- Con una hiperinflación de alrededor del 2700 % en el 2017, abundante corrupción y saqueos, y escasez de alimentos y medicamentos en toda Venezuela, el presidente Nicolás Maduro está desesperado por encontrar soluciones a una crisis económica cada vez más profunda.
- Muchas de las soluciones del presidente, incluidos el Arco Minero y la criptomoneda Petro, podrían terminar liquidando la riqueza mineral, al mismo tiempo que devastarían territorios indígenas y el medioambiente, incluida la Amazonía venezolana.
Este artículo forma parte de una serie de artículos de Mongabay sobre el Arco Minero de Venezuela producidos en colaboración con InfoAmazonia, que ha publicado una plataforma multimedia exhaustiva llamada multimedia platform called Digging Deeper into the Mining Arc (Cavando más hondo en el Arco Minero) que resalta de forma exclusiva el auge de la minería en Venezuela.
El presidente Nicolás Maduro, con una sonrisa enigmática que se asoma debajo de su bigote característico, muestra con orgullo un lingote de oro a la prensa venezolana. Según consta, el metal es parte de un lote encontrado y procesado dentro del Arco Minero, un área extensa que cubre 112 000 km2, al sur del río Orinoco y en la Amazonía venezolana.
Entretanto, en medio del Arco Minero, un experto en minerales (quien pidió no revelar su nombre por seguridad) muestra una sonrisa aún más amplia mientras pone en duda la autenticidad de ese lingote y del primer lote de oro del Arco Minero.
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Maduro “inventó propaganda con casi 1000 kg (2200 lb) de oro. Alguien que no sabe del tema pensará: ‘¡Guau! ¡Mil kilos de oro!’”, comenta riendo la fuente anónima y sostiene que los lingotes de ese supuesto primer embarque son de diferente tamaño y pureza y, lo que es más importante, no tienen ningún tipo de certificación; esto significa que no hay manera de garantizar de dónde ni cuándo fue extraído el oro.
“¿A quién le compran? —se pregunta—. ¡A mineros ilegales y a mafias de la minería ilegal! Aquí [en el Arco Minero] se llaman ‘pranes’”.
Este experto en minerales anónimo no es el único con esta visión. Muchos analistas ponen en duda las afirmaciones del Gobierno sobre el Arco Minero.
El llamado Arco Minero, un semicírculo que va de este a oeste a lo largo del estado de Bolívar fue abierto a la minería en el 2016 por Maduro y cubre 12,2 % del territorio nacional. El presidente considera la riqueza potencial de la zona como la salvación de la terrible crisis económica del país y hasta propuso, en diciembre del 2017, una criptomoneda nueva basada, en parte, en los minerales ocultos de la región. En ocasiones, las autoridades gubernamentales se han jactado con optimismo de que la región contiene 7000 toneladas de oro (por un valor aproximado de 200 000 millones de dólares), más 100 000 millones de dólares en coltán (un mineral de uso extendido en aparatos electrónicos) y 3000 millones de quilates en diamantes.
Sin embargo, la extensión de los depósitos dentro del Arco Minero —una región silvestre y remota de altiplanos y bosques inaccesibles— se desconoce por completo. Lo que sí es seguro es que las cuatro áreas mineras designadas dentro del estado de Bolívar albergan 198 comunidades indígenas más numerosos ecosistemas protegidos: el Parque Nacional Canaima (Patrimonio de la Humanidad), la Reserva Forestal Imataca, las reservas La Paragua y El Caura, el Monumento Natural Cerro Guanay, y la cuenca del río Caroni. Todos se ven amenazados por el Arco Minero.
Básicamente, el Gobierno espera atraer inversores extranjeros y empresas mineras multinacionales al Arco Minero, pero los financistas y las mineras podrían pensarlo dos veces antes de arriesgarse. En la actualidad, el Arco Minero es un territorio violento, prácticamente anárquico, donde líderes militares corruptos, pandillas armadas, mineros ilegales a mediana y larga escala, y guerrillas compiten en una batalla campal por la riqueza minera.
¿Engaño macroeconómico?
Venezuela se convirtió en un país productor de petróleo en 1914 y durante las décadas siguientes evolucionó rápidamente de una nación pobre en desarrollo a un centro neurálgico petrolero, dominado por empresas petroleras multinacionales y por una élite política enriquecida por una de las reservas de oro negro más grandes del mundo.
