- Durante más de un mes, científicos, arqueólogos y guías del pueblo indígena Cayubaba recorrieron los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación.
- Más de 1400 especies fueron registradas, y por lo menos nueve podrían ser nuevas para la ciencia.
Las fotografías muestran escenas espectaculares. Un lugar que es un paraíso, como dicen los investigadores que entre el 25 de agosto y el 30 de setiembre de 2021 recorrieron el corazón de los Llanos de Moxos. La misión era realizar, por primera vez, un evaluación completa de los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación —Rogaguado, Largo, Guachuna y Ginebra— y el río Iruyáñez para conocer la biodiversidad y la historia de este lugar ubicado en el departamento del Beni, en Bolivia.
Fueron 266 hectáreas de sabanas inundables, de bosques, de lagos y lagunas que recorrieron los investigadores. “Es un conjunto de lagos muy significativo que resalta cuando se ven mapas de la zona”, comenta Rob Wallace, director del Programa de Conservación Gran Paisaje Madidi-Tambopata de Wildlife Conservation Society (WCS) y coordinador de esta expedición científica. Una mirada en Google Earth permite entender a lo que se refiere Wallace.
Los resultados del estudio en el que participaron 30 investigadores de ocho instituciones científicas, acompañados de guías del pueblo indígena Cayubaba, han sido publicados en el libro Expedición Científica a los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación.
En la publicación se especifica que “se obtuvieron 1497 registros en total de los grupos taxonómicos de plantas, mariposas diurnas y vertebrados; de estos registros, 784 son nuevos para el municipio de Exaltación, 393 son nuevos para el departamento del Beni y 44 son también nuevos para Bolivia. Nueve de los registros de vertebrados —peces, anfibios, reptiles y un murciélago— son potencialmente nuevos para la ciencia”. Además, los estudios arqueológicos permitieron documentar 18 sitios que evidenciaron una gran diversidad cultural indígena.
La expedición ha sido una iniciativa del Grupo de Trabajo para los Llanos de Moxos, formado por instituciones de la sociedad civil, académicas, financieras, empresas y organizaciones sociales. La participación del pueblo indígena Cayubaba fue clave en la investigación, pues además de su intervención como guías, también “identificaron los lugares más convenientes para realizar los estudios”, explica Roddy Chávez Atotay, presidente de la Subcentral Indígena Cayubaba, en la presentación del libro.
La biodiversidad en los Llanos de Moxos
“Estamos hablando de 44 nuevos registros para Bolivia, incluyendo algunas que podrían ser nuevas especies para la ciencia”, dice Rob Wallace, coordinador de la expedición científica. “Es un aporte al conocimiento para el departamento del Beni y para el país, pues estamos generando información nueva”.
Una gran cantidad de mariposas fueron registradas durante la expedición, en total 269 especies y subespecies, entre ellas la Morpho telemachus foucheri, catalogada En Peligro por el Libro Rojo de Invertebrados de Bolivia. En cuanto a peces, los registros suman 190 especies y tres de ellas posiblemente son nuevas para la ciencia. Se identificaron también 347 especies de aves y 104 registros de mamíferos.
En cuanto a las plantas, se registraron 521 especies, de las cuales 378 son nuevas para el municipio de Exaltación; 214 lo son para el Beni y una especie de árbol Miconia cabucu es nueva para Bolivia. Además, 22 de estas especies de plantas se encuentran en situación de amenaza según el Libro Rojo de Plantas Amenazadas de las Tierras Bajas de Bolivia y el Libro Rojo de las Plantas de los Cerrados del Oriente Boliviano.
“La zona se caracteriza por ser de transición entre la Amazonía y la región Chiquitana de Bolivia con características de Cerrado. Se pueden identificar dos grandes grupos: el cerrado propiamente dicho en la zona norte y la sabana inundable en la zona sur”, explica dice Rebeca Rivero, directora del Centro de Investigación de Biodiversidad y Medio Ambiente de la Universidad Autónoma del Beni (CIBIOMA-UAB), quien formó parte de la expedición y estuvo a cargo del estudio de la vegetación.
Rivero explica que los Llanos de Moxos se encuentran entre los Andes y los afloramientos rocosos del Escudo Precámbrico (primera etapa en la historia del planeta); es una zona baja surcada por numerosos ríos, riachuelos y lagos con dos características principales: se inundan frecuentemente y presenta sequías.
“Para nosotros todo era novedad, porque la vegetación tiene características amazónicas propiamente dichas y las especies presentan adaptaciones a esas condiciones. Y también nos llamó la atención los extensos pastizales”, comenta Rivero.
El Grupo de Trabajo de los Llanos de Moxos tiene un horizonte bastante amplio —comenta Rivero— y está planificando acciones para los próximos dos años, hasta el 2025, con nuevas expediciones. “La receptividad que ha tenido este primer informe que hemos presentado motiva al grupo para continuar y generar sinergia con los pobladores locales para dar respuesta a sus inquietudes no solamente desde el punto de vista de la ciencia, sino también para atender esa demanda local de información”.
Recorrido por los grandes lagos de los Llanos de Moxos
“Algo que me ha encantado mucho ha sido encontrar bufeos (delfines) en los lagos. Los delfines de río los hemos visto en tres de los cuatro lagos. Nosotros estábamos trabajando y venían a saludarnos. Era súper gratificante verlos”, cuenta Jorge Molina, experto en limnología de WCS.
Molina explica que estos lagos corresponden a antiguos paleoríos; es decir, por procesos tectónicos se han formado los lagos y los ríos han empezado a moverse. Se dice que este era un paleorío del río Beni”, explica Molina.
