- La empresa hidroeléctrica Teles Pires (constructora y operadora de la represa Teles Pires en la cuenca amazónica) recibió un certificado verde en la categoría “Gestión social y medioambiental responsable” de los premios Chico Mendes, un premio que lleva el nombre del ecohéroe brasileño.
- La empresa ganó otros premios ecológicos por sus proyectos de construcción (incluidas las represas amazónicas) y ha sido premiada con créditos de carbono por las Naciones Unidas.
- Pero los críticos se preguntan qué tan ecológica puede ser la empresa que construyó la represa Teles Pires cuando el proyecto destruyó comunidades indígenas y tradicionales, dinamitó un sitio indígena sagrado, dañó la biodiversidad y las pesquerías, al mismo tiempo que produjo gran cantidad de emisiones de carbono.
- La empresa sostiene que no tiene culpa alguna, ya que cumplió con todas las normas gubernamentales durante la construcción de la represa, y hasta hizo más para hacer el proyecto sustentable. La represa Teles Pires genera preguntas clave sobre “sustentabilidad” y sobre quién tiene derecho a definirla.
(Leia essa matéria em português no The Intercept Brasil. También podrá leer en portugués la Serie de Mongabay sobre la cuenca del Tapajós en The Intercept Brasil)
La cuenca del río Tapajós se encuentra en el corazón de la Amazonía y en el centro de una controversia explosiva: construir más de 40 represas grandes, una vía férrea y rutas, y así transformar la cuenca en un corredor enorme de exportación de productos industrializados, o evitar este impulso de desarrollo y conservar una de las regiones más ricas biológica y culturalmente del planeta.
Aquellos que luchan por darle forma al destino de la cuenca tienen opiniones opuestas pero, como el Tapajós se encuentra en una región aislada, pocas de estas opiniones salen en los medios de comunicación. La periodista Sue Branford y el científico social Mauricio Torres viajaron hasta allí hace poco para Mongabay y, en las próximas semanas, esperan echar luz sobre el debate intenso que definirá el futuro de la Amazonía. Este es el cuarto de sus informes.
En abril de 2014, la empresa hidroeléctrica Teles Pires (constructora y operadora de la represa Teles Pires en la cuenca amazónica en Brasil) recibió un certificado verde en la categoría “Gestión social y medioambiental responsable” de los premios Chico Mendes, un premio que lleva el nombre del ecohéroe y activista social brasileño asesinado.
El premio fue presentado por la ONG Instituto Internacional de Pesquisa e Responsabilidade Socioambiental Chico Mendes (Instituto Internacional de Investigación y Responsabilidad Socioambiental Chico Mendes). El premio se entrega a empresas que ofrecen a Brasil “soluciones para conflictos entre desarrollo, justicia social y equilibrio ambiental”. Ganarlo “es considerado el evento socioambiental más importante de Brasil”, según el instituto.
Una mirada más de cerca sobre el premio podría generar la pregunta sobre cómo la empresa que construyó la represa Teles Pires puede ser premiada como una campeona de la sustentabilidad cuando el proyecto hidroeléctrico destruyó comunidades indígenas y tradicionales, dinamitó un sitio indígena sagrado, dañó la biodiversidad y las pesquerías, y aumentó el desmonte de bosques, al mismo tiempo que produjo gran cantidad de emisiones de carbono.
El premio también genera preguntas más generales sobre qué criterios deben utilizarse para definir la sustentabilidad y quién debería decidir qué es ecológico y qué no lo es. Por ejemplo, ¿es correcto que una empresa reciba un reconocimiento por “sustentabilidad” y “justicia social” mientras forma parte de un proyecto gubernamental gigantesco, famoso por las evaluaciones inadecuadas sobre medioambiente e impacto social, y por su completa indiferencia a los intereses indígenas?
Durante una entrevista con Mongabay, el arqueólogo Francisco Pugliese, de la Universidad de San Pablo, afirmó que estaba enojado pero no sorprendido por que un proyecto que había destruido un sitio indígena sagrado hubiese ganado un premio por responsabilidad social y medioambiental. “Este premio va contra todo lo que se puede esperar de un premio que lleva el nombre de Chico Mendes, y sus consecuencias serán catastróficas si se lo utiliza como ejemplo de responsabilidad social, ya que justificará una producción de energía más sucia y mortal por parte de las represas hidroeléctricas que se planeen o construyan en territorio indígena” en la cuenca amazónica y alrededor del mundo.
