- El calentamiento global amenaza a los glaciares y su conservación es clave para mantener las reservas de agua dulce del planeta.
- En Venezuela, que ya perdió todos sus glaciares, científicos están investigando la colonización de la vida en donde se retiraron las grandes masas de hielo.
- En Chile, 80 organizaciones se juntaron para visibilizar la importancia de los glaciares en la zona del Parque Andino El Juncal, amenazado por una minera.
- En Colombia, el pueblo indígena U’wa declaró intangibles a los glaciares del Parque Nacional Natural El Cocuy.
En los Andes, los picos blancos de las elevaciones eran llamados nieves perpetuas. Sin embargo, desde hace años, se sabe que los glaciares están desapareciendo. Para levantar conciencia sobre la importancia de su conservación, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró que 2025 sea el Año Internacional de los Glaciares y el 21 de marzo Día Mundial de los Glaciares, además de su lema para el Día Mundial del Agua, que se celebra cada 22 de marzo.
Estas grandes masas de hielo, que se encuentran principalmente en los polos y en las altas montañas, “tienen un rol a escala global”, dice Constanza Espinoza, cofundadora y directora de la Fundación Glaciares Chilenos. Por un lado, son reservas críticas de agua dulce y constituyen parte importante del ciclo hidrológico de la Tierra.

Por otro lado, explica Espinoza, principalmente los glaciares de la Antártica, Groenlandia y el Campo de Hielo patagónico, por su magnitud, “permiten bajar la temperatura del planeta”. Esto sucede gracias al albedo, que es la capacidad que tienen el hielo y la nieve de reflejar la radiación solar, en lugar de absorberla, como lo hacen otras superficies terrestres.
Si bien esos enormes bloques helados parecen inertes, allí también habitan diferentes tipos de organismos. Uno de ellos es el dragón de la Patagonia, un insecto de la familia de los plecópteros que realiza todo su ciclo de vida en el hielo, explica Espinoza. Asimismo, dice, su derretimiento, dentro de los parámetros normales, abastece de agua y nutrientes a ecosistemas completos.

El calentamiento global, no obstante, está amenazando a los glaciares y a la vida que sostienen. Jorge Luis Ceballos, glaciólogo del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (IDEAM) de Colombia, dice que en todo el mundo se está experimentando “un derretimiento acelerado”.
Por la posición del planeta en relación con el sol, la situación es más crítica para los glaciares tropicales, explica Ceballos. En América del Sur, estos se encuentran alrededor de la línea ecuatorial, entre Venezuela y la frontera norte de Chile y Argentina.

A pesar de la amenaza inminente, iniciativas a lo largo de los Andes buscan estudiarlos, visibilizar los impactos de las industrias mineras y difundir su importancia para la espiritualidad de los pueblos indígenas con el fin de protegerlos.
Un mensaje desde Venezuela, la primera nación postglacial
Aunque en el Pico Humboldt, en Venezuela, todavía queda alrededor de una hectárea de hielo, un poco más que un campo de fútbol, “para los glaciólogos ya no puede considerarse un glaciar”, dice Luis Daniel Llambí, profesor titular de ecología de la Universidad de los Andes, en Mérida. Esto convierte al país, cuyos glaciares sumaban en 1910 una superficie equivalente a 300 canchas de fútbol, en la primera nación postglacial de los Andes.
Es por eso que Llambí, junto a otros científicos, inició investigaciones para entender cómo estaban cambiando los ecosistemas a medida que desaparecían los glaciares y así “mandar un mensaje de alerta sobre el impacto del cambio climático”, señala.

