Hace un año, el Ejército y la policía intentaron tomar control de la cordillera y acabar con las extracciones ilegales de oro. En la pandemia, mineros ilegales ecuatorianos han reabierto socavones y ahora operan en ríos que llegan a comunidades indígenas.Mongabay Latam y El Comercio recogieron testimonios de autoridades, especialistas, mineros y líderes indígenas, que describen la compleja situación, en Amazonas, frente a una actividad que avanza de forma irrefrenable sobre un área que debió ser parte de un parque nacional. *Esta investigación es parte de una colaboración periodística entre Mongabay Latam y el diario El Comercio. El primer socavón destruido tenía casi 200 metros de profundidad y estaba a un lado de la carretera que llegaba al puesto de observación Tambo, en la Cordillera del Cóndor (Amazonas), el más cercano a la frontera con Ecuador. El boquerón de acceso medía 1.80 metros de alto y 2.10 metros de ancho, pero era imperceptible entre las quebradas agrestes. En el interior, agentes de la División de Seguridad contra Minas de la Policía Nacional del Perú habían encontrado evidencias de excavaciones recientes. El estallido de una carga de explosivos demolió el túnel y así empezó el operativo de supervisión contra la minería ilegal ejecutado, el 4 de marzo, por la Fiscalía en Materia Ambiental y un contingente de policías y militares a cargo del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas (CCFFAA). Otros socavones hallados también en las inmediaciones de la línea de frontera, correspondiente al distrito de El Cenepa, provincia de Condorcanqui, tenían dimensiones similares y señales aún más preocupantes: habían sido reabiertos luego de que fueran dinamitados en octubre de 2019. Mongabay Latam y El Comercio participaron en el operativo y fueron testigos de la destrucción de los socavones reabiertos para la extracción ilegal de oro. Una evidencia de cómo esta actividad avanza de forma irrefrenable sobre territorio peruano.