Las jaguares han encontrado un lugar seguro lejos de la expansión ganadera que los arrincona. Y ese refugio que los acoge es el área de conservación San Miguelito o San Miguelito Jaguar Conservation Ranch. A pesar de ser una estancia ganadera localizada en el municipio de Cuatro Cañadas, departamento de Santa Cruz, uno de los más deforestados de las tierras bajas y yungas de Bolivia, sus propietarios han decidido ir contra la corriente y proteger la biodiversidad.
Sus 3300 hectáreas han sido adaptadas como un espacio piloto para el desarrollo del proyecto la Ruta del Jaguar, que tiene como objetivo reducir la caza de grandes felinos en una de las zonas de mayor expansión agropecuaria del país.
La caza ilegal ha sido reemplazada por el ecoturismo. Y la conservación del jaguar (Panthera onca) es posible porque existe una estrategia diseñada para frenar la depredación de este felino. Lo que han hecho es crear un mecanismo de compensación económica para contrarrestar la pérdida de ganado tras el ataque de un jaguar.
Ronald Céspedes nos guía por el área. Va delante de nosotros cortando con su afilado machete la maleza. Señala en el camino algunas huellas que aún están frescas. “Este jaguar es grandote y debe haber pasado por aquí hace apenas unos 30 minutos”, señala Céspedes.
Continuamos el camino siguiendo el rastro del gran felino. Luego de varios minutos el GPS indica que hemos llegado a nuestro destino. Duston Larsen, uno de los responsables del proyecto se aproxima cuidadosamente hacia la cámara y le extrae la memoria. Luego revisa el contenido y confirma que han podido registrar a un jaguar dentro de la estancia. Esta siempre será una buena noticia para San Miguelito.
Lea más: Bolivia: ¿es posible la conservación de jaguares en un área ganadera?
Los huéspedes de San Miguelito
Las investigaciones que se han realizado dentro de San Miguelito han confirmado la necesidad de conservar este espacio. Expertos de la Wildlife Conservation Society (WCS) y el Museo de Historia Natural Noel Kempff Mercado han resaltado su importancia para América Latina.
Y un reporte del año 2007 elaborado por los biólogos Rosario Arispe, Damián Rumiz y Andrew Noss permitió confirmar qué felinos habitan este pequeño paraíso. Seis de los nueve documentados para Bolivia están presentes: el jaguar (Panthera onca), el puma (Puma concolor), el ocelote (Leopardus pardalis), el margay (Leopardus wiedii), el gato de Geoffroy (Leopardus geoffroyi) y el gato gris (Puma yaguarondi).
Pero no solo los jaguares han elegido a San Miguelito como su hogar. Noventa y nueve especies de mamíferos incluidos 40 de tamaño mediano y grande, según datos de la WCS y del Museo de Historia Natural NKM, están presentes. La existencia de esta alta biodiversidad se ha visto favorecida por la confluencia de dos provincias biogeográficas en el área, el Cerrado (que recibe cierta influencia amazónica) y el Chaco Boreal.
Duston Larsen explica que San Miguelito tiene una estricta política de conservación y que la cacería de animales silvestres está prohibida en el área desde el año 1986. “Los dueños de la estancia tienen un acuerdo con sus trabajadores, cada mes les regalan carne de ganado. A cambio, ellos tienen el firme compromiso de no cazar ningún animal salvaje”.
Lea más: Videos: esta es la maravillosa fauna silvestre del ACP Milpuj La Heredad en el Perú
¿De qué se alimentan los jaguares?
En la publicación “El Jaguar o Tigre en Bolivia” de la Fundación Simón I. Patiño, Rumiz explica que la dieta del jaguar es muy variada y depende de las distintas presas disponibles y de la abundancia relativa de estas, que a su vez están determinadas por los tipos de hábitats donde este puede cazar. Esto incluye mamíferos grandes como los chanchos troperos (Tayassu pecari), taitetúes (Pecari tajacu), capibaras (Hydrochoerus hydrochaeris) y venados (Mazama spp.).
Pero, según la zona, también pueden alimentarse de armadillos (Dasypus novemcinctus), tejones (Nasua nasua), jochis (Dasyprocta spp.), conejos silvestres o tapitís (Sylvilagus brasiliensis), carachupas (Didelphis marsupialis) y hasta ratones. El radio de acción de un jaguar macho varía entre los 50 y 150 km2 y para las hembras oscila entre los 25 y 50 km2. Para obtener su alimento y controlar su territorio, estos animales realizan desplazamientos que pueden llegar a los 10 kilómetros por día, dependiendo del ecosistema donde se encuentren.
A diferencia de otras estancias ganaderas, en San Miguelito la prohibición de la cacería de animales silvestres y la conservación del bosque natural, actividades a las que se han sumado las estancias ganaderas vecinas, han permitido que el alimento o las presas de los jaguares se encuentren en abundancia. Según explica Rumiz, esto ayuda a disminuir la probabilidad de ataques hacia el ganado, que ocurre principalmente cuando los jaguares aprenden a aprovechar otras opciones cuando sus presas principales escasean.
Lea más: Videos: este es el hogar del oso de anteojos en los bosques secos del Perú
Ojos en el bosque
Unas 20 cámaras trampa se encuentran instaladas y cubren un espacio de 15 kilómetros dentro de los senderos ecológicos de la estancia. Estas han permitido confirmar la presencia de unos 10 jaguares adultos, algunas crías y varios otros felinos. Además, las imágenes captadas por las cámaras han sido de ayuda para llevar un registro de la abundante y diversa fauna silvestre que allí habita.
Damián Rumiz, biólogo especialista en vida silvestre que monitorea a estos felinos en el área, sostiene que en San Miguelito las cámaras trampa han sido una herramienta clave para identificar los distintos jaguares que habitan la zona. Han podido observar, por ejemplo, apareamientos y luego a madres en compañía de sus crías.
El experto precisa que varias de las especies que habitan la estancia están amenazadas, según el Libro Rojo de los Vertebrados en Bolivia.
Lea más: Perú: imágenes increíbles de las nuevas áreas protegidas de Amazonas
Las amenazas
“Alguien estuvo por aquí anoche. Algunas veces hemos tenido casos de cazadores ilegales que ingresan por este río San Julián y matan a cualquier animal que encuentran sobre la orilla. Es gente sin conciencia”, narra Larsen molesto, mientras continúa el recorrido por San Miguelito.
Cuenta que esta es una práctica usual en muchas de las estancias ganaderas y comunidades rurales de Bolivia. Se percibe muchas veces a los jaguares como un problema, algunos cuidadores incluso, explica Larsen, otorgan incentivos por los felinos que son cazados.
Rumiz agrega que en reportes recogidos en 85 estancias ganaderas de Santa Cruz, durante cuatro años de la década pasada, hubo un total de 347 individuos muertos por conflictos con el ganado. Aunque para la bióloga Rosario Arispe esta cifra de jaguares cazados queda corta si se toma en cuenta la situación de las zonas ganaderas de las tierras bajas, donde esta especie es considerada una amenaza para los animales domésticos.
Por esta razón, el proyecto cuenta con el apoyo de varias instituciones estatales y privadas que buscan educar a la población de la zona para promover la conservación de los jaguares y resaltar su importancia para ese ecosistema. Y también toman La ruta del jaguar como un ejemplo de cómo un problema existente en la región puede convertirse en una oportunidad utilizando la imagen y presencia de esta especie emblemática.