El científico enfatiza en la importancia de que los países andinos protejan sus glaciares y establezcan una cultura de turismo responsable en las montañas, pues cuando estas grandes masas de hielo retroceden, “se forman ecosistemas de una fragilidad enorme”.
En 2019, Llambí y la física Alejandra Melfo coordinaron el inicio de una serie de expediciones financiadas por National Geographic para documentar la desaparición de los glaciares y estudiar la colonización de la vida.
Los científicos observaron “cómo se va armando un ecosistema desde cero”. Encontraron que donde el glaciar desapareció recientemente, primero colonizaron organismos microscópicos como las bacterias. Más tarde, llegan los líquenes – la unión o simbiosis entre un hongo y un organismo fotosintético, generalmente un alga o una cianobacteria– y musgos.

Les sorprendió que cerca del glaciar dominan sobre todo los líquenes. “Con nuestro equipo descubrimos siete especies nuevas para la ciencia, lo cual en líquenes es raro, porque son de distribución bastante amplia y no es tan fácil conseguir especies nuevas”, señala.
Luego, el equipo halló que los líquenes y los musgos se asocian en biocostras que favorecen el establecimiento de las primeras plantas. Las gramíneas o pastos colonizaron esas zonas incipientes, pero inmediatamente después, aparecieron las plantas con flor. Muchos años más tarde, llegaron los primeros polinizadores.
A medida que los investigadores se alejaban del remanente de hielo del Pico Humboldt y bajaban hasta donde llegaba el glaciar en 1910, veían ecosistemas con más tiempo en desarrollo, explica Llambí. “Es interesante estudiar cómo la vida se abre paso”, afirma.

No obstante, a Llambí le preocupa que mientras el deshielo es acelerado, principalmente en los Andes tropicales, los nuevos ecosistemas se ensamblan lentamente. Luego de 100 años desde que el glaciar del Pico Humboldt empezó a retroceder, las primeras redes de plantas y sus polinizadores, todavía son “extremadamente sencillas”.
“Enfrentamos el peligro de acumular una deuda climática, porque no sabemos si los organismos van a colonizar a una velocidad suficiente para enfrentar el cambio climático”, concluye.
Chile: la ciudadanía defiende a los glaciares frente a una minera
En 2024, una minera estadounidense quiso entrar al Parque Andino Juncal, que cuenta con 24 glaciares y está al pie del glaciar Juncal, uno de los mayores atractivos turísticos de la zona. Esta reserva privada ubicada en la región de Valparaíso, Chile, tiene, además, seis humedales y numerosas fuentes de agua prístina. Por eso, en 2010 fue declarada sitio Ramsar, un protocolo internacional para la protección de humedales.

En el Juncal “nace el agua de la cuenca del Aconcagua y de allí proviene uno de cada cuatro litros de agua que bebemos las personas de la región de Valparaíso, donde viven dos millones de personas”, afirma Jorge Morales, vocero de la Coordinadora Defensa Akunkawa.
El agua recorre 150 kilómetros, desde los glaciares en el límite con Argentina, por el valle del Aconcagua hasta desembocar en el océano Pacífico. En ese recorrido, hay ecosistemas sensibles que dependen de este recurso. “Si la minería interviene el Parque Andino Juncal, se correría el riesgo de que la fauna endémica desaparezca”, asevera Constanza Espinoza.
Aunque la familia Kenrick es propietaria del Parque de 13 796 hectáreas, en Chile, eso le da propiedad solo sobre la superficie, no sobre los minerales o recursos del subsuelo. La minera adquirió 15 concesiones para la exploración y explotación de cobre y oro en 8300 hectáreas del lugar.

En Chile, antes de la exploración, se requiere que las mineras monumenten su pertenencia estableciendo hitos. Solo esta actividad ya representaría una afectación directa a la biodiversidad del Parque, por lo que la familia propietaria solicitó en primera instancia que la marcación se haga en formato digital. No obstante, en marzo de 2024, la minera estadounidense consiguió una orden judicial para entrar a la zona.
La comunidad se organizó para impedirlo. “Comenzamos cinco personas y llegamos a ser cerca de 80 organizaciones a lo largo del valle del Aconcagua”, cuenta Morales. Realizaron actividades de visibilización sobre la importancia de los glaciares e incluyeron expresiones artísticas, culturales y espirituales. La resistencia pacífica alcanzó un primer triunfo.
El 16 de abril de 2024 venció el plazo para que la empresa concretara la pertenencia minera, por lo que tendrá que reiniciar el proceso de solicitud de la concesión. Esto permitió que las organizaciones que se unieron para defender el Parque ganen tiempo.

