- Julián Carrillo tenía medidas cautelares que no fueron suficientes para evitar su asesinato. Vivía en la primera línea de fuego y perdió a familiares y amigos que luchaban por preservar el medio ambiente en el norte de México.
- La comunidad intenta defender su territorio, pero familiares y personas cercanas a Julián Carrillo hoy están escondidas pues las amenazas de muerte no cesan.
Julián Carrillo usaba los pinos para explicar parábolas de la vida a los otros integrantes de su comunidad. Con las raíces hablaba del arraigo a la tierra y con el follaje se refería a la familia. Su vida la usaba para proteger el territorio y el medio ambiente, a cualquier costo, en los imponentes parajes de la Sierra Tarahumara, en el norte de México.
“Era todo un intérprete, en el buen sentido de la palabra de la cultura rarámuri y la llevaba con absoluta consecuencia”, cuenta Isela González, integrante de la organización Alianza Sierra Madre, quien conoció de cerca a Carrillo y vivió el proceso de su lucha, las amenazas y su asesinato. Ahora exige justicia y reparación para su compañero, quien murió en la defensa del medio ambiente.
La historia en 1 minuto. Video: Mongabay Latam.
Esa región, ubicada en el estado de Chihuahua, es tan hermosa como remota, conflictiva y violenta. Entre las grandes extensiones de tierra con bosques de pino, montañas y barrancas hay conflictos con proyectos extractivos y esto ha acabado con la vida de 37 personas desde 1973.
La última víctima fue Julián Carrillo. El anterior fue Isidro Baldenegro —asesinado en 2017—, ambos originarios de la comunidad Coloradas de la Virgen, en el municipio de Guadalupe y Calvo, tierra de indígenas rarámuri con altos índices de marginalidad y al mismo tiempo con un fuerte sentido de pertenencia y respeto por el entorno.