- La fragmentación de los hábitats provocada por las carreteras pone en riesgo la supervivencia de las poblaciones de primates en Colombia, de acuerdo con un estudio que analizó datos desde 1970 y hasta 2015.
- Los resultados muestran que en ese periodo, las carreteras se expandieron más de cuatro veces en Colombia. Además, se perdieron casi 40 000 kilómetros cuadrados de bosque por esta infraestructura.
- Expertos de instituciones como la Universidad de Lisboa y el Instituto Alexander von Humboldt señalan que son al menos 15 especies de primates en riesgo por la presencia de las carreteras, sobre todo en las regiones andina y caribeña de Colombia.
Los primates son especies que necesitan grandes espacios para desplazarse. En la búsqueda de recursos para vivir, viajan en parejas o grupos familiares para adentrarse en el bosque y encontrar los árboles más frondosos y con los frutos más llamativos. Sin embargo, en Colombia, las carreteras han irrumpido en sus hábitats e impedido el paso. Un reciente estudio alerta que el crecimiento de la infraestructura vial está orillando a varias especies a la extinción local.
“La fragmentación (de los hábitats) impacta las fuentes de alimentación y vivienda que tienen los primates, y eso hace que modifiquen sus conductas. Por eso, por ejemplo, es tan fácil ver que algunos primates en el Putumayo se acercan a la gente para recibir comida”, explica Elkin Noguera, biólogo especializado en biogeografía, investigador del Instituto Alexander von Humboldt y uno de los autores del estudio “La extinción de los primates, una herencia de 40 años de expansión carretera en Colombia”, publicado en la revista Animal Conservation de la Zoological Society of London.
El estudio evalúa la exposición de los primates colombianos a las carreteras entre los años 1970 y 2015. Para ello, se estimó la densidad de carreteras y el tamaño de parche crítico que las especies de primates pueden soportar antes de extinguirse localmente.
Según los resultados obtenidos por expertos de instituciones como la Universidad de Lisboa, el Instituto Alexander von Humboldt y la Universidad de Bangor, en Reino Unido, son al menos 15 especies de primates en riesgo por la presencia de las carreteras, sobre todo en las regiones andina y caribeña de Colombia. En esas zonas hubo un aumento promedio del 16 % en la cantidad de hábitat afectado durante el periodo analizado. Los autores del estudio destacan que las regiones del Pacífico, Orinoco y Amazonía han permanecido relativamente intactas.
En los últimos 50 años, las carreteras colombianas han experimentado una expansión rápida, aumentando de 30 247 kilómetros en el año 1970 a 133 721 kilómetros para 2015. Esto equivale a una expansión anual de 2 249 kilómetros de nuevas vías, es decir, un aumento anual del 7.44 %.
En 1970, había 624 525 kilómetros cuadrados en Colombia en donde estos primates podrían estar potencialmente presentes. Sin embargo, para el año 2015, los expertos observaron una disminución del 6.4% en dicha área, lo que representó una pérdida de 39 850 kilómetros cuadrados de bosque.
“Con el modelo (matemático diseñado para el estudio), logramos entender que en 1970, a pesar de tener toda esa red vial, no había efectos directos de las vías sobre los primates. Para 2015, el incremento representó más de 39 000 kilómetros en donde al menos una especie podría tener un riesgo local de extinción, debido al crecimiento de las vías. Esos kilómetros equivalen más o menos al tamaño de Suecia”, afirma Noguera.
El estudio recuerda que las poblaciones de los primates están disminuyendo a nivel mundial y que la rápida expansión de las carreteras es una amenaza que se suma a los retos que ya enfrentan.
Si bien las carreteras representan beneficios para las personas, desde una perspectiva económica —en temas como la productividad agrícola y el transporte—, no son una buena noticia para otras especies. Sobre todo cuando se espera que la expansión de la infraestructura carretera continúe. Estimaciones citadas en el estudio señalan que en el mundo se construirán entre 3 y 4.7 millones de kilómetros de carreteras para 2050, un aumento de aproximadamente el 60 % respecto a la longitud total de carreteras en 2010.
Se espera que gran parte de esta expansión ocurra en naciones en desarrollo, a menudo para la explotación de recursos naturales o debido a la expansión agrícola. Son estas mismas naciones las que contienen “la mayoría de los hábitats prístinos restantes para la biodiversidad tropical”, describe el estudio científico.
“Los primates comen muchas frutas y, al comerlas, lo que hacen es tomar el fruto, comer pulpa y botar la semilla. Esa semilla se va enterrando y así crecen las plantas. Con toda esta fragmentación, resulta que la dispersión de semