- El Dr. Andy Mack se pronuncia: “Lo grande rara vez funciona. Las grandes organizaciones internacionales de conservación tienen grandes presupuestos que sustentan grandes oficinas y a un personal con grandes salarios en los EE.UU. y Europa. Por dólar, esas organizaciones consiguen mucho menos que organizaciones nacionales más pequeñas en los países de la selva”.
- “La gente dedicada, bien formada y competente es el denominador común más bajo en todos nuestros éxitos de conservación; lo contrario es el denominador común de muchos fracasos de la conservación”.
- “¿Qué parte del presupuesto de la conservación mundial se invierte en las personas? ¿Qué porción del pastel se destina a formar a personas en los países donde hay selva tropical?”
- “Por desgracia, la respuesta a esas preguntas muestra el motivo por el que creo que la conservación está fracasando. Cualquiera en el sector sabe lo común que es que los donantes de la conservación estipulen que ‘no hay sueldos’. Infravaloramos a los conservacionistas en las naciones tropicales”.
El Dr. Andrew Mack estudia a unos parientes cercanos de los dinosaurios que siguen con vida, los casuarios: aves gigantes que no vuelan y pueden tumbarte de una sola patada. Aunque, como el Dr. Mack diría, son relativamente inofensivos. Él lo sabe bien, ha trabajado en la selva remota de Papúa Nueva Guinea durante más de 20 años, haciendo un seguimiento por radio de los excrementos (sí, excrementos) de los casuarios y siguiendo la pista de los movimientos de semillas.
Más allá de su trabajo como reconocido cazador mundial de caca, Andy Mack ha trabajado en asuntos relacionados con la conservación local durante mucho tiempo, y sus más de 20 años en Papúa Nueva Guinea (PNG) le han servido como fundamento para su libro Searching for Pekpek: Cassowaries and Conservation in the New Guinea Rainforest (Buscando a Pekpek: casuarios y conservación en la selva de Nueva Guinea). También ha creado un programa de formación en conservación para los estudiantes del país —programa que ha evolucionado en el Instituto de Investigación Biológica de PNG.
Lo que Mack ha aprendido después de 20 años de trabajo sobre el terreno en PNG es que la conservación proviene de las personas.
“La gente dedicada, bien formada y competente es el denominador común más bajo en todos nuestros éxitos de conservación; lo contrario es el denominador común de muchos fracasos de la conservación” —explicó a mongabay.com. “Soy precavido con la idea de la innovación en la conservación. La innovación puede proporcionar herramientas para la conservación. La tecnología de teleobservación y los modelos SIG son herramientas extraordinarias, pero no resultan en más… Los resultados en la conservación llegan cuando alguien, o normalmente un grupo de personas, cambian su comportamiento… Muchos líderes de la conservación, organizaciones y donantes lo olvidan”.
El Dr. Mack ha ocupado posiciones altas en dos de las mayores organizaciones de conservación —Conservación Internacional y la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre— y dos de los museos de historia natural más grandes de los Estados Unidos —el Museo Carnegie de Historia Natural en Pittsburgh y la Academia de Ciencias Naturales.
“Lo grande” —dice— “rara vez funciona. Las grandes organizaciones internacionales de conservación tiene grandes presupuestos que sustentan grandes oficinas y a trabajadores con grandes sueldos en los EE.UU. y Europa. Por dólar, esas organizaciones consiguen mucho menos que las pequeñas organizaciones nacionales en los países donde hay selva tropical” —afirma. “Muchos conservacionistas de campo dicen que la mejor forma de matar un proyecto es concediéndole una gran subvención. Mejor tener presupuestos más pequeños y seguros en plazos más largos”.
Mack es ahora conservacionista independiente y escritor. Vive en la región de Laurel Highlands en Pensilvania y se mantiene activo en los trabajos de conservación en la zona. Hay una especie de árbol, una rana y un piojo que han recibido su nombre en su honor.
“Para mí, el mayor avance sería que las personas que hacen donaciones para la conservación y las grandes organizaciones de conservación convirtieran a los conservacionistas de los países de la selva tropical en su principal prioridad. Si se forma y se da apoyo real a los conservacionistas nacionales en lugares como Papúa Nueva Guinea, se empezarán a ver más resultados. No estoy seguro de cuántos encargados de toma de decisiones y donantes reciben ese mensaje, pero es mi esperanza para un gran avance. Cualquier otra cosa no producirá resultados duraderos”.