El petróleo nunca dejó de fluir y, durante los últimos años, se dice que conformó alrededor del 95 % de las ganancias de exportación del país Combinado con el gas natural, representó el 25 % del producto bruto interno. La ganancia abultada por el petróleo parece positiva, hasta que se considera que esos ingresos se utilizan para pagar deuda externa, en especial a China. Cuando el precio del petróleo se desplomó en el 2014, el país cayó en la ruina económica.
En la actualidad, el sector petrolero de Venezuela no puede ni siquiera pagarles a sus empleados, y el país no pudo operar la infraestructura petrolera con eficiencia, lo que provocó que el medioambiente se viera sumamente afectado. En consecuencia, los planes del Arco Minero de Maduro asombraron a varios analistas internacionales, algunos de los cuales sostienen que el plan es casi una quimera, una extensión desesperada e insostenible de la economía venezolana basada en la extracción de recursos.
Es un “plan esquizofrénico” que considera la minería como el nuevo petróleo, según Rafael Uzcátegui, coordinador general de Provea, una ONG venezolana de derechos humanos. Describe Venezuela como un Estado rentista, un país que saca la mejor tajada de sus ingresos nacionales por la venta de recursos naturales indígenas a empresas multinacionales y a otros países.
Uzcátegui afirma que, en el pasado, el Gobierno consideró abandonar el modelo rentista debido a las experiencias económicas negativas de Venezuela con su sobredependencia del petróleo. Sin embargo, sus dos últimos presidentes socialistas, Hugo Chávez (1999-2013) y Nicolás Maduro, han dado a conocer planes para basar la economía venezolana agobiada por la hiperinflación (que probablemente sobrepasara el 2700 % en el 2017) en los recursos finitos del país, lo que profundiza enormemente la dependencia en el modelo rentista.
Para complicar más las cosas, la relación entre Venezuela y la industria multinacional de extracción ha sido problemática. Muchas empresas extranjeras, incluidas ExxonMobil y Cargill, sufrieron la expropiación de sus bienes venezolanos bajo la presidencia de Chávez, quien soñaba públicamente con un sector extractivo dirigido por el Estado.
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En la actualidad, Maduro afirma que “150 empresas de 35” países están muy interesadas en invertir en el Arco Minero y en la prosperidad minera de Venezuela. Sin embargo, pocas empresas continuaron con ese interés, tal vez por temor a la futura nacionalización y seguramente por la inestabilidad política actual en el país.
Algunos expertos sostienen que, al presumir sobre la riqueza minera de Venezuela y sobre el interés de empresas mineras extranjeras, Maduro está entrando en un engaño macroeconómico. “Venezuela jamás fue un gran productor de oro”, afirma Alexander Luzardo, un exsenador con un doctorado en derecho político y ambiental, que colaboró en la redacción de estándares ambientales incluidos en la Constitución de 1999, cuando Chávez subió al poder.
“¡No existe ninguna reserva grande de oro! —afirma Luzardo y ríe—. Las élites del país adoran decir eso”, pero es falso.
Asimismo, el geólogo Noel Mariño, experto en coltán, duda de que Venezuela posea los depósitos minerales extensos de los que habla el Gobierno. Asegura que nadie puede estar seguro “hasta que se realicen evaluaciones geológicas pertinentes, que incluyen una serie de disciplinas, entre ellas, Geología, Geoquímica, Geofísica y más”.
Luzardo y Mariño sospechan que una esperada especulación económica internacional es la razón detrás de las afirmaciones infladas sobre la riqueza minera realizadas por el Gobierno venezolano, la empresa estatal Minerven y algunas empresas extranjeras como Empresa Mixta Minera Ecosocialista Parguaza (una empresa conjunta) y la congoleña Afridiam. El valor de una empresa aumenta si tiene toda la documentación legal para una supuesta concesión minera valiosa y luego pone en venta esa concesión. Además, si los mercados internacionales creen que hay mucho oro y otros minerales en Venezuela, la terrible solvencia crediticia del país podría mejorar, lo que le permitiría recibir más préstamos altos.
“Hay un problema con la venta y reventa de concesiones mineras en las bolsas de comercio internacionales —afirma Luzardo—. Es un negocio grande”.
Mapa interactivo centrado en el depósito Brisas-Cristinas, reclamado por Gold Reserve Inc., en el estado de Bolívar. Alejar la imagen para ver el Arco Minero completo. Mapa: InfoAmazonia
¿Estafa especulativa de Gold Reserve?
