- Colombia anunció financiamiento para enfrentar la deforestación amazónica en el país y propuso un acuerdo junto con Venezuela. Mientras tanto, el presidente electo de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, planteó que la COP30 se realice en la Amazonía brasileña.
- La discusión sobre la responsabilidad de los países industrializados para asumir las pérdidas y daños ha cobrado relevancia en la conferencia; es la primera vez que se incorpora este tema en la agenda oficial de las conversaciones.
La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 27), que se realiza en la ciudad egipcia de Sharm el-Sheij, entró en su segunda semana de conversaciones. Los primeros borradores del acuerdo final ya circulan entre los representantes de las delegaciones participantes y, al mismo tiempo, crecen las expectativas sobre las decisiones, principalmente políticas, a las que se arriben en los próximos días.
Para América Latina, los anuncios para proteger la Amazonía han cobrado relevancia en esta COP27. “Vamos a acabar con el proceso de degradación que están viviendo nuestros bosques tropicales”, dijo el presidente electo de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva durante el evento Carta de la Amazonía en el que participó este miércoles 16 de noviembre. Lula da Silva también participará en el Foro Internacional de los Pueblos Indígenas sobre el Cambio Climático.
El mandatario brasileño anunció la creación de un ministerio de pueblo originarios en Brasil y propuso que la COP30, del año 2025 se realice en un estado —Amazonas o Pará— de la Amazonía de Brasil. “Es importante que sea en la Amazonía. Es importante que las personas que defienden la Amazonía, las personas que defienden el clima, conozcan de cerca lo que es la región”.
Los anuncios de Lula da Silva en la COP27, sobre la posición que asumirá Brasil para enfrentar el cambio climático y proteger a la Amazonía, se han sumado al protagonismo que han tenido en esta conferencia los presidentes de Colombia y Venezuela.
Un día después de que comenzó la COP27, el 7 de noviembre, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, ofreció un enérgico discurso en el que señaló que “superar la crisis climática implica dejar de consumir petróleo y carbón, y ese dejar de consumir implica una transformación profunda de la economía”. El presidente colombiano presentó un decálogo en el que anunció, entre otras cosas, un fondo de 200 millones de dólares anuales, durante 20 años, para proteger la selva amazónica que se encuentra en el territorio colombiano.
Petro también compartió un panel con el presidente de Venezuela Nicolás Maduro, quien se refirió a la responsabilidad “que tenemos los sudamericanos de detener la destrucción de la Amazonía e iniciar un proceso de recuperación coordinada, eficiente, consciente y activo”.
Temas como la responsabilidad de los países industrializados para asumir las pérdidas y daños frente a las naciones más vulnerables; la reducción del consumo de los combustibles fósiles; la necesidad de frenar la deforestación de los bosques y, en particular, de la Amazonía; y el financiamiento para enfrentar el cambio climático han estado presentes durante la primera semana de la conferencia que se realiza en Egipto.
“Estamos en una carretera al infierno climático con el pie en el acelerador”, dijo el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Antonio Guterres, en su discurso inaugural de la COP27. Con un tono de extrema preocupación y, por momentos, hasta indignación, Guterres hizo un llamado a un “pacto histórico” para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y lograr la meta establecida en el Acuerdo de París de no superar los 2 grados centígrados de aumento de temperatura y, preferiblemente, mantener el límite de 1,5 grados centígrados en comparación con los niveles preindustriales, aunque los últimos informes mundiales apuntan a que vamos camino a sobrepasar esa cifra.
Uno de estos informes fue publicado el viernes 11 de noviembre por el Global Carbon Project, en medio de la expectativa del discurso del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en la COP27. El documento reveló que la emisión de carbono no se ha reducido este 2022, por el contrario, según este estudio, se espera que las emisiones de CO2 (dióxido de carbono) provenientes de los combustibles fósiles se incrementen en 1 % este año con respecto a 2021. De acuerdo con este informe, para este 2022 la cifra global se situará en los 36 600 millones de toneladas de CO2.
La Amazonía en el debate climático
Un tema importante para los países sudamericanos, y para la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero, es la Amazonía, ecosistema que, además, es esencial como regulador del clima mundial. “Es el sumidero de carbono más grande del planeta”, añade Alicia Guzmán, codirectora del Programa Amazonía de Stand.earth.
Guzmán explica que la conversación sobre la Amazonía se ha ido perfilando como un tema clave en esta COP27. “Lo que estamos viviendo a nivel de Amazonía, y de parte de los gobiernos, es justamente un trabajo que ha sido constante durante los últimos dos años”, señala Guzmán y menciona la Iniciativa 80 al 25 —protección del 80 % de la Amazonía para el 2025— aprobada en setiembre de 2021, que se ha ido posicionando gracias a la participación de los pueblos indígenas y de algunos gobiernos.
Aunque menciona que aún no existe un pacto regional para atender este ecosistema, Guzmán espera que la asistencia del presidente electo de Brasil, Lula da Silva, a la COP27 marque un cambio en las conversaciones sobre el ecosistema amazónico que incluye a nueve países sudamericanos: “Se espera que Brasil vuelva a ocupar esa posición de liderazgo en la conversación sobre el clima, pues cualquier anuncio que Brasil haga para la Amazonía tiene preponderancia para toda la región”.
