El rostro de Nemonte Nenquimo le ha dado la vuelta al mundo este año. La lideresa waorani que encabezó la lucha contra el proyecto de explotación petrolera del Bloque 22, en Ecuador, se convirtió este año en la imagen de las luchas indígenas en Latinoamérica. Durante el 2020, Nenquimo recibió el premio Goldman 2020, el mayor reconocimiento ambiental que se entrega a nivel mundial; además que fue seleccionada como una de las 100 personas más influyentes del mundo por la revista Time.
Pero la lucha de quienes defienden el medio ambiente también ha mostrado los rostros de aquellos que fueron asesinados por enfrentarse a la ilegalidad. En Colombia, la violencia contra líderes indígenas, sociales y ambientalistas se disparó e incluso, según la organización Global Witness, el país ocupa hoy el primer lugar del mundo en número de asesinatos de ambientalistas.
Según el Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz), hasta el 5 de diciembre ocurrieron 79 masacres en Colombia, con 340 personas asesinadas. Entre los crímenes cometidos contra defensores ambientales este año está el de Javier Francisco Parra, uno de los coordinadores regionales de la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Área de Manejo Especial La Macarena (Cormacarena). También forman parte de esta terrible lista los líderes indígenas Carlos Escué del resguardo Munchique Los Tigres; Juan Carlos Petins del resguardo Belalcázar y Eduardo Pino Julicué, hijo de la exconsejera de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN) Luz Eyda Julicué.
México también figura entre los países más peligrosos para los defensores ambientales. En enero, Homero Gómez González, defensor de la mariposa monarca, fue encontrado muerto después de permanecer varios días desaparecido. Este año también asesinaron a Adán Vez Lira, defensor de una zona de manglares, en Veracruz; Isaac Herrera Avilés, abogado que defendió una zona boscosa en Jiutepec, Morelos, y Eugui Roy Martínez Pérez, estudiante de biología en Oaxaca.
Mientras tanto, en Perú, cinco defensores ambientales fueron asesinados en el 2020. El jefe de la comunidad de Unipacuyacu, Arbildo Meléndez, que se enfrentaba a invasores en su territorio, murió en abril de este año. Otros ambientalistas como Benjamin Ríos Urimishi, Gonzalo Pío Flores y Lorenzo Wampagkit Yamil fueron víctimas de la ilegalidad. El último asesinato del año ocurrió en septiembre, cuando Roberto Carlos Pacheco, hijo del conocido ambientalista Demetrio Pacheco, fue asesinado cerca de su concesión forestal en Madre de Dios.
Un año bajo fuego