En Panamá, el proyecto Cartografía de los bosques del pueblo está ayudando a crear una nueva generación de mapeadores indígenas.A través del 'contramapeo' varias poblaciones lograron crear áreas protegidas de plantas medicinales, evitar la privatización de zonas comunitarias y hasta generar un plan de desarrollo comunal. Más tierra indígena se ha usurpado a través de los mapas que de las armas”, sentenció el geógrafo Bernard Nietschmann. Esos tiempos están cambiando. Los mapas, desde siempre, han sido elementos para la conquista. Una vez que un territorio puede ponerse sobre papel, se puede planificar su control. Si miramos con atención, un mapa no solo nos muestra un territorio sino también —y sobre todo— quién mira, qué mira y para qué. “O mapeas o te mapean”, dice un viejo refrán de la cartografía. Pero en los últimos años, y gracias a las nuevas posibilidades técnicas, esas herramientas de conquista están cambiando de manos para ser instrumentos defensivos y más aún: de conservación. La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam. Esta tendencia se conoce hoy como mapeo indígena, mapeo crítico o contramapeo. Se trata de un boom de la cartografía comunitaria que recibe gran atención. Fondos internacionales, estudios universitarios y ONG de todo el mundo promueven una práctica que lentamente va encontrando sus replicantes también en Panamá, esta pequeña franja de tierra aplaudida por los mares que une las masas continentales de América del Sur y América del Norte. “Nuestros abuelos tienen los límites del territorio en la cabeza. Conocen las montañas como quien conoce su cuerpo. Pero los colonos llegaban con mapas y parecía que la tierra era de ellos. Además, estaban avalados por el gobierno y no teníamos cómo defendernos. Pero esos días se terminaron”, explica Janiela Carpio, dirigente de la comunidad indígena de Puerto Indio, en la Comarca Emberá Wounaan en la Provincia de Darién, límite natural entre Colombia y Panamá.