Entrevista exclusiva de Mongabay con el Dr. Andrew Mack:
MONGABAY: ¿Cuál es su bagaje? ¿Cuánto tiempo lleva trabajando en la conservación de los bosques tropicales y en qué lugares? ¿En qué área se centra?
MACK:Empecé como observador de aves cuando era niño, para cuando cumplí quince años ya planeaba mi primer viaje a México, el cual pagué con un trabajo de camarero y realicé a los dieciséis. Desde entonces he estado enganchado a los bosques tropicales.
Conseguí un trabajo en la Academia de Ciencias Naturales que me permitió [pasar] más tiempo en los neotrópicos. En esos años realicé dos visitas clave a Sabah [Malasia] —ambas a principios de los 80. Cada viaje tuvo una duración de unos tres meses en un increíble bosque de dipterocarpáceas; se podría decir que es el bosque tropical más magnífico que existe. Lo estaban talando cuando estuve allí. Vi como se desplazaba todo tipo de vida silvestre ante el avance de la tala descontrolada. Se convirtió en una plantación de palma aceitera. En ese momento, se desarrolló mi compromiso con la conservación de la selva tropical y planeé volver cuando empecé mi posgrado en 1985.
Sin embargo, el plan cambió con la oportunidad de ir a Papúa Nueva Guinea. Cuando llegué allí, supe que me iba a quedar. Los bosques me hablaban. La región ha sido mi área de especialidad desde entonces, ¡pero no descarto la posibilidad de ir a otro lugar si se presenta!
MONGABAY: ¿Está implicado de forma personal en algún proyecto o investigación que sienta que representa la innovación emergente en la conservación de los bosques tropicales?
MACK: Soy precavido con la idea de la innovación en la conservación. La innovación puede proporcionar herramientas para la conservación. La nueva tecnología de teleobservación y los modelos SIG son herramientas extraordinarias, pero no resultan en más conservación.
La conservación resulta cuando alguna persona, o normalmente un grupo de gente, cambian su comportamiento. La innovación y las herramientas pueden ayudar a catalizar esos cambios, pero el nexo real se reduce a los conservacionistas que trabajan por el cambio y a su interrelación con la gente que cambia su comportamiento. A menudo, estos conservacionistas están en el terreno y hablan con vecinos, ejercen presión sobre sus líderes y les urgen y persuaden para que cambien.
Los resultados en la conservación están limitados por el número de ese tipo de personas y las habilidades que pueden aportar al cambio. Muchos líderes de la conservación, organizaciones y donantes lo olvidan. Invierten primero en las herramientas, la ostentación y las modas pasajeras.
Confieso que la mayor parte de mi participación en la conservación no tiene que ver con innovaciones emergentes ni tecnología atractiva. Intento formar a jóvenes conservacionistas en Nueva Guinea y respaldarles con el apoyo que necesitan para conseguir logros significativos.
MONGABAY: ¿Cuál será el próximo gran movimiento en la conservación forestal? ¿Qué enfoques o ideas están surgiendo o han surgido recientemente? ¿Cuál será el catalizador del próximo gran avance?
MACK: Por desgracia, no creo que nunca haya habido muchos grandes avances. Llevo suficiente tiempo en la conservación como para haber visto todo tipo de ideas prometedoras, como canjes de deuda por naturaleza, PICD [Proyectos Integrados de Conservación y Desarrollo], biofarmacia y ecoturismo y otros productos no maderables, REDD [Emisiones Reducidas de la Deforestación y la Degradación] y cualquier encarnación imaginable del “establecimiento de prioridades”. Ninguno de estos métodos ha demostrado ser muy transformador.
Los lugares en los que esas ideas sí funcionan son aquellos donde la gente correcta los ejecuta. Muchas veces, cuando fracasan, también se reduce al elemento humano. La gente dedicada, bien formada y competente es el denominador común más bajo en todos nuestros éxitos de conservación; lo contrario es el denominador común en muchos fracasos de la conservación.
¿Qué parte del presupuesto mundial de la conservación se invierte en las personas? ¿De los cientos de estudios de establecimiento de prioridades en artículos académicos, cuántos identifican a las personas como la prioridad? ¿Qué porción del pastel se destina a formar a personas en los países donde hay selva tropical y en apoyarles en la batalla a largo plazo que requiere cualquier éxito significativo en la conservación?
