- Si bien las certificaciones siempre han sido consideradas positivamente en los mercados de US y de Europa, lo cierto es que gran cantidad de agricultores de la Panamazonía ingresa únicamente para no quedarse fuera del mercado.
- Para Killeen, es solo una fracción menor la que busca ser sostenible y obtener su certificación de forma genuina, pues el proceso no solo es caro sino que convoca a muchos proveedores a los que no siempre se puede vigilar.
- A futuro, el autor advierte que las consecuencias serán mayores para los pequeños agricultores, pues los únicos con capacidad logística de lograr esos requisitos son las empresas más grandes.
Se han organizado iniciativas de sostenibilidad para la mayoría de la producción agrícola de la región panamazónica, incluidos el aceite de palma, la soya y la carne vacuna, como también para el café y el cacao. Varias de estas iniciativas han adoptado el término mesa redonda puesto que transmite la noción de inclusión como concepto central entre las múltiples partes interesadas. En estos casos, normalmente, se incluyen a todos los participantes de una cadena de suministro, desde el agricultor hasta el comerciante minorista. A ello se suman los comerciantes de productos básicos, los fabricantes de bienes de consumo, los bancos y los proveedores de servicios, así como los grupos de la sociedad civil.
El objetivo compartido es identificar soluciones efectivas a los desafíos sociales y ambientales asociados con los sistemas de producción convencionales. El mecanismo utilizado para reformar las cadenas de suministro suele ser un sistema voluntario de certificación que verifica si la producción, el comercio y la transformación de un producto básico han cumplido con un conjunto de mejores prácticas acordadas por todas las partes. La búsqueda de consenso es importante, porque significa que todos los actores han acordado aceptar este paquete de soluciones y comprometerse a apoyar la comercialización de los bienes que han sido certificados como sostenibles.
Algunos activistas ambientales ven estas iniciativas como una forma de lavado verde y han cuestionado su eficacia. Las empresas participantes certifican la producción dentro de su propia cadena de suministro, pero las iniciativas de las mesas redondas no han logrado transformar sus respectivos sectores. La demanda de productos certificados no ha logrado atraer una masa crítica de productores que realmente transforme el mercado y cambie los factores económicos de deforestación.
La adopción de normas voluntarias es significativa para el café (40%) y el cacao (22%), mientras que los productos básicos vinculados a las plantaciones industriales tienden a ser menores, como ser el caso del aceite de palma (20%), azúcar (3%), soya (2%) y carne vacuna (menos del 1%). Parte de la explicación de esta lenta adopción es la falta de demanda, que gira en torno de sólo el 50% de la producción certificada que se vende como producto sostenible.
La falta de aceptación es otra manifestación más del dilema de asignar el costo de la protección ambiental y social. Los protocolos de sostenibilidad cuestan dinero, lo que aumenta el precio de un bien de consumo o reduce el margen de beneficio de los productores de materias primas. Aunque los consumidores norteamericanos y europeos están preocupados por la deforestación, la mayoría todavía elige un producto de menor costo, mientras que el comprador de Asia, América Latina y Medio Oriente se centra abrumadoramente en el precio. Además, los mercados mundiales de productos básicos están dominados por emprendimientos situados en áreas que fueron transformadas por la agricultura hace décadas o siglos, y estos agricultores operan sin temor a ser acusados de delitos ambientales. En consecuencia, los comerciantes no están motivados a pagar un sobreprecio a los agricultores.
Existen productores que buscan diferenciar sus bienes como orgánicos, libres de deforestación, de comercio justo o libres de antibióticos, porque venden sus productos en un mercado diferenciado y reciben un precio mayor en compensación por el costo adicional y los rendimientos reducidos que el sistema les permite. Otros, participan porque simplemente de esta forma se garantizan acceso al mercado. La mayoría de los productores optan por eludir las directrices voluntarias, vender a comerciantes que no se preocupan por la sostenibilidad o, básicamente, ignorar todo el proceso por completo.
Activistas sociales y ambientales han cuestionado los beneficios económicos de la certificación, ya que tienden a discriminar a los pequeños productores que no logran cumplir con las demandas logísticas y de mantenimiento de registros. Estos protocolos son negociados por aquellos productores a gran escala que dominan las iniciativas de las mesas redondas y adaptan los criterios de certificación a sus cadenas de suministro. A medida que la formalización se extiende por los mercados nacionales e internacionales, los pequeños agricultores pueden verse cada vez más marginados dentro de los mercados regionales e incluso locales, en contradicción con los objetivos declarados por estos mismos sistemas de certificación.
Imagen principal: Un mosaico de reservas forestales legales, pastos y explotaciones de soja en la Amazonia brasileña. Crédito: Rhett A. Butler.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).