- Ernesto Ráez, ecólogo tropical que ha analizado la minería aurífera en la región amazónica de Madre de Dios, señala que recuperar los bosques tal como eran “es imposible, pero lo que se lograría es una especie de remediación”.
- En junio de este año, el Centro de Innovación Científica Amazónica, cuyo director científico es Francisco Román, comenzó a desarrollar el proyecto de reforestación más grande en bosques degradados por minería en Madre de Dios.
- La posible recuperación del ecosistema afectado por la minería ilegal en Madre de Dios tardaría entre 10 a 20 años, según Ernesto Ráez.
¿Es posible reforestar la amplia zona degradada por la minería aurífera en la región Madre de Dios? Según el reporte especial del Proyecto de Monitoreo de la Amazonía Andina (MAAP por sus siglas en inglés) y la Asociación para la Conservación de la Cuenca Amazónica (ACCA), la minería aurífera ilegal ha destruido más de 62 000 hectáreas de bosques en la región Madre de Dios en más de 30 años en que se ha registrado este tipo de actividad en la región del sur amazónico.
De acuerdo al ecólogo tropical Ernesto Ráez, que ha seguido de cerca la situación de Madre de Dios con relación al impacto ambiental de la minería aurífera, es imposible volver a disponer de la biodiversidad que se tenía antes de la actividad extractiva. “No, volver a tener el mismo bosque es imposible. Lo que en principio se puede hacer es una remediación, que es tratar de controlar el nivel de toxicidad en los suelos y un proceso de revegetación, es decir, recuperar un poco de cobertura vegetal para ayudar a la naturaleza a reponerse. Esto último podría incorporar la siembra de ciertas especies”, explica a Mongabay Latam.
Además agrega que el proceso para la reforestación y remediación toma años en suceder. “En una o dos décadas ya observas, por lo menos, un ecosistema medianamente funcional que recupera la estructura de los suelos, recicla nutrientes y atrae otros elementos de la biodiversidad nativa. Es un proceso de restauración ecosistémica, pero que nunca va a conducir al bosque original”.
El director científico del Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia), Francisco Román, cuenta lo que encontró cuando visitó Madre de Dios durante el 2015. “Es cierto que no es posible que se vuelva a tener el bosque de antes, porque cada bosque tiene como sus huellas digitales que no se vuelven a replicar, pero lo que se puede es tratar de recuperar la estructura, el funcionamiento y la composición del bosques para que pueda sostenerse por sí solo con el tiempo”, dice.
Además recuerda que observó que mineros informales seguían ciertas prácticas de reforestación antes de extraer el oro en Madre de Dios. “Cuando visitamos la región vimos que este tipo de experiencias la realizaban los mineros informales, consistía en extraer la tierra fértil previamente a la extracción del oro, luego volvían colocar la tierra sustraída y sembraban especies de plantas para que el bosque vuelva a crecer. Eso lo califico como buenas prácticas”, dice Román a Mongabay Latam.
Román encontró especies maderables y no maderables como la topa (Ochroma pyramidale), el peine de mono (Apeiba aspera Aubl), el pashaco (Schizolobium excelsum Vogel), la guaba (Inga feuilleei), la lupuna (Chorisia Insignis), entre otras. “Este tipo de especies son favorables para un crecimiento de la vegetación. Así desarrollamos un pequeño proyecto que finalizó en octubre pasado, gracias a fondos de USAID y ejecutado por la Universidad de Florida”, agrega.
Una radiografía de la minería aurífera
El problema de la degradación de bosques por minería aurífera no es fácil de solucionar porque su impacto tiene varias aristas que pasan por lo ambiental, lo económico y lo social. Para Francisco Román, que ahora a través de Wake Forest University con fondos de USAID y WWF, está desarrollando un nuevo proyecto con el Cincia titulado “Reforestación y Restauración en áreas degradas por minería” en Madre de Dios, “la reforestación en la región debe tomar en cuenta qué tipo de minería existe, considerar que no solo existen máquinas de succión sino una minería con maquinaria pesada, además existe un contexto del paisaje”.
El proyecto mencionado tiene una proyección de tres años (2016 – 2018) y su objetivo es “establecer una red de 42 hectáreas de plantaciones experimentales de reforestación y restauración ecológica estratégicamente ubicadas a lo largo de un gradiente ecológico y socioeconómico que abarca toda la región afectada por minería entre Cusco y Madre de Dios”, se cita en la descripción. La investigación ha comenzado en junio del presente año.
Gracias al estudio previo a esta investigación se ha podido comprobar, dice Román, que existen seis zonas particulares entre Madre de Dios y parte de Cusco, entre las que encontramos desde campamentos mineros fragmentados con poco personal que usan bombas de succión hasta grandes concentraciones de mineros con maquinaria pesada. De acuerdo a Ernesto Ráez, “la maquinaria pesada son cargadores frontales, camiones que manejan grandes volúmenes, lo que se consideraría mediana minería”.
