- Empresas Públicas de Medellín (EPM) alcanzó a construir el nivel de la presa necesario para evitar una catástrofe inminente. Sin embargo, el riesgo aún sigue siendo grande y no es claro cuál es el plan a seguir.
- Más de 130 000 personas en los departamentos de Antioquia, Sucre, Bolívar y Córdoba mantienen en alerta, pues un aumento súbito del caudal del río Cauca, el segundo más importante de Colombia, podría poner en peligro sus vidas y todas sus pertenencias.
A finales de abril Colombia empezó a vivir en una angustia constante por cuenta del riesgo de colapso del Proyecto Hidroeléctrico de Ituango, más conocido como Hidroituango, una de las obras de ingeniería más grandes en la historia del país y con un costo que supera los 11 billones de pesos (cerca de 3807 millones de dólares). La obra está ubicada en el departamento de Antioquia, en el noroccidente de Colombia y afecta al río Cauca, el segundo en importancia después del Magdalena.
El taponamiento del túnel auxiliar de desviación del río, por cuenta de un derrumbe aguas arriba de las obras principales, fue el comienzo de la preocupación para la comunidad de Puerto Valdivia en el municipio de Valdivia, departamento de Antioquia. Esta población es el asentamiento más cercano a la construcción de la presa, aguas abajo del río.
El temor radica en que una creciente en el caudal del río Cauca comprometería nuevamente —como ya lo hizo hace unos días— a esta población, lo que se agrava pues en caso de un colapso de la obra, la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha informado que también estarían en riesgo 14 municipios: Cáceres, Tarazá, Caucasia y Nechí en el departamento de Antioquia; San Jacinto del Cauca, Achí y Magangué en el departamento de Bolívar; Guaranda, San Marcos, San Benito Abad, Sucre, Majagual y Caimito en el departamento de Sucre y Ayapel en el departamento de Córdoba. Una falla de la presa, que aún no está terminada, podría arrasar con todas estas poblaciones y poner en riesgo la vida de más de 130 000 personas.
Habitantes de Puerto Valdivia y de las zonas cercanas al proyecto venían manifestando su preocupación desde finales de abril cuando el caudal del río Cauca empezó a subir significativamente, pero Empresas Públicas de Medellín (EPM), encargada de la construcción de Hidroituango, aseguraba en ese momento que no había riesgo y se trató de minimizar la situación.
Sin embargo, lo que muchos temían ocurrió el sábado 12 de mayo, cuando el río Cauca inundó la población de Puerto Valdivia, arrasó con uno de los puentes emblemáticos del lugar y entró hasta las casas. Todas las personas tuvieron que ser evacuadas esa misma noche. EPM dijo que “entre las 2:00 p.m. y las 6:00 p.m., hubo un destaponamiento de forma natural en el túnel derecho del proyecto hidroeléctrico Ituango, lo que generó un aumento del caudal del río Cauca, aguas abajo. Pasadas las 6:00 p.m. se registró de nuevo, de manera natural, el taponamiento de este mismo túnel”.
A partir de ese momento la situación ha sido crítica. Este jueves 31 de mayo el gobierno nacional confirmó que se mantiene la alerta roja en los municipios de Valdivia, Tarazá y Cáceres, donde hay orden de evacuación preventiva. “Hoy estuvimos en compañía del Viceprocurador General de la Nación y todo el componente del Sistema, acá en Antioquia en las zonas de amenaza que tienen que ver con el río Cauca en relación a la alerta roja que se ha emitido. En Valdivia y Cáceres encontramos acciones de evacuación preventiva y eso da pie para decirles que están funcionando las acciones que se han emitido desde el Puesto de Mando Unificado tanto a nivel nacional y departamental y lo que se está haciendo en coordinación con Hidroituango”, dijo Carlos Iván Márquez Pérez, director de la UNGRD.
La institución también informó que actualmente se cuenta con 36 albergues en Valdivia, Puerto Antioquia en Tarazá y en el corregimiento Guarumo en Cáceres con más de 9300 personas. De estos, 14 son temporales y 22 son espontáneos y autoalbergues.
A pesar de todas las acciones adelantadas por EPM, el panorama es complejo y el riesgo todavía no desaparece. Mongabay Latam le muestra cómo se llegó a una emergencia de gigantescas proporciones.
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¿Qué fue lo que pasó?
