- Investigadores encontraron más abundancia y biomasa de peces, hasta cinco veces mayor, en lagunas ubicadas en áreas protegidas en comparación con aquellas que están en zonas desprotegidas.
- También hicieron un estudio des comportamiento de nutrias gigantes en 14 lagos de la región. También analizaron el comportamiento de lobos de río en lagos con actividad minera y de pesca, otros dedicados al ecoturismo y aquellos que no están expuestos a ninguna actividad.
La región amazónica de Madre de Dios, en Perú, es una de las más afectadas por la minería ilegal. Basta revisar las imágenes satelitales y estudios de las zonas más impactadas para confirmar cómo esta extracción ilegal de oro ha devastado a lo largo de los años inmensas extensiones de territorio. ¿Cuántas hectáreas de bosque se han perdido en los últimos años por esta actividad? Un estudio publicado en enero de 2020 estimó que, entre 1984 y 2017, la minería aurífera en Madre de Dios arrasó con 100 000 hectáreas de bosque.
¿Qué pasa con las fuentes de agua donde se vierten cientos de toneladas de mercurio cada año? ¿Cómo afecta a la fauna silvestre? Adi Barocas, investigador del San Diego Zoo Wildlife Alliance y del departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, decidió responder a esta pregunta analizando cuál ha sido el impacto de la minería y la pesca en peces y nutrias gigantes que habitan en los lagos de Madre de Dios.
Para entender mejor esta problemática, Barocas decidió comparar a las poblaciones que viven en lagos situados dentro de áreas protegidas con las que viven en espacios sin protección y más expuestas a la minería artesanal y la pesca. ¿Qué fue lo que el equipo de investigadores encontró?
Los dos estudios publicados en marzo y mayo del 2021 indican, por ejemplo, que la abundancia de peces en los lagos en los que existen actividades extractivas es cinco veces menor. Asimismo, que mientras en los lagos situados en áreas protegidas hay más especies de peces carnívoras, en los lagos más expuestos a la pesca y la minería hay una mayor variedad de peces que se alimentan de desechos.
En el caso de las nutrias gigantes que viven en lagunas sin protección, el hallazgo más resaltante es que al existir una menor disponibilidad de peces, los lobos de ríos necesitan esforzarse más para encontrar su alimento y, por lo tanto, esto podría afectar la reproducción de esas poblaciones.
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Los peces en las zonas mineras
Fueron 22 las lagunas analizadas por los científicos. “Investigamos en 12 lagos ubicados en áreas naturales protegidas y diez en lugares no protegidos donde hay sobre todo minería pero también pesca”, señala Adi Barocas, investigador del San Diego Zoo Wildlife Alliance y del departamento de Zoología de la Universidad de Oxford, y autor principal de la investigación.
Doce lagunas están situadas en el Parque Nacional del Manu y la Reserva Comunal Amarakaeri, y las otras diez en meandros desprotegidos en la parte baja del río Madre de Dios, donde se ha realizado intensa actividad minera en los últimos 30 años, explica el estudio Reducción de la biomasa de peces de la estación seca y disminución de los conjuntos de peces carnívoros en lagos de meandro tropicales desprotegidos.
Para realizar el estudio, los investigadores capturaron 1922 peces, que representaban 50 especies de 20 familias. Uno de los hallazgos indica que la abundancia y biomasa de peces —es decir, el número de peces multiplicado por el peso promedio de los mismos— era significativamente mayor en los lagos de áreas protegidas.
“Aspectos como la biomasa o el peso son mucho mas altos, casi cinco veces más, en promedio, en áreas naturales protegidas comparados con las lagunas de zonas desprotegidas”, indica Barocas.
Otro de los hallazgos tiene que ver con el tipo de especies que habitan en cada uno de los lagos. En las áreas protegidas las comunidades de peces son dominadas por especies carnívoras, especialmente pirañas; mientras que en lagos perturbados la mayoría de especies de peces son detritívoros, es decir, comen detritus o desechos y elementos orgánicas. “Eso puede ser una señal del cambio de los ecosistemas acuáticos y sugiere una degradación trófica del agua dulce”, agrega Barocas.
Según se explica en el estudio, los hábitats de agua dulce en la cuenca amazónica contienen una alta diversidad de peces que representa más del 15 % de las especies en todo el mundo, con alto endemismo, por lo tanto, pueden ser graves los impactos de la minería artesanal de oro.
“Los lagos están más contaminados que los ríos”, señala el biólogo Julio Araujo, coordinador de Programa Biodiversidad Acuático del Centro de Innovación Científica Amazónica (Cincia) y coautor de la investigación, con relación a lo que ocurre en las fuentes de agua que fueron parte de la investigación.
Araujo, quien es un experto en calidad del agua, explica que se tiene la idea que los lagos y lagunas presentan niveles más bajos de contaminación en comparación con los ríos, pero en realidad los lagos y lagunas acumulan mayor contaminación.
