- Cargill, empresa comercial activa en el Cerrado de Brasil, ha publicado una carta abierta a sus productores de soya brasileños reconociendo que no apoyará la Moratoria de la Soya Amazónica en el bioma de sabana.
- La empresa anunciara su plan de acción para la soya sostenible, además de un fondo de 30 millones de dólares para limitar la pérdida forestal en el Cerrado, y lo hizo en medio de llamamientos internacionales para reducir la deforestación en Brasil impulsada por el nuevo acuerdo comercial entre la UE y Mercosur.
Junio fue un mes de señales varias y contradictorias acerca de la soya por parte de Cargill, la empresa privada más grande de Estados Unidos y el segundo comerciante de soya más grande de Brasil. La empresa cuenta con extensas operaciones de soya en el Cerrado, un bioma de sabana biodiverso que está sufriendo una rápida deforestación a medida que la agroindustria convierte grandes áreas de vegetación nativa para ganadería y cultivos.
El mes pasado, Cargill anunció su ambicioso plan de acción para la soya, en el que se compromete a transformar su “cadena de suministro para que no tenga deforestación, mientras se protege la vegetación nativa más allá del bosque”. En ese plan se incluía un fondo de $30 millones para encontrar ideas que protejan el bioma del Cerrado.
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Después, el director ejecutivo de Cargill publicó un artículo de opinión en el que decía que la industria en conjunto sería incapaz de llegar al objetivo de la Declaración de Nueva York sobre los Bosques —de la que Cargill es signatario— que exige reducir a la mitad la deforestación para 2020 en las cadenas de suministro clave, como la soya, a la vez que reconocía la urgente necesidad de reducir la tala de vegetación nativa en el Cerrado.
Hubo una sorpresa aún más grande cuando se dio a conocer una carta abierta de Cargill a los productores de soya brasileña, publicada en línea el 24 de junio, en la que se declaraba la firme oposición de la empresa a una moratoria de la soya. Los ambientalistas dicen que tal moratoria (como la que se pide en el Manifiesto del Cerrado) tendría como base el éxito de más de una década conseguido por la Moratoria de la Soya Amazónica, ampliamente reconocida por su papel en la reducción de la deforestación en ese bioma desde 2006.
“Cargill acaba de anunciar la creación de un fondo de 30 millones de dólares para buscar e impulsar ideas innovadoras que contribuyan a detener la deforestación en el bioma del Cerrado y, al mismo tiempo, apoyen la prosperidad de los productores rurales y las comunidades locales”, decía Cargill en su carta. “De forma muy objetiva, la creación de este fondo no cambia la posición de la empresa en contra de la creación de una ‘Moratoria del Cerrado’ y de seguir participando y contribuyendo […] al Grupo del Trabajo del Cerrado”.
Los detractores sostienen que Cargill no puede hacer las dos cosas. Dicen que las soluciones a largo plazo que se necesitan para frenar la deforestación en el Cerrado ya existen en el modelo de la Moratoria de la Soya Amazónica, y que al rechazar cualquier tipo de moratoria en la sabana brasileña como se pide en el Manifiesto del Cerrado, lo que hace Cargill es ceder ante sus productores. Al mismo tiempo, la empresa podrá ahora publicitar la idea de su fondo de 30 millones de dólares como prueba de sus credenciales ecológicas en las comunicaciones con sus consumidores.
“Cargill intenta posicionarse como empresa preocupada por la destrucción sistemática de los bosques de Brasil, mientras a la vez no hace nada por evitarla”, dice Glenn Hurowitz, director ejecutivo de la ONG y grupo de defensa ambiental Mighty Earth. “Su deseo de que se les considere sostenibles mientras siguen relacionados con los peores deforestadores de Brasil está en el núcleo de estas declaraciones contradictorias”.
En una respuesta escrita a una pregunta de Mongabay, Cargill escribió: “No apoyamos una moratoria [del Cerrado] que evite a los agricultores ejercer sus derechos territoriales legales. Apoyamos el trabajo con la industria para considerar acciones a corto plazo que apoyen a los agricultores para que sus modos de subsistencia no se vean afectados negativamente mientras la industria en conjunto piensa en cómo ofrecer una solución a largo plazo”.
- Señales de los tiempos: los logos de Bunge y Cargill plantados en el Cerrado. El apoyo de las grandes empresas de productos básicos es crucial para el éxito del Manifiesto del Cerrado, pero no ha llegado aún. Foto de Jim Wickens, Ecostorm / Mighty Earth.
