- Habitantes del área de influencia del Refugio de Vida Silvestre Marino Costero Pacoche denuncian desequilibrio climático luego de que se abriera una planicie de 1200 hectáreas para la construcción de la Refinería del Pacífico, en la provincia de Manabí, en el noroccidente del Ecuador.
- El emprendimiento petroquímico impulsado en el gobierno de Rafael Correa contó con el apoyo del régimen venezolano de Hugo Chávez, pero no se concretó el financiamiento. Ahora hay interés de diferentes países para reanudar la edificación del complejo de refinación de petróleo más grande de la región.
La comuna El Aromo era uno de esos sitios mágicos que en cuestión de segundos quedaba cubierto por una densa neblina y obligaba a sus habitantes a usar abrigos, a pesar de aún no caer la noche o de estar en temporada seca. Los conductores que circulaban por la carretera que atraviesa el poblado tenían que encender las luces más potentes del vehículo para mejorar la visibilidad, como si se tratara de una localidad de la sierra ecuatoriana.
Este lugar está situado a unas ocho horas del callejón interandino, en Manta, provincia de Manabí, en el perfil costero del Pacífico sur, donde los rayos del sol penetran casi cualquier rincón. La garúa —conocida en algunos lugares como llovizna o lluvia leve— que con regularidad provoca neblina pareciera imposible en una región costera, pero las condiciones naturales de El Aromo y otras zonas cercanas son especiales.
Este evento atmosférico se generaba a diario hace unos seis años, entre los meses de mayo y diciembre, debido a la geografía de la zona: elevaciones de hasta 300 metros de altura y abundante vegetación. Sin embargo, según contaron habitantes de varias comunidades y especialistas en cambio climático y medioambiente, dos proyectos que se ejecutaron en este punto en el suroeste de la provincia habrían generado un desequilibrio en las condiciones que provocaban este fenómeno.
El Aromo está situado a 25 minutos del puerto de Manta y es atravesada por una carretera que une a las provincias de Manabí y Santa Elena, denominada Ruta del Spondylus (nombre de una especie de concha usada por culturas precolombinas como medio de comercialización). Esta vía que inició su construcción en la década de los noventa y que se extiende desde el sur hasta el norte del Ecuador cortó en dos una gran extensión de bosque que desde el 2008 tiene la denominación Refugio de Vida Silvestre Marino Costero Pacoche en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas del Ecuador.
“Al abrir carreteras, las propiedades que eran comunales quedaron prácticamente partidas. Si la carretera pasó por su propiedad, esta quedó dividida, una parte del lado izquierdo y otra en el lado derecho. Para los comuneros eso ya no era útil. Muchas personas que llegaron de la ciudad aprovecharon para comprar tierras (…). Eso es un impacto porque rompe el equilibrio que había… Sacan madera y caña guadua. Antes de eso el comunero era uno de los que conservaba el bosque”, mencionó Tito Erazo, exdirector de la Unidad de Medio Ambiente de la universidad Eloy Alfaro de Manta, y consultor independiente para evaluaciones de impacto ambiental, quien ha elaborado varios estudios relacionados con el clima en la provincia de Manabí.
Magali Pico vive en El Aromo, en una pequeña casa cerca de la carretera, y recuerda cómo era el espectáculo natural. “Se ponía todo nubladito, pero ahora casi nada. La gente miraba para arriba porque le gustaba ver la neblina. Ya no se ve”, describe la mujer de 48 años y madre de seis hijos. Ella era privilegiada. Desde su casa se apreciaba cómo la neblina copaba un cerro que está pasando una quebrada.
Y es que la reserva Pacoche se extiende por 5045 hectáreas entre las poblaciones de El Aromo, Pacoche, Santa Marianita, Liguiqui, San Lorenzo, Piñas, entre otros lugares. En su área de influencia viven cerca de 1000 personas. Desde tiempos ancestrales los pobladores se han beneficiado de los servicios ambientales de esta zona protegida: el aire fresco, el suelo fértil y la garúa.
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Un proyecto deforestador
Ahora el panorama es otro y a esto se le sumó un problema adicional. Desde el 2012 los habitantes de estos sitios han percibido un deterioro de los servicios naturales, más allá del que habían notado luego de la construcción de la carretera. En ese año, el gobierno del expresidente Rafael Correa empezó los trabajos para abrir una planicie de 1200 hectáreas (12 km2) en las cercanías de la reserva Pacoche. En ese lugar se prevé levantar una de las refinerías de petróleo más grandes de la región, la Refinería del Pacífico (RDP), a la que también se ha denominado Refinería del Pacífico Eloy Alfaro, en honor a un expresidente de la República y líder de la Revolución Liberal. Maquinarias a cargo de la empresa brasileña Odebrecht arrancaron la cobertura vegetal y los “árboles centenarios” de especies maderables.
“Antes el clima aquí era bien favorable, todo era verde… Teníamos agua en abundancia en galerías naturales y venía entubada (desde la montaña) a la comunidad. La gente tenía ganado, criadero de chivos y cultivos de café y cacao porque la lluvia era buena. Con el impacto ambiental de la refinería y la apertura de caminos en las montañas se ha afectado el clima”, reclama Inés Mero, vicepresidenta de la comuna Pacoche, donde viven más de 100 familias.
La fauna también sufrió las consecuencias de la deforestación en la planicie. Especies en peligro en Ecuador como el tigrillo (leopardus tigrinus) y el venado de cola blanca (Odocoileus virginianus) migraron ante el sonido de las maquinarias; situación que los expuso a viajes por zonas de alto tránsito vehicular.
A escasos diez minutos de la planicie para la futura refinería se encuentra la ruta del Spondylus y en el vecino Parque Nacional Machalilla, que también es atravesado por esta vía, se registraron 350 animales muertos por atropellamientos en el 2015: tigrillos, yaguarundís (gatos moros), iguanas y aves fueron algunos de los más afectados.
Mongabay Latam envió un pedido de entrevista a la Empresa Pública Refinería del Pacífico para abordar en detalle el Plan de Manejo Ambiental (PMA) que se ejecuta en este proyecto, pero hasta el momento de publicación de este artículo no se atendió la solicitud.
En la página web de la compañía se muestra un listado de actividades para “prevenir y mitigar los impactos ambientales” que presuntamente se han ejecutado en el desarrollo del proyecto, como parte del Plan de Manejo Ambiental. Por ejemplo, se cita “la arborización de la vía de acceso al sector A2” de la planicie, “con el objeto de mitigar la alteración del paisaje y el impacto visual ocasionado por la construcción y funcionamiento de la RDP”. Se añade que se escogieron especies vegetales “del programa de Rescate de Flora considerando las características paisajísticas del lugar y el grado de adaptación y desarrollo de las especies, cumpliendo con las condiciones climáticas y edafológicas (relación suelo-plantas)”.
También se destaca la implementación de un “Programa de Rescate de Fauna” que tiene por objeto salvaguardar los animales atrapados o con movilidad limitada durante la fase de desbroce de terreno.
El Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE), en un comunicado de respuesta a una solicitud de entrevista de Mongabay Latam, señala que el “Refugio de Vida Silvestre Marino Costero Pacoche se encuentra aproximadamente a siete kilómetros del proyecto Refinería del Pacífico, el mismo que no interfiere con el área protegida, bosques protectores y espacios que son considerados como Patrimonio Forestal”, e indica que se ejecutan “técnicas específicas para el registro de las especies (in situ) de cada grupo para la evaluación de la flora y la fauna” de la reserva.
En el caso específico de la Refinería del Pacífico, asegura el MAE, “se realizan monitoreos bióticos anuales y durante las Auditorías Ambientales de Cumplimiento, se realiza una verificación del estado actual del medio biótico, en donde se muestrean los grupos de flora, mastofauna (mamíferos), avifauna (aves), herpetofauna (anfibios y reptiles) y entomofauna (insectos)”.
“Con base en dichas evaluaciones se ha podido constatar que la pérdida de la vegetación es una de las causas más relevantes para la disminución de especies de fauna (aves, anfibios y reptiles comunes a los bosques secos)”, y que “la actividad que ejerce la Refinería del Pacífico no puede considerarse como la única presión en este ecosistema, ya que en el área se observan otras actividades de carácter antrópico (tala selectiva de madera), que ahondan la pérdida de flora y fauna en el área (del proyecto)”.
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¿Un proyecto sin futuro?
Según la proyección inicial del gobierno de Rafael Correa, la RDP tenía que estar lista en el 2013. Pero no fue así. El descalabro económico de Venezuela, socio de este proyecto petroquímico, cortó vida a las pretensiones ecuatorianas. Por este motivo las autoridades buscaron otro aliado y miraron hacia el oriente: China. No obstante, las negociaciones con ese país también se estancaron.
El año pasado, el nuevo régimen encabezado por el presidente Lenín Moreno emprendió una campaña internacional para buscar inversionistas, quienes a finales de enero de este año visitaron la planicie después de conocer las facilidades económicas que se les otorgaría si financian el emprendimiento, que tendría un costo aproximado de 8000 millones de dólares.
En esa cita, denominada Invest Ecuador, los ejecutivos de 30 empresas principalmente de Estados Unidos, Reino Unido y Corea del Sur estuvieron interesados en la exoneración de impuestos. El ministro de Comercio Exterior, Pablo Campana, indicó que se concesionará la administración de la refinería: “el proyecto retornará en 20 años, no la estamos vendiendo”, dijo. Y añadió que a más tardar el 24 de mayo del 2018 se preveía la adjudicación del proyecto a través de una licitación.
Mongabay Latam solicitó información sobre este proceso al ministro Campana y a su asesor, Patricio Jarrín, pero hasta el cierre de esta publicación no hubo una respuesta.
El proyecto ha estado paralizado casi por completo desde el 2014 y esto había generado expectativa entre las comunidades. Anhelaban que se tomara la decisión de reforestar la planicie y destinar una parte del terreno para emprendimientos sustentables. Sin embargo, nada de eso parece estar en los planes del gobierno.
El entonces gobierno de Correa destinó cerca de 1500 millones de dólares en las obras previas a la edificación de las instalaciones petroquímicas (preparación de terrenos, estudios ambientales, administración del proyecto, salarios, programas de servicios para comunidades, etc.), que se ejecutaron entre 2008 y 2016, según una nota publicada por el diario El Comercio de Ecuador y que recoge un anuncio realizado por el exmandatario (Rafael Correa) el 5 de noviembre de 2016.
En la página web del Ministerio de Hidrocarburos se destaca que las comunidades del área de influencia del proyecto de la refinería se han beneficiado de “obras sociales, con una inversión de alrededor de 20 millones de dólares”. Por ejemplo, se cita la construcción de un centro de salud, la reconstrucción de una escuela y una casa comunal en El Aromo.
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¿Qué sucede con el clima de Pacoche?
La reserva se compone en buena parte por bosque húmedo, lo que la convierte en un lugar privilegiado en medio de una zona de la provincia de Manabí que ha sido golpeada históricamente por eventos de sequía. Sin embargo, esta área protegida está en riesgo de experimentar un proceso de desertificación, según dijo Tito Erazo, autor de varios estudios relacionados con el clima de la provincia de Manabí.
“Las condiciones del agua subterránea han cambiado. Usted a los dos o tres metros ya encontraba agua de un pH7, rica y sabrosa. En las mareas el agua penetra en el continente pero no tiene mayor repercusión en el agua subterránea porque es mayor el volumen (de agua dulce) y se mantiene el agua salada abajo. Sin embargo, cuando se deforesta o se hace cualquier otra actividad, como estos ecosistemas están cerca del mar, se va disminuyendo y acabando el agua dulce y el agua salada va aflorando. Eso se llama intrusión salina”, explicó Erazo.
