- El biólogo marino mexicano, Fabián Missael Rodríguez González, ha dedicado la mayor parte de su trayectoria profesional a la investigación de mamíferos marinos, especialmente delfines y ballenas. Su especialidad es el uso de drones para la investigación de estas especies.
- Este 2024, a través de su dron, Rodríguez González pudo capturar uno de los pocos videos que existen de la vaquita marina (Phocoena sinus), el mamífero marino más amenazado del planeta, que habita únicamente en el Alto Golfo de California, en México.
El llamado de los científicos alertó al biólogo marino Fabián Rodríguez, quien piloteaba un dron sobre el mar. Era uno de los primeros días de su expedición en el Alto Golfo de California, cuando una pequeña aleta, muy a lo lejos de la embarcación, emergió del agua. Aunque trabajaba con precisión, las manos del especialista temblaban al sujetar el control. Era una vaquita marina (Phocoena sinus).
El biólogo marino se había embarcado en el Crucero de Observación para buscar a este mamífero marino críticamente amenazado que sólo habita en la región noroeste de México. En aquella expedición —realizada en mayo del 2024—, sólo se lograron identificar entre seis y ocho individuos, pero “ese fue, de verdad, de los mejores momentos de mi vida”, afirma Rodríguez. “No lo podía creer, estaba ahí, viendo a uno de los animales más difíciles de observar”, dice. El video, de hecho, es una de las primeras imágenes con dron que se tienen de la especie en vida silvestre.
El biólogo marino egresado de la Universidad Autónoma de Baja California Sur (UABCS), con una maestría en Ciencias Marinas y Costeras por la misma institución, ha dedicado la mayor parte de su trayectoria profesional a la investigación de mamíferos marinos, especialmente delfines y ballenas. Sin embargo, lleva al menos seis años especializándose en el uso de drones para la investigación de estas especies.
¿Cómo es el trabajo con drones y para qué sirve la información que pueden proporcionar? En Mongabay Latam conversamos con el experto.
—¿Cómo se acercó al pilotaje de drones como herramienta para la investigación de mamíferos marinos?
—Todo eso pasó en mi primera temporada trabajando con los delfines en la Laguna San Ignacio, en Baja California Sur, durante el proyecto “Investigación de la Ballena Gris en México” del Programa de Investigación de Mamíferos Marinos (PRIMMA) en la UABCS. Llegaron dos investigadores que venían de Australia y que estaban colaborando en la laguna con un proyecto que tenían con drones, sobre la condición corporal aplicado a la ballena gris (Eschrichtius robustus).
Vinieron un par de semanas a hacer unas pruebas piloto y yo, afortunadamente, me encontraba por aquí.
Me llamó mucho la atención porque nunca había visto un dron en vivo y le pregunté a Fredrik Christiansen si me lo prestaba tantito para volar. Estuve unos 10 minutos y me gustó mucho, se sentía como un videojuego. Cuando regresé a La Paz, al Laboratorio de Mamíferos Marinos en la UABCS, le pregunté al doctor Jorge Urbán, encargado del laboratorio, si podía practicar con unos drones que no habían usado y me dijo que sí. Así empecé a manipularlos y a aprender un poquito. Después tomé un curso de drones, ahí mismo en la UABCS.
Fue en el 2018 y 2019 que me consolidé.
—¿Cómo es el trabajo con drones? ¿Qué habilidades se necesitan para pilotearlos?
—Para pilotear debes tener mucha práctica. En mi caso no uso el dron para hacer tomas de cine sobre naturaleza. Yo estoy más enfocado a seguir objetos y para eso se necesita mucha práctica. Puedo seguir delfines, ballenas, vaquitas marinas, tortugas, tiburones. Puedes practicar con tu perro, puedes pedirle a alguien que se suba a una bicicleta y seguirla, etcétera. Así se aprende.
—Una parte de su trabajo como biólogo marino se centra en la técnica de la foto identificación, ¿en qué consiste?
