. Y en eso estamos.
Con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) estamos trabajando para designar ciertas cuevas como santuarios. En México tenemos santuarios de tortugas marinas en algunas playas. Queremos hacer exactamente lo mismo, pero con las cuevas de los murciélagos.
También estamos trabajando con la Conanp en fortalecer los planes de manejo de las Áreas Naturales Protegidas; estamos metiendo reglamentación para que las cuevas de esas zonas estén realmente protegidas. Lo que queremos es que esas cuevas no se toquen para nada.
—¿Cuántas cuevas podrían quedar bajo una mayor protección?
—En un primer análisis, estamos enfocándonos en 15 cuevas prioritarias, cuevas que tienen muchos murciélagos o una colonia de maternidad particularmente sensible.
Estas 15 cuevas prioritarias deben cumplir con alguno de esos tres criterios: en primer lugar deben tener muchos murciélagos de una, dos o de tres especies. O es una cueva de maternidad o de apareamiento, de la cual depende el futuro de una especie en particular, o es una cueva que tiene muchas especies de murciélagos y entonces se convierte también en una prioridad para todas esas especies.
Esperamos que se eche a andar esta estrategia a más tardar a finales de este año.
—El informe destaca que medio millón de murciélagos mueren cada año al colisionar con las aspas de las turbinas de generación de energía eólica. En México, ¿qué sucede en la región del Istmo de Tehuantepec, donde funcionan decenas de parques de energía eólica?
—Hace como 15 años, una de estas empresas de energía eólica me pidió una valoración de cuantos murciélagos estaban muriendo en sus campos eólicos, precisamente en el Istmo. Encontramos que había muchos murciélagos que se estaban muriendo, incluidas especies en riesgo. La empresa tomó los datos y me dijo: “Muchas gracias doctor Medellín por trabajar con nosotros. Hasta aquí llega nuestra colaboración con usted. Por favor, piense que estos datos están embargados y que usted no puede hacer nada con ellos”. Y me echaron.
Desafortunadamente encontraron a un biólogo que les ha hecho el “trabajo fácil”, una persona que se ha dedicado a decir que no pasa nada con los murciélagos.
Hace unos años publicamos un artículo mostrando que en Estados Unidos se están muriendo de 500 000 a 800 000 murciélagos cada año a causa de los aerogeneradores. En especial a los murciélagos nevados (Lasiurus cinereus). Esa especie es la que migra a lo largo de las zonas en donde es más fuerte el viento, las áreas en donde las empresas colocan sus aerogeneradores. Se mueren muchas especies de murciélagos, pero este es el más sensible, el más vulnerable.
—¿Qué medidas de mitigación son las que ustedes proponen?
—Hemos estado tratando de tocar puertas para explicarle a la industria de energía eólica lo importante que sería que adopten medidas de mitigación de esos daños. Son medidas fáciles de realizar, baratas y efectivas. Sólo se trata de modificar la velocidad a la que funcionan los aerogeneradores. Ese cambio significa sacrificar el 1 % de la energía generada por el aerogenerador, pero se resuelve el 70 % de la mortalidad de los murciélagos.
En los Estados Unidos están haciendo pruebas constantemente, en Alemania lo están implementando muy bien. En México no se está haciendo absolutamente nada.
En el sexenio anterior estuvimos trabajando muy de cerca con la Semarnat (Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales) y ya teníamos los lineamientos para mitigar esta mortalidad. Estuvimos a punto de sacarlo, pero al cambiar el sexenio, la nueva administración no tuvo ningún interés. Ahí se quedó nuestra iniciativa.
—Ante el panorama en el que se encuentran las diferentes especies de murciélagos en América del Norte, ¿cuáles son los pasos que contemplan dar para revertir esta situación?
—Tenemos una estrategia de tres vías: usar la educación ambiental, realizar investigación aplicada a la conservación y tener acciones específicas de conservación.
