- Pescadoras y pescadores ribereños enfrentan una crisis por la disminución de especies comerciales en los mares de México. Según la Carta Nacional Pesquera (CNP), el 34 % de estas especies están “en deterioro”.
- En noviembre de 2022 se presentó una iniciativa de Reforma a la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables, que incluye esquemas para garantizar la recuperación de las especies deterioradas y asegurar la participación de pescadores en la toma de decisiones, sin embargo, el proceso se encuentra “congelado”.
- “El reto para el próximo gobierno es mayúsculo”, dijo Esteban García-Peña Valenzuela, director de Pesquerías de la organización Oceana, en entrevista con Mongabay Latam. “Los últimos cinco o seis gobiernos han abandonado completamente al sector pesquero” y “lo que esperamos es que quien encabece el próximo gobierno federal voltee a ver la pesca”, señala.
La pesca ilegal, la sobreexplotación pesquera, la degradación ambiental y el cambio climático tienen bajo presión a pescadoras y pescadores ribereños mexicanos que se enfrentan a una crisis por la disminución de las especies comerciales de las que dependen económicamente. La escasez en el mar es cada vez más evidente.
En noviembre de 2022 se presentó una iniciativa de Reforma a la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables que, hasta ahora, se encuentra “congelada”. La propuesta incluye esquemas de manejo integral de pesquerías con criterios socioambientales para garantizar la recuperación de las especies deterioradas y asegurar la participación efectiva de pescadores en la toma de decisiones.
“La crisis aumenta porque no hay una sola política, ni una sola reforma que obligue a la recuperación de las especies. Todavía es más grave esta situación si pensamos que la Cámara de Senadores y la Cámara de Diputados simplemente no han volteado a ver al sector y su desempeño en materia pesquera ha dejado mucho que desear”, asevera Esteban García-Peña Valenzuela, biólogo y director de Pesquerías de Oceana en México, experto en ecología y política pública.
Expertos aseguran que esta “omisión legislativa”, no sólo deja en el desamparo a pescadoras y pescadores que cada día enfrentan más problemas para asegurar alimento en sus hogares y en los de millones de mexicanos, sino que deja también sin competencias a las autoridades federales.
En Mongabay Latam conversamos con Esteban García-Peña Valenzuela sobre la urgencia de legislar para proteger y restablecer la abundancia de los mares mexicanos y la riqueza de especies.
—¿En qué situación se encuentra la pesca ribereña en México?
—Alrededor del 34 o 35 % de las especies pesqueras en México —porque las cifras de la Carta Nacional Pesquera no están actualizadas— se encuentran deterioradas. Eso quiere decir que sus poblaciones ya no aguantan más capturas o que están decreciendo por diversas causas.
La causa de la escasez de productos pesqueros viene de la crisis climática, la sobreexplotación, la contaminación del agua y, algo muy importante, la destrucción de los hábitats costeros como manglares, humedales y arrecifes de coral, en donde se cría el 90% de las poblaciones de importancia pesquera. Ante este panorama, las y los pescadores ribereños han visto una baja significativa en sus ingresos.
—¿Cuáles son las especies pesqueras más afectadas por las amenazas mencionadas?
—Todavía estamos en un año de El Niño. El pasado mes de septiembre, cuando se abre la pesca de camarón en los estados del Pacífico —fundamentalmente en Sinaloa, que es un estado que vive de la pesca de camarón—, los pescadores simplemente salieron y no había tallas ni captura suficiente, ni siquiera para pagar la inversión inicial de combustible y reparación de embarcaciones.
Una de las especies que más nos gusta consumir en México, que es el huachinango, se encuentra sobreexplotado desde hace ya varios años en prácticamente todo el litoral del Golfo de México y Caribe. Otro ejemplo grave es el caracol rosado, que es muy popular en Quintana Roo; en Campeche tenemos al camarón rosado, que ese sí se encuentra en una grave situación de sobreexplotación; en Oaxaca tenemos la lisa, que es una especie muy importante para la pesca en ese estado y de la que dependen al menos 12 000 pescadores. El robalo, que tanto buscamos los habitantes de la Ciudad de México y que, en su mayoría, viene de Sinaloa, también se encuentra sobreexplotado. Otro ejemplo que no se consume prácticamente en México, pero del que dependen muchas comunidades para su exportación, es el erizo rojo y el abulón que también se encuentran deteriorados.
¿Cuántas familias afectadas hay a nivel nacional? Las cifras pueden fluctuar entre 250 000 a 300 000 pescadores y sus familias que ven mermados sus ingresos ante esta falta de especies.