—La foto identificación consiste en tomar una fotografía de alguna región del cuerpo de un animal. Para los delfines, por ejemplo, es de la aleta dorsal, que es la que sale de la superficie. En ellas, los delfines tienen algunas muescas o marquitas que pueden ser naturales o pueden ser causadas por las interacciones sociales entre ellos —como mordidas, por ejemplo— y estas marcas se pueden reconocer año tras año. Es decir, les tomamos una fotografía un año particular y le volvemos a tomar fotografías en años siguientes. Así podemos encontrar que ese mismo delfín ha estado por tantos años en el mismo lugar. También podemos estimar cuántos años creemos que puede tener. De esta forma les damos seguimiento.
La ballena gris tiene varios patrones de manchas al contrario de otras ballenas. Por ejemplo, las ballenas francas, que son las que viven hacia los polos, son completamente negras. Ellas se identifican mediante otros patrones, como las callosidades que tienen en la cabeza, pero su cuerpo es completamente negro. La ballena gris tiene varias manchas en su cuerpo, que pueden ser naturales o antropogénicas —si una embarcación le pasó por encima, por ejemplo, puede tener una marca muy fea—, pero en realidad ellas tienen manchas naturales que son reconocidas de manera individual, como si fueran nuestra huella dactilar.
—¿Qué ventajas tiene hacer la foto identificación con un dron versus una cámara normal?
Con una cámara réflex tomamos una fotografía desde un costado, cuando la ballena sale a respirar. Ella saca la cabeza, el dorso se eleva un poquito y ahí es donde se toma una fotografía de manera lateral en la que se pueden ver todas las manchitas que tienen en esa parte del dorso. Es decir, con la foto identificación tradicional solamente tienes la perspectiva de un lado de la ballena.
Con un dron, en cambio, tenemos una vista aérea y con ella podemos observar los dos lados del animal. No con la misma calidad que una cámara réflex, pero sí podemos distinguir estos patrones de coloración y de manchas. Incluso podemos reconocer a este individuo entre otros de una manera más eficiente. Esta nueva técnica la hemos estado empleando en conjunto con la tradicional.
—¿Cómo se hace la medición de una ballena con un dron y qué se hace con esa información?
—Se vuela el dron sobre las ballenas, a unos 30 o 40 metros de altura para que el ruido no las afecte. Lo que se hace es poner el dron encima de la ballena, con la cámara completamente hacia abajo, para grabar un vídeo. Lo que necesito es que la ballena salga a la superficie y que, cuando vaya a salir a respirar, tenga el cuerpo completamente estirado. Después, que enseñe su dorso a la superficie y se meta.
Grabo a todas las ballenas posibles en ese día de monitoreo y posteriormente proceso los vídeos que tomé. Lo que hago es una captura de pantalla del momento en que las ballenas están completamente extendidas sobre la superficie. Tomo screenshots y los guardo para medirlas, pero también aprovecho y tomo una captura cuando sacan el dorso, donde tiene estas manchas para foto identificación y saber qué ballena estoy midiendo.
Con estas imágenes se mide la longitud total, desde la punta del rostro hasta la muesca de la aleta caudal —que es la parte de la aleta trasera donde tiene una muesca en forma de “V”—, después se mide el ancho de la ballena. Así puedo calcular el volumen del animal y la condición corporal, qué tan gordita o que tan flaquita se encuentra.
Son unas 600 a 700 ballenas en promedio las que se llegan a medir por temporada. Son muchas y no hay algo que se haga automático.
—¿Qué tan importante se volvió esta herramienta para la investigación de mamíferos marinos?
—Esta nueva tecnología ha abierto muchas puertas y muchas nuevas oportunidades de investigación. Actualmente, es mucho menos costoso comprar un dron que comprar una embarcación o una gran cantidad de gasolina.
Este tipo de técnicas aéreas ya se habían hecho, no son algo reciente, pero con avionetas. Eran carísimas de rentar, más la gasolina y demás. Aparte, ponías en riesgo tu vida. Ahora, con los drones, es seguro para ti y también para los animales, dependiendo de qué tan alto estés volando, porque se trata de hacerlo lo más alto posible. Con el zoom que tienen las cámaras nuevas y con la tecnología desarrollándose cada día, pronto estos drones tendrán unas muy buenas cámaras que van a llegar a ser muy parecidas —y ojalá que sean mucho mejores— a las cámaras réflex que se usan en tierra.