Más premios, más preguntas
El proyecto hidroeléctrico Teles Pires (construido sobre el río Teles Pires, afluente principal del río Tapajós) recibió una licencia medioambiental en 2010. Fue construida en tiempo récord (solo 41 meses) y comenzó a operar en noviembre de 2015, a pesar de las protestas y demandas judiciales numerosas, antes y durante la construcción, por parte de comunidades indígenas y tradicionales, ambientalistas, y el Ministerio Público Federal (MPF), una rama independiente del Estado brasileño.
La represa Teles Pires de dos mil millones de dólares tiene una capacidad instalada estimada de 1820 megavatios, lo que la convierte en el segundo proyecto hidroeléctrico más grande (después de la megarrepresa de Belo Monte) del “Programa para un crecimiento acelerado”, del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
Atila Rocha Macedo, el coordinador de comunicación social de la empresa Teles Pires, comentó a Mongabay que el certificado verde Chico Mendes reconoce la contribución que la empresa hace, mediante las represas, al “desarrollo sustentable” y a “una mejor vida de los habitantes de las regiones que las rodean”.
Este no es el único honor ecológico con el que han colmado a la empresa. Dos grupos relacionados con el sector energético de Brasil —Power Brasil y el Instituto Acende Brasil— entregaron un premio a la empresa en 2014 y luego en 2016 por su innovación y compromiso con la sustentabilidad social y medioambiental.
La empresa Teles Pires también recibió un reconocimiento ecológico importante en 2012 cuando solicitó y obtuvo créditos de carbono del Protocolo de Kioto. Según el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) de las Naciones Unidas, aquellos proyectos de represas hidroeléctricas en países en desarrollo que reduzcan las emisiones de dióxido de carbono pueden ganar estos créditos, los que, a su vez, pueden venderse a países industrializados para ayudar a cumplir sus objetivos de reducción de emisiones.
El premio de las Naciones Unidas a la empresa Teles Pires se entregó a pesar de que una investigación reciente demostró que las represas tropicales nuevas, con embalses llenos de vegetación podrida, producen cantidades importantes de metano, un gas de efecto invernadero que es más de veinte veces más poderoso que el dióxido de carbono.
“Varios estudios han demostrado que las emisiones de represas hidroeléctricas en la Amazonía son considerables durante los primeros diez años, que es el periodo que cubren los créditos de carbono”, señaló Philip Fearnside, científico y opositor a las represas amazónicas, del Instituto Nacional de Pesquisas da Amazonía.
Evaluación social y medioambiental inadecuada
Considerando tanto elogio público de la represa Teles Pires, se podría esperar que el proyecto haya sido sujeto de una evaluación científica exhaustiva respecto de los impactos potenciales antes de tomar la decisión de construirla.
Pero no se realizó ninguna evaluación, según Brent Millikan, director del programa amazónico de la ONG International Rivers. Hace tiempo que critica la prisa del Gobierno brasileño por construir tantas represas en la Amazonía. Comentó a Mongabay: “La decisión política de construir la represa Teles Pires se tomó años antes de llevar a cabo estudios técnicos, económicos y de viabilidad medioambiental”.
Cuando por fin se realizaron dichos estudios, se tuvo la precaución —según sostuvo Millikan— de que no hubiera “sorpresas” que arruinaran o demoraran el proyecto. Por ejemplo, Leme Engenharia fue una de las empresas elegidas para hacer la evaluación. Pero Leme tiene antecedentes de haber trabajado con el gigante de la construcción Odebrecht, ya que ayudó a construir dos represas (Capim Branco I y II) en el estado de Minas Gerais. También ocurre que Odebrecht fue un jugador clave en la construcción de la represa Teles Pires: era un accionista minoritario de la empresa hidroeléctrica Teles Pires y parte del consorcio elegido para construir la represa. Además, Leme Engenharia está relacionada con la empresa energética franco-belga ENGIE, anteriormente GDF/Suez. Pero el Gobierno nunca trató el conflicto de intereses.
Como con cualquier proyecto importante de construcción, los estudios realizados por Leme y por otras empresas deberían haber considerado todos los impactos potenciales del proyecto, incluso los efectos negativos sobre pesquerías, ecosistemas acuáticos y terrestres, biodiversidad, comunidades tradicionales e indígenas, cambio climático, y más. Ninguno de los resultados de los estudios supuso para Ibama una demora significativa ni un rediseño del proceso de construcción.
Tampoco hubo mucha investigación o, si la hubo, los expertos hicieron un trabajo descuidado. Solange Arrolho, quien da clases en la Universidad Estatal de Mato Grosso y es una experta en los peces del río Teles Pires, comentó a Mongabay que “la mayoría de los que llevaron a cabo los estudios no eran de la región. No fueron a los mercados de pescado. Rara vez hablaron con pescadores locales o con las universidades. Llevo 25 años aquí y tengo la colección de peces locales más grande, pero los estudios se realizaron sin que alguien viniese a hablar conmigo”.
Según Arrolho, las deficiencias de los estudios provocaron que se subestimara en gran medida los costos medioambientales y sociales de las represas. “Cuando se planea un proyecto —una ruta o una represa hidroeléctrica, por ejemplo— ¿a qué conclusión llegan [las empresas evaluadoras]? Que es viable porque no toman en cuenta el proceso social y medioambiental completo. El impacto social y medioambiental que calculan es diminuto en comparación con el verdadero”.
Ricardo Scoles, académico en Ecología de la Universidad Federal del Oeste de Pará, también concluye que los impactos de la represa fueron subestimados sistemáticamente. “No existe una base científica para garantizar un impacto social y medioambiental bajo cuando se construye una represa en una región con diversidad social y medioambiental alta, tal como la cuenca del Teles Pires —declaró de manera rotunda—. La región Tapajós-Xingú es una zona con un nivel alto de especies endémicas y, por tanto, los impactos potenciales en la fauna serán más graves e irreversibles, ya que muchos de estos animales solo se encuentran en esta bioregión”.
Para Scoles, “es sumamente irresponsable interferir en la dinámica de los cursos de agua en el sur de la Amazonía, una región ya afectada por los cambios climáticos locales, con una disminución en las precipitaciones y con sequías más prolongadas”.
Fracasos federales
Las autoridades brasileñas no eran ajenas a que los problemas medioambientales eran ignorados o minimizados durante la construcción de la represa Teles Pires. En ocasiones, el personal técnico de Ibama (la agencia medioambiental de Brasil) y de Funai (la fundación federal del indígena) rechazaron los informes que recibían de las empresas privadas que llevaban a cabo las evaluaciones.
Ciertamente, existían varias filas federales en el proceso de autorización de Teles Pires, según Millikan. La Empresa de Pesquisa Energética (Empresa de Investigación Energética, EPE), un órgano federal a cargo de planificar el suministro energético de Brasil, “se indignó” cuando Ibama y Funai formularon objeciones respecto de la represa Teles Pires, aun cuando esa era su obligación oficial.
El conflicto con Funai fue especialmente virulento. En diciembre de 2010, el personal del organismo realizó una crítica técnica detallada al estudio de impacto medioambiental de la represa, en el que argumentó que la sección sobre los indígenas debía ser reformulada por completo. Pero, unos días más tarde, el presidente de Funai, bajo una presión intensa por parte del sector energético y de la oficina del presidente de Brasil, dio el visto bueno para la primera fase de la represa. Una semana después, se llevó a cabo la licitación para decidir qué empresas la construirían.
Las irregularidades del estudio no se detuvieron. Había tantas que, en agosto de 2012, un juez federal declaró que los estudios de impacto llevados a cabo por la empresa Teles Pires estaban “totalmente comprometidos y carecen de legalidad por infringir los principios constitucionales de orden público, de imparcialidad y de moralidad medioambiental”. Ratificó una sentencia de primera instancia para detener de inmediato el trabajo en la represa.
Pero su fallo fue anulado pronto por el uso de una carta judicial, la denominada “Suspensión de Seguridad”, por medio de la cual el Gobierno federal puede conseguir que un tribunal superior pueda revertir cualquier fallo de tribunales inferiores en nombre de la “seguridad nacional”, el “orden público” o la “economía nacional”.