Los grandes lagos tectónicos se formaron durante un gran evento tectónico hace aproximadamente 6000 años —se explica en el libro— y se caracterizan por ser grandes masas de aguas con profundidades que fluctúan entre 0.3 y 4.8 metros de altura. El lago más grande es Ginebra, con 326,74 km2 de extensión y el segundo en tamaño es el lago Rogaguado, que tiene 311,53 km2. La publicación también describe a los lagos como ecosistemas acuáticos que comprenden llanuras aluviales, ríos meandriformes, lagunas meándricas, lagunas tectónicas y pantanos.
“Es una zona muy interesante en donde las temperaturas llegan fácilmente a los 30 grados, son lugares muy calientes y estos cuerpos de agua vienen a ser como una especie de oasis para los diferentes grupos de especies que necesitan refrescarse”, comenta Molina sobre los grandes lagos.
Los estudios en los grandes lagos abarcó, por un lado, el componente acuático, es decir, registrar los diferentes grupos de peces en cada cuerpo de agua. Y por otro, su caracterización físico-química y biológica, comenta Molina. “También colectamos muestras de los diferentes grupos microscópicos como las microalgas, el zooplancton y la fauna de macroinvertebrados que viven en los sustratos de los cuerpos de agua y son muy importantes para la red trófica, principalmente alimentando a los peces”.
Molina también explica otros hallazgos: “Hemos encontrado que algunos grupos de algas están en cantidades muy altas. Estos se conoce como blooms, que es el crecimiento desmesurado de algas microscópicas que empiezan a teñir las aguas y tornarla turbia”, explica el científico.
El lago Largo es más profundo, por lo que sus aguas son transparentes, pero los menos profundos están afectados por este crecimiento de algas. “Necesitamos conocer si hay algún efecto negativo de las quemas o es un proceso natural que se da normalmente en esos cuerpos de agua”, explica Molina.
En toda esta zona —indica el investigador— la ganadería es, básicamente, la base productiva de la región. La gente quema los pastizales para que rebroten nuevos pastos. “Estas quemas se descontrolan ocasionando incendios forestales”.
Para Molina, tanto la ganadería como los incendios son una amenaza muy alta para el ecosistema de los grandes lagos. Gracias al viaje de exploración, los científicos observaron que el fuego llega hasta las orillas de los lagos, que el humo y las cenizas que se generan por el fuego pueden depositarse en los lagos. “Esa es una de las preguntas que todavía tenemos para los Grandes Lagos: ¿cómo afectan los incendios a estos cuerpos de agua?”.
En encuentro con la cultura
La expedición también exploró las zonas arqueológicas en los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación, en donde hay evidencia de diversas ocupaciones culturales desde hace aproximadamente dos milenios. “Todo señala que esta región fue un centro de interacciones culturales y que estuvo densamente poblada en tiempos prehispánicos, con pueblos más extensos que los actuales”, se indica en el libro Expedición Científica a los Grandes Lagos Tectónicos de Exaltación.
Fueron 18 los sitios arqueológicos documentados, de ellos 10 se estudiaron con fotogrametría, una técnica para obtener mapas y planos de grandes extensiones de terreno por medio de la fotografía aérea. Además se excavaron tres sitios arqueológicos: El Cerro, el lago Ginebra y el lago Rogaguado.
Las excavaciones en El Cerro permitieron encontrar dos estructuras cuadrangulares paralelas con muros de piedra, así como campos elevados de cultivo, canales y fragmentos de cerámica. En las orillas de la laguna Ginebra se documentaron plataformas elevadas de cultivos, zanjas, campos elevados y se encontraron fragmentos de cerámica. Mientras que en el lago Rogaguado se hallaron zanjas circulares y campos elevados de cultivo, además de conchas bivalvas y restos de cerámicas.
“Al parecer, las transformaciones del paisaje se intensificaron alrededor del año 1000 d.C. y el área estuvo ocupada hasta el 1400 d.C. La arqueología de los Llanos de Moxos evidencia una gran diversidad cultural indígena, que se refleja en los materiales cerámicos y en la variedad de las construcciones monumentales. La agrobiodiversidad de estos paisajes es un legado que las poblaciones indígenas supieron gestionar desde hace cientos de años”, se lee en la publicación sobre esta expedición.
En la presentación del libro, Roddy Chávez Atotay, presidente de la Subcentral Indígena Cayubaba, comentó que esta expedición les “ha abierto la mente” y ha generado expectativa por el valor del territorio, la importancia de cuidar la naturaleza, el patrimonio arqueológico y potenciar un desarrollo turístico.
“El estudio arqueológico fue una solicitud de las poblaciones indígenas de la zona. Nos permitieron ingresar a estudiar la biodiversidad, pero hicieron un pedido especial para que también se investigaran los lugares arqueológicos”, recuerda Rivero. “Particularmente me sentí muy emocionada cuando encontramos los camellones [plataformas elevadas], pues aunque no iba para hacer los estudios arqueológicos, el simple hecho de estar ahí, de saber que hubo una cultura anterior, me llenó de emoción”.
Rob Wallace comenta que para los investigadores ha sido muy importante la participación de las comunidades indígenas que, además de guiarlos, también definieron lugares específicos para el estudio. “Por ejemplo nos decían: muy bien que quieran ir a los lagos, pero antes de eso, nosotros quisiéramos que ustedes estudien un lugar que se llama El Cerrito que tiene mucho significado cultural. Por ende, ese fue el primer sitio de estudio”.
* Imagen principal: El Oso hormiguero gigante (Myrmecophaga tridactyla). Foto: Rob Wallace / WCS.
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