- En las últimas semanas se publicaron dos artículos científicos sobre deforestación en el país que analizan: la efectividad de las áreas protegidas para prevenirla y cómo la pérdida de bosque avanza a pasos agigantados en algunos parques nacionales.
- Otro estudio muestra cómo 10 carreteras que se planean construir en la Amazonía colombiana no solo producirían una enorme deforestación y un aumento en los conflictos socioambientales sino que, en muchos casos, generarían pérdidas económicas.
Todo el esfuerzo del Gobierno de Colombia está puesto en la cuarentena y en los retos sociales y sanitarios que plantea la pandemia del COVID-19. Mientras esto sucede y la fauna silvestre se arriesga a explorar ciudades antes dominadas por la gente, los vehículos y el bullicio, la preocupación por lo que puede pasar en el campo y la selva crece.
La deforestación en el país, especialmente en la Amazonía, no da tregua y algunos expertos creen que las redes criminales aprovechan la poca presencia estatal en estos territorios, considerando que los esfuerzos están concentrados hoy en la crisis de salud.
En los últimos dos meses se han conocido artículos científicos que llaman la atención sobre la pérdida de bosque en Colombia. En uno de ellos, publicado en Scientific Reports, se llama la atención sobre el incremento de la deforestación en las áreas protegidas de Colombia, comparando los tres años previos a la firma del Acuerdo de Paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) con los tres años posteriores.
Otro artículo publicado en la revista Conservation Biology analiza al detalle, entre 2000 y 2015, la efectividad de las áreas protegidas en Colombia para prevenir la pérdida de bosque. Finalmente, un tercer artículo publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) revisa los impactos ambientales, sociales y económicos esperados de 75 proyectos viales, con un total de 12 mil kilómetros de vías planificadas en el bioma amazónico; varias de ellas en Colombia.
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Aumenta la deforestación en años de posconflicto
Varios investigadores analizaron la deforestación de 39 áreas protegidas continentales de Colombia durante tres años previos a la firma del Acuerdo de Paz ( 2013-2015) y los tres primeros años del llamado posconflicto (2016-2018), encontrando un aumento dramático y muy significativo para la mayoría de estas áreas y sus zonas de amortiguamiento. Los resultados fueron plasmados en el artículo Deforestation in Colombian protected areas increased during post-conflict periods.
En 31 de las 39 áreas protegidas seleccionadas en el estudio se experimentó una mayor deforestación en los años posteriores a la firma del Acuerdo de Paz. “Esto se tradujo en un aumento dramático y altamente significativo del 177 % en la tasa de deforestación entre los dos períodos de 3 años lo que resultó en 330 km2 de pérdida adicional de bosque protegido. En la Amazonía biogeográfica, de la cual las FARC controlaban vastas áreas, varios parques sufrieron aumentos notables en la deforestación tras el Acuerdo de Paz”, se lee en el artículo.
Por su parte, la deforestación en las zonas de amortiguamiento de las áreas protegidas analizadas aumentó en un 158 %.
Los investigadores escogieron para su estudio áreas protegidas que tuvieran la categoría de Parque Nacional Natural o Reserva Nacional Natural. Por lo general, estas son áreas de gran tamaño, donde existe un gran porcentaje de bosque.
Nicola Clerici, doctor en Ecología, profesor de la Universidad del Rosario y autor principal del documento, asegura que una de las áreas que más les preocupó fue el parque Sierra de La Macarena, en la zona de transición Andes-Amazonía-Orinoquía, “no solo por la magnitud de la deforestación sino por la aceleración de ese proceso”. El parque Catatumbo Barí en el departamento de Norte de Santander, en frontera con Venezuela, y Paramillo, entre los departamentos de Antioquia y Córdoba, también mostraron cifras alarmantes. Clerici asegura que en parques como Tinigua ya ha desaparecido una parte del área protegida y “ese problema existe desde hace mucho tiempo”.
El estudio presenta una tabla con el porcentaje de variación en la deforestación. Por ejemplo, las áreas mencionadas por Clerici muestran un incremento de 120,4 % para el parque Macarena, al pasar de 41 400 hectáreas deforestadas entre 2013 y 2015, a 91 200 entre 2016 y 2018; 382,9 % para Catatumbo Barí al pasar de 11 600 a 55 900 hectáreas deforestadas; 146,4 % para Paramillo al pasar de 19 500 a 48 000 hectáreas deforestadas, y 325,7 % para Tinigua al pasar de 37 500 a 159 500 hectáreas deforestadas.
“Con áreas protegidas grandes hay que tener cuidado porque pueden tener un incremento porcentual más pequeño pero en términos de área deforestada se trata de una cifra muy grande”, anota Clerici.