Uno de los pocos foros donde se dio un debate público (aunque limitado) sobre los posibles impactos de la represa fue en la sección de comentarios públicos del Mecanismo de Desarrollo Limpio de la ONU. Cuando la empresa Teles Pires estaba en proceso de solicitar créditos en 2012, varios organismos (tanto brasileños como internacionales) objetaron.
Los grupos indígenas protestaron enérgicamente, pero la empresa lo pasó por alto. Los Kayabi advirtieron sobre el impacto que la destrucción provocada por la represa tendría en su vida espiritual: la eliminación de Sete Quedas, un rápido del río Teles Pires, que es el equivalente al Cielo cristiano.
En su respuesta, la empresa Teles Pires sostuvo que “en la actualidad, [el rápido Sete Quedas] no es una zona frecuentada ni utilizada [por los indígenas]” y que no es “un sitio de importancia sagrada”. Esto es incorrecto basado en los hechos. Se sabe desde hace años que Sete Quedas era un lugar sagrado y que los indígenas no lo visitaban, precisamente por ser un sitio sagrado Los Munduruku habían advertido desde hacía tiempo que su destrucción tendría consecuencias catastróficas para ellos desde el punto de vista espiritual y material. Los rápidos fueron dinamitados para abrir paso para la represa.
Daño visible
Mongabay le preguntó a la experta en peces, Solange Arrolho, sobre los impactos visibles de la represa ya terminada. Ella explicó que la construcción apresurada había evitado la recolección apropiada de datos de referencia anteriores al proyecto, lo que hizo imposible una evaluación del tipo “antes y después”.
Pero sí pudo afirmar que el proyecto impactó en la migración de peces: “Antes de la construcción de la represa, algunos peces —en especial los más grandes— migraban a lo largo de la cuenca alta del Teles Pires, algo que no pueden hacer ahora, ya que la represa no tiene un canal lateral que les permita pasar por la planta”, explicó. Pero, hasta el momento, los peces más grandes sobrevivieron. “Están encontrando otros lugares para reproducirse río abajo. Pero serán más vulnerables, será mucho más fácil atraparlos, ya que quedan retenidos en cantidades mayores frente a la represa”.
Esto fue confirmado por Francisco Arruda Machado, más conocido como Chico Peixe (Chico Pez), un asesor medioambiental del Ministerio Público Federal (MPF) en Mato Grosso. En enero de 2016, recolectó ejemplares de peces en el río Verde, un tributario del Teles Pires, río arriba desde la represa. “En el pasado, solía recolectar entre 10 y 15 pescados, como el brycon o el sábalo, de entre 2,5 y 3 kg cada uno [5,5 – 6,6 l] —comentó—. Este año no atrapé ni uno. Eso me prueba que los peces no están pudiendo migrar río arriba para desovar”.
Los Munduruku viven río abajo, por lo que aún no deberían verse afectados por la disrupción del flujo migratorio pero, durante nuestra visita a su aldea, muchos se quejaron de que la pesca parece estar disminuyendo. Sandro Waro Munduruku, un líder joven, comentó a Mongabay: “Hay muchos menos peces. Nunca atrapamos tantos como solíamos hacer antes de que la represa fuera construida. Los bancos de peces están muriendo. No sabemos cómo vamos a vivir en el futuro”.
Arrolho explicó el motivo de la disminución de la pesca: con la construcción de la represa “se producen metano y otros gases mediante la descomposición de material orgánico. Cuando estos gases llegan a la superficie, el agua se vuelve más ácida, disminuye la cantidad de oxígeno, la temperatura [del agua] aumenta… Se altera toda la estructura del río. Los peces no se alimentan bien, y no hay suficientes nutrientes para los procesos reproductivos. Es un cambio grande”.
Esos cambios serán más extremos con el paso del tiempo. “Los impactos [adversos de la represa] son acumulativos —señaló Arrolho—. En el nacimiento del Teles Pires, existen muchas granjas grandes, con kilos y kilos de sedimentos, fertilizantes y herbicidas, que se derraman al río. La represa de río abajo ahora impide la dispersión de estos residuos”. Las consecuencias son predecibles: “Es como verter fertilizante en un cuenco de agua y dejarlo al sol. Pronto el agua se cubre de algas”. Consume el oxígeno en el agua, y la vida acuática muere. “¿Quién paga por la degradación medioambiental? Los peces y la gente”, concluyó.
