- La presencia de perros en ecosistemas naturales es una grave amenaza para la fauna silvestre. Depredación, estrés, competencia por alimento y transmisión de enfermedades ponen en peligro a muchos animales, entre ellos a la danta o tapir de montaña, considerada En Peligro de extinción según la UICN.
- Cámaras trampa, instaladas en una área protegida de Santa Rosa de Cabal, en el departamento de Risaralda, registraron el ataque de dos perros a una danta y la persecución a otra en un bosque nublado de la cordillera central de los Andes. Los resultados fueron publicados en una revista científica y alertaron a los expertos.
- Se estima que la danta de montaña tiene una población que no supera los 2500 individuos y cualquier amenaza representa un grave riesgo para su conservación y el equilibrio de los ecosistemas donde habita.
“El perro es el mejor amigo del hombre”. Ese es quizás uno de los dichos más populares en el mundo. La relación del ser humano con este carnívoro se remonta a por lo menos 10 000 años atrás y es uno de los casos más exitosos de domesticación en la historia. Sin embargo, no todo es color de rosa: para 2021 se estimaba que en el planeta había 990 millones de perros, pero cerca de 700 millones deambulan sin supervisión.
Para los científicos dedicados a la conservación de la vida silvestre, esto representa un gran problema, pues los perros se adentran en los ecosistemas naturales en busca de alimento, en algunos casos pueden formar jaurías y convertirse en ferales, recordando el comportamiento de sus familiares los lobos.
Una reciente comunicación científica, publicada en la revista Neotropical Biology and Conservation, reveló las primeras imágenes de ataques de perros a danta (tapir) de montaña en Colombia. Los registros formaron parte de un estudio realizado en la zona norte del Distrito de Conservación de Suelos Campoalegre, área protegida regional de 21 116 hectáreas ubicada en el municipio de Santa Rosa de Cabal, en el departamento de Risaralda. La investigación se hizo específicamente en un terreno de 7,32 kilómetros cuadrados adquirido por la ONG WILD Campo Silvestre. El objetivo de tener este predio es restaurar bosques nubosos en áreas previamente taladas para el establecimiento de ganadería.
“Utilizamos cámaras trampa para reportar dos casos de perros persiguiendo y atacando a tapires de montaña en un área protegida de los Andes centrales de Colombia. El primer evento mostró un contacto físico directo entre un tapir de montaña adulto vivo y dos perros, pero el ángulo de la imagen no condujo a signos observables de heridas u otras lesiones. El segundo evento mostró a una danta de montaña adulta corriendo mientras era perseguida por los mismos dos perros del primer evento, denotando un momento estresante para la danta”, detalla el documento.
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Ataque y persecución
Los dos registros no pueden considerarse eventos menores. En primer lugar, dicen los investigadores, porque la danta de montaña (Tapirus pinchaque) se encuentra en En Peligro de extinción, según la Lista Roja de especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). “Actualmente tenemos más de mil millones de perros en el mundo, mientras que hay aproximadamente 2500 dantas de montaña. Cuando haces cálculos, estamos hablando de cerca de 400 000 perros por cada danta de montaña que existe”, dice Juan Camilo Cepeda-Duque, biólogo de la Fundación Wild Campo Silvestre, director del Proyecto de conservación del tigrillo andino y autor principal del reporte científico.
Es por eso que perder una sola danta en un ataque canino es un lujo que no puede permitirse esta especie que habita en los Andes de Colombia, Ecuador y el norte de Perú. La preocupación no es sólo porque los perros puedan matar al animal, sino que detrás de su interacción hay otros riesgos.
“Esto puede tener consecuencias negativas en las poblaciones de tapires de montaña a través de una disminución del rendimiento reproductivo y la eficiencia de búsqueda de alimento, un mayor potencial de brotes de enfermedades y más”, indican los investigadores en el reporte.
Diego Lizcano es biólogo, consultor en WCS y coautor de la publicación. Durante más de 10 años se ha interesado en estudiar a la danta de montaña y comenta que el problema con los perros ha aumentado. La situación se ha hecho más evidente con el uso de cámaras trampa, donde cada vez es más común encontrar interacción entre estos animales domésticos y la fauna silvestre.