Los drones son más eficientes, pero uno de los detalles es el porcentaje de batería que sigue siendo relativamente corto. Aproximadamente, duran entre unos 20 y 25 minutos y cada batería se tiene que estar renovando constantemente al hacer varios vuelos. No puedes estar grabando por largos periodos. Para hacer estudios de comportamiento, por ejemplo, tendrías que estar regresando. Otro detalle es la calidad de las imágenes que se obtienen ahorita, porque no son tan buenas como las puedes obtener en una cámara réflex. Pero sí creo que tiene mucho futuro esta tecnología.
—¿Qué es de las cosas más impresionantes que ha logrado capturar con un dron?
—La más impresionante hasta ahora, sin duda, es la vaquita marina. Verla fue algo realmente impresionante; estaba temblando cuando la vi. Nunca creí que podría grabarla y la primera vez fue algo realmente espectacular. Ese fue, de verdad, de los mejores momentos de mi vida.
Fue en los primeros días que llevábamos en el survey [monitoreo poblacional de la vaquita marina]. Cuando hubo el llamado de avistamiento de vaquita, los observadores estaban tratando de enfocarla y yo de guiarme con referencias. Hay mucha diferencia entre lo que ellos están viendo y lo que yo veo desde arriba. Es complicado y no me podía ubicar.
Posteriormente me prestaron uno de los Big Eyes Eyes [binoculares especializados con hasta 10 kilómetros de alcance] para poder ver. Me puse uno en un ojo y vi la aleta de la vaquita, luego vi algo referenciado cerca —creo que una parte del cerro— y dirigí el dron directamente hacia allá. Alcancé a ver un movimiento muy pequeño en el agua. Justamente cuando iba a esa dirección vi una manchita café y me acerqué lo más que pude, le metí el zoom y vi que era la vaquita. Mis manos se me congelaron y empecé a grabar lo más rápido posible.
Mi objetivo es ponerme encima de la vaquita para hacer la medición. Desafortunadamente, la primera vez no logré poner el dron arriba, pero sí alcancé a verla. Ellas están muy poquito tiempo en la superficie y después se meten. Esperé un ratito a que saliera, volví a verla, me acerqué un poquito más, pero tampoco alcancé a ponerme encima.
Esas fueron las primeras imágenes de la vaquita en vida silvestre. Nunca antes se habían podido tener. Fue algo súper espectacular, que se me quedó marcado. Después de eso pensé que iba a tener suerte de verlas un poco más seguido, pero fue súper complicado.
—¿Qué significa para usted haber logrado videos únicos de la vaquita?
—Es algo impresionante, de verdad. No me la creía. Es algo único y estaba muy emocionado, muy feliz de que se pudiera lograr esto. Muchas personas no creen que existe la vaquita o que ya se extinguió, porque enseñan las mismas imágenes de los dorsales, de su carita. Sí había ya imágenes de vaquita con dron, me parece que en el proyecto de Vaquita CPR, pero corresponden a las que capturaron, no fueron en vida silvestre. Eso no había sido posible.
De los dos individuos que alcancé a medir, uno tenía 1.32 metros y el otro 1.19 metros. Dijimos que el primero era un individuo adulto y que venía acompañado, posiblemente, de una cría de un año.
—Desde su punto de vista como especialista, ¿qué esperanza tiene para la conservación de la vaquita?
—Todos tenemos esperanza de que la especie continúe. Sin embargo, tiene un panorama muy complicado por toda la situación que la rodea. El área que monitoreamos es pequeña en comparación a toda el área en la que podría distribuirse la vaquita. Entonces creo que sí puede haber más. Para confirmarlo ya están metiendo hidrófonos [dispositivo electroacústico para detectar sonidos] en el agua.
Creo que la tecnología de drones es de suma importancia y es parte vital para la conservación de esta especie, pero no sólo de esta, sino de muchas otras. Tener esta tecnología nos abre nuevas oportunidades para saber, por ejemplo, asuntos sobre su comportamiento, saber si tienen interacciones con mallas o marcas en su cuerpo para las que podamos determinar sus causas.
Espero que sigan realizando este tipo de cruceros en un futuro, porque son realmente importantes para la conservación de la especie.
*Imagen principal: Vaquitas marinas (Phocoena sinus) avistadas en mayo del 2024 en el Alto Golfo de California, durante la Operación Esperanza. Foto: Fabián Rodríguez
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