- ¿Cuáles son las características del cultivo y calidad del café de la Amazonía? Killeen nos explica las variedades más productivas y las cualidades que cada una posee, así como los cambios que se vienen produciendo en los países productores.
- Perú es el principal productor de café arábica de la Amazonía. Por la volatilidad de sus precios, es una inversión a largo plazo sujeta a variables climáticas y al ataque de la roya.
- El 25% de la producción de café arábica del mundo es aporte de Brasil, específicamente de la región de Rondonia, de donde procede el 80% del grano nacional de tipo robusta.
Existen dos especies importantes cultivadas de café: arábica (Coffea arabica) y robusta (Coffea canephora), cada una con multitud de variedades adaptadas a una amplia gama de condiciones ecológicas. La arábica representa el 70% de la producción mundial, mientras que la robusta el otro 30%. Tradicionalmente, la arábica se ha cultivado como “café de sombra” en alturas, mientras que la robusta es “café de sol” cultivada en zonas bajas. Hay excepciones, incluidas las variedades de arábica que se cultivan sin sombra en alturas y con sombra en zonas bajas. Ambas especies son cultivadas en la Amazonía.
Las variedades de café premium tienden a provenir de árboles de arábica cultivados bajo sombra en altitudes óptimas, que varían según la latitud, pero oscilan entre 750 y 1.500 metros sobre el nivel del mar. Las prácticas de cosecha y procesamiento postcosecha también son importantes para mantener la calidad de éstos.
En los Andes, la especie arábica es la predominante. Colombia es el tercer mayor productor de café siendo bien conocido por sus arábicas de alta calidad. Sin embargo, la mayor parte del café colombiano se cultiva en la cuenca del Magdalena; mientras que la producción en Venezuela se concentra en las montañas que dominan la costa caribeña.
El mayor productor de arábica en la Amazonía es Perú, seguido de Bolivia y Ecuador. En el pasado, la robusta se cultivó ampliamente en la Amazonía ecuatoriana, pero después del año 2000, los pequeños agricultores ecuatorianos comenzaron a cambiar su producción por palma aceitera o cacao. La especie robusta se cultiva esporádicamente en las tierras bajas de Perú y en la Chiquitania de Bolivia.

En Perú, el café se cultiva comúnmente en pequeñas fincas que también producen alimentos y ganado. Más del 85% de la producción se origina en aproximadamente 150 mil establecimientos familiares con cafetales de menos de cinco hectáreas. Dado que el café es una labranza comercial que se cosecha una vez al año durante varias semanas, la mano de obra familiar es clave para su éxito. Y es que solo los pequeños agricultores pueden absorber las fluctuaciones de la volatilidad de los precios. No obstante, esa misma naturaleza limita su capacidad para ampliar la producción.
Al frente se sitúan quienes cultivan extensiones más grandes que obtienen mejores rendimientos, pero que dependen de mano de obra subcontratada, por lo que están expuestos a un mayor riesgo de precios en los mercados internacionales. Los ingresos netos varían dependiendo de la estrategia de producción. Aún así, se puede obtener ingresos brutos anuales entre 1.000 y 1.500 dólares con rendimientos de alrededor de 700 y 900 kilogramos por hectárea. El sector cafetalero peruano exportó alrededor de 670 millones de dólares en 2016. Ello se aproxima al 2% de las exportaciones totales del país. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, el café genera unos 855 mil empleos en el Perú, la gran mayoría de los cuales son trabajos agrícolas familiares.
La planta de café arábica crece en zonas climáticas sujetas a fluctuaciones meteorológicas que pueden afectar en gran medida el rendimiento y, en algunos casos, provocar pérdida a gran escala de las plantaciones. Cuando este tipo de evento afecta a cualquiera de los principales países productores, particularmente Brasil, se elevan los precios y, en consecuencia, mejorar drásticamente los ingresos en otros lugares. Muchos productores peruanos de café pasan años con tasas de rendimiento marginales. Obviamente, el aumento de precios proporcionará ganancia inesperada que justifica lo que es, en esencia, una inversión a largo plazo.

Por otra parte, los productores pueden perder su inversión debido a fenómenos climáticos locales, como sequías, años excepcionalmente húmedos o algún brote de enfermedad. Las plantaciones de café en América sufren una plaga conocida como la roya, un hongo patógeno que puede devastar rápidamente toda una plantación. Al respecto, Perú sufrió un brote de roya en 2012/2013 que redujo su cosecha y obligó a los productores a replantar áreas infectadas con otras variedades resistentes.
Los productores convencionales y tradicionales peruanos representan alrededor del 70% de la producción total. No suelen participar en programas de certificación y optan más bien por enfatizar el rendimiento, maximizar los ingresos en el corto plazo y reducir el riesgo de patógenos vegetales. En contraste, existen productores emprendedores que adoptan cultivar en la sombra con prácticas orgánicas, que tienden a participar en asociaciones de productores para mejorar el acceso al mercado a través de programas de certificación, y que suelen tener asistencia técnica de organizaciones no gubernamentales o apoyo de programas de desarrollo alternativo. La producción de estos granos genera ingresos superiores al 10% en comparación a los del café tradicional.
La producción cafetalera brasileña aporta alrededor del 25% a la producción mundial, siendo la arábica su principal cultivo. Lo cultivado en los estados de Paraná, São Paulo y Minas Gerais genera alrededor del 80% de la producción nacional, recalcando que toda se encuentra fuera de la Amazonia. En el Brasil amazónico, la producción se concentra en Rondônia, donde aproximadamente 22 mil pequeños agricultores cultivan la especie robusta, cada uno con parcelas de entre cuatro y diez hectáreas. También se cultiva en Acre y en comunidades de pequeños agricultores del norte de Mato Grosso. En Rondônia existe un importante modelo de pequeños agricultores cafetaleros conocido como conilon, que aporta alrededor de 150 millones de dólares anuales en ingresos brutos, y que se considera proporciona café de baja calidad.
El mercado mundial del café ha experimentado cambios significativos durante la última década. La demanda se ha multiplicado por diez debido a cambios en las preferencias de los consumidores en países tradicionalmente bebedores de té, como China. Al mismo tiempo, los países consumidores de café, como Estados Unidos, han aumentado el consumo de cafés premium. Perú y otros países andinos se están centrando en este mercado. Por ello, muchos productores están agregando valor a su producción adoptando paradigmas de certificación y producción orgánica.
Estos países tienen grandes áreas de tierra (mal llamada “ociosa”) ubicadas en zonas con condiciones de crecimiento capaces de producir granos de café premium que son altamente competitivos en los mercados globales. No obstante, ya que el cambio climático amenaza la viabilidad a largo plazo de las plantaciones existentes, los productores pueden verse obligados a “migrar hacia arriba”, es decir, ir a zonas intactas de bosques montanos y nubosos. De ser así, eso provocaría más deforestación generalizada, cuyo principal impulsor sería, (además del cambio climático) la demanda actual de cafés premium de variedades arábicas cultivadas en condiciones climáticas ideales.
Imagen destacada: El procesado del café es una actividad artesanal que se realiza en la propia explotación y sólo requiere una cantidad moderada de infraestructura y conocimientos técnicos. Crédito: @hack78 / Shutterstock/com
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).