Según el MAE, sí “se han generado impactos por el movimiento de tierras, que han ocasionado procesos erosivos de suelos en sectores específicos dentro del área del proyecto, así como la pérdida de vegetación por desbroce y remoción de la cobertura vegetal (diversos tipos de vegetación)”, pero que el proyecto no interfiere con el área protegida, bosques protectores y zonas consideradas patrimonio forestal, por lo que no existe relación con la desertificación de zona correspondiente al Refugio de Vida Silvestre Marino Costero Pacoche.
El ingeniero agrónomo Gaspar Moreno trabaja en una publicación científica con base en su tesis de maestría sobre cambio climático, estudios realizados en la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). Su investigación se enfocó en el uso del suelo por parte de las comunidades que viven en esta área protegida: “precipitación y temperatura son los dos factores que analicé y que impactan directamente en la agricultura. En el análisis de temperatura, que consideró mediciones de más de 20 años, se demostró que esta está aumentando. No significativamente, pero lo está haciendo. Y en el caso de la precipitación se vio el impacto de la escasez de lluvias… El ciclo hidrológico se ve interrumpido con la deforestación”, comenta.
“El tema de la refinería me parece importante pues aunque no está dentro de la zona potegida, sí está a los lados. Desde su construcción (preparación de terreno) ha impactado en el bosque”, indicó Moreno, quien prefiere no dar más detalles estadísticos del estudio antes de su publicación, que estima será a finales de este mes.
Mongabay Latam conversó con Raúl Mejía, coordinador nacional del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) en la Cuenca del Guayas, para conocer la evolución de la climatología de esta zona. “En el caso de los meses de garúa (de junio a noviembre) desde 1965 a 2015 (50 años), se ve una disminución de alrededor del 50 %, lo cual es una conclusión interesante. Si solo se analiza el total anual o el total de la estación lluviosa no se aprecian tendencias, pero si se analiza la estación seca o de garúa sí se aprecia disminución. Esto corrobora lo manifestado respecto al tema de la deforestación y su incidencia en la zona”, explica el especialista. Estos datos corresponden a los registrados por la estación pluviométrica El Chorrillo, ubicada en el cantón de Montecristi a unos 10 kilómetros de la planicie y a 14 kilómetros de la reserva Pacoche, —la representatividad de estos datos cubren un área de 20 kilómetros a la redonda—.
De acuerdo con Mejía, la deforestación es un problema mayor, ya que generalmente los árboles son sumideros de carbono, lo absorben y en el momento en que se talan todo ese carbono regresa a la atmósfera y altera su ciclo, lo que influye en el tema del cambio climático y el incremento de temperaturas. “Ahora, sí hay indicadores a nivel internacional y muchos estudios que indican que talar bosques incide también en la climatología local. Hay indicadores de que se puede disminuir y afectar al ciclo hidrológico local en la formación de nubes. Al haber menos árboles no hay transpiración y por lo tanto no hay humedad hacia la atmósfera”, añade.
Por su parte, en los hallazgos del trabajo de Gaspar Moreno se identificó una reducción en el número de cultivos de los habitantes de esta zona. “Al disminuirse las lluvias, la gente deja de sembrar para dedicarse a otra actividad. Ahora los jóvenes se dedican a la pesca artesanal. Otro dato es que ellos sembraban para el consumo familiar, solo vendían cuando tenían un excedente”, puntualiza Moreno. En estos lugares eran comunes los cultivos de café, maíz, haba, yuca, zapallo, pepino, entre otros vegetales. Sin embargo, todos estos cambios en el clima del lugar ha hecho que algunos pobladores migren a las ciudades más grandes de la provincia, como Manta.
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El impacto se extiende por el perfil costero
En la comuna Liguiqui, a diez minutos de El Aromo, hay un caserío en la parte alta de un despeñadero y desde allí se aprecia la inmensidad del mar. Sus pobladores se dedicaban a la agricultura, en especial de café destinado a la comercialización. Sin embargo, todo cambió.