El artículo científico también resalta que el aumento masivo en la pérdida de hábitat natural, a menudo de bosques primarios, tiene efectos negativos sobre la biodiversidad. Además que la conversión del hábitat natural dentro y alrededor de algunos parques acelera rápidamente la interrupción de los grandes corredores ecológicos que actúan como importantes puentes de conectividad, por ejemplo, entre la Amazonía y los Andes.
“Preocupa mucho la desconexión del corredor entre Tinigua, Picachos y Macarena, el cual se conecta con Chiribiquete. Estos corredores son base para la creación de híbridos, proceso fundamental para el mantenimiento de biodiversidad y especiación”, apunta Clerici.
El investigador comenta que es necesario involucrar a la población local en el uso sostenible de los recursos forestales, es decir, que en los corredores de conectividad no se prohíba el uso de los recursos naturales, “sino que se promueva una utilización comunitaria, donde la comunidad es agente de protección de los recursos porque de ahí viene su sustento”.
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¿Qué tanto protegen las áreas protegidas?
El estudio Effects of spatial autocorrelation and sampling design on estimates of protected area effectiveness dirigido por la Universidad de Queensland en Australia y publicado recientemente en la revista Conservation Biology, se enfocó en determinar la efectividad de 116 áreas protegidas en Colombia —9,8 % del área continental del país— entre 2000 y 2015 previniendo deforestación. A pesar de que hubo pérdida de bosque constante dentro ellas en ese periodo de tiempo, presentaron en promedio un 40 % menos deforestación que áreas similares sin protección.
De acuerdo con Pablo Negret, autor principal del artículo, el hecho de que las áreas protegidas hayan presentado un 40 % menos de deforestación puede tener varias lecturas. La primera es que están haciendo un muy buen trabajo pero, por el otro lado, “debería ser 100 % menos pues en un área protegida no debería existir deforestación. En un mundo ideal no tendría sentido hacer estos análisis”.
Sin embargo, Negret reconoce que en “el mundo real” hay que tener en cuenta muchas variables y que explicar por qué esto es así puede ser materia de análisis para futuros estudios. Por ejemplo, no se podría adjudicar el aumento de la deforestación en las áreas protegidas a Parques Nacionales pues el personal y los recursos que el Estado le otorga a la institución son insuficientes para ejercer vigilancia y control, además de las amenazas e intimidaciones que reciben varios de sus funcionarios, lo que les impide cumplir con sus labores en algunas zonas.
Otra de las conclusiones del estudio es que las áreas protegidas en Colombia tienen un desempeño relativamente bajo previniendo deforestación en algunas regiones del país. Esta afirmación podría parecer contradictoria a simple vista pues, en general, la deforestación dentro de las áreas protegidas es menor a la que experimentan zonas que no tienen ninguna protección. Sin embargo, esto tiene una explicación.
“Pueden existir áreas protegidas sin deforestación pero que no son efectivas. Es el caso de algunas en la Amazonía”, dice Negret. Es decir, áreas que no tienen una figura de protección están tan bien conservadas como aquellas que sí la tienen: en ese caso, no es que las áreas protegidas sean eficientes, simplemente no existe deforestación en toda la zona. Según el investigador, eso es algo muy típico en zonas muy remotas del país donde el acceso es bastante difícil, no tienen tantas presiones por actividades extractivas y no han padecido fuertemente el conflicto armado.
A pesar de esto, la investigación también encontró que existen parques y reservas donde hay deforestación pero al compararla con áreas similares por fuera, esa deforestación es mucho menor. “En ese caso, esas áreas sí son efectivas”, dice Negret.
Uno de los resultados más interesantes surge cuando los investigadores analizan el país por regiones. El estudio muestra que las áreas protegidas en la Orinoquía y en el Pacífico fueron inefectivas previniendo deforestación durante los 15 años de análisis, mientras que las áreas protegidas en el Caribe fueron las más efectivas.
Si bien el artículo no explica a qué se debe esto, los autores plantean algunas hipótesis. Por ejemplo, en la región Caribe hay menos áreas y son más pequeñas que las de otras regiones por lo que su manejo es más fácil. Sin embargo, “en el Caribe hay muy pocas áreas protegidas y es una de las regiones con mayor deforestación histórica. El bosque seco ha sido una de los más destruidos en el país. Ahí la estrategia debería ser crear más áreas protegidas”, dice Negret.
En el Caribe las áreas protegidas han mostrado 0 % de deforestación y, por el contrario, el bosque se está regenerando. Dentro de sus áreas protegidas, la región ganó un 4,3 % en cobertura vegetal durante los 15 años de análisis.