La exministra de Medio Ambiente de Brasil, Marina Silva, presente en la COP27, ha dicho que la lucha contra la deforestación será “una prioridad estratégica” en el nuevo gobierno de Lula da Silva.
El Informe Amazonía Viva, presentado el 8 de noviembre en la COP por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), alerta sobre la urgencia de detener las amenazas a la integridad de la Amazonía para proteger el 80 % de la selva tropical para 2025 (80×25).
El informe señala que sin una acción urgente, la Amazonía podría llegar a un punto de no retorno, que afectaría directamente la subsistencia de los 47 millones de personas que viven en este ecosistema, así como a los 511 grupos de pueblos indígenas y el 10 % de la biodiversidad del planeta.
El reporte también advierte que de perderse la Amazonía se hará imposible cumplir la meta de no superar 1,5 °C en las próximas décadas. “La selva amazónica almacena entre 367 y 733 gigatoneladas (Gt) de CO2 en su vegetación y suelos. Al mismo tiempo, el carbono almacenado durante siglos en la Amazonía también se está liberando a un ritmo acelerado debido a la deforestación, los incendios y las actividades productivas no sostenibles”, señala el documento.
“La ciencia está diciendo que si no se hace algo, la Amazonía se va a convertir en un desierto”, insistió Gregorio Diaz Mirabal, de la Coordinadora de las Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (COICA), durante un evento abierto al público en la COP27.
El líder indígena reclamó también el incumplimiento de los compromisos firmados en Glasgow, en 2021, que ofrecían apoyo técnico y financiero para la Amazonía y pidió un cambio de actitud de los gobiernos para hacerle frente a la deforestación del bioma amazónico.
Las responsabilidad por las pérdidas y daños
“Esta COP es particularmente importante porque creo que se están poniendo nuevos temas sobre la mesa, temas que estaban en una discusión general, pero que no habían entrado a ser parte de las negociaciones”, señala Ana Carolina González, directora de Programas de Natural Resource Governance Institute (NRGI). “Uno de ellos es el tema de pérdidas, daños y reparación, que tiene que ver con el impacto que el cambio climático está teniendo actualmente en los países menos desarrollados”, agrega la experta.
El tema de pérdidas y daños ha tomado relevancia en esta COP27 y ha sido incorporado en la agenda oficial, luego de intensas negociaciones en los días previos al inicio de la conferencia.
Lo que se busca, explica González, es garantizar una compensación efectiva para los países menos desarrollados que, al mismo tiempo, son los menos responsables de que esos daños existan porque son los que menos contaminan. “El rol del sur global, de los países en vías de desarrollo ha estado ausente en estas conversaciones. Y para América Latina eso, sin duda, es significativo sobre todo por los grandes impactos que está teniendo el cambio climático y los desastres ambientales que estamos viendo en el continente”.
El último reporte del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), presentado en marzo de 2022, advierte sobre los efectos del cambio climático en América Latina: incremento del nivel del mar, erosión costera, acidificación del océano y sequías extremas. Las altas temperaturas registradas en la Amazonía durante los últimos años se pueden atribuir al cambio climático, señala el informe.
“Los países que han propiciado el cambio climático históricamente deben pagar por los impactos, es decir, Inglaterra, Estados Unidos, Europa, Australia, Japón, las grandes economías asociadas al expansionismo y al colonialismo deberían pagar muchísimo más de lo que están contribuyendo”, señala Carlos Tornel, investigador en la Universidad de Durham, en el Reino Unido, especializado en el proceso de transición, justicia y soberanía energética. De esta forma, Tornel se refiere a lo que en inglés se conoce como “lost and damage”, es decir, las pérdidas y daños.
¿Qué tan efectivas han sido a lo largo del tiempo las discusiones sobre cambio climático de las COP que se realizan desde el año 1995, e incluso desde la Cumbre de Río de Janeiro en el año 1992?, pregunta Tornel. “Si vemos la evidencia —señala— ya vamos 27 COP y a lo largo de todo ese tiempo las emisiones han aumentado más o menos un 65 %”.
Tornel menciona que originalmente las COP se pensaron como un proceso de negociación democrático entre países, representantes de la sociedad civil, de grupos vulnerables a los efectos al cambio climático, sin embargo, el investigador mexicano menciona que “el espacio se ha convertido en una agenda que beneficia principalmente a empresas y a los grandes países contaminantes, es decir, del hemisferio norte. Históricamente, desde esas 27 conferencias, se ha negado tratar los temas que más afectan a quienes son menos responsables del problema, pero también más vulnerables, es decir, el sur global”.
“El tema de la adaptación al cambio climático, las pérdidas y daños, y la vulnerabilidad son temas que conciernen directamente a América Latina en un año de muchos impactos”, aclara Laura Arciniegas, directora de Balance Mundial del Acuerdo de París de la organización Transforma.