- Hidroituango tenía dos túneles iniciales de desviación para el río Cauca. Hubo unos retrasos en la obra, que podían a su vez retrasar la entrada en operación del proyecto unos dos años, y por eso EPM decidió hacer un túnel adicional, que era dos veces más grande que los dos primeros. Esto le permitiría avanzar en la construcción de la presa y tener las descargas de fondo de las compuertas en ese túnel, no en los originales. Esta decisión aceleró de manera importante la obra.
- Entre febrero y marzo de este año se decidió taponar los dos túneles de desviación y dejar habilitado solo el túnel 3. Como Colombia estaba en temporada de verano, EPM decidió que era el momento indicado para hacerlo.
- El proyecto empieza a depender de un solo túnel, aunque también había otro adicional (el de descarga intermedia), pero tampoco estaba listo. Este último debería tener una compuerta y ayudar al llenado del embalse. Sin embargo, no estaba finalizado pues se estaba a la espera de solucionar unos problemas geológicos.
- La contingencia inicia el día 28 de abril con el reporte de topografía que indicaba un incremento de 1,60 metros en el nivel del río Cauca, activando inmediatamente el Plan de contingencia con la Cruz Roja.
- El 29 de abril el nivel del río se incrementa hasta llegar a la vía Ituango – El Valle y en horas de la noche, el grupo responsable de la topografía reporta incremento en el caudal de descarga, según un informe de la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (Anla).
- El 30 de abril se registra un hundimiento inusual sobre la margen derecha delante de la entrada al Sistema Auxiliar de Desviación (túnel 3), según el mismo informe de la Anla. Esto genera su taponamiento.
- El túnel colapsa y cuando lo hace el nivel del agua comienza a subir pero no había por dónde sacarla.
- EPM intentó quitar el tapón del túnel dos pero la rápida subida del embalse no daba tiempo suficiente para lograrlo. El problema era que la presa no estaba terminada y si el agua la alcanzaba y salía por encima podía derrumbarla y causar una tragedia de magnitudes nunca vistas en Colombia.
- El 10 de mayo EPM decide inundar el cuarto de máquinas para que el agua fluyera por ahí. Una decisión que desde ese momento se sabía traería retrasos y sobrecostos enormes para el proyecto.
- El nivel del agua sigue subiendo y el día 12 de mayo, como lo informó EPM, el túnel número dos en el lado derecho se destaponó de manera natural, lo que causó la salida del agua a gran presión y la inundación de Puerto Valdivia.
- Días después casa de máquinas se bloquea parcialmente. El agua empieza a salir por los lados, pero finalmente se desbloquea.
- EPM trabaja en la construcción de la presa, para intentar llevarla hasta la cota 410, es decir, a 212 metros de altura. Este es el nivel mínimo que se necesita para que pueda activarse el vertedero y evitar un desbordamiento. El 23 de mayo se alcanzó ese objetivo.
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¿Qué viene ahora?
Llevar la presa hasta la cota 410 evitó una catástrofe inminente. Sin embargo, el riesgo continúa pues se han presentado nuevos derrumbes aguas arriba y filtraciones en la roca de la presa. Alejandro Franco, experto en temas hidráulicos y profesor de la facultad de Ingeniería de la Universidad de La Salle, explica que hubo un momento, dentro de casa de máquinas, cuando el agua empezó a descargar sobre el talud abajo de la presa, “eso sí es muy grave porque el agua puede erosionar la presa. EPM debe verificar si ese escurrimiento por esa zona generó erosión a la estructura o si parte del agua se fugó por en medio de la roca hacia los rellenos de la presa”, asegura.
Franco asegura que si esto llegara ser así se puede poner en riesgo la presa. “Hay que revisar bien el daño estructural en que quedó, si es grave puede que no sirva para nada y sea más seguro desocupar el embalse y volver a empezar. Una filtración por el cuerpo de la presa significa que el agua le va haciendo huecos por dentro hasta que esta falla”.
Según dice, este análisis debe esperar por lo menos a que pase el periodo de invierno, pues es en verano cuando se puede ver realmente si las fugas de agua se conservan. Si hay drenaje se puede dar un parte de tranquilidad pero si persiste se estaría frente a una situación muy delicada.