Lo que sucede en la Orinoquía, y especialmente en el Pacífico, sorprendió a los investigadores. En la primera región hubo casi igual deforestación en las áreas protegidas y no protegidas. En la segunda, por insólito que parezca, hubo más deforestación dentro de las áreas protegidas que en zonas con características similares fuera de ellas.
“¿Por qué? Eso es lo que se debe analizar, nuestro estudio no llega hasta allá. Lo mejor es invertir en el manejo de las áreas porque son inefectivas, no están funcionando. Ahí hay muchas especies endémicas y enorme biodiversidad. Hay que priorizar esta región”, dice el investigador de la universidad de Queensland.
Finalmente, en la región amazónica se reportó un 1,5 % de deforestación dentro de sus áreas protegidas pero, según Negret, esto debe verse con cuidado pues, aunque parezca un porcentaje pequeño, “las áreas protegidas de esta región son tan grandes en extensión que eso representa mucho bosque deforestado, hablamos de 85 000 hectáreas equivalentes a 120 mil estadios de fútbol. La deforestación en la Amazonía está disparada desde hace varios años”, asegura.
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Las carreteras que pretenden arrasar con la Amazonía
La apertura de vías es uno de los principales motores de deforestación en Colombia y, en general, en toda la región amazónica. El estudio A better Amazon road network for people and the environment encontró que los 75 proyectos viales que se planean en la Amazonía de Colombia, Brasil, Perú, Ecuador y Bolivia tendrán un impacto negativo en el medio ambiente; 45 % generará pérdidas económicas, incluso aquellos que no tuvieron en cuenta variables sociales y ambientales.
“Si se implementan los 75 proyectos causarán una deforestación de al menos 2,4 millones de hectáreas en los próximos 20 años, un área aproximadamente equivalente al tamaño de Belice”, dice el artículo. Uno de los peores proyectos en términos de deforestación es la Troncal Piedemonte de Colombia (Los Pozos – La Macarena – La Leona) que causaría una pérdida de 116 mil hectáreas.
Otro problema encontrado en el estudio es que la construcción o mejora de vías primarias podría conducir a la construcción de carreteras secundarias, terciarias e incluso ilegales en la región, promoviendo impactos adicionales que no se tienen en cuenta en la investigación.
Rodrigo Botero, director de la Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) y uno de los autores del estudio, asegura que las vías ilegales en la Amazonía colombiana están disparadas. “En este verano [diciembre-marzo] encontré una carretera de 70 km y ya le metieron fincas a ambos lados. ¿Cómo es que frente a los ojos de todos se hace una carretera de esta magnitud y nadie dice nada?”, cuestiona.
Por otro lado, para los proyectos que serían económicamente viables, el estudio identifica los que son comparativamente mejores no solo en términos de rendimiento económico, sino también en términos de sus impactos sociales y ambientales. A partir de esa identificación se encontró que, si se seleccionan los 18 proyectos más eficientes —mayores retornos económicos y menores impactos socioambientales— se podría obtener un 77 % de beneficio económico, incurriendo solamente en el 10 % del daño ambiental y social.
A pesar de esto, en el caso de Colombia, las 10 carreteras amazónicas que se proponen en el país generan impactos ambientales negativos. Según datos del estudio, de ser construidas, ocasionarían aproximadamente 344 mil hectáreas de deforestación.
En particular hay una que se destaca como muy riesgosa e ineficiente: el proyecto vial San Francisco – Mocoa en el que, además, se tendría que sustraer bosque de una reserva. Este proyecto no solo tiene un rendimiento económico negativo, es decir, genera pérdidas, sino que causaría más de 12 mil hectáreas de deforestación adicional, lo que representaría 4 % de la deforestación total en Colombia según el último reporte oficial del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam).
*Imagen principal: Deforestación para cultivos de coca en el Pacífico colombiano. Foto: Gustavo Pisso.
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REFERENCIAS
Clerici, N., Armenteras, D., Kareiva, P., Botero, R., Ramírez-Delgado, J. P., Forero-Medina, G., … & Gómez, C. (2020). Deforestation in Colombian protected areas increased during post-conflict periods. Scientific reports, 10(1), 1-10.
Negret, P. J., Di-Marco, M., Sonter, L. J., Rhodes, J., Possingham, H. P., & Maron, M. (2020). Effects of spatial autocorrelation and sampling design on estimates of protected area effectiveness. Conservation Biology: the Journal of the Society for Conservation Biology.
Vilela, T., Harb, A. M., Bruner, A., da Silva Arruda, V. L., Ribeiro, V., Alencar, A. A. C., … & Botero, R. (2020). A better Amazon road network for people and the environment. Proceedings of the National Academy of Sciences, 117(13), 7095-7102.