Esto se debe principalmente a los sedimentos acumulados en el fondo de los lagos —explica Araujo— donde, en el caso de las zonas de actividad minera artesanal para la extracción de oro, permanece el mercurio utilizado en esta actividad.
“Para los peces estamos haciendo análisis de mercurio, pero esta comprobado que hay altos niveles de mercurio en áreas de minería”, señala Barocas, quien explica que las muestras aún se están procesando en el laboratorio de Cincia.
Barocas menciona que otro de los resultados indica que la diferencia es pequeña entre la cantidad de especies de peces presentes en los lagos de áreas protegidas y los que se encuentran en zonas no protegidas. “Los lagos protegidos tenían una riqueza de especies ligeramente mayor (pero no significativa) en comparación con los lagos no protegidos”, indica el estudio.
Mediante esta investigación también se buscaba conocer la efectividad de las áreas protegidas para la conservación de las especies. En ese sentido, el estudio precisa que “las áreas protegidas y aisladas parecen tener éxito en mantener la integridad de los conjuntos de peces”. Asimismo, recomienda la participación de las comunidades locales y la asignación de recursos para evitar la la degradación de los hábitats de los lagos y el agotamiento de la biodiversidad en las áreas que no están bajo la protección del Estado.
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Una mirada a las nutrias gigantes de Madre de Dios
Este segundo estudio realizado en las lagunas de Madre de Dios se centró en el comportamiento de las nutrias gigantes o lobos de ríos tanto en zonas reservadas como en lagunas ubicadas en lugares sin protección.
“Desde hace cinco años realizamos monitoreo de lobos de río con el fin de saber la cantidad de población, si se mantiene estable y cuantas crías hay cada año”, señala Barocas sobre el trabajo que realizan desde 2017 con la Sociedad Zoológica de Frankfurt.
En este caso, la investigación se realizó en diez lagos ubicados en el Parque Nacional del Manu y la Reserva Comunal Amarakaeri, mientras que los otro cuatro lagos se ubicaban en zonas sin ninguna protección.
De los lugares elegidos, tres estaban dedicados a actividades turísticas reguladas y eran visitados constantemente por grupos de hasta diez personas en embarcaciones sin motor. Otro de los lagos se ubica en la Estación Biológica Cocha Cashu. También hay un lago ubicado en una comunidad nativa Matsiguenga, en el que se realizan prácticas tradicionales de pesca. Los cinco lagos restantes de las zonas protegidas no son accesibles a los visitantes.
En cuanto a los lagos ubicados fuera de las ANP, los cuatro se ubican en la parte baja del río Madre de Dios. En tres de ellos se realizaron actividades de minería artesanal de oro durante las últimas tres décadas, además de ser lugares de pesca; mientras que el cuarto es utilizado para el ecoturismo y también para actividades pesqueras.
Barocas señala que el estudio se centró en los diferentes comportamientos de los lobos de ríos para los tres tipos de hábitats: los lagos donde se realiza ecoturismo, aquellos destinados a la pesca y los que tienen actividad de minería artesanal. “Evaluamos su comportamiento, es decir, la habilidad de cazar peces y su relación con las personas en los lagos con actividad humana”.
Uno de los hallazgos principales del estudio es que en aquellos lagos donde se realizan actividades extractivas, como la pesca y la minería artesanal, las nutrias gigantes gastan mayor energía y tiempo en capturar su alimento. Este mayor esfuerzo, según la investigación, podría afectar a las familias de nutrias que viven en esos espacios, pues tendrían menos tiempo para aparearse y a largo plazo las poblaciones se reducirían.
“Los animales [nutrias gigantes] pasan más tiempo buscando su comida —peces— y esto puede influir demográficamente, pues tienen menos tiempo para descansar y reproducirse“, menciona el investigador.
Barocas también añade que las actividades extractivas, como la minería y la pesca, en zonas no protegidas cambia la calidad del agua, lo cual influye en los recursos pesqueros, pues la abundancia y biomasa de los peces se ven reducidas.
Otro de los resultados de la investigación es el nivel de interacción entre los lobos de río y las personas. Según explica Barocas, las nutrias que habitan en los lagos donde hay minería y pesca suelen alejarse mucho más de las personas; mientras que en los lugares donde se realiza el ecoturismo, los lobos de río están mas acostumbrados a la presencia humana.
Julio Araujo, de Cincia, señala que el siguiente paso será replicar el trabajo de Barocas para analizar el fondo de las lagunas, así como la superficie de estas. Para ello, utilizarán un sistema integrado por un vehículo de superficie marino y un dron aéreo para medir con más detalle parámetros de calidad de agua y analizar el fondo de los lagos. Esto permitirá entender cómo son estos fondos y “por qué se presenta mortandad de peces en lagos y lagunas. El proyecto también permitirá saber, por ejemplo, dónde podemos instalar piscigranjas”.
Imagen principal: nutrias gigantes en laguna de Madre de Dios. Foto: adi Barocas.
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