- En esta sección, Killeen nos explica cómo las industrias extractivas se han convertido en pilares económicos y políticos en todos los países amazónicos. Estas se desarrollan bajo tres modelos: las concesiones, frecuente en Brasil, Perú y Bolivia; los acuerdos de producción compartida, predominante en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Surinam y Guyana; y los contratos de servicios, utilizado en Ecuador para yacimientos más antiguos controlados por la petrolera estatal.
- En todos los casos, la corrupción, el mal gobierno y las condiciones sociales adversas impiden que la explotación de recursos en la Panamazonía sea sostenible y genere verdadera riqueza, sea cual sea su modelo extractivista.
- No hay que olvidar que estas compañías son una importante fuente de ingresos para los países. Sin embargo, las decisiones de inversión están sujetas a consideraciones políticas y las operaciones no suelen ser tan eficientes.
Las industrias extractivas son componentes estratégicos de la economía de todos los países amazónicos, pero su grado de importancia varía mucho. La extracción de minerales genera beneficios económicos tangibles para un Estado soberano. Convertir en dinero un recurso natural no renovable puede proporcionar a una economía emergente, o en el caso de un país de ingresos medios, el capital financiero necesario para el desarrollo de su infraestructura y la reducción de la pobreza. Asimismo, dicha explotación de recursos genera inversión extranjera e ingresos esenciales para proporcionar a los ciudadanos bienes y servicios que no son producidos por la economía nacional. Desafortunadamente, muchos, o quizás incluso la mayoría de los países ubicados globalmente en el sur, son ricos en recursos naturales y sufren de corrupción, mala gobernanza y condiciones sociales adversas que impiden la inversión sostenible de la riqueza extractiva.
Rentas de minerales e hidrocarburos originadas en la Panamazonía, estratificadas por país (arriba) y tipo de materia prima (abajo). Los valores subestiman el impacto económico del sector minero ya que las “rentas” son ingresos netos después del costo de producción, y que pueden variar entre el 30% y el 70% de los ingresos brutos. El costo de producción se ejecuta internamente, mientras que las rentas son compartidas por el Estado (impuestos) y los productores (beneficios). Fuente de datos: Indicadores de Desarrollo Mundial (Banco Mundial), modificados con datos de ministerios nacionales.
Realidades macroeconómicas
La Panamazonía es una enorme reserva de recursos minerales, y las industrias extractivas representan un componente importante del PIB regional. La importancia combinada del sector minero varía de un país a otro, oscilando entre un máximo de casi el 25% como en Venezuela y poco más del 2% en Brasil.
La minería ha dominado durante mucho tiempo el sector de recursos naturales en Perú, Guyana y Surinam, mientras que la extracción de hidrocarburos predomina en Venezuela, Ecuador y Colombia. Apenas una parte de los yacimientos de petróleo y gas de Colombia se encuentran dentro de la amazonía que, al igual que los de Venezuela, están situados en la cuenca del Orinoco, justo al norte de la ecorregión amazónica. La economía boliviana depende en gran medida de sus recursos naturales, aunque la mayor parte de su riqueza mineral ha sido explotada en zonas fuera de la cuenca del amazónica. Todos estos países tienen rocas auríferas dentro de sus jurisdicciones amazónicas y todos cuentan con entusiastas, aunque problemáticas, comunidades mineras de oro irregulares.
De todos los países amazónicos, Brasil tiene la economía más diversificada y menos dependiente de la explotación minera. Sin embargo, posee el mayor sector minero y poco más del 27% de su producción nacional total de minerales industriales se origina en los siete estados de la amazonía brasileña. Los mineros de oro irregulares, conocidos como “garimpeiros”, constituyen un importante sector económico con gran influencia en los sistemas políticos locales y regionales.
Brasil es también uno de los mayores productores mundiales de petróleo y gas, pero sólo el 1% de su producción de petróleo y alrededor del 14% de su producción de gas natural proceden de yacimientos situados dentro de la Amazonía.
Las estadísticas que estiman las rentas minerales en realidad subestiman el impacto económico del sector extractivo, porque la exploración y las operaciones representan una parte significativa del flujo de caja total, que varía con el ciclo de las materias primas. Cuando los precios son altos, el costo de producción puede ser tan bajo como el 5%, pero cuando los precios caen, las empresas pueden perder dinero y quebrar. Del mismo modo, los ingresos minerales no son una medida precisa del impacto del sector extractivo en las economías nacionales y regionales. Es más probable que los gastos relacionados con la exploración y las operaciones se ejecuten en la región beneficiando a las comunidades locales a través de la creación de empleo y el consumo de bienes y servicios. Por el contrario, las llamadas rentas, que son ingresos netos, benefician a las economías nacionales a través de impuestos y ganancias en divisas, pero los principales beneficiarios son las corporaciones multinacionales que exportan sus ganancias a los países donde se encuentran los inversores que proporcionaron el capital para el desarrollo del proyecto.
Los ingresos totales generados por las industrias extractivas son altamente cíclicos. En 2019, los ingresos totales se estimaron en aproximadamente 29.000 millones de dólares, cifra considerablemente menor que los 100.000 millones de dólares en minerales explotados en 2014, pero aún el doble de lo que eran antes de 2007.