Pero, según Arrolho, el Gobierno estatal ha mostrado poca preocupación por el deterioro de la pesca. “Durante muchos años, los sucesivos Gobiernos de Mato Grosso han considerado a la cultura amazónica (una cultura de gente ribereña, de gente que conoce la importancia del agua) como un problema que debe solucionarse —planteó—.
Por años, el Gobierno estatal llegó hasta negar que algún sector de la Amazonía quedaba dentro de su territorio, aunque cubre un 67 % del territorio estatal”. Y ahora esta cultura tradicional amazónica está desapareciendo. “En su lugar, tenemos esta cultura de la energía eléctrica, de la producción de granos y de la minería”. Arrolho es pesimista respecto del futuro. Teme un daño irreversible a la vida acuática del río: “Los impactos de las represas tienden a empeorar en el mediano y largo plazo”.
¿Premiar o no premiar?
Al enfrentarse con todas estas críticas, la empresa Teles Pires ha señalado una y otra vez que se ha ajustado a todas las exigencias de los organismos federales y que ha ido aún más allá en términos de buenas prácticas.
En una edición especial de su revista empresarial titulada “Teles Pires: el proyecto hidroeléctrico modelo de Brasil”, Neoenergia —socio principal en el consorcio constructor de la represa— escribió que había rediseñado el proyecto original “para reducir aún más los impactos medioambientales, implementando técnicas avanzadas de ingeniería sustentable” y que “comparada con otras dos represas hidroeléctricas, el proyecto se destaca por su alto rendimiento energético y su bajo impacto”.
En una entrevista con Repórter Brasil, la empresa afirmó que tuvo cuidado de no dañar el bosque mientras construían la represa, para lo cual transportó al personal hasta el lugar de construcción y alojó a los 6000 obreros allí, tal como si estuviesen construyendo una plataforma petrolífera en el medio del océano.
Pero los esfuerzos ecológicos de la empresa pasan a ser bastante irrelevantes cuando se los compara con los probables impactos de la represa a largo plazo. Jamás se ha construido una represa grande en la Amazonía brasileña sin generar una afluencia grande de población, lo que provoca una deforestación indiscriminada. Un efecto similar es predecible para la cuenca del río Teles Pires, en especial al sumar las otras cuatro represas que está construyéndose en el río.
Sin embargo, cuando Repórter Brazil le pidió a la empresa que comentara sobre el nivel récord de deforestación en la zona circundante a la represa (18 000 h o casi 70 mi2), no dio ninguna respuesta, excepto sostener que “no hay manera de establecer una conexión entre el aumento en el despeje de bosques y la llegada del proyecto [de la represa hidroeléctrica]”.
Compartir responsabilidades
Hasta los críticos admiten que la propia empresa Teles Pires no es responsable de haber iniciado muchos de los impactos medioambientales y sociales de sus represas. Después de todo, fue el Gobierno quien decidió lanzar el proyecto, llevar a cabo estudios deficientes, evitar un debate público, y hasta recurrir a acciones autoritarias (tales como la medida de Suspensión de Seguridad) para que se construya la represa.
Con la planta hidroeléctrica ya en funcionamiento, a los críticos despiadados aún les cuesta digerir que se le entregue un premio con el nombre de Chico Mendes a la empresa Teles Pires.
Francisco Pugliese señala que el premio es un buen ejemplo de cómo la actividad corporativa y las ganancias a menudo pesan más que la responsabilidad social y medioambiental. “Si se analiza el premio con más atención, se verá que fue entregado por un instituto privado relacionado con un campo muy específico del poder económico nacional, que no solo está activo en Brasil, sino en muchos países del mundo: las empresas grandes de construcción”. Destacó que las instituciones privadas y las empresas principales de infraestructura pueden considerarse ecológicas, pero eso no asegura que lo sean.
Gracias al Instituto Centro de Vida (ICV) y a International Rivers por su ayuda logística en la región del río Teles Pires.
(Leia essa matéria em português no The Intercept Brasil. También podrá leer en portugués la Serie de Mongabay sobre la cuenca del Tapajós en The Intercept Brasil)