Cuando nosotros enfocamos nuestros esfuerzos en proteger cuevas y proteger especies particulares estamos actuando directamente sobre estas amenazas que están afectando a los murciélagos.
—¿Qué trabajos de investigación están realizando en forma conjunta en los tres países?
—Tenemos una iniciativa hermosísima en colaboración con otros investigadores. Estamos usando chips pequeñitos, del tamaño y forma de un grano de arroz, que les insertamos a los murciélagos por debajo de la piel. Es la especie del murciélago magueyero menor (Leptonycteris yerbabuenae). Colocamos los lectores de estos chips en la entrada de las cuevas y así es como hemos podido saber qué murciélago entró y salió, a qué horas y en qué fecha. Gracias a eso, hoy tenemos el registro de murciélagos que han viajado del desierto de El Pinacate a Arizona (Estados Unidos), a la península Baja California y algunos a Jalisco. ¡Hemos registrado que un mismo murciélago se ha movido por más de 1600 kilómetros!
Eso está ayudando a mapear la migraciones de estos murciélagos. Ya sabíamos que pasan el invierno en el centro y sur de México, pero no sabemos exactamente qué ruta migratoria siguen.
Ya habíamos publicado que esta especie incrementa sus poblaciones hasta más o menos 100 000 murciélagos en la península de Baja California, pero que durante el invierno desaparecen por completo de Baja California. No sabíamos a dónde se metían.
Ahora, a partir de la información que tenemos, sabemos que en mayo llegan a Baja California y se distribuyen por las islas del Golfo de California. En el otoño cruzan el Mar de Cortés; algunos van todavía a El Pinacate, otros se van hacia el sur, hacia Sinaloa y Jalisco. En los próximos años fortaleceremos esos datos, porque tendremos más antenas en más refugios y podremos ir mapeando cada paso de esta especie.
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—¿Qué otras investigaciones científicas está dando herramientas para proteger a los murciélagos?
—Hay un programa que tenemos en donde estamos mostrando cómo el proteger a los murciélagos que comen insectos significa un beneficio para agricultores de arroz, maíz y algodón. Estamos mostrando el valor económico que implica el control de plagas que hacen los murciélagos.
En Morelos (al sur de México), por ejemplo, una investigadora demostró que con la presencia de los murciélagos disminuía hasta el 50 % la infestación de una palomilla que es una plaga en los campos de arroz. Si hay murciélagos en la zona, los productores disminuyen la intensidad en la aplicación de plaguicidas y, por lo tanto, sus costos.
Eso ha llevado a que trabajemos con los productores de arroz de esa región para hacer toda una estrategia de protección a los murciélagos.
—En el informe se invita a la gente a sumarse a la campaña para conservar a los murciélagos. ¿Qué acciones pueden hacerse para sumarse a esta iniciativa?
—Todos podemos ayudar a los murciélagos a recuperar sus poblaciones y a que se mantengan como un elemento benéfico dentro de nuestras vidas. En primer lugar pueden cuidar los árboles huecos, los árboles viejos que tienen algunas ramas medio muertas; esos árboles son cruciales como refugios de murciélago.
En segundo lugar, podemos hacer jardines amigables con los murciélagos, jardines que tengan plantas nativas y en donde no usemos plaguicidas.
En tercer lugar, cualquier persona que tenga algún espacio verde cerca, sea un parque o lo que sea, pueden crear fuentes de agua para los murciélagos.
Otra acción es que, aquellas personas que tienen gatos como mascota, eviten que salgan de sus casas, porque los gatos son muy buenos depredadores de fauna silvestre; no solamente de murciélagos, también de aves.
Y, sobre todo, que las personas se conviertan en voceros de los murciélagos, que hablen de lo maravillosos y lo necesarios que son para nuestra vida diaria.
*Imagen principal: Antrozous pallidus es un murciélago que come insectos y que también se alimenta del néctar de flores de cactus. Foto: Marco Tschapka
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