- El martes 8 de agosto en la noche se firmó y publicó el documento que reúne los acuerdos de la Cumbre Amazónica. Son 113 puntos reunidos en 18 ejes temáticos.
- Especialistas en temas ambientales y líderes indígenas cuestionan la Declaración de Belém por no tener compromisos ni metas claras. Lo consideran un documento decepcionante.
- La Cumbre Amazónica cerró sin la presencia de los presidentes de Colombia, Bolivia y Perú, quienes solo hicieron presencia el 8 de agosto.
La Declaración de Belém que se firmó al final del primer día de la Cumbre Amazónica ha sido recibida con cuestionamientos y escepticismo. Aunque en los días previos, durante los Diálogos Amazónicos se comentaba que el documento ya estaba definido, muchos asistentes de la sociedad civil y los pueblos indígenas esperaban que en estos dos días se abra un espacio para el diálogo entre los presidentes que llegaron a esta cita en Brasil.
La Cumbre Amazónica prácticamente quedó sellada en su primer día con una declaración oficial que contiene 113 puntos divididos en 18 segmentos y que incluyen temas como cambio climático, protección de los bosques, cooperación policial, judicial y de inteligencia en la lucha contra las actividades ilícitas, economía para el desarrollo sostenible y derechos humanos.
Sin embargo, el documento no incluye varios de los puntos clave que se conversaron los días previos. Uno de ellos, de acuerdo con los especialistas consultados por Mongabay Latam, es la falta de compromisos concretos para detener la expansión de la frontera de petróleo y gas en la Amazonía, propuesta impulsada por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, pero que no se incluyó en el documento firmado en Belém do Pará.
Tampoco se logró consenso sobre la propuesta para lograr cero deforestación para el 2030, una medida impulsada por Brasil y respaldada por Colombia. Otra iniciativa que no se mencionó fue el pedido de la sociedad civil y los pueblos indígenas de proteger el 80 % de la Amazonía al 2025.
Solo cuatro de los ocho presidentes de países amazónicos que integran la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) llegaron a la cumbre. Luiz Inácio Lula da Silva, de Brasil, anfitrión del evento; Gustavo Petro, de Colombia; Dina Boluarte, de Perú y Luis Arce de Bolivia se dieron cita en Belém. El gran ausente fue Nicolás Maduro de Venezuela que suspendió su viaje, según se informó, por motivos de salud y envió en su reemplazo a la vicepresidenta Delcy Rodríguez. De Ecuador y Surinam asistieron sus cancilleres Juan Carlos Holguín y Albert Ramdin respectivamente, mientras que de Guyana estuvo presente el primer ministro Mark Phillips.
Mongabay Latam siguió de cerca las conversaciones y negociaciones que dieron luz a la Declaración publicada el martes por la noche, y conversó con expertos, líderes indígenas y representantes de organizaciones ambientales que evaluaron cada uno de los puntos incluidos.
Sin consenso en torno al petróleo y la minería
“La declaración abarca una serie de temas pero no define ni metas ni indicadores que permitan evaluar avances. Los gobiernos han sido tímidos en abordar los problemas que ponen a la Amazonia en un punto de no retorno y que podría ser pronto una región fallida si no se adoptan medidas urgentes”, señala Alicia Guzmán, codirectora del Programa Amazonía de Stand.earth, quien estuvo presente en Belém.
Guzmán también menciona que la dependencia de los estados a las industrias extractivas no les ha permitido entender el momento histórico en el que está la región. “Si bien habla de minería, no se toca el tema de la agroindustria y su rol como responsable del 86 % de la deforestación. El tema petrolero quedó por fuera, a pesar de que su rol en la deforestación y degradación es de vital importancia para una transición energética justa. Es una mirada miope”, agrega Guzmán, quien también es coordinadora de la iniciativa Amazonía por la Vida: protejamos 80 % al 2025.
La referencia a los hidrocarburos en la Declaración de Belém está expresada en el punto 79, pero su abordaje es superficial. Solo se detalla que se debe “iniciar un diálogo entre los Estados Parte sobre la sostenibilidad de sectores tales como minería e hidrocarburos en la Región Amazónica, en el marco de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y sus políticas nacionales soberanas”.