Para esclarecer cómo la especulación económica puede estar operando en Venezuela, el depósito Brisas-Cristinas, en el estado de Bolívar, sirve como ejemplo.
Se supone que Brisas-Cristinas es uno de los depósitos de oro y cobre no explotados más grande del mundo y una de las reservas minerales más importantes de Venezuela. Gold Reserve Inc., una empresa canadiense, adquirió la concesión en 1992 y dice haber invertido 300 millones de dólares en la explotación del sitio, pero la autorización original fue revocada por Chávez en el 2009.
Gold Reserve buscó una indemnización por las pérdidas a través del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial. El CIADI determinó que Venezuela había violado el tratado bilateral de inversiones entre Canadá y Venezuela y ordenó a Venezuela pagar una compensación de 1030 millones de dólares. Después de toda esa inversión y del litigio, Gold Reserve aún no ha extraído ni un gramo de oro en Venezuela.
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En diciembre del 2016, Gold Reserve Inc. afirmó en su sitio web que había modificado el acuerdo con Venezuela, por lo cual se flexibilizaron las condiciones de pago y se reestructuró el reclamo. Parece que la empresa multinacional continuará operando el depósito Brisas-Cristinas en el Arco Minero a través del 45 % de una empresa conjunta, llamada Siembra Minera, con la empresa estatal Corporación Venezolana de Minería (CVM). La parte correspondiente a Gold Reserve está representada por una filial, GR Mining, con base en el paraíso fiscal de Barbados. Las revelaciones recientes en los papeles del paraíso —una serie de documentos financieros secretos, que salieron a la luz en el 2017 y que expusieron paraísos fiscales fuera del país— mostraron que la empresa nueva había sido creada el 15 de abril del 2016 y que dos de sus directores son Alexander D. Belanger y Robert A. McGuineness, quienes también son directivos de Gold Reserve, Inc.
James H. Coleman, presidente de Gold Reserve, elogió la empresa conjunta en el sitio web de la empresa: “Este es un suceso importante no solo para Gold Reserve, sino también para Venezuela, ya que les confirma a las comunidades mineras y de inversión que se puede hacer negocios en Venezuela y que ciertamente está abierta a negocios internacionales”.
Siembra Minera afirma tener alrededor de 20 millones de onzas de oro sin explotar, lo que, si fuera verdad, sin duda atraería a inversores internacionales. Pero, al igual que otros reclamos en el Arco Minero, la afirmación de Siembra Minera no se puede corroborar porque las cantidades no han sido verificadas ni certificadas formalmente.
Se ha puesto en duda si Venezuela formó parte de la empresa conjunta por presión de Gold Reserve a través del fallo del tribunal internacional de arbitraje. Cuando se formó Siembra Minera, el precio de las acciones de Gold Reserve casi se duplicó en la Bolsa de Toronto. El sitio web de la empresa proclamó los términos del acuerdo nuevo, tal vez para darles seguridad a inversores potenciales cautelosos: “Venezuela indemnizará a Gold Reserve y afiliados por cualquier acción judicial futura asociada con el proyecto Brisas-Cristinas”.
Actualmente, Venezuela está pagando el acuerdo de 1030 millones de dólares en cuotas. En total, con los intereses incluidos, el país debe la impactante suma de 150 000 millones de dólares a sus muchos acreedores.
Juan Carlos Sánchez, miembro del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, quien ganó el Premio Nobel de la Paz en el 2007, sostiene que este acuerdo muestra una falta de control absoluta por parte del Estado de sus propias finanzas: “En este caso, el Gobierno no [utilizó] su fuerza para defender la soberanía de su país”.
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Mientras que los acreedores hacen fila para reclamar miles de millones de una Venezuela ya destruida económicamente, quedan dudas sobre si Gold Reserve alguna vez podrá explotar el depósito Brisas-Cristinas. En la actualidad, las minas de la región están invadidas por bandas armadas, pranes y sindicatos; posiblemente totalicen alrededor de 30 000 o más mineros ilegales. Estos mineros son rápidos para transformar el sitio de Gold Reserve en un paisaje lunar devastado desde el punto de vista ambiental, cubierto de pilas de minerales contaminados con mercurio y lagunas con aguas residuales.
Criptomoneda Petro al rescate
Ni el petróleo ni los minerales de Venezuela han podido aún sacar al país de la empinada caída económica. Para empeorar la situación, existen sanciones económicas impuestas, en su mayor parte, por Estados Unidos contra algunos miembros de la élite política del país por supuesta corrupción y tráfico de drogas. Estas limitaciones financieras también les causan problemas a los inversores internacionales.