Es necesario sellar los túneles de desviación, pero muchos se preguntan cómo lo hará EPM. “Es un reto de ingeniería inmenso porque de uno de ellos todavía está saliendo agua. EPM no ha dado mayor información sobre cómo piensa hacerlo, pero una vez se tapen, se deberá subir el nivel del agua para pasarla por el vertedero. Ahí el Cauca empieza a fluir con sus crecientes normales porque no se está haciendo ningún tipo de control”, comenta Santiago Ortega, profesor de la Escuela de Ingeniería de Antioquia.
Miles de trabajadores han expuesto sus vidas para evitar una catástrofe sin precedentes en Colombia. Foto: EPM.Según el ingeniero Ortega, también es necesario bajar el embalse para poder “cambiar la parte de la presa que se construyó de forma acelerada pues no se utilizó el material definitivo. Después se debe subir nuevamente la estructura, construir casa de máquinas y un túnel para que el río pase por otro lado. Finalmente, se debe sellar todo y subir nuevamente el embalse para que la presa empiece a operar como debe ser. Es un proceso muy largo porque no es claro cómo se va a desembalsar el agua”, añade.
Al igual que a Alejandro Franco, a Santiago Ortega también le preocupa la roca en el lado derecho de Hidroituango, ya que ahí están apoyadas todas las obras principales. El problema es que la presa subió muy rápido y se han estado presentando derrumbes, fisuras y movimientos de agua a través del macizo, “no es muy claro qué peligro representa eso y cuál es la verdadera salud de esa roca”, dice Ortega.
Ahora que la etapa más difícil de la emergencia ha pasado —sin que esto quiera decir que el peligro ha cesado—, la gran preocupación, como lo han dicho Ortega y Franco, es que el macizo está sufriendo condiciones anómalas, como por ejemplo que la casa de máquinas está llena de agua que baja con flujos de aire y unas condiciones que la roca en teoría no debería soportar. Además, un llenado muy rápido hace que la presión del aire aumente y puede generar agrietamientos y derrumbes. En otras palabras, ese gran macizo está siendo forzado a condiciones no habituales y no se sabe su capacidad para soportar.
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Incertidumbres técnicas y políticas
EPM tenía programado el inicio de llenado del embalse a partir de febrero, pero había unas actividades previas que debía realizar antes del llenado. Según el ingeniero Alejandro Franco, se debían terminar los rellenos de la presa, que hasta la fecha siguen sin terminar, y finalizar los concretos del vertedero, que hoy tampoco están acabados.
Según comenta, el problema fue la determinación de EPM de empezar el llenado del embalse sin tener esas dos cosas listas. “Esa decisión pasa por gerencia. Si ellos no entraban a operar el 29 de septiembre de este año les empezaban a cobrar una multa. También es claro que alguien en el gobierno autorizó el llenado sin tener las obras terminadas. De eso nadie habla pero es el tema realmente importante. Con un río como el Cauca uno no juega”, enfatiza Franco.
El ingeniero va más allá y dice que a pesar de que al inicio de la contingencia se habló de fallas geológicas que no eran predecibles, eso no puede ser cierto porque “cuando se excava el túnel, y eso fue ya hace varios años, usted puede ver la geología completa y las fallas. Al encontrar un problema se podían colocar perfiles metálicos, concreto, en fin, lo que usted necesitara. Los hechos demostraron que fue una maniobra insegura”.
Daniel Quintero Calle, exviceministro de Economía Digital del Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones, ha sido uno de los más duros críticos del proyecto. Según dice, hubo una estrategia oficial dentro de la Alcaldía de Medellín, la constructora brasileña Camargo Correa y EPM que buscaba, presuntamente, que los ciudadanos no le prestaran atención a los responsables “sino que creyeran dos cosas: primero, que se había tratado de un caso geológico imprevisible de la naturaleza y segundo, que si llegare a ser necesaria una investigación esta debía hacerse después, cuando ya hubiera pasado la tragedia”.
Quintero Calle también cuestiona las decisiones financieras que se tomaron en el pasado. “En 2013 se hace un otrosí al proyecto,el cual se aprueba en 2015 y termina costando 800 000 millones de pesos (277 millones de dólares) y que en definitiva significó un cambio de los diseños. Excusan el cambio diciendo que los estudios geológicos se hicieron mal y que hay un retraso de 20 meses. Ea modificación incrementa el costo y elimina varios requerimientos de seguridad del proyecto y hasta de sentido común, como por ejemplo: no terminar la presa antes de cerrar los túneles de desviación; no construir las compuertas de cierre de los túneles de desviación principales; construir un tercer túnel mucho más largo que terminó siendo el único que recibió todo el caudal del río Cauca y hacer las obras en una zona con múltiples fallas geológicas, entre ellas la del Tocayo y la del Mellizo”.