A Lizcano le preocupan muchas cosas, pero sobre todo la transmisión de enfermedades. “Muchos de estos perros son de campesinos o pobladores locales que los tienen en condiciones muy básicas y muchas veces no los vacunan. Los animales silvestres son muy susceptibles a las enfermedades que normalmente afectan a un perro. Al perro quizás no le causen la muerte, pero el animal silvestre fácilmente podría morir”, asegura.
Aún no se conoce a ciencia cierta si los perros podrían causar la muerte de una danta directamente con sus ataques, pero Lizcano asegura que las heridas que pueden dejarles son un riesgo latente. “Aunque no hemos logrado documentarlo en un 100 %, algo en lo que estamos trabajando con la CARDER [autoridad ambiental en el departamento de Risaralda], es que cuando los perros muerden a las dantas, les causan heridas que se infectan con gusanos, los cuales dejan unas huellas impresionantes y eso afecta enormemente su salud”, afirma.
La danta de montaña cumple un papel fundamental en los ecosistemas andinos ya que, debido al amplio hábitat que necesita para vivir, es una importante dispersora de semillas. “El manejo y control de la población de perros domésticos dentro y alrededor de áreas protegidas debe considerarse una prioridad en futuras acciones de conservación para apoyar una población saludable de tapires de montaña y otras especies en peligro en la región”, destaca el artículo.
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Una interacción peligrosa
Los investigadores instalaron 20 cámaras trampa en un área de 7,32 kilómetros cuadrados, las cuales estuvieron activas desde el 16 de septiembre hasta el 24 de noviembre de 2023. Cada cámara tomaba tres fotos y grababa un video de 15 segundos cada vez que detectaba el paso de un animal.
Durante ese tiempo, las cámaras tomaron 27 fotografías en las que aparecieron perros y 585 en las que se apreciaban dantas. Según Juan Camilo Cepeda-Duque, estos eventos vienen en aumento y para mayo de 2024 ya han obtenido más de 100 fotografías de perros en los bosques nublados andinos de Santa Rosa de Cabal.
“Esto es muy preocupante porque sólo estamos muestreando en 9.1 kilómetros cuadrados de perímetro. Probablemente haya muchas situaciones similares en áreas aledañas”, dice Cepeda-Duque.
La comunicación publicada en la revista Neotropical Biology and Conservation destaca que las imágenes obtenidas en el Distrito de Conservación de Suelos Campoalegre son los primeros registros de ataques de perros a tapires de montaña en un área protegida de Colombia e insisten en que sus observaciones no son casos aislados, ya que la población local ha informado anteriormente de perros que perseguían y atacaban dantas de montaña y ganado.
El análisis también manifiesta una especial preocupación por la ausencia de registros de juveniles de danta en las cámara trampa, pues estos son más vulnerables que los adultos a los ataques de los perros.
“Si esta interacción negativa continúa, surgirán consecuencias potenciales a nivel individual y poblacional que comprometerán la supervivencia de los tapires de montaña y otros herbívoros en la región. Las consecuencias individuales incluyen un mayor estado de vigilancia y estrés inducido por el miedo, una reducción de la eficiencia de la búsqueda de alimento, y de las interacciones sociales y una mayor mortalidad debido a lesiones y enfermedades. Las consecuencias poblacionales incluyen la alteración del desempeño reproductivo, un mayor potencial de transmisión de enfermedades entre los tapires y cambios en los patrones de actividad y el uso del hábitat”, indica el documento.
Los investigadores también señalan que si el tema de la presencia de perros en los ecosistemas naturales no se maneja adecuadamente, las dantas de montaña pueden sufrir extinciones locales de sus poblaciones, situación que puede extenderse a otras especies en peligro. “La desaparición de los tapires de montaña en los bosques nubosos andinos puede provocar pérdidas sustanciales en la función y estructura de este ecosistema vital y, al mismo tiempo, comprometer el bienestar de las sociedades humanas que allí existen”, se menciona en el artículo.
Un problema que no sólo se presenta en Colombia
La preocupación por los ataques de perros asilvestrados, ferales o que deambulan sin supervisión no sólo ocurre en Colombia. Durante varios años Mongabay Latam ha publicado sobre esta problemática en Ecuador y Chile.
En un estudio de 2009, realizado en Ecuador, se evaluó la densidad de perros asilvestrados y se comparó con la abundancia, los patrones de actividad y el uso del hábitat de 10 especies de mamíferos en áreas con y sin presencia de perros en el Parque Nacional Cayambe-Coca.
