- Los monitores socioambientales se encargan de verificar en campo la información satelital que indica dónde se encuentran los focos de calor y un posible incendio.
- Alrededor de 50 monitores socioambientales de cuatro territorios indígenas participan del programa impulsado por el Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social.
Cuando en la comunidad Las Mangas, en el territorio indígena de Lomerío se presentó el riesgo de que se realicen actividades mineras, Ailin Vaca Diez, dirigente de esta comunidad de Bolivia, levantó su voz. “Me pare para hacer ver que por unos cuantos pesos íbamos a perder nuestra flora y fauna”, recuerda Vaca sobre la asamblea en la que decidieron poner freno a la minería.
Fue por esta defensa de su territorio comunal que Vaca Diez fue convocada, en 2018, para formar parte del grupo de monitores socioambientales del Centro de Planificación Territorial Autonómico (CPTA), una iniciativa del Centro de Estudios Jurídicos e Investigación Social (Cejis).
En los últimos meses, la labor de este grupo de 50 monitores socioambientales ha sido crucial en la atención de los incendios. La llegada de la temporada en la que se multiplican los fuegos mantiene a los monitores en alerta ante cualquier riesgo de que se prenda su territorio. Pero no es la única actividad que realizan.
Como vigilantes de sus territorios, los monitores también están pendientes de las posibles actividades de minería e hidrocarburos que pueden realizarse en sus bosques, además de la amenaza de las sequías que pueden afectar sus lagunas y ríos. A esto se suma una capacitación constante en el manejo de la legislación ambiental del país, para contar con información precisa cuando les toque defender sus tierras.
La tecnología en las tierras indígenas
Lomerío —ubicado en la Chiquitanía, en Santa Cruz— es uno de los cuatro territorios indígenas con presencia de monitores socioambientales. Los otros tres son Multiétnico 1- TIM 1 y Mojeño Ignacio – TIMI —ambos en la Amazonía del Beni— y el Gobierno Autónomo Indígena Originario Campesino de Charagua Iyambae (GAIOC), en el Chaco boliviano.
En estos territorio indígenas, los monitores socioambientales se han convertido en los mejores aliados de la vigilancia satelital que realiza el Cejis. Las alertas de los focos de calor —que podrían convertirse en incendios— captados por las imágenes satelitales son verificadas en campo por los monitores socioambientales.
Para ello, los monitores utilizan teléfonos celulares con GPS y aplicaciones móviles, equipo con el que logran levantar información geográfica precisa de dónde está ocurriendo un incendio en el caso de que este se presente.
La geógrafa Victoria Aguilera, del equipo de investigación del CPTA, explica que cuando se produce una alerta, los monitores reciben la información de la zona marcada por el satélite. Entonces, deben salir hacia ese lugar para comprobar si se trata de un incendio. “A través de las apps recogen las coordenadas e ingresan la descripción del problema que encontraron en el campo, datos que se suben a la nube apenas el teléfono cuenta con conexión a internet. Así, la información llega casi en tiempo real”.
Aguilera también cuenta que cuando organizaron los equipos de monitores socioambientales, fueron los mismos comuneros quienes eligieron a quienes serían sus representantes para ser capacitados en el uso de estas herramientas tecnológicas. “Llegaron personas muy jóvenes pero también más adultas, nos sorprendió el gran interés que despertó en mucha gente”, agrega Aguilera.
Así, los equipos de monitores en los cuatro territorios indígenas quedaron compuestos por jóvenes desde los 16 años hasta adultos que tienen más de 50 años. “De ellos, por lo menos el 30 % son mujeres, aunque en algunas comunidades la cifra puede ser de un 50 %”, agrega Aguilera.
“Era necesario aprender el uso de estas herramientas para controlar el territorio. Los jóvenes manejan muy bien los celulares, pero al mismo tiempo se necesitaba la mirada de quienes conocen el territorio”, comenta Aguilera sobre el intercambio de información y conocimiento que se presenta entre las diferentes generaciones.
Además de estar pendientes de los incendios, los monitores también vigilan sus recursos hídricos. “Lo que más me preocupa es el problema del agua. Las lagunas naturales se están secando por efecto del cambio climático, las quemas de las colonias menonitas…”, comenta Vaca Diez.
La labor de los monitores no es sencilla. Vaca Diez cuenta que cuando debe ir a campo, por ejemplo, a inspeccionar las lagunas, debe madrugar para dejar todo listo en casa para sus tres hijos. Después, luego de un largo día de caminata, regresar para atender a su familia.
Las actividades mineras y petroleras también concentran la atención de los monitores, así como los riesgos que suponen los avasallamientos, es decir, el ingreso de personas de forma ilegal a sus territorios con el fin de expandir la frontera agrícola.
Más allá de la vigilancia
“Los monitores socioambientales generan información propia y están al tanto de los cambios internos en sus territorios”, comenta el sociólogo Arturo Revollo, del equipo regional Santa Cruz en la gestión Territorial Indígena del Cejis.
Revollo considera vital el manejo de la información por parte de los comuneros pues solo así, explica, pueden sustentar sus decisiones sobre el destino de sus territorios.
La idea del monitoreo —continúa Revollo— es que los pueblos indígenas conozcan y controlen los casos que ponen en riesgo sus bosques. “Esto es vital para la toma de decisiones y para una buena gestión del territorio”.
Por ello, los monitores reciben capacitación sobre leyes, normas, tratados y convenios y, en general, sobre la legislación boliviana e internacional que les permita tomar las decisiones más convenientes para evitar daños ambientales en sus comunidades.
“Fue a partir de un conflicto que me convertí en monitor, cuando a nuestra comunidad ingresaron mineros sin consulta, como avasallando”, recuerda José Cuasace, monitor socioambiental de la Comunidad de Totoca, en el territorio de Lomerio. “Yo dije: ‘Quiero ser parte de este equipo de monitores'”.
Empezaron por conocer la Ley minera y la Constitución política —recuerda Cuasace—, además de recorrer los lugares de donde se extraían los minerales de su territorio. Después empezaron a ser capacitados en el manejo de la tecnología GPS y de los teléfonos celulares para ubicar los puntos y las coordenadas.
Cuasace también se refiere al trabajo que realizan para el monitoreo de los incendios forestales. “Desde hace dos años vemos con preocupación cómo se ha incendiado nuestro territorio, por eso, ahora, nos hemos formado como bomberos voluntarios y seguimos luchando contra este desastre”.
“Somos el brazo operativo socioambiental de nuestra organización”, continúa Cuasace, para referirse a su participación en la Central de Comunidades Originarias de Lomerío (CICOL).
Y esta organización les ha traído buenos resultados, precisa este monitor socioambiental de la Comunidad de Totoca. “Hemos logrado reconocer la mayor parte de nuestro territorio”, dice Cuasace, aunque también resalta que han logrado frenar las amenazas. “Antes había bastante avasallamiento, tráfico de madera. Ahora conocemos nuestros límites territoriales y procuramos que no haya conflictos. Es una experiencia increíble”, finaliza.
Imagen principal: monitores socioambientales analizando el territorio. Foto: CEJIS.
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