- La reserva Puinawai, en el suroriente de Colombia y parte de la Amazonía, es impactada por la minería ilegal de oro y de coltán. Imágenes satelitales de 2023 muestran mordiscos en la selva causados por la actividad. Mongabay Latam y Vorágine recorrieron los alrededores de Puinawai para documentar la situación.
- La mayor mina de cielo abierto está al sur, en Campoalegre y ha dejado al menos 40 hectáreas de deforestación en 10 sitios de operación. También, en 2022 había 12 dragas de oro en el río Inírida al norte. Según documentos de la Fiscalía y de inteligencia, las actividades son controladas por las disidencias FARC, pero en la zona de frontera con Venezuela también están el ELN y la guardia venezolana.
Pasadas las 7 de la noche del 10 de octubre de 2021, dos patrulleros de la estación de Policía de Puerto Inírida, en Guainía, se acercaron a una camioneta Ford verde de estacas que estaba estacionada en un sector oscuro y alejado del casco urbano conocido como El Coco.
Lo que estaban a punto de descubrir los policías, tal vez sin proponérselo en medio de una requisa de rutina, era la punta del iceberg de un millonario negocio ilegal que durante décadas ha funcionado sin control y sin mucho ruido en esta parte de la Amazonía colombiana.
Juan Carlos Martínez Serrano, ocupante de la camioneta, llevaba en la carrocería cuarenta y cinco lonas blancas en cuyo interior había (por lo menos) 1 tonelada de coltán, una mezcla de minerales a las que se les conoce como ‘tierras raras’.
En el informe de las autoridades se lee que en las muestras que hicieron a las bolsas encontraron metales de transición como hierro, tantalio, titanio, itrio, wolframio y niobio. Hallaron también uranio, “un elemento radiactivo del que se puede obtener combustible nuclear de alta peligrosidad”, reafirma el documento de la incautación.
El coltán es un componente esencial en la producción de los dispositivos electrónicos que usamos día a día. Todos los teléfonos celulares lo tienen en sus baterías y condensadores, los elementos que controlan el flujo de electricidad, así como en sus microprocesadores o chips. Los computadores portátiles los tienen en la placa base o motherboard y en la fuente de alimentación de electricidad. Múltiples equipos médicos también los usan.
En las calles de Puerto Inírida se comenta que tanto el coltán como el oro son negocios que manejan las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de Liberación Nacional (ELN). “La guerrilla no se mueve como antes, ellos se enfocaron en la minería, se enfocaron en el comercio, y en la piedra tantalita, el coltán y esos asuntos, lo de esa piedra da plata, mucha plata”, le dijo a los reporteros de esta alianza un hombre que ha trabajado en minas ilegales y que vive en el territorio hace décadas.
El punto de partida de esta investigación es una serie de correos electrónicos y reportes de la Fiscalía General de la Nación de Colombia, que provienen de una filtración de más de 13 millones de documentos de la entidad a los que tuvo acceso la alianza entre Vorágine y Mongabay Latam y más de 40 medios de comunicación de todo el mundo, como parte de un proyecto liderado por el Organized Crime and Corruption Reporting Project (OCCRP) con el apoyo del Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP). Esta información llevó al equipo periodístico hasta Guainía para recorrer su capital Inírida, así como ríos y comunidades dentro del departamento, para recolectar testimonios sobre la minería ilegal de oro y coltán en la Reserva de Puinawai.
El testimonio del hombre que pidió la protección de su identidad y que habló con los periodistas coincide con documentos oficiales de inteligencia en poder de Vorágine y Mongabay Latam que perfilan al frente de guerra Oriental del ELN y a las disidencias de las FARC, más concretamente al frente Acacio Medina, como los responsables del negocio. Este último grupo es liderado por Géner García Molina, alias ‘John 40’, un guerrillero narcotraficante que tiene al mando hombres que se mueven entre Colombia y la frontera con Venezuela.
“La diversidad natural compuesta por varias áreas selváticas y afluentes hídricos de la cuenca del Orinoco, que traspasan la frontera, ha facilitado la interacción de diferentes actores delincuenciales en función de controlar el paso de cargamentos de droga, la extracción ilícita de minerales (especialmente de oro y materiales asociados al coltán) y la extorsión al sector de transporte fluvial”, dice el informe de inteligencia del Ejército al que tuvieron acceso los periodistas.