—¿Por qué resulta necesaria una Reforma a la Ley de Pesca en México?
—La ley actual simplemente no contempla la recuperación de las especies pesqueras que tutela. Algunos ejemplos de leyes que tutelan recursos naturales y que sí contemplan la restauración del recurso natural son la Ley General de Vida Silvestre, que incluye la restauración de las poblaciones de la vida silvestre; la Ley General del Equilibrio Ecológico y la Protección al Ambiente, que contempla la restauración del equilibrio ecológico; la Ley de Aguas Nacionales, que contempla la restauración de las cuencas; inclusive la Ley General de Desarrollo Forestal Sustentable contempla la restauración de los recursos forestales.
Resulta que la Ley General de Pesca es la única ley que tutela un recurso natural pero que no contempla su restauración o recuperación. Por lo tanto, en los últimos años hemos visto que el número de especies que se encuentran en malas condiciones o deterioradas ha ido en aumento. Hace 20 años hablábamos del 20 % de las especies; hoy estamos hablando de números que fluctúan entre el 34 y el 40 %. Desafortunadamente, los más afectados son los que viven de esas especies, que generalmente son los pescadores ribereños.
Nosotros en Oceana hemos insistido no sólo en la necesidad, sino en la urgencia de que el Poder Legislativo dote al Poder Ejecutivo de una ley que le dé la atribución de restaurar o de recuperar especies. Hoy por hoy, ¿qué es lo que pasa cuando la autoridad se entera de que alguna especie está en malas condiciones? ¿Qué es lo que hace? Absolutamente nada. Hay que decirlo: la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca) ha sido completamente omisa. Inclusive, ha sido capaz de seguir otorgando permisos para la explotación de esas especies.
Por una parte, el Poder Legislativo no ha hecho su trabajo de hacer una ley o reforma para recuperar esos recursos que están en malas condiciones y, por otra, el Gobierno Federal —por conducto de la Conapesca— ha sido omiso en atender esta crisis.
—¿De qué manera se han organizado los pescadores ribereños para hacer frente a la crisis?
—A nivel nacional, hay al menos seis ejemplos de comunidades pesqueras que, desde hace muchos años, se dieron cuenta de la crisis de las especies de las que dependen. Con el apoyo de algunas fundaciones, expertos y organizaciones civiles, están en vías de recuperar sus especies. Tenemos el caso de la Organización de Pescadores Rescatando la Ensenada (OPRE), en La Paz, que recuperó el callo de hacha; tenemos el caso de las Almejeras de la Santa Cruz, en Altata, Sinaloa, que están recuperando la almeja chocolata; tenemos el ejemplo de Pacífica Sur, que está en Baja California, que logró recuperar algunas poblaciones de abulón; o el tan sonado caso del Corredor San Cosme-Punta Coyote, donde lograron restaurar una pesquería diversa de escama [que aprovecha peces con esa característica]. Eso lo hicieron gracias a que se pudieron organizar.
Pero la enorme mayoría de las comunidades no han tenido esta capacidad técnica o de organización. Más bien, han estado abandonadas por el gobierno. Lo único que les queda es salir a pescar y seguir pescando hasta que los stocks de peces sigan dando. Por ejemplo, en comunidades de Tabasco —la cuna del Presidente [Andrés Manuel López Obrador]— la pesquería de huachinango se encuentra colapsada. Además de la crisis que tienen por la abundancia de pozos petroleros que les restringen sus áreas de pesca, al momento de salir no hay peces suficientes y regresan con las manos vacías. Cada salida en una lancha con motor fuera de borda no les cuesta menos de 3000 o 4000 pesos (entre 175 y 230 dólares) de consumo de combustible. Regresan con las manos vacías, regresan endeudados y esa es otra de las razones por las que dicen: “Necesitamos recuperar la pesca o vamos a seguir viviendo endeudados y, cada vez que salgamos, no vamos a poder recuperar ni siquiera la inversión”.
Además, los subsidios o programas con los que podían salir ya son insuficientes porque necesitan ir más lejos. Como ya no están las especies cerca o en donde ellos acostumbraban pescarlas, ahora necesitan más combustible. Por otro lado, requieren arriesgar la vida. Cuanto más lejos va una embarcación pequeña, está más expuesta al oleaje o a los fenómenos meteorológicos. Esto es lo que han señalado pescadoras y pescadores respecto a la abundancia, por eso ellos mismos están dispuestos a cooperar.