Galo Alvia, habitante de Liguiqui, asegura que la tierra es muy seca para sembrar. “La garúa era muy buena. Cosechábamos, comíamos frutas, teníamos agua suficiente, pero ahora vaya usted a ver, todo está árido”, afirma el comunero.
Él conserva una técnica ancestral que le enseñó su abuelo para prever las condiciones climáticas de las próximas horas. En varios puntos de su casa ha fijado unas botellas para recoger “el sereno” (agua que se condensa en la madrugada).
“Ahí dentro de la botella queda el agua. Se recoge cuando serena en el tiempo de aguaje (creciente grande del mar), para medir la cantidad de agua, la altura y la temperatura. Para saber también si va a llover o no. Esa agua se recoge de 3 a 6 de la mañana. Hace un año se recogían 3 cm, pero ahora no llega a 1 cm… Hace 10 años se recogía en un matecito (cuenco de origen vegetal). Recogíamos bastante, entre 5 y 6 cm. Es una diferencia grande”, cuenta Alvia.
Nelly Alvia también habita en Liguiqui y se lamenta por la reducción de precipitaciones que ha percibido en los últimos años. Sin embargo, dijo que el proyecto de la refinería ha impulsado obras que estaban pendientes: “Desde que abrieron la planicie de la Refinería se dieron mejoras en el turismo. Antes nadie nos visitaba y hoy hay bastantes turistas. Lo que estamos pidiendo nosotros es que no nos contaminen la playa. Dijeron que van a hacer un complejo turístico y un museo. Vemos con buenos ojos a la refinería siempre y cuando se respete la naturaleza”.
A unos quince minutos de Liguiqui está Piñas, caserío que también goza de una espectacular vista. Una parte de la población que se dedicaba a cultivar maíz, café y piña ya se han sumado a la fuerza de pescadores artesanales del lugar. Eduardo Mendoza, vicepresidente de la Junta Parroquial Piñas y presidente de la cooperativa de pescadores Eloy Alfaro, recorrió con Mongabay Latam un sector de cultivos de maíz. Allí mostró los efectos de la sequía en las plantas. “Ese maíz que usted ve ahí se está muriendo, se está recogiendo por el intenso sol y por la falta de lluvia. La tierra está totalmente seca. Esto no pasaba antes”, afirma.
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Un turismo sostenible
Según la tesis elaborada por Diana Sanclemente, ingeniera en Administración de Empresas Turísticas y Hoteleras de la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil, el 36,36 % de los turistas se acercan a la reserva de Pacoche por su gastronomía, seguido por la excursión al bosque con el 31,82 %. En este punto, Sanclemente resalta la importancia de la implementación de un turismo sostenible que garantice la protección de los recursos naturales del lugar. Una de las alternativas expuestas en su trabajo es la regulación de la masa turística que llega cada año al bosque para evitar así impactos negativos en el medio ambiente. Además, refiere el texto, se necesita la constante capacitación de sus habitantes para la protección de la naturaleza.
La profesional asegura que el Ministerio del Ambiente debe priorizar sus políticas de conservación en Pacoche porque la carretera Ruta Spondylus y la futura construcción de la Refinería del Pacífico, lo ponen en riesgo de sobresaturación, explotación y contaminación.
Mongabay Latam solicitó insistentemente una entrevista con el Ministerio del Ambiente del Ecuador (MAE) para conocer el trabajo de monitoreo de la flora y fauna en la reserva Pacoche y el posible impacto de la planicie en las condiciones climatológicas de esa área protegida, pero no fue posible concretar la cita hasta el cierre de esta publicación.
Investigaciones y testimonios de los pobladores cercanos a Pacoche dan cuenta de un cambio real en la zona, el cual no solo ha afectado el medio ambiente, sino las condiciones de vida de las personas. El gobierno tiene un gran reto por delante, que se suma al deber de informar a las poblaciones que reclaman explicaciones desde hace varios años.