- La bióloga marina Madalena Pereira Cabral se ha dedicado desde hace más de cuatro años a investigar y entender los movimientos de las mantas gigantes (Mobula birostris) en el Parque Nacional Revillagigedo, en el Pacífico Mexicano.
- Con marcas satelitales, la experta busca descubrir sus rutas y las razones por las que, casi todos los ejemplares que han sido objeto de estudio, salen del Área Marina Protegida, en donde existe presión pesquera, una actividad que las ha puesto en riesgo.
- Uno de los más importantes hallazgos de la científica es que los movimientos de las mantas gigantes y sus congregaciones son influenciados por el fenómeno de El Niño, una información crucial para la conservación de esta aún desconocida especie.
Nadar con mantas gigantes se siente como una danza bajo el agua. Sus movimientos lentos y rítmicos asombran a Madalena Pereira Cabral, quien describe así sus inmersiones junto a esta especie —cuyo nombre científico es Mobula birostris— a la que ella considera como uno de los animales más gentiles, gráciles e inteligentes que habitan los océanos.
“También es una especie muy misteriosa e interesante, porque hay mucho que entender de su comportamiento”, dice la bióloga marina.
Por eso, desde que empezó a trabajar con las mantas gigantes que habitan el Parque Nacional Revillagigedo —en el Pacífico Mexicano—, se ha dedicado a descifrarlas. Este sitio es el Área Marina Protegida más grande de norteamérica y representa un bastión para la protección y conservación de la especie catalogada como En Peligro de extinción por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
“Tienen mucha curiosidad por los buzos. Es fascinante bucear con ellas porque se acercan, se interesan por nosotros y les gustan nuestras burbujas. Es una especie muy bonita para trabajar, porque deja que me acerque —sin ningún problema y sin estresarse— para que yo pueda tomar la foto, hacer su medición y ponerle una marca satelital. Te dejan pasar tiempo con ellas para estudiarlas”, describe la experta.
Pereira Cabral es bióloga marina y doctora en Ciencias Marinas y Costeras por la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS). La científica de origen portugués, trabaja desde hace más de cuatro años en el Parque Nacional Revillagigedo, sitio al que llegó para trabajar en su proyecto de tesis doctoral. Allí comenzó a estudiar los movimientos de la manta gigante no sólo dentro del Área Marina Protegida, sino también en su exterior, pues ha descubierto que las mantas salen constantemente de ella. ¿Por qué lo hacen? Esa es una de las principales interrogantes de la experta.
“Las marcas satelitales, junto con los datos ambientales que obtengamos, nos permitirán tener una imagen más completa sobre su comportamiento. Solamente cuando tengamos the big picture —toda la imagen— podremos protegerlas y hacer el manejo necesario para que sea efectivo”, afirma.
En Mongabay Latam conversamos con la doctora Madalena Pereira Cabral sobre los riesgos que enfrentan las mantas gigantes y los resultados más recientes de sus investigaciones en aguas mexicanas.
—¿Cómo son las mantas gigantes?
—Las mantas son peces, pero tienen una anatomía diferente: son como un pancake. Además, se mueven con mucha gracia, como si volaran debajo del agua. A veces incluso las corrientes son muy fuertes y ellas nadan sin esfuerzo. Son realmente majestuosas: una manta gigante —de 40 años o más— puede llegar a medir siete metros de la punta de una aleta a otra. La manta gigante tiene el estatus de En Peligro mundialmente, porque hay un declive global.
—¿Qué características tiene la población de Revillagigedo?
—Como son animales que pasan más tiempo en mar abierto y en islas que son muy remotas y lejanas, no había mucha información. Entonces, entendí que había mucho que hacer y fue cuando propuse a la Universidad Autónoma de Baja California Sur un proyecto que no existía, así empecé a trabajar con ellas.
La primera publicación que hicimos fue para estimar el tamaño poblacional. Estimamos alrededor de 1200 mantas allí y también vimos que el 25 % de esa población está compuesta por mantas melanísticas o negras. Esa es la proporción más grande para esta especie en el mundo. También vimos que hay más hembras que machos y la mayor parte son adultas, no vemos muchos juveniles y tampoco a sus crías. Eso es lo que sabemos sobre esta población, es la línea base.
—¿Cómo es el Parque Nacional Revillagigedo? ¿Qué lo vuelve importante para las mantas?
—El parque es muy importante para muchas especies, como los tiburones y las mantas. Tiene condiciones oceanográficas que posibilitan los movimientos del agua que trae nutrientes desde el fondo, por lo que hay disponibilidad de alimento para estos animales. Otro aspecto importante es que hay estaciones de limpieza, con la presencia de los peces Ángel Clarión (Holacanthus clarionensis), que son endémicos y tienen una relación simbiótica mutualista con las mantas, pues ambas especies se benefician. Los clariones son como “doctores” o “enfermeros” de las mantas, porque las limpian de las infecciones de parásitos y, si las mantas tienen heridas, las ayudan a sanar. Tienen un rol muy importante en la salud general de las mantas. Además, Revillagigedo es un Área Marina Protegida, por lo que no hay pesca. Es decir, en este lugar hay de todo para las mantas: alimento, estaciones de limpieza y protección. Revillagigedo también es un lugar muy especial porque sus islas no tienen hoteles ni desarrollos, por eso es perfecto para estudiar a las mantas sin esos impactos.
—Aunque no hay pesca dentro del área, ¿hay presiones o amenazas alrededor de Revillagigedo que puedan impactar a las mantas?
—De eso nos estamos dando cuenta. Las mantas no migran juntas, sino que los movimientos de cada una son independientes. Sólo se reúnen en lugares donde hay disponibilidad de alimento, en las estaciones de limpieza o en sitios para el emparejamiento y reproducción. Marqué unos 15 ejemplares y ahora sabemos que casi todas salen del Área Marina Protegida y alrededor sí existe mucha presión pesquera.
El problema en esto es que las mantas caen en las redes. Aunque no sea una pesca direccionada a las mantas, sí es una pesca incidental. Para respirar, las mantas tienen que moverse, entonces si se enredan no van soportar mucho tiempo y, aunque los pescadores las vuelvan a poner en el agua, ya no sobreviven.
En Revillagigedo vemos que hay mantas con señales muy claras de que estuvieron enredadas. Esa pesca incidental es lo que creo que estamos subestimando. Revillagigedo es el Área Marina Protegida más grande de norteamérica, eso es un logro muy grande para México, pero estos animales —que pueden migrar más de 1500 kilómetros y que no tienen en cuenta las fronteras artificiales que creamos los humanos— realmente están en peligro, porque tienen una resiliencia muy baja. Apenas tienen una cría a la vez, su madurez sexual es muy tardía y toda su reproducción es muy lenta.
Cuando hay impactos, aunque sea sobre algunos individuos por año, a largo plazo puede ser muy grave, como estamos viendo en otros lugares del mundo. En la Isla del Coco, en el Pacífico Este —que está relativamente cerca—, el declive de mantas fue hasta del 89 %. En Mozambique, África, fue del 90 % en apenas dos décadas. Es decir, en 20 años una población puede casi desaparecer. Ese es el riesgo. Sin embargo, la presión pesquera es algo que se puede manejar, limitar, regular y hacer convenios entre los países.
—¿Qué métodos se utilizan para estudiar los movimientos de las mantas? ¿Qué hallazgos se han obtenido?
—Lo que hacemos es ponerles unas marcas satelitales para seguirlas y saber a dónde van. Después utilizamos datos ambientales y oceanográficos, como la temperatura, la concentración de clorofila, la disponibilidad de alimento y la batimetría, o sea, la profundidad oceánica. Todas estas variables ambientales, junto con los datos de sus movimientos, nos permiten tener una idea de lo que mueve a las mantas: para dónde, por qué van y cuánto tiempo pasan fuera del AMP.
Otra cosa que vemos es que sus movimientos son diferentes en años de El Niño, en años neutrales o en años de La Niña. En nuestra publicación anterior, vimos que en los años de El Niño hay más mantas y que quizás están más concentradas en Revillagigedo porque no hay tanta disponibilidad de alimento alrededor del Pacífico.