Que exista un mayor apoyo desde los países desarrollados al mundo en desarrollo para enfrentar los impactos del cambio climático es uno de los puntos que ha creado muchas expectativa en la conferencia.
Sobre este tema el G77 —grupo de 77 países en vías de desarrollo, establecido en el año 1964— y China hicieron un llamado para que las naciones más ricas aporten recursos financieros para crear un fondo destinado a atender las pérdidas y daños ocasionados por el cambio climático.
Por su parte, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), bajo la presidencia de Argentina, presentó un documento de posicionamiento conjunto en la conferencia climática mostrando cierta cohesión de los países del continente para las negociaciones. “Históricamente, Latinoamérica ha sido una región muy fragmentada”, dice Antonio Hill, asesor de Transición Energética de Natural Resource Governance Institute (NRGI), aunque destaca que “ahora hay cierta sintonía entre algunos gobiernos de la región como Argentina y Chile. A todos nos interesa que tengan una vocería unida para que puedan colaborar y trabajar de manera estratégica de cara a las negociaciones internacionales”, agrega el experto.
¿El camino para una transición energética?
Otro de los temas clave que se discute en la COP27 es la eliminación progresiva de todos los combustibles fósiles —carbón, petróleo y gas— y la transición hacia energías renovables. Un debate que este año tiene como escenario la crisis energética, como consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania, y un planeta en el que cada vez se hacen más evidentes los efectos del cambio climático.
“La transición energética ya está en el radar desde hace tiempo y lo que toca es apretar el acelerador”, dice Antonio Hill, de NRGI. “Los países industrializados son los que menos han cumplido con sus promesas: Estados Unidos, como el mayor responsable de las emisiones, pero también están países como Canadá, Japón, Australia y la Unión Europea. Todos tienen una deuda con el resto del mundo y la responsabilidad de actuar”, agrega.
En ese sentido, Hill aclara que en el caso de América Latina el aporte en la reducción de las emisiones provenientes de combustibles fósiles es mínima en comparación con los países industrializados, pues la generación de energía en los países latinoamericanos provienen, en gran medida, de energía renovable basada en hidroeléctricas. Sin embargo, explica Hill, se debe tener en cuenta la dependencia económica de algunos países del continente con respecto a la explotación de estas materias primas. El caso de México, con relación al petróleo, y el de Colombia, con el carbón, son dos ejemplos de esta dependencia.
Por eso, Hill destaca el anuncio hecho por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, de plantear una hoja de ruta para el tema de los combustibles fósiles. “La crisis climática solo se supera si dejamos de consumir hidrocarburos. Es hora de desvalorizar la economía de los hidrocarburos con fechas definidas para su final y valorizar las ramas de la economía descarbonizada. La solución es un mundo sin petróleo y sin carbón”, dijo Petro en su discurso.
El gobierno de México también anunció un nuevo compromiso para subir de 22 % hasta 35 % en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para el 2030. Durante una presentación en la COP27, el secretario de Relaciones Exteriores mexicano, Marcelo Ebrard Casaubón, habló de una inversión de 48 millones de dólares para la reducción de los GEI y la generación de energías limpias. Un anuncio que hizo junto con el enviado especial presidencial para el clima de Estados Unidos, John Kerry.
“Creo que sobre los temas de transición energética hay mucho que podemos aportar como región en términos de una agenda global, porque en América Latina tienes un bloque importante de países dependientes de las rentas petroleras como Ecuador, Venezuela, Colombia y México, incluso Brasil, entonces, se deben definir cuáles son las rutas para garantizar que estos países pueden reducir la dependencia de estos combustibles fósiles en un período de tiempo determinado”, señala Ana Carolina González de NRGI.
En ese sentido, González considera que los países que más han contaminado deberían ser los primeros en dejar de producir combustibles fósiles pero, al mismo tiempo, las naciones de América Latina “no deberían esperar que los otros vayan primero, sino empezar a planear esa transición energética propia y ese proceso de diversificación de las matrices productivas exportadoras”.
Por su parte, Carlos Tornel, de la Universidad de Durham, señala que “lo más importante [para el cambio climático] es eliminar el uso de combustibles fósiles. Así de simple”, pero para lograrlo, asegura el investigador, se debe “desglobalizar las economías y hacerlas locales” y “desplegar energía renovable como eólica y solar a una escala que sea para los intereses de la mayoría de las personas”.
Mientras esta semana continúan las conversaciones en la COP27 sobre la disminución del uso de combustibles fósiles y la transición hacia energías limpias, un análisis realizado por Global Witness, en alianza con Corporate Accountability y Corporate Europe Observatory, identificó que en la conferencia hay, por lo menos, 636 lobistas de la industria petrolera, una cifra superior a los 503 que participaron en Glasgow, en la COP26 del 2021.
Esta segunda semana de la COP27 se vislumbra intensa con la llegada de nuevos actores políticos, una serie de negociaciones que se deberán concretar, así como discrepancias en las conversaciones y metas climáticas de los países. Una semana que se espera pueda llegar a su fin con acuerdos concretos para el viernes 18 de noviembre.
*Imagen principal: Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Foto: Flickr Naciones Unidas
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