Pero quizás uno de los puntos más delicados en las afirmaciones de Daniel Quintero Calle es el referente a ocultamiento de información por parte de EPM. De acuerdo con él, la Alcaldía de Medellín y EPM “en medio de la crisis empezaron a negar el acceso a documentos que ya nosotros estábamos investigando. Nos causó mucha sorpresa cuando los eliminaron de la página web. Pero más grave aún es que había unos sensores que medían el nivel del río Cauca y que se convirtieron en una herramienta para que los ciudadanos supieran cuál era el nivel del riesgo que corrían y poder reaccionar a tiempo. Ellos prefirieron quitar el acceso público de ese sensor para que los ciudadanos tuvieran que esperar sus comunicaciones, que han sido tremendamente oscuras”.
Tanto Jorge Londoño de la Cuesta, gerente de EPM, como Federico Gutiérrez, alcalde de Medellín, han negado esas afirmaciones. “A mí, desde el primer momento —cuando se presentó la obstrucción del túnel hace un mes— me han pintado todos los escenarios, inclusive por encima de lo más grave que podría pasar. La verdad se ha dicho desde el primer momento”, dijo el alcalde de Medellín.
Y es que el problema pasó a ser no solo un gran problema técnico sino un dolor de cabeza político. A tal punto que el gobernador de Antioquia, Luis Pérez, este jueves 31 de mayo criticó duramente las actuaciones de EPM e indicó que “no existe un informe técnico por parte de EPM de si hay que preocuparse o no por este problema. Siempre se decía que eran movimientos leves. ¿Qué ha pasado entonces con esta información cruzada? Que una cosa están diciendo las redes sociales, otra cosa están diciendo los medios de comunicación y otra cosa están diciendo los informes de EPM”, aseguró. Pérez incluso ordenó una investigación con expertos de la Universidad Nacional para verificar la situación real del proyecto hidroeléctrico.
EPM también reaccionó ante los duros cuestionamientos del gobernador y en un comunicado de prensa dijo que “desde que se presentó la contingencia en el proyecto hidroeléctrico Ituango, el pasado 28 de abril, EPM ha emitido oportunamente 41 comunicados a la opinión pública, a través de los cuales se ha informado permanentemente de la evolución de la contingencia en el proyecto (…). Las declaraciones del señor Gobernador de Antioquia afectan seriamente la credibilidad y reputación de EPM ante la banca comercial nacional e internacional, la banca multilateral, la banca de desarrollo y fomento, las firmas calificadoras de riesgo e inversionistas institucionales. Una reputación ganada a pulso, con un trabajo responsable, a lo largo de 63 años de historia y de ser un referente en la región como una organización transparente, con rigor técnico e innovación”.
Pero esta disputa no solo se da por el riesgo de perdida de vidas humanas —situación que, según el gobierno, ha sido enfático en asegurar que es su prioridad— sino que puede haber pérdidas económicas que perjudican a varios actores. Según Quintero Calle, la gobernación de Antioquia cansada de que EPM le dijera mentiras tomó la decisión de contratar una comisión independiente de expertos porque ya no confiaba en la información que se está entregando y además “tiene invertidos ahí 5,5 billones de pesos (cerca de 1750 millones de dólares), de los cuales el 60 % es crédito. Esto podría poner en un riesgo gravísimo la estabilidad financiera del departamento”. Además, dice que EPM aprobó el 29 de mayo la venta de hasta 3 billones de pesos (cerca de 1000 millones de dólares) de activos para afrontar los costos de Hidroituango, lo cual llevaría a que la gobernación de Antioquia tuviera que hacer lo mismo para soportar lo que le corresponde en pérdidas.
En cuanto a la parte técnica, el ingeniero y profesor Alejandro Franco asegura que si nada de esto hubiera ocurrido, la persona que tomó la decisión de sellar los túneles y empezar el llenado del embalse sin haber terminado la presa para acelerar la obra, hoy sería un héroe en EPM. “Pero son riesgos que uno no puede asumir cuando tiene toda una población expuesta. Contingencias pueden haber muchas, aquí realmente estamos ante una decisión irresponsable de hacer una maniobra insegura”, afirma.