Por desgracia, la respuesta a estas preguntas muestra por qué creo que la conservación está fracasando. Cualquiera en el sector sabe lo común que es que los donantes de la conservación estipulen que “no hay salarios”. Infravaloramos a los conservacionistas en las naciones tropicales.
Para mí, el mayor avance sería que las personas que hacen donaciones para la conservación y las grandes organizaciones de conservación convirtieran a los conservacionistas de los países de la selva tropical en su principal prioridad. Si se forma y se da apoyo real a los conservacionistas nacionales en lugares como Papúa Nueva Guinea, se empezarán a ver más resultados. No estoy seguro de cuántos encargados de toma de decisiones y donantes reciben ese mensaje, pero es mi esperanza para un gran avance. Cualquier otra cosa no producirá resultados duraderos.
MONGABAY: ¿Cuál cree que es el mayor desarrollo que se ha dado en la conservación de los bosques tropicales en la última década?
MACK: Los mayores desarrollos son las cosas graduales que no vemos tan fácilmente. Cuando fui testigo de la tala del alto bosque de dipterocarpáceas en Sabah, hace 35 años, a casi nadie le preocupaba ese tema. Unas cuantas personas dieron la voz de alarma, pero pocos les escucharon. Parece que la palma de aceite sea el problema más reciente… pero el problema viene de lejos.
Hace un par de años volví a Sabah y conocí a muchos jóvenes malasios muy preocupados por la conservación, que luchaban por conseguir cosas con muy poco apoyo. En muchos países con bosque tropical están emergiendo grupos de ciudadanos sensibilizados con el tema de la conservación. Ellos son el desarrollo más prometedor. Podrían llegar a hacer algo. Necesitan apoyo.
Ciertamente, la tecnología ofrece a la conservación todo tipo de nuevas herramientas, pero si no están en las manos adecuadas no sirven de nada. Los desarrollos más prometedores, en mi humilde opinión, no son artilugios electrónicos ni sofisticados modelos de simulación, ni la ingeniería genética. Los desarrollos más prometedores son los jóvenes indonesios, papú neoguineanos, bolivianos, etc., dedicados a la conservación en los bosques tropicales de su país.
MONGABAY: ¿Hay algo en la conservación que no funcione pero aún reciba niveles de apoyo injustificados?
Lo grande rara vez funciona. Las grandes organizaciones internacionales de conservación tienen grandes presupuestos que sustentan grandes oficinas y unos trabajadores con grandes salarios en los Estados Unidos y Europa. Por dólar, esas organizaciones consiguen mucho menos que organizaciones nacionales más pequeñas en los países de la selva tropical. Los grandes proyectos con grandes presupuestos suelen fracasar.
El proyecto de conservación más grande de la historia de PNG, que tenía un presupuesto de más de seis millones de dólares —lo cual lo convertía en uno de los mayores proyectos del mundo— fracasó pronto y no consiguió nada. Muchos conservacionistas dicen que la mejor manera de matar un buen proyecto es dándole una gran subvención. Mejor tener presupuestos más pequeños que sean seguros en plazos más largos.
Las grandes organizaciones de conservación persiguen proyectos que les den mucho dinero porque les ofrecen más apoyo para gastos generales de personal y oficinas. Las organizaciones pequeñas que consiguen resultados no pueden acceder a esas grandes subvenciones, y a menudo no cuentan con el personal necesario para gestionar los pesados requisitos de los informes cuando pueden optar a una. Deben depender de fuentes de financiación más pequeñas, muchas de las cuales estipulan explícitamente que no cubren “salarios ni gastos generales”. La mayoría tienen menos de tres años. De modo que las personas y organizaciones más efectivas no tienen forma de sustentarse o apenas lo consiguen con una recaudación de fondos incesante. El sistema está atascado en contra de los pequeños y eficientes conservacionistas nacionales para favorecer a grandes organizaciones internacionales ineficientes.
Es difícil verlo desde los EE.UU. o Europa. Los donantes en esos países consiguen gran parte de la información de las personas que reciben su dinero. Damos nuestros 35 dólares de afiliación [anual] a las grandes organizaciones, nos envían su calendario, revista o una taza y sentimos que estamos ayudando, pero hay muy poco escrutinio sobre cómo se gastan esos 35 dólares.
Para la gente que está en lugares como Papúa Nueva Guinea, el problema es obvio. Suele haber una corriente de frustración interior y, a veces, resentimiento al ver que los pequeños grupos nacionales se ven apartados por los grupos internacionales ricos.