En diciembre el presidente Maduro propuso una solución nueva: presentó el Petro, una supuesta clase de criptomoneda revolucionaria respaldada por los recursos naturales del país (petróleo, gas y metales preciosos). “¡Llegó el siglo veintiuno! —exclamó el presidente en una conferencia de prensa—. Venezuela se posicionó a la vanguardia del mundo. El primer país que creó una criptomoneda que se basa en las riquezas naturales del país”.
Se supone que la nueva moneda virtual debería permitirle a Venezuela “avanzar en temas de soberanía monetaria, realizar transacciones financieras y superar el bloqueo financiero”, según afirmó Maduro.
Sin embargo, algunos ven el Petro como otra argucia rentista, en especial porque Maduro no dio detalles sobre cómo funcionaría la nueva criptomoneda, quién podría comerciarla ni en qué plataformas. El legislador opositor de la Asamblea Nacional Ángel Alvarado afirmó que el Petro “no tenía credibilidad” y que no era más que “una payasada de Maduro”.
Los economistas especulan que Maduro busca utilizar el Petro para pagar parte de la deuda que Venezuela tiene con acreedores extranjeros. Los ambientalistas se muestran recelosos y sostienen que el Petro podría poner en riesgo los ecosistemas y la biodiversidad de Venezuela, ya que se explotan los bosques conservados y los territorios indígenas para rescatar la economía en caída libre.
El Congreso, al que Maduro quiso quitarle poder, el año pasado, declaró ilegal el Petro y afirmó que el Gobierno busca “hipotecar” injustamente las reservas petroleras del país. Durante las siguientes semanas, se espera un flujo de 100 millones de Petros (respaldados por una cantidad equivalente en barriles de petróleo aún no explotados) en los mercados mundiales. Sin embargo, queda mucho por esclarecer sobre la criptomoneda a punto de lanzarse. Al principio, por ejemplo, Maduro sostuvo que el Petro estaría respaldado por las reservas de oro, coltán y diamantes del país pero, en recientes comunicados, el líder venezolano solo habla de petróleo.
Los expertos en Economía le comentan a Mongabay que están perplejos con lo que está ocurriendo. “La promesa hecha por la presidencia de respaldar el valor del Petro con reservas de materia prima no es muy creíble”, dice Asrúbal Oliveros, economista y director de la consultora venezolana Ecoanalítica. Para que el plan funcione, el Gobierno “estaría obligado a explotar materias primas adicionales a las que [ya] exporta, con el objetivo de pagar por aquellas a las que decidieron convertir en Petros”.
Según estos analistas, tanto el Arco Minero como el Petro, no solo son una vuelta atrás al Estado rentista, sino también estrategias basadas en prisa y especulación que probablemente hagan poco por combatir la actual turbulencia económica de Venezuela. Esto se debe a que la moneda nacional, el bolívar, continúa sufriendo hiperinflación, a pesar de que Venezuela tiene las reservas de petróleo más grandes del mundo. La mayoría de los expertos no creen que el Petro vaya a cambiar mucho.
Básicamente, estas políticas económicas fallidas importan mucho porque no tratan los problemas reales de Venezuela ni cambian nada en el lugar. Venezuela comenzó el 2018 con saqueos y falta de alimentos y medicamentos a lo largo y ancho del país. Los bloqueos armados de carreteras se multiplican, mientras que ejércitos corruptos y bandas armadas continúan saqueando los recursos naturales del Arco Minero, sus reservas indígenas y áreas conservadas. La posibilidad de que Venezuela caiga en un caos total y de que en un estado fallido es cada vez más real.
Luzardo, el exsenador, afirma que los planes poco factibles de Maduro, incluidos el Arco Minero y el Petro, indican una “búsqueda apresurada de ingresos financieros a costa de la liquidación de recursos [naturales], con consecuencias tales como la deforestación, la destrucción del suelo y la contaminación con mercurio y cianuro”.
El Gobierno venezolano no respondió a los pedidos de comentarios sobre los artículos presentados en esta serie de Mongabay.
Esta serie de Mongabay se produjo en cooperación con un proyecto de reportaje conjunto entre InfoAmazonia y Correo del Caroni, posible gracias a una subvención del Centro Pulitzer para el Reportaje de Crisis. Una plataforma multimedia de InfoAmazonia llamada Digging Deeper into the Mining Arc (Cavando más hondo en el Arco Minero) presenta esta historia y otras.