—¿Qué debe incluir una buena reforma a la Ley de Pesca?
—Primero, que se obligue a que todas las pesquerías cuenten con plan de manejo para ordenar la pesca. Segundo, que todas aquellas pesquerías que estén en malas condiciones o que estén deterioradas, sean sujetas a un proceso de recuperación. No quiere decir prohibición, ojo, porque mucha gente le teme a que la recuperación es igual a prohibición; nada más falso. Recuperación es igual a recuperar la abundancia, para que la gente pueda seguir pescando. Tercero, y esto es importantísimo, que se garantice la participación de las y los pescadores en los procesos de decisión al momento de elaborar los planes de manejo.
Hay una iniciativa de reforma que en su momento presentó la senadora Nancy Sánchez, que hoy por hoy está durmiendo “el sueño de los justos”; está abandonada. ¿Por qué? Porque son muy pocos legisladores —tanto diputados como senadores— que les interese el sector pesquero. Y mira que muchos son de Sinaloa, Oaxaca, Yucatán, de estados donde la pesca es importante y, simplemente, no han volteado a ver al sector.
De 60 iniciativas relacionadas con el sector pesquero que se han elaborado desde 2018 y hasta la fecha, solamente han sido trabajadas seis, de las cuales dos se desecharon y cuatro fueron autorizadas. Desafortunadamente, esas reformas de ley son reformas meramente cosméticas y sin fondo.
—Diversas comunidades pesqueras a lo largo de las costas mexicanas han impulsado la creación de refugios pesqueros, algunas con buenos resultados y otras en espera de que se formalicen sus proyectos, ¿estos espacios representan una alternativa importante para la recuperación de los recursos pesqueros?
—Cuando hablamos de recuperación de recursos pesqueros no podemos dar una “receta secreta”, porque hay diferentes grupos taxonómicos, diferentes tipos de especies.Tenemos los erizos, que son parientes de las estrellas de mar, tenemos peces que son más parientes de los humanos porque son vertebrados, o tenemos moluscos como los caracoles o los pulpos. Eso te da una idea de que cada especie, cada grupo de especies, requiere una forma de manejo para su recuperación.
Los refugios pesqueros son un buen instrumento para favorecer la recuperación, pero no son suficientes para una buena parte de las pesquerías. Son eficientes para pesquerías de escama y para algunos moluscos. En ese sentido, el refugio de pesca es una buena herramienta siempre y cuando se sume a otros instrumentos que cada especie requiera para su recuperación. Algo que es fundamental es la intervención del gobierno con labores de inspección y vigilancia para garantizar que lo que viene en un plan de manejo se cumpla. Eso es en donde también está siendo omiso el gobierno.
—¿Qué aspectos puntuales debe tomar en cuenta la ley para una correcta conservación, repoblamiento y aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros y sus ecosistemas?
—El instrumento clave para esto es que todas las pesquerías cuenten con un plan de manejo. Creo que eso es lo más importante. Cuando hablamos de manejo nos referimos a la especie, pero también a los ecosistemas costeros; a conservar el agua en buenas condiciones, que no haya contaminación, a mantener los hábitats críticos como manglares, humedales y arrecifes de coral.
Pero el manejo no será integral si no cuenta con la colaboración de los actores más importantes: los pescadores. De nada sirve que exista un plan de manejo y que el Gobierno lleve a cabo sus acciones de inspección y vigilancia, si en esto no colaboran los pescadores. En ese caso, será letra muerta, no va a tener ningún sentido.
El manejo integral pesquero requiere de la participación de todos los actores involucrados en la pesca y, principalmente, de las y los pescadores bajo un plan que ordene las cuotas y que ordene lo que le corresponde hacer a cada uno de los actores.
—¿En qué parte del proceso se encuentra la iniciativa de Reforma a la Ley de Pesca? ¿Por qué está detenida?
—Esa es la gran pregunta. La reforma se presentó, después se hicieron varios ejercicios de consulta pública por diferentes estados del país, se hizo un foro en el Senado para consultarla y modificaciones al documento. Desde ahí no sabemos nada sobre qué ha pasado; se encuentra completamente congelada.
En el intertanto ocurrió algo: se creó la Comisión de Pesca y Acuacultura en el Senado. Lo que falta es que esta nueva comisión atraiga la iniciativa, la trabaje, dictamine, la pase al pleno y que después esto pase a la Cámara de Diputados.