“Tuvimos acceso a información que señala que las reservas mineras no son tan significativas para un proyecto de inversión”, asegura el vocero de la Coordinadora Defensa Akunkawa. Sin embargo, esto no anula la amenaza. “Puede ocurrir que el titular venda el proyecto a alguien que sí le resulte atractivo”, dice.
Por el momento, los defensores del Juncal y del Valle del Aconcagua se mantienen alertas y siguen levantando información para continuar con la protección de los glaciares una vez que la amenaza se reactive.
En Colombia, un pueblo indígena declaró intangibles a los glaciares
Para los U’wa, los glaciares son sagrados. “El Dios Sira nos dejó el glaciar para que nosotros nos conectáramos directamente con ellos”, dice Juan Tegria, asesor jurídico de la Asociación de Autoridades Tradicionales y Cabildos U’wa. Se refiere al Zizuma, como es conocido en su lengua, o a la Sierra Nevada del Cocuy, en el norte de Colombia.

“Si nosotros permitimos que el glaciar sea pisado, ensuciado o disminuido, la conexión espiritual se va a acabar. Por eso no permitimos que el glaciar sea tocado”, explica el abogado. Pero no siempre fue así.
El Zizuma fue declarado como Parque Nacional Natural El Cocuy en 1977. En 2021 recibió unos 25 000 visitantes. Durante mucho tiempo, montañistas y turistas caminaban, se deslizaban, jugaban y pernoctaban sobre los glaciares. Entonces, en 2014, los U’wa iniciaron una protesta para que el Parque se cierre al turismo.
Después de años de tensiones entre el pueblo indígena U’wa y el gobierno colombiano, llegaron a un acuerdo. En 2017 se emitió una resolución en la que se autoriza el uso de tres senderos para subir hasta el borde del glaciar. En el website de Parques Nacionales de Colombia se corrobora esta decisión y se alerta la prohibición de “pisar, deslizarse sobre la nieve o manipular la misma”.

“Resulta que en 2024 volvimos a hacer una movilización”, relata Tegria. El abogado señala que les llegó información de que “hay gente sin escrúpulos” que ocupa senderos no autorizados y pasa la noche en el glaciar, aunque está prohibido. “Dijimos que tenía que volver a cerrarse el Zizuma, pero los campesinos que se benefician de las actividades turísticas no estuvieron de acuerdo. Así que nos retiramos”, cuenta.
En 2024, los U’wa ganaron en la Corte Interamericana de Derechos Humanos una demanda en contra del Estado colombiano por la violanción a sus derechos. El caso fue motivado por el desarrollo inconsulto de una serie de proyectos hidrocarburíferos en su territorio ancestral, por la falta de reconocimiento formal de su territorio y por los conflictos sobre el manejo del Parque Nacional Natural.

La sentencia dispuso, entre otros, que Colombia asegure la participación de la Nación U’wa en la administración del área protegida. “Estamos tratando de concertar que no exista ese turismo clandestino, si van a salvaguardar el Zizuma, que se haga de manera integral”, exige Tegria.
Si bien es difícil llegar a un consenso entre la cosmovisión indígena y el deseo de los turistas de ascender los glaciares, este pueblo espera que se respete su cosmovisión. Los U’wa realizan diferentes rituales a lo largo del año con el objetivo de que se mantenga el equilibrio de la naturaleza, que a su pesar, está cambiando por el calentamiento global.
Foto principal: Glaciar Juncal Norte, en la región de Valparaíso, Chile. Foto: Parque Andino Juncal