- La fotógrafa y bióloga Romi Castagnino nos presenta nuevos animales captados en cámaras trampa de todo el mundo.
Los pecaríes barbiblancos, también conocidos como huanganas, saínos o cerdos de monte, deambulan por los bosques en manadas de 20 a 300 individuos. ¡Incluso se han registrado informes anecdóticos de grupos de hasta 2000 individuos!
Estos animales también son llamados “cerdos de la selva”. Se les reconoce por su pelaje marrón o negro con una distintiva barba o labio blanco alrededor del hocico. Viven en Centro y Sur América y prefieren los bosques tropicales densos y húmedos, pero también se les puede encontrar en sabanas secas y bosques secos tropicales.
Estos pecaríes son diurnos, pero tienden a ser más activos temprano en la mañana y al final de la tarde. Como viven en grupos grandes, necesitan mecanismos que les permitan permanecer juntos y localizar a otros miembros de su manada cuando viajan. Para ello usan ruido y olor.
Las huanganas son muy vocales, gruñen, hacen ruido con los dientes y, si existe una amenaza potencial, hacen sonidos parecidos a los ladridos. También usan su aroma.
Los pecaríes tienen una glándula olfativa en la espalda que les permite reconocerse entre sí y también marcar su territorio frotándose contra árboles y rocas.
Si una persona camina por el bosque, generalmente puede saber cuándo hay una manada cerca debido a su penetrante olor. Los investigadores dicen que la experiencia sensorial combinada de ruido y olor que producen las huanganas a veces puede extenderse una distancia equivalente a dos campos de fútbol.
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Debido a la gran cantidad de individuos en una manada, tienen que recorrer largas distancias para encontrar comida, a veces viajan más de 10 km en un día. Por eso necesitan grandes áreas de distribución: de 19 a 200 km2 para una sola manada.
Si es necesario, las manadas grandes se dividen en subgrupos para buscar comida en diferentes áreas.
Los pecaríes barbiblancos son omnívoros. Comen todo lo que pueden encontrar, desde serpientes e insectos hasta hojas y tallos pero, si es que pueden, prefieren comer frutas.
Este animal es un ejemplo clásico de ingeniero del ecosistema. Primero, crean y mantienen baños de lodo que se convierten en hábitats de apareamiento para insectos y anfibios. En segundo lugar, a medida que viajan por grandes áreas, esparcen semillas por todo el paisaje y luego, con su pisoteo, rompen la corteza del suelo y ayudan a plantar esas semillas. Y tercero, también fertilizan la superficie del suelo pisoteando la vegetación que encuentran en su camino.
El pecarí barbiblanco no tiene una temporada de reproducción específica y en la mayoría de casos nacen gemelos, aunque a veces nace una sola cría o hasta trillizos. Esta especie está clasificada como Vulnerable por la UICN. Sus dos principales amenazas son la caza y la deforestación.
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Los pecaríes no solo son cazados por su carne sino también en represalia por dañar plantaciones. Por otro lado, la continua pérdida de hábitat debido a la deforestación los ha convertido en una especie altamente amenazada en algunos países.
Por ejemplo, algunas poblaciones de América Central ya se han extinguido localmente.
Por eso es importante contar con medidas de conservación efectivas para prevenir su sobreexplotación y, ya que requieren extensiones grandes de bosque para sobrevivir, asegurar la protección de su hábitat.
En el próximo episodio conoceremos a un animal que recibe su nombre debido a la similitud entre la coloración de su cabeza y las capuchas usadas por un grupo de monjes. ¡Cuéntanos en los comentarios si sabes de qué animal se trata! ¡Hasta la próxima!
Imagen principal: Los científicos creen que las protecciones del pecarí barbiblanco se extenderán a otras especies, como tapires, jaguares y pumas. Imagen de Apolinar Basora.
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