De las más de 8400 hectáreas en las que se sembraba café en la selva de Puno en el 2012, hoy solo quedan operativas 2330. En cambio los cultivos ilegales de coca alcanzaron las 2900 hectáreas, más del 50 % de la cifra registrada en el 2012.El área más afectada es la zona de amortiguamiento del Parque Nacional Bahuaja Sonene. Sin embargo, el narcotráfico se ha extendido dentro del área protegida en más de 400 hectáreas y ha dañado corredores biológicos importantes.La central de cooperativas cafetaleras de la zona, Cecovasa, corre el riesgo de desaparecer por la baja producción, que se redujo de 85 000 quintales a 6000. “La vida aquí ya no es tranquila. Hace poco, mi vecina vino corriendo, asustada. Un grupo de narcos llegaron a su casa, le pusieron una pistola en la boca y le dijeron: ‘Si sigues reclamando en las asambleas vas a quedar así de fría como él’”. La persona a la que mencionan es José Camapaza, el jefe de los ronderos de Colorado, un poblado ubicado al lado del Parque Nacional Bahuaja Sonene. En diciembre lo encontraron muerto en su camioneta, con un balazo en la cabeza. Dicen que fue un ajuste de cuentas, frase que se utiliza para aquellas muertes que no tienen un móvil definido, aunque Angelina*, que ha aceptado hablar con Mongabay Latam sin que su nombre verdadero sea revelado, recuerda que siempre lo vio hablando fuerte sobre los problemas de la zona. “A veces hay que hablar bajito nomás, si quieres seguir viviendo”. Angelina baja la voz para que nadie la escuche y sus susurros se confunden por momentos con el ruido intenso de la lluvia que cae sobre sus plantas de café en Putina Punco, en la selva montañosa de Puno. Desde las dos hectáreas que aún conserva de este cultivo y que maneja con Moisés*, su esposo, se puede divisar a lo lejos la selva boliviana, protegida en parte por el Parque Nacional Madidi. La frontera entre países es marcada por el río Tambopata. Un poco más cerca, ya en territorio peruano, está el Parque Nacional Bahuaja Sonene.