Las zonas del estudio son Camanti-Quincemil en Cusco, además de Inambari y Huaypetue en Madre de Dios. En estos distritos la minería, en su mayoría, es dispersada, pequeña y usa bombas de succión. Otros tres distritos son Madre de Dios, Laberinto y Tambopata, todos en la región Madre de Dios, apunta Román. En estos últimos tres lugares la minería es más focalizada y se usan grandes maquinarias.
¿Formalizar o no?
Uno de los asuntos que se debe tener en claro, señala Francisco Román, es diferenciar entre la minería informal y la ilegal. “La minería informal también existe desde hace más de 30 años, como la ilegal, pero su diferencia es que el Estado les entregó concesiones mineras y ellos se encuentran, en la actualidad, en un proceso de formalización. Quieren hacer dinero, pero obedeciendo las leyes. A ellos los estamos acompañando para que sigan en ese proceso. Por otro lado, los ilegales no tienen ningún tipo de concesión por el Estado, incluso invaden las áreas naturales protegidas y cualquier otro territorio, además que atraen otro tipo de problemas como el sicariato y la prostitución”. Son más de 70 000 mineros en proceso de formalización, según información a febrero del 2016 del Ministerio de Energía y Minas.
Para Ernesto Ráez, el proceso de formalización no es la solución. “Ese tipo de minería informal no debería ocurrir. No se debe insistir mucho en formalizar en Madre de Dios. Está demostrado que es una actividad que ha hecho daño a mucha gente, que es muy difícil de mitigar los efectos ambientales. También es cierto que es necesario reconocer los derechos de la gente que obtuvo una concesión minera antes. Pero creo que será solo un puñado que se formalizará. Económicamente la minería informal produce alta rentabilidad porque vendes el oro sin ningún tipo de control”, señala.
Ráez no cree que los estándares ambientales que exigen una formalización vayan a ser cumplidos por los mineros informales. “Formalizar no es entregar un carné, formalizar es entregar una licencia que certifique que el actor minero está en capacidad de operar su actividad minera de manera ambiental y socialmente adecuada. Pero justamente ese tipo de garantías es la que no pueden ofrecer muchos mineros en Madre de Dios. La formalización es un espejismo. esa población tiene que irse, uno no puede pretender dar una solución que no lo es”, sostiene.
Por otro lado, Ráez apunta que existe una diferencia entre lo que se constata en la realidad y lo que se señala en el documento de formalización, ya que muchos mineros en este proceso señalan practicar la pequeña minería, pero trabajan de manera concertada y su impacto es de mediana minería. “Eso lo hemos comprobado una y otra vez. Hay población cuya actividad está calificada como pequeños mineros, pero en realidad es mediana minería. El OEFA ha desarrollado un estatuto jurídico de la preeminencia de la realidad, que señala que lo que vale es lo que uno observa en la realidad y no lo que se afirma en un papel para determinar la escala de una operación minera. Y si se comprueba que un grupo de personas actúa de manera concertada y si exceden los límites de pequeña minería deben ser considerados como mediana minería”.
Lo que señala Ráez se comprobó en julio de 2013 cuando el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) sancionó como 10 000 UIT a la familia Baca Casas porque “inició actividades de mediana y gran minería sin contar con la certificación ambiental respectiva”, según el comunicado oficial del organismo ambiental.
“Eran gente que dominaba labores de minería en Madre de Dios y OEFA demostró que funcionaban como clan familiar. Y sumando la actividad de todos los familiares se demostraba que excedían la capacidad de la pequeña minería y podían ser fiscalizados por el Gobierno central y no el Gobierno regional, que no iba a hacer nada con ellos”, dice Ráez.
Una mirada al futuro
De acuerdo a mapas satelitales del programa Geobosques del Ministerio del Ambiente y también de MAAP, la minería ilegal se presenta además en zonas como la selva central o en regiones del norte como Amazonas. Para que se repliquen proyectos de reforestación en otras partes del país, según Francisco Román, debe haber más inversión desde el Estado y la empresa privada. “En mi opinión la formalización debe continuar, pero falta financiamiento desde el Gobierno y la cooperación internacional. Hay poco interés en este tema”.
Ernesto Ráez agrega que también se debe convertir la investigación científica en acción. “El Ministerio del Ambiente, gracias a una obligación compartida con el Ministerio de Energía y Minas en el proceso de remediación de la minería ilegal, puede invertir en reforestación, eso está previsto. Lo ideal sería que los buenos resultados de la investigación sean replicados inmediatamente en el resto del país. Hay miles de formas de convertir investigación en acción. Una puede ser inversión del Estado, otra la promoción de actividad privada en reforestación. Además que existen ventajas económicas, la madera que se produce se puede vender. El carbono que almacenan los bosques que crezcan se pueden vender”, finaliza.