En los años de La Niña, en que hay más disponibilidad de alimento por toda esa área del Pacífico Mexicano, las mantas se dispersan más. Son movimientos como de contracción y expansión de su rango de distribución. Entender estos patrones y entender sus movimientos, si hay conectividad o no con otros lugares donde sabemos que hay mantas, es muy importante para informar las tomas de decisiones para el manejo de esta población. Así podemos proponer “migravías” —corredores biológicos submarinos que unen áreas marinas protegidas—, que se pueden proteger para que estos animales transiten.
Por ello, estamos poniendo dos tipos de marcas satelitales. Una nos da la información horizontal: tenemos puntos en un mapa que nos dicen dónde está la manta. El otro tipo de marcas nos dan un perfil vertical y con ellas podemos ver la profundidad a la que se encuentran. Es otra cosa que no sabemos: cuánto tiempo pasan en profundidad, a qué profundidades llegan y qué están haciendo cuando están allá. Tenemos mantas que se fueron a los 150 metros, ¿para qué?
Estamos muy interesados en esa información para entenderlas mejor, porque nosotros apenas vemos a las mantas en las estaciones de limpieza, pero esa es una parte muy pequeña de su vida. Es un porcentaje muy bajo de su tiempo total de vida, porque todo el resto es un misterio. No sabemos dónde están los juveniles o dónde es que las mantas embarazadas tienen a sus crías, si las tienen en profundidad, si las tienen en la superficie, en bahías protegidas o en altamar.
—¿Cómo se trabaja con una especie protegida y en peligro de extinción? ¿Qué cuidados especiales se deben tener?
—El método que utilizamos es invasivo. Ponemos marcas satelitales que tienen un ancla que va debajo de la piel. La marca se queda entre cuatro y seis meses, pero no es un método estresante: las mantas no se estresan después de marcarlas, sino que siguen ahí conmigo y puedo tomarles más fotos y videos.
Como ejemplo, las mantas tienen depredadores naturales, que son los tiburones y hay mantas que tienen mordidas de las que se pudieron recuperar. Por lo tanto, este método de marcaje no daña o enferma a la manta, pero sí necesitamos de un permiso para trabajar con una especie En Peligro y en un Área Marina Protegida. La Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp) y el Parque Nacional Revillagigedo nos dan ese permiso para trabajar con esa población.
Yo trabajo con una organización no gubernamental local, llamada Pelagios Kakunjá, y es a quienes les dan ese permiso en colaboración con la UABCS. Siempre estamos buscando donaciones y también tenemos muchas organizaciones que apoyan el proyecto porque las marcas son muy caras, igual que los viajes a Revillagigedo: Marine Megafauna Foundation, Manta Trust y Mares de México están apoyando. Todo esto es posible gracias a la colaboración de varias organizaciones internacionales y mexicanas, así como de universidades —como la Universidad de Lisboa—, por lo que me siento muy afortunada.
—¿Qué aportes ha generado su investigación? ¿Han logrado descifrar alguno de los misterios de las mantas?
—Esa primera publicación fue muy importante para tener la línea base, no sabíamos cuántas mantas teníamos. No se pueden proteger si no sabes cuántas hay. Lo importante de este paper científico fue la influencia de El Niño en sus movimientos, por eso caracterizamos que Revillagigedo es un refugio para esa población. Aún no publicamos sobre las marcas, porque como cada manta es independiente, tenemos que poner muchas marcas para encontrar estos patrones.
Ahora a esto me dedico, a poner más marcas, a obtener más fondos, porque cuantas más marcas mejor. Esa publicación, que espero que salga el próximo año, creo que va a ser muy importante, porque estamos creando —todos quienes estudiamos tiburón y mantas— esas áreas y migravías importantes para las especies y que se pueda presentar, desde toda Latinoamérica, una propuesta de manejo.
Las Naciones Unidas tiene varios países que firmaron para proteger, hasta el 2030, el 30% del territorio, que incluye también el 30% de los mares. Buscamos que, cuando vayan a crear esas áreas protegidas, sea con información, para que realmente se protejan las áreas más importantes para esas especies y para que se pueda hacer un manejo y una conservación efectiva.
—¿Qué es lo que más le inspira de su trabajo? ¿Cuál ha sido la mayor satisfacción durante esta investigación?
