- La apuesta por la palma de aceite le quitó terreno a cultivos nativos. Una grave enfermedad atacó también al tradicional chontaduro. Los químicos usados habrían afectado a los polinizadores de plátano, banano y otras plantas.
- Palmeros con capitales de dudosa procedencia devastaron la biodiversidad de una rica zona del departamento de Chocó y causaron desplazamiento.
- En Tumaco (Nariño) la palma sigue presente pero sus pobladores trabajan para que el cacao, el chontaduro y otras palmas típicas de la región recuperen el espacio perdido.
El tapete verde de palmas africanas alineadas una tras otra, como si estuvieran en una formación militar, ya no es tan grande como antes en el municipio de Tumaco, en Nariño, uno de los departamentos de Colombia que limita con Ecuador. Este cultivo, que prometió ser el más rentable en esta zona del país, llegó a ocupar más de 36 000 hectáreas del territorio hace más de 12 años, un tamaño incluso más grande que Malta, ese país europeo incrustado en el centro del Mediterráneo. Ahora esa cifra alcanza las 20 000 hectáreas. Y aunque intenta volver a ser lo que era, no la tendrá fácil: campesinos de Tumaco están convencidos que “de eso tan bueno no dan tanto”. La historia se los dejó claro.
Desde que la palma africana (Elaeis guineensis) llegó ofreciendo nuevas opciones de vida a las comunidades, cultivos tradicionales de la región, como el chontaduro y el cacao, empezaron a ocupar un segundo lugar, sobre todo desde finales de los años 90 e inicios de la década del 2000. Y no era para menos. La bonanza financiera que prometía esa planta extranjera era la única que se acercaba a los rendimientos económicos de los cultivos ilícitos. Era un negocio que no se podía dejar pasar.
“Antes, con una o dos hectáreas de cacao, mensualmente una familia podía obtener entre 400 000 y 500 000 pesos (entre 130 y 160 dólares). Mientras que con una sola hectárea de palma de aceite le quedaban 800 000 pesos (260 dólares)”, cuenta César Quiñones, miembro del consejo comunitario Alto Mira y Frontera, que administra el territorio cercano a la parte alta del Río Mira, el afluente que nace en Ecuador y pasa por Colombia. El ‘boom’ fue tan grande que cientos de tumaqueños hicieron a un lado sus cultivos de pancoger, como el chontaduro y el plátano, para no desaprovechar la tierra y sembrar la palma. “Durante un tiempo la gente salía a comprar plátano, cuando el territorio es apto para sembrarlo”, añade.
Y es que no solo los costos de producción de este negocio eran más bajos ─comparado, por ejemplo, con el cacao─ sino que también brindaba cierta estabilidad a los pequeños productores, pues estaban las plantas extractoras que les garantizaban la venta del producto. Con esas promesas, el cultivo terminó de extenderse por el territorio que está sobre la vía Panamericana ─que conduce de Tumaco a Pasto (capital del departamento de Nariño)─ y alrededor de los ríos Mira, Rosario y Caunapí.
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Se acabó la bonanza
Todo parecía perfecto hasta que, entre 2006 y 2007, la enfermedad Pudrición del Cogollo (PC), la más devastadora en toda América Latina, afectó las 36 934 hectáreas que estaban sembradas en ese momento. “Se murieron cerca de 35 000 hectáreas”, confirmó Jens Mesa Dishington, presidente ejecutivo de Fedepalma, a Mongabay Latam. La crisis resultó tan fuerte que las más de 12 empresas palmeras que están en este municipio, como Palmas de Tumaco, Palmeiras, Salamanca y Astorga, aún no se reponen del todo. Y ni qué decir de los pequeños productores. De las 1200 hectáreas de palma que tenían sembradas en la zona del Alto Mira y Frontera, solo se han reactivado actualmente unas 300.
Pero no es el único padecimiento que ha vivido la zona. El Anillo Rojo, que es diseminado por un insecto conocido como picudo (Rhynchophorus palmarum), también ataca a la planta de aceite y a otros cultivos como el chontaduro. “En condiciones naturales es muy fácil que la palma controle ese proceso, pero cuando están en un área reducida ─pues una hectárea puede tener 1000 palmas de una misma especie─, es más probable que se propague. Muchas de las especies nativas empezaron a manifestar la enfermedad con más frecuencia”, explica Giovanny Ramírez, subdirector del Instituto de Investigaciones Ambientales del Pacífico (IIAP).
Y es que todo monocultivo es un detonante para las plagas, sobre todo en una región tan biodiversa como el Pacífico. Es así como esos bichos que afectan, en este caso, a la palma de aceite, también terminan perjudicando a otros cultivos. William Tolosa Montaño, ingeniero agrónomo y profesional de Investigación de Agrosavia, la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, antes conocida como Corpoica, cuenta que desde hace dos años descubrieron que el insecto Dynamis borassi, parecido a un cucarrón, que se sabía que afectaba a la palma aceitera, ahora también ataca al chontaduro. “Cuando te extiendes en un área muy grande y no diversificas, estás más expuesto a que te lleguen las enfermedades”, añade.