“En las áreas donde había perros salvajes, cuatro mamíferos nativos estaban ausentes: el coatí de montaña (Nasuella olivacea), la paca de montaña (Cuniculus taczanowskii), la comadreja de cola larga (Mustela frenata) y el pudú del norte (Pudu mephistophiles). La abundancia relativa de seis especies fue menor en comparación con las áreas donde no había perros salvajes: puma (Puma concolor), zorro andino (Lycalopex culpaeus), oso andino o de anteojos (Tremarctos ornatus), zorrillo de espalda blanca (Conepatus semistriatus), tapir de montaña (Tapirus pinchaque) y el venado colorado (Mazama rufina)”, dice el artículo científico.
En otro estudio en Ecuador se instalaron cámaras trampa en cinco sitios entre 2800 y 3800 metros sobre el nivel del mar (m.s.n.m.) donde captaron al zorro andino, al zorrillo de espalda blanca, al puma, al oso de anteojos, al coatí de montaña y a la comadreja de cola larga. Los investigadores detectaron un efecto enorme en la distribución de las especies silvestres, encontrando que son menos abundantes en las áreas donde hay más perros y que algunas son desplazadas por completo por ellos.
“Hay especies que alteran sus patrones de actividad para evitar a los perros. Hay tapires de montaña que se vuelven totalmente nocturnos para evitarlos. Los osos andinos y el venado colorado se vuelven más activos a la mitad del día para evitar esos picos de actividad de los perros [muy temprano en la mañana y en el atardecer]”, le dijo en 2021 a Mongabay Latam el biólogo Galo Zapata-Ríos, director científico de WCS Ecuador.
En Chile, los perros están generando fuertes presiones a las poblaciones de pudúes y huemules.
El pudú (Pudu puda) se distribuye en gran parte del sur de Chile, entre la región del Maule y la región de Aysén. Sin embargo, “no hay estimaciones (poblacionales) basadas en datos de campo”, asegura la UICN y aunque “hay una estimación del año 1985, hecha a vuelo de pájaro, que hablaba de unos 10 000 individuos”, dice Javier Cabello, presidente de Chiloé Silvestre, no existe un número que sea confiable.
Aun así, “se sospecha que la población está disminuyendo como resultado de la pérdida y degradación de los bosques, la depredación por perros domésticos, así como los impactos potenciales de otras especies exóticas y la caza furtiva”, señala la UICN. “Ha habido una pérdida de bosque de manera continuada desde hace muchos años para leña y madera”, dice Cabello y con esa pérdida de hábitat ha llegado también la amenaza de los perros en primer lugar y los atropellos en segundo.
En 2023, guardaparques del Parque Nacional Patagonia en Chile expresaron su preocupación porque los ataques de perros son una de las principales amenazas que sufren los huemules que habitan en esta área natural protegida. El huemul (Hippocamelus bisulcus) es una especie En Peligro y no tiene herramientas para defenderse de los ataques de perros que los persiguen hasta cansarlos y darles muerte. Es por eso que el parque está aplicando una nueva tecnología en la que cámaras trampa envían fotografías de las amenazas en tiempo real, lo que permite a los guardaparques actuar a tiempo y capturar a los perros antes de que ataquen.
El último llamado de atención respecto a las amenazas que trae la presencia de perros en ecosistemas naturales se dio en Colombia, pero esta es una situación que se está saliendo de control en todos los países y con otras especies de danta.
Cepeda-Duque enfatiza en que depende de todos nosotros que no perdamos a las dantas, “son nuestras jardineras de los bosques. Ellas no tienen mucho cómo defenderse, sólo corren y corren. Sus depredadores naturales son osos y pumas, que actúan bajo emboscada, mientras que los perros son depredadores de persecución y tienen un mejor estado físico que ellas. Las dantas no están preparadas para enfrentarse a esta amenaza y ya están en una situación muy crítica”.
REFERENCIA
Cepeda-Duque, J. C., Arango-Correa, E., Frimodt-Møller, C., & Lizcano, D. J. (2024). Howling shadows: First report of domestic dog attacks on globally threatened mountain tapirs in high Andean cloud forests of Colombia. Neotropical Biology and Conservation, 19(1), 25-33.
*Imagen principal: Danta de montaña (Tapirus pinchaque) tomando agua. Montañas de los Andes colombianos. Foto: Diego J. Lizcano.
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