La huella cada vez más preocupante de la soya
La soya es un tema candente. Es uno de los cuatro cultivos responsables de cerca de un 75 por ciento de la deforestación mundial, y una cantidad desproporcionada de esa pérdida de vegetación nativa sucede en el bioma del Cerrado, que limita con el Amazonas. Ha aumentado la presión para la Unión Europea, uno de los principales socios comerciales de Brasil, para que impulse una ley que regule la deforestación de las cadenas de suministro agrícolas. Esa presión se intensificará, sin duda, con el acuerdo UE / Mercosur que ha tardado 20 años en diseñarse.
Sin embargo, el cumplimento de un acuerdo sobre la deforestación en el Cerrado tendría que ser, casi con toda certeza, completamente voluntario porque gran parte de la deforestación en la sabana es legal y haría falta la aceptación de las grandes empresas multinacionales que comercian soya y operan en el Cerrado, entre ellas Cargill, Bunge, Archer Daniels Midland (ADM), Louis Dreyfus y Glencore Agriculture. Amaggi, una gran empresa de productos brasileña, también está activa en la zona.
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La propuesta de actuación del Manifiesto del Cerrado del 2017 ha sido acogida por algunos ambientalistas y empresas minoristas, como McDonalds, Tesco, Unilever y Walmart, como forma de hacer que el Cerrado consiga el reconocimiento ambiental y la conservación que merece. “El Manifiesto representa un avance importante [que muestra] el consenso en la sociedad civil de que no hace falta destruir ecosistemas nativos para plantar soya”, dijo Hurowitz a Mongabay en un artículo anterior.
El Manifiesto no llega a exigir una moratoria de la soya y, en su lugar, reconoce que “la colaboración entre los diferentes eslabones de la cadena de producción […] fue el camino seguido por la Moratoria de la Soya [Amazónica] y debería inspirar soluciones similares en el Cerrado”. Pero sin el apoyo de grandes empresas de la agroindustria y de compañías de productos multinacionales —la mayoría de las cuales no lo han suscrito— el manifiesto carece de la fuerza necesaria para llevar a cabo cualquier tipo de acción tangible para frenar la deforestación en el Cerrado.
- Desmonte reciente de vegetación nativa en el Cerrado. Foto de Jim Wickens, Ecostorm / Mighty Earth.
La continua resistencia de las empresas al Manifiesto seguramente se da porque la soya es el bien exportable más valioso de Brasil, lo cual complica cualquier posibilidad de limitar su contribución a la deforestación. Los productores del Cerrado están en el núcleo del grupo de presión de la agrodindustria de Brasil y son uno de los grupos principales en la base política de Jair Bolsonaro —el presidente actual de Brasil hizo campaña diciendo que aumentaría el desarrollo de la agroindustria y reduciría las protecciones ambientales.
Cargill, en un correo electrónico dirigido a Mongabay, declaró que su carta abierta era una respuesta a “preguntas que había recibido de los agricultores locales brasileños para ofrecer aclaraciones y ayudarles a comprender nuestras iniciativas”.
Deforestación legal
Uno de los temas más espinosos en cuanto a la deforestación del Cerrado es que, a diferencia del Amazonas, gran parte del desmonte que ha ocurrido en la sabana ya era legal, según el Código Forestal Brasileño. Además, mucha de la vegetación nativa que queda también se podría talar de forma legal, “lo cual significa que intentar mejorar el cumplimiento de las regulaciones públicas no salvará al Cerrado”, dice Lisa Rausch, investigadora asociada en el Laboratorio Gibbs de Medioambiente y Uso de la Tierra en la Universidad de Wisconsin-Madison, EE. UU.
Según la investigación de Rausch y sus colegas, más de 38 millones de hectáreas, un tercio de la vegetación que queda en el Cerrado que está fuera de áreas protegidas, todavía se pueden talar de forma legal, y hasta 15 millones de hectáreas de esa vegetación están en territorios aptos para plantar soya.
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“Sin embargo, muy poca de esta vegetación está en propiedades que produzcan soya en este momento. La mayoría está en riesgo por la posible apertura de nuevas propiedades para soya”, dice Rausch. “Nuestra investigación sobre el Cerrado muestra que la expansión de la soya es una causa principal de destrucción de la vegetación nativa en ese bioma”.