Marcos legales y regímenes tributarios
Básicamente, existen tres enfoques para gestionar la relación entre empresas extractivas y los Estados soberanos:
1) Las concesiones, que otorgan a las empresas los derechos exclusivos para explorar y explotar los minerales de un área geográfica específica. Este es el modelo predominante para las empresas mineras (excepto en Venezuela) y es el sistema utilizado en Brasil, Perú y Colombia para contratos de petróleo y gas.
2) Los acuerdos de producción compartida, que son empresas conjuntas entre una compañía petrolera nacional y corporaciones privadas que acuerdan financiar y gestionar operaciones a cambio de una parte proporcional de la producción dentro de una concesión. Este modelo predomina en Bolivia, Ecuador, Venezuela, Surinam y Guyana, donde también es el modelo utilizado para gestionar dos de las minas de oro corporativas de Surinam.
3) Los contratos de servicios, que son acuerdos entre las compañías petroleras nacionales y una empresa contratista a la que se le paga una tarifa por administrar los activos de petróleo y gas. Ecuador utiliza este modelo para operaciones en yacimientos más antiguos controlados por la petrolera estatal.
Los Estados utilizan tres mecanismos principales para captar los ingresos: regalías, impuestos sobre la renta corporativa y las ganancias de empresas estatales. Estos mecanismos se complementan con derechos de licencia, impuestos sobre la propiedad y primas por firma de contratos, así como impuestos a las ganancias extraordinarias creados para recuperar ingresos cuando los precios de las materias primas se disparan y los ingresos corporativos aumentan mucho más allá del costo de producción.
Las regalías se calculan sobre el valor bruto de la materia prima, independientemente del costo de extracción. Se trata de un cálculo sencillo basado en el precio de mercado y la unidad del producto mineral, donde pueden ser barriles de petróleo, metros cúbicos de gas o toneladas de mineral (concentrado). Varios países tienen un régimen estratificado que reduce los impuestos a las minas y yacimientos petrolíferos más pequeños, que se van incrementando a medida que aumenta la escala de las operaciones y la producción. Las regalías mineras tienden a ser menores que las de los hidrocarburos. Presumiblemente, esto refleja el mayor costo de las operaciones mineras en comparación con las perforaciones en busca de petróleo y gas, pero la disparidad también refleja la historia de la industria y un legado de explotación comúnmente atribuido a compañías petroleras (en gran medida extranjeras).
Los impuestos sobre la renta de las empresas se calculan sobre las ganancias de la unidad de negocio operativa después de restar el costo total de exploración, producción y procesamiento, así como los pagos de regalías e impuestos. Este enfoque permite a las empresas gestionar el riesgo de precios de los mercados de productos básicos y al mismo tiempo motivarlas a invertir en capacidad de producción futura. Sin embargo, es menos transparente y susceptible a malas prácticas corporativas.
Las compañías petroleras estatales y las empresas conjuntas son una importante fuente de ingresos para los países. Sin embargo, las decisiones de inversión están sujetas a consideraciones políticas y las operaciones no suelen ser tan eficientes desde el punto de vista ejecutivo como las de una empresa privada. Es posible que paguen o no el impuesto sobre la renta empresarial dependiendo del país, pero todas pagan regalías.
La mayor parte de los ingresos captados por los impuestos sobre la renta es retenida por los gobiernos centrales, pero una parte importante se devuelve a los gobiernos regionales y locales a través de políticas de reparto de ingresos propias de cada país. En general, los pagos a jurisdicciones subnacionales se gestionan a través del régimen de regalías, lo que podría explicar por qué las tasas tienden a ser bajas; mientras que la proporción devuelta es relativamente alta.
Algunos regímenes de regalías contemplan una disposición solidaria que asigna recursos a regiones y comunidades que carecen de recursos minerales generadores de ingresos. Además, todos los gobiernos también transfieren fondos del tesoro general a las jurisdicciones subnacionales a través del proceso presupuestario regular.
Ecuador ha adoptado un sistema basado en el volumen de petróleo extraído de la amazonía. El valor de un dólar por barril de petróleo se deposita en un fondo que invierte en el desarrollo económico y social de las comunidades de la región. En 2019, eso representó alrededor del 5% anual de las rentas derivadas de la producción, lo que supone el nivel más bajo de reparto de ingresos en la región amazónica.
Perú tiene el sistema más generoso que incluye no sólo el 100% de los ingresos generados por el sistema de regalías, sino también el 50% de los ingresos captados a través del impuesto a la renta corporativa. El sistema peruano, conocido como canon, también especifica la parte proporcional asignada al gobierno regional y a las comunidades locales que acogen o se ven afectadas por las actividades extractivas.
Imagen destacada: Desde que inició operaciones en la Terminal Couari en 1990, Petrobras comercializa su Gas Licuado de Petróleo (GLP) de Urucú a través del transporte fluvial. Crédito: Ricardo Stuckert, Programa de Aceleração do Crescimento (PAC), Flickr.com.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons -licencia CC BY 4.0).