Todo ese proceso ya se antoja prácticamente imposible para lo que queda de esta legislatura. Desde que se creó esta propuesta, fueron dos años en los cuales lo único que pasó fue que se presentó, pero lo demás ha sido una pérdida de tiempo.
Nos da mucho dolor reconocer que, tal vez, esta iniciativa se pierda porque seguramente la próxima legislatura que vendrá con el próximo gobierno, empezará de cero.
—¿Qué se espera para este 2024? ¿Cuál es el reto para el gobierno federal entrante?
—Lo que esperamos es que quien encabece el próximo gobierno federal voltee a ver la pesca. Este gobierno actual abandonó completamente al sector pesquero. Por una parte, no le dotó de una atención ni de un financiamiento suficiente, porque los recursos son completamente ineficientes y puso a cargo de la Comisión Nacional de Pesca a alguien que no tenía experiencia y que no ha mostrado ningún interés por asegurar el manejo adecuado del sector pesquero ni por atender los problemas estructurales.
Lo único que ha hecho este nuevo comisionado, es otorgar el fondo del Bienpesca que, además de que es insuficiente, no asegura que las especies en malas condiciones se van a recuperar. Lo que necesitamos es que el comisionado voltee a ver las causas estructurales de la pérdida de especies pesqueras y garantice un manejo integral de las mismas para que se recuperen.
El reto para el próximo gobierno es mayúsculo. Quien llegue a ser presidente o presidenta, va a tener que nombrar a un nuevo comisionado de pesca que sea verdaderamente competente para atender los problemas estructurales del sector pesquero y que, además, promueva que haya reformas que garanticen el manejo integral y la recuperación, pero sobre todo que garanticen el bienestar de los pescadores.
No solamente ha sido en este gobierno: los últimos cinco o seis gobiernos han abandonado completamente al sector. Las reformas que se han hecho no atienden los problemas estructurales y este último gobierno fue la gota que derramó el vaso del fracaso del sector pesquero.
Del sector pesquero viven miles de personas, por lo tanto, vale la pena voltear a verlo, recuperar la abundancia de los mares y garantizar el bienestar de los pescadores.
—¿Por qué es importante que desde las ciudades volteemos a ver lo que está ocurriendo en nuestros mares?
—Un dato que la gente de las ciudades no alcanza a visualizar ni a creer: la principal fuente de proteína animal del mundo viene del océano. Las pesquerías más abundantes del mundo —que son los pelágicos menores, como anchoas, anchovetas, sardinas y macarenas— generan la mayor cantidad de proteína. Desafortunadamente, esa se convierte en polvo y en aceite y la acabamos comiendo en alimentos súper procesados o lo acaba comiendo tu perrito o tu gatito en alimento también procesado.
El mar es la última frontera que nos queda en esta tierra para alimento sano, saludable y de buena calidad para los próximos años. Es la única fuente de alimento que no apuesta por desmontar selvas o bosques para engordar ganado. Es la fuente de alimento que menos emisiones de gases de efecto invernadero o de gases contaminantes genera. Es la que menos impacto ambiental genera si se lleva a cabo con buenas prácticas.
Vale la pena voltear a ver al mar, vale la pena voltear a ver esa fuente de alimento. En las ciudades tenemos que ser corresponsables del bienestar de esos cientos de miles de familias que ponen pescado en la mesa. El huachinango, el robalo, el mero, el jurel, el botete, la cabrilla, el pulpo, la langosta, los camarones gigantes, el langostino, la merluza, la curvina, todas esas especies, sólo por mencionar algunas, vienen de la pesca artesanal, vienen de la pesca ribereña.
Es importante que en las ciudades seamos conscientes y solidarios con la crisis que vive el sector pesquero ribereño. No solamente porque nos proveen de alimento de estupenda calidad, sino porque además son nuestros connacionales, son los que garantizan que en México habrá qué comer.
Es momento de darle un mensaje al Congreso de la Unión —al gobierno federal ahorita no tiene mucho caso, porque están ya en otros asuntos—, a ambas cámaras, tanto de Senadores como Diputados, de que es momento de voltear a ver al mar. Es momento de voltear a ver a las y los pescadores ribereños, que son los menos favorecidos de los últimos años, los que viven los retos más importantes de pobreza, de efectos climáticos, de huracanes, para que nos den a todos los mexicanos una ley acorde a los retos del futuro, una ley que garantice el manejo integral y que garantice que siempre habrá peces en el agua.
*Imagen principal: Embarcación “Esfuerzo”, fotografiada en Campeche. Foto: Carlos Aguilera / Oceana
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