Los agricultores solo tienen que mantener el 20-35 por ciento de la vegetación nativa intacta en sus territorios en gran parte del Cerrado. En contraste, en la Amazonía Legal los agricultores deben preservar hasta un 80 por ciento, según el Código Forestal Brasileño. Aun así, aunque talar el Cerrado es legal en gran medida, también existe tala ilegal. En mayo del año pasado, IBAMA, la agencia ambiental de Brasil, multó a exportadores de grano y agricultores, entre ellos Cargill, con 105.7 millones de reales brasileños (29 millones de dólares) por deforestación ilegal.
“Cargill se siente atraída hacia ambas direcciones”, explica Hurowitz. “Quieren tener el favor de los productores de soya y tienen miedo de que [otros comerciantes de productos básicos] lleguen y compren la soya si no lo hacen ellos. Al final, están atascados entre sus clientes y sus productores, lo cual se traduce en inacción, y las excavadoras siguen llegando”.
- La Amazonía Legal abarca todo el bioma del Amazonas y una porción del bioma del Cerrado. La Moratoria de la Soya Amazónica de 2006 cubre solo la Amazonía Legal y parte del Cerrado. Según el Código Forestal de Brasil, los agricultores solo tienen que mantener un 20-35 por ciento de la vegetación nativa intacta en sus territorios en la mayor parte del Cerrado, en contraste con la Amazonía Legal, donde los agricultores deben preservar hasta el 80 por ciento. Imagen de Mauricio Torres.
Lo que funciona en el Amazonas podría funcionar en el Cerrado
Muchos grupos ambientalistas y distribuidores están convencidos de que las soluciones para la deforestación en el Cerrado ya existen en las soluciones que han demostrado ser útiles en la Amazonía.
Dos años después de que la deforestación en la Amazonía alcanzara su máximo nivel en 2004, grupos ecologistas, entre ellos Greenpeace, miembros de la Asociación Brasileña de la Industria del Aceite Vegetal (ABIOVE) y comerciantes importantes como Cargill, además de grandes minoristas como McDonalds, se reunieron para formar la que se considera una de las iniciativas voluntarias de deforestación cero con más éxito hasta el momento. La Moratoria de la Soya Amazónica tiene el mérito de haber reducido la deforestación causada por la producción de soya en la selva de la cuenca del Amazonas en un 80 por ciento en algunas áreas. El pacto consiguió que comerciantes de soya como Cargill acordaran, voluntariamente, dejar de comprar soya de agricultores que talaran territorios boscosos después de julio de 2008.
Avancemos una década, hasta 2017, cuando se creó el Manifiesto del Cerrado para catalizar acciones urgentes para detener la deforestación de las cadenas de suministro de soya y carne de vacuno en la sabana. Este manifiesto, que ahora tiene el apoyo de más de 70 empresas, pide lo que a todos los efectos sería una moratoria de la soya en el Cerrado.
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No obstante, los expertos están de acuerdo en que es improbable que tenga éxito si los principales comerciantes de soya no lo subscriben. COFCO, empresa china de propiedad estatal que comercia con soya y grano y ha llegado hace relativamente poco a la región, ha anunciado su apoyo a la extensión de iniciativas de reducción de la deforestación como la Moratoria de la Soya Amazónica a lugares como el Cerrado, y Louis Dreyfus, otra empresa importante, también ha señalado que está dispuesta a combatir la pérdida de vegetación nativa en el Cerrado de forma más agresiva. Sin embargo, la carta reciente de Cargill sitúa a la empresa en una oposición firme a la moratoria.
Una posible razón: los estudios han demostrado que la Moratoria de la Soya Amazónica tuvo éxito a expensas de la deforestación en el Cerrado. Cuando la moratoria entró en vigor, las grandes empresas de productos básicos y los grandes productores trasladaron sus operaciones de la Amazonía hacia el este y el sur en el Cerrado. Como resultado, no hubo pérdidas en la producción y la acción frenó las protestas públicas contra la devastación que las empresas causaban a la selva tropical.
“En un momento en el que se están destruyendo los bosques de Brasil y los pueblos indígenas se ven desplazados por sus proveedores, Cargill sigue aceptando el modelo habitual, aunque los brasileños y sus propios clientes pidan soluciones para esta crisis ambiental y humanitaria”, escribió Hurowitz en una declaración publicada en línea.
- La calavera quemada de un animal revelada tras un incendio. Los incendios se suelen utilizar como herramienta para convertir los bosques y la vegetación nativa en tierras de cultivo en Brasil. Foto de Jim Wickens, Ecostorm / Mighty Earth.
Imagen principal: Silo y señal de Cargill en el Cerrado. Foto de Jim Wickens, Ecostorm / Mighty Earth.
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