—Me encanta bucear. Las mantas gigantes y los tiburones ballena son los animales más grandes a los que te puedes acercar en su hábitat natural, sin ponerte en peligro a ti ni al animal, teniendo buenas prácticas. Me siento muy afortunada de poder trabajar con estos animales.
Las mantas tienen curiosidad por nosotros los buzos y por eso puedes bailar debajo del agua con ellas. Si lo haces bien, no vas a cambiar su comportamiento natural. Son animales que te transmiten una especie de magia. Incluso hay gente que, después de sus primeros buceos con mantas, salen llorando del agua, porque visualmente es muy bonito. Son experiencias de mucha calma, las mantas hacen todo con mucha gracia.
Ahora estamos intentando sacar imágenes de realidad virtual para que la gente pueda experimentar lo que es estar con estos animales en su hábitat natural, sin tener que verlos en acuarios, sino a través de googles virtuales. Es una experiencia muy cercana y te sientes como si estuvieras debajo del agua. Es muy importante que los mexicanos sepan lo que tienen en su país. La realidad virtual es una manera de compartir eso con niños y con la gente que vive en las ciudades, para que puedan interesarse por esos animales de los que se sabe poco, y que así puedan contribuir de algún modo a su protección y conservación.
—¿Por qué debería importarnos en las ciudades lo que sucede en sitios como Revillagigedo?
—Todo lo que pasa en los océanos, nos toca a todos, todo está conectado. Las mantas son parte de todo un sistema ecológico en cascada. Hay muchos más estudios de tiburones y ahora sabemos que, cuando hay problemas con una de esas especies, todo el equilibrio del océano es afectado. Eso nos impacta a todos. Los desequilibrios en el océano afectan el clima, la productividad de los mares, la abundancia de pescado. Donde sea que tú vivas, lo que suceda en los océanos te va a afectar. Tener océanos y ecosistemas saludables y en equilibrio es muy importante, más de lo que imaginamos.
—¿Por eso inició también usted su proyecto @manta__lena en Instagram?
—Exacto. Yo no tenía Instagram, pero empecé porque me di cuenta de que es una forma de llegar a la gente, a los visitantes del parque, para hablar de mi trabajo y que se sepa lo que está pasando. Pueden seguir a alguna manta que marcamos y también pueden conocer a cada una de ellas porque todas tienen un patrón único de manchas en su panza, con las que se pueden identificar. Esta cuenta también ha servido para invitar a hacer donaciones, actualmente estoy buscando fondos para poder seguir con este proyecto.
En la actualidad, un científico no es apenas un científico. Un científico tiene que tener muchas vertientes: tiene que estar en las redes sociales, tiene que aplicar para obtener fondos, tiene que trabajar estadísticas, tiene que bucear, tiene que escribir a veces en otro idioma que no es su idioma nativo.
O sea, un científico es muchas cosas, por eso es importante que la ciencia no se quede entre los científicos y que llegue a los políticos, al público en general, a la gente que visita el parque. Crear y publicar información, y que esta llegue a todos, es lo que puede hacer la diferencia.
—¿Qué espera para el futuro de la conservación de las mantas en Revillagigedo?
—Debemos tener más información, no se puede proteger a las mantas si no sabemos cómo se comportan y cómo lo harán con los cambios que ya estamos experimentando respecto a los aumentos de temperatura. Como soy científica, para mí la información es la base. Después de tener la información, buscamos que llegue a todos los tomadores de decisiones y público en general para que se pueda lograr hacer algo realmente visible, con impacto social, científico y político.
Lo que me encantaría ver es que, en 20 años, sigamos allí buceando con las mantas, y que esto sea porque se tomaron decisiones de manejo, protección y conservación efectivas. Que lo que pase en Revillagigedo sea distinto a lo que pasa en otros lugares del mundo, donde vemos que los animales van en declive y que cada vez son menos y menos. Aún estamos a tiempo de conservar y proteger a esta población de mantas mexicanas.
Imagen principal: El vientre de una manta gigante nos permite identificar a cada individuo porque cada una tiene su propio patrón, similar a una huella dactilar. Foto: Andrea Marshall
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