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Impactos ambientales
Rubén Darío Londoño, ingeniero geógrafo, magíster en ingeniería ambiental y experto en impacto ambiental y ordenación y manejo de cuencas hidrográficas del programa de Ingeniería Ambiental y Sanitaria de la Universidad de La Salle, asegura que lo primero que se debe hacer con este tipo de obras son los estudios previos que permiten establecer cuáles son los sitios más indicados para ubicar la hidroeléctrica. Esos estudios se conocen como diagnóstico ambiental de alternativas. “Se supone que surtido este proceso se procede a la selección de la mejor alternativa y la Anla tiene la potestad de decidir cuál es la más conveniente”, cuenta.
Posterior a esto se realiza el estudio de impacto ambiental con el que, finalmente, la empresa obtiene la licencia ambiental. En el caso de Hidroituango esa licencia se obtuvo en 2009 y ha tenido varias modificaciones. En el momento en que se concedió aún no existía la Anla sino que la facultad de licenciamiento estaba en el Ministerio de Ambiente. Sin embargo, cuando Mongabay Latam revisó ese documento, encontró que en el 2001 el Ministerio declaró que el proyecto hidroeléctrico no requería Diagnóstico Ambiental de Alternativas, lo cual resulta llamativo si se considera un proyecto de altas proporciones e impacto como este (ver licencia).
Continuando con las afectaciones ambientales que normalmente se generan con una obra de esta magnitud, Londoño explica que es muy importante la relación que existe entre los diagnósticos ambientales, los planes de ordenación y manejo de cuencas hidrográficas (POMCAS) y los planes de ordenamiento territorial (POT). “Quienes en últimas deberían decidir dónde ubicar este tipo de proyectos y definir realmente si son viables para una cuenca hidrográfica determinada deberían ser los POMCAS, que están a cargo de la Corporaciones Autónomas Regionales (CAR)” y añade que “los POT deben formularse con sujeción a lo establecido en los POMCAS. Ese vínculo estrecho no se ha seguido con rigor en nuestro país”.
Por otra parte, también es importante tener claro que en proyectos como este siempre habrá una afectación a la flora y fauna. Necesariamente hay que talar vegetación y si existen árboles maderables se puede comercializar y si no, deben estudiarse sus posibilidades de uso.
Las vías de acceso, que deben construirse para el transporte de materiales, aceleran procesos erosivos. “El material fino y grueso se deposita en el fondo de los ríos, en este caso el Cauca y se aumentan la cantidad de sólidos suspendidos y sedimentados. Los primeros tienen un efecto negativo porque impiden el paso de la luz en la columna de agua y con ello el desarrollo de procesos de fotosíntesis, que es el principal mecanismo con el que un río puede mantener buenos niveles de oxígeno disuelto que a su vez permitan la presencia de formas de vida en el ecosistema acuático”, afirma Londoño.
Adicionalmente, de acuerdo con Londoño, en el proceso de construcción se puede presentar un fenómeno erosivo que lleve a la remosión en masa; lo que en el caso de Hidroituango contribuyó al taponamiento de los túneles.
El proceso de inundación es uno de los puntos críticos. Hay pérdida de flora y fauna y si no se aprovecha esa vegetación de manera previa a la inundación se presenta el proceso de oxidación de materia orgánica y se disminuye durante un tiempo considerable la cantidad de oxígeno disuelto. “Lo que uno podría esperar es que si esto ocurre, no habrá vida dentro del río embalsado”, comenta el profesor Londoño.
En ese sentido, en el auto 02292 del 15 de mayo de 2018, la Anla en su seguimiento y control ambiental a Hidroituango encontró que: “si bien el embalsamiento es gradual, Hidroituango S.A. E.S.P., se encontraba en el desarrollo de las labores de aprovechamiento forestal y ahuyentamiento de fauna (…). A medida que pasan los días, el área embalsada continúa aumentando e inundando nuevas áreas que no fueron objeto del aprovechamiento forestal (…). Hay una gran área por debajo de la cota de inundación y hasta la ribera del río Cauca, que no fue objeto de la extracción forestal. En este sentido, hay una gran cantidad de biomasa en pie que quedó sumergida”. (Ver documento).
En Colombia todavía se vive una emergencia, la angustia y la incertidumbre se siguen apoderando de miles de personas que viven cerca del río Cauca y los escenarios planteados por EPM de lo que puede suceder aún no son muy claros. Lo que sí parece estar dicho, es que al libro con la historia de Hidroituango todavía le faltan muchas hojas por llenar.