Consultada sobre el tema del petróleo, la ministra de Ambiente de Colombia, Susana Muhamad, señaló que se ha logrado “poner el tema en la agenda” y que por lo conversado en la reunión de presidentes “será un tema que se seguirá discutiendo”. Pero dijo que es “un contrasentido” querer salvar la selva, uno de los mayores ecosistemas para absorber carbono y, al mismo tiempo, producir carbono a través de la explotación petrolera.
“Las explotaciones petroleras son precursoras de deforestación porque abren vías y accesos, por tanto, frenar la frontera de explotación de petróleo es un mensaje poderosísimo de la Amazonia para el mundo”, señaló Muhamad y agregó que, aun cuando todos los países, incluido Colombia, tienen petróleo en la Amazonía, lo que se propone desde este país es “que no se abran nuevos bloques. Es un tema que está sobre la mesa y creo que el presidente [Petro] lo dejó muy claro”.
En días previos a la Cumbre Amazónica, Muhamad conversó con Mongabay Latam y precisó que los temas claves de Colombia en esta cita eran frenar la expansión de la frontera de hidrocarburos, priorizar la discusión del canje de deuda por naturaleza como uno de los temas estratégicos de financiamiento para la acción climática y que la deforestación cero sea un compromiso de los ocho países para no llegar al punto de no retorno. “Debemos tomar en cuenta los insumos del panel científico muy en serio, creemos que hay que actuar de emergencia”, dijo la ministra del Ambiente.
Para Diego Casaes, director de campaña de Avaaz, “los presidentes tiraron una gran pelota por la borda al no comprometerse realmente con la deforestación cero, o incluso con el objetivo común de proteger el 80 % de la Amazonía para 2025; propuesta que tiene el apoyo de pueblos indígenas, científicos y millones de personas”.
Cases agrega que se perdió también una oportunidad de oro para liderar la lucha contra la emergencia climática y alinear los objetivos de la región con los objetivos climáticos globales. “No hubo compromiso de detener la extracción de petróleo en la cuenca, una clara señal de que el presidente Lula, y la mayoría de los Presidentes de la región, tienen la intención de continuar con la explotación de combustibles fósiles”, agregó y cuestionó que la Declaración de Belém tampoco incluya una referencia al objetivo del Acuerdo de París de no superar 1.5 ºC de aumento de temperatura. “No podemos quedarnos en el campo de las promesas mientras el desplome climático continúa. Los esfuerzos diplomáticos de Lula en Belém no lograron cumplir con el clima, lo que arroja dudas sobre el liderazgo climático de Brasil”.
Sin metas claras para frenar la deforestación
Durante la plenaria que abrió la cumbre también estuvieron presentes integrantes de la sociedad civil que participaron en los Diálogos Amazónicos en los días previos, así como en la Asamblea de los Pueblos que se realizó en paralelo. Ellos presentaron los acuerdos que se tomaron durante esos tres días.
Pablo Solón, de la Fundación Solón, en Bolivia, señaló que la meta de cero deforestación era insuficiente, por tanto, “es necesario proteger el 80 % de la Amazonía para 2025, esto significa recuperar la tierra del fuego y los monocultivos”. Durante su mensaje recordó los incendios que ocurren en su país y que están terminando con la selva. “Busco hablar desde la perspectiva de la naturaleza. De todas las muertes, la más dolorosa es morir calcinado. Pero en la Amazonía abundan las hogueras”, comentó.
La meta de lograr cero deforestación apenas se menciona en el documento en la sección 45, donde se detalla que “establecer la Alianza Amazónica de Combate a la Deforestación entre los Estados Parte, para impulsar la cooperación regional en la lucha contra la deforestación, con la finalidad de evitar que la Amazonía llegue al punto de no retorno, reconociendo y fomentando el cumplimiento de las metas nacionales, incluidas aquellas de deforestación cero”.
Fátima Monasterio, coordinadora del Foro Social Panamazónico (Fospa) esperaba “medidas más fuertes y concretas respecto a la deforestación, sobre todo porque Brasil lo venía promoviendo de manera pública y potente. Pero [no hubo] nada concreto como esperábamos. Aun así, creo que se abre una discusión regional conjunta respecto a la Amazonía dentro de la discusión climática global”.
Fospa, junto con la Red Eclesial Panamazónica (Repam), organizaron la Asamblea de los Pueblos que se realizó del 4 al 8 de agosto también en Belém do Pará. La cita reunió a líderes indígenas y movimientos sociales de todos los países amazónicos y culminó con un pronunciamiento de 29 puntos entre los que se mencionan “derogar y abrogar las leyes y disposiciones legales que promueven la destrucción de la Amazonía; titular el 100 % de las reivindicaciones territoriales de los pueblos indígenas, afrodescendientes, quilombolas y comunidades tradicionales, garantizando la seguridad integral jurídica y física de la propiedad colectiva, así como la protección territorial de los pueblos indígenas en aislamiento voluntario”.
Además, solicitaron a los gobiernos frenar la expansión de la frontera agropecuaria, promover un plan de transición para salvar la Amazonía de la minería ilegal y la contaminación por mercurio y prohibir las actividades mineras en áreas protegidas y territorios indígenas, ancestrales y comunitarios, entre otros temas.
Esas propuestas no estuvieron cerca de ser tenidas en cuenta en la Cumbre. “Esperábamos más [de la Cumbre] y las divergencias han sido preocupantes. Hoy es el Día Internacional de los Pueblos Indígenas y esperábamos anuncios de demarcación de territorios y otras políticas concretas. No somos responsables de la crisis climática, pero somos responsables de proteger la vida en el planeta. Los gobiernos deben estar más comprometidos con los pueblos indígenas”, señaló Auricélia Arapiuns, coordinadora del Consejo Indígena Tapajós y Arapiuns de Brasil.
Jammer Manihuari, representante de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica), cuestionó que el trabajo desarrollado por las organizaciones indígenas previo al encuentro y el trabajo científico que se llevó a la reunión de Leticia, realizada del 6 al 8 de julio de 2023, no quedaron claros en la Declaración de Belém.
“Se consideraron varios temas que aquejan a los pueblos indígenas como la seguridad jurídica de las comunidades a nivel de los nueve países amazónicos de Latinoamérica así como el hecho de que la economía indígena simplemente está quedando en documentos construidos que, como siempre, son acuerdos que nunca han podido ser implementados. Eso lo tenemos de cada experiencia como sucedió en Leticia, el caso Escazú y los acuerdos climáticos que se vienen dando entre gobiernos y que no se implementan con acciones concretas”, dijo Manihuari.
Para Uyunkar Domingo Peas Nampichkai, líder indígena achuar de Ecuador y presidente de la Alianza Sagrada de la Amazonía, “si los gobiernos son serios en querer proteger la Amazonía y todas las vidas que viven en ella, es clave recordar que el 80 % de la biodiversidad vive en territorios indígenas y que necesitan ser protegidos, asegurando la titulación territorial”.
Es por todo esto que la declaración de Belém es extremadamente genérica —señala Ilan Zugman, de la organización 350 Acción Climática—. “Faltan metas claras y ambiciosas con hitos claves para llegar a ellas. Y no hay una hoja de ruta sobre cómo se alcanzarán. La declaración es decepcionante, especialmente dentro de toda la urgencia que estamos viviendo, la situación actual de la Amazonía y del cambio climático de manera general”, asegura.
El 9 de agosto, último día de la Cumbre Amazónica, cerró sin la presencia de los presidentes de Perú, Colombia y Bolivia. Durante el día, el presidente de Brasil, Lula da Silva, estuvo en la plenaria con los presidentes de la República Democrática del Congo, Felix-Antoine Tshilombo; y la República del Congo, Denis Sassou; ministros de los países amazónicos, representantes de organismos internacionales y el sultán Ahmed al-Jaber, de los Emiratos Árabes y presidente de la Conferencia de las Naciones Unidas para el Clima (COP 28), que se realizará a fines de este año.
Las expectativas que se abren con la Cumbre
Monasterio considera positivo que se haya establecido esta reunión de presidentes como un mecanismo para la toma de decisiones de la OTCA. “El último punto de la declaración es la invitación del presidente Petro para que la próxima cumbre de presidentes sea en Colombia en agosto del año 2025, previamente a la COP 30 que será aquí en Belém. Lo que nos está mostrando, no solo la declaración, sino todo lo que viene sucediendo alrededor de esta cumbre de presidentes amazónicos es cómo la región, un poco liderada por Lula y por Petro, está empezando a discutir, de manera integral, como región, lo que va a suceder en las discusiones climáticas. La mirada está claramente puesta en la próxima COP”.
Otro tema importante que destaca Monasterio es la propuesta de los mecanismos de financiamiento de “cambio de deuda por acción climática que empieza a discutirse. No sabemos bien de qué se trata la propuesta pero sabemos que es una bandera que ha sido medianamente introducida al menos en la declaración”.
La sección 36 de la Declaración de Belém señala que se promoverá “mecanismos innovadores de financiación para la acción climática, entre los que se podría considerar el papel, por parte de los países desarrollados, de la deuda para la acción climática”.
Para Diego Casaes, de Avaaz, la mención de las salvaguardas para los derechos indígenas, y el llamado a la demarcación y protección jurídica en sus territorios es un tema a destacar. “Este es el resultado de años de lucha de las organizaciones indígenas”, comenta.
Los territorios indígenas están considerados en varias de las secciones de la Declaración de Belém. Se menciona en la sección 47 que se garantizarán los derechos de los pueblos indígenas, de las comunidades locales y tradicionales, incluido el derecho a los territorios y tierras que habitan dichos pueblos. Además, en otro acápite se garantiza la protección de los “derechos humanos de los pueblos indígenas y los derechos colectivos sobre sus territorios y tierras ubicados en la Región Amazónica, especialmente los pueblos indígenas en aislamiento y en contacto inicial”.
Un punto adicional referido a los territorios indígenas es la adopción de medidas para prevenir y evitar los impactos negativos de los proyectos de infraestructura en las tierras y territorios indígenas y tradicionales, así como garantizar un entorno seguro y propicio en el que las personas, grupos y organizaciones que promueven y defienden los derechos humanos, el medio ambiente, las tierras, territorios y recursos de los pueblos indígenas y los derechos culturales, puedan actuar libres de racismo, violencia, discriminación, amenazas e inseguridad.
“La coincidencia entre los jefes de Estado sobre la necesidad urgente de actuar para detener el punto de inflexión amazónico, como prioridad regional y global, reafirma la voluntad de fortalecer la cooperación regional para enfrentar la crisis climática y de biodiversidad; este fue uno de los logros destacables de la Cumbre”, señala Ximena Barrera, directora de Relaciones de Gobierno y Asuntos Internacionales del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés).
Barrera destaca también el fortalecimiento de la OTCA, “institución que será clave para responder articuladamente a este momento apremiante y esencial en la lucha contra la deforestación y la minería ilegal, dos de las mayores amenazas para la Amazonia, así como para el reconocimiento de las áreas protegidas y territorios indígenas”.
Es necesario avanzar en los próximos espacios internacionales y definir una meta unificada para detener la pérdida de nuestros bosques —agrega Barrera— con base en el compromiso claro de Colombia y Brasil para el 2030. “El objetivo común debe ser conservar el 80 % de la Amazonía, una meta compartida que busca evitar el punto de no retorno y que subraya la importancia de reconocer y proteger las áreas protegidas y los territorios indígenas”.
Imagen principal: Presidentes y representantes de los países amazónicos junto con miembros de organizaciones ambientalistas y pueblos indígenas durante la Cumbre Amazónica que se realizó en Belém do Pará en Brasil. Foto: Gobierno de Brasil.
———
Videos | Isla de Navarino: un laboratorio natural muy cerca de la Antártida para estudiar el cambio climático
Si quieres conocer más sobre la situación ambiental en Latinoamérica,puedes revisar nuestra colección de artículos aquí.
Si quieres estar al tanto de las mejores historias de Mongabay Latam, puedes suscribirte al boletín aquí o seguirnos en Facebook, Twitter, Instagram, YouTube, LinkedIn, WhatsApp, Telegram, Spotify, TikTok y Flipboard
Facebook |Al menos 670 residuos petroleros se superponen con 50 territorios indígenas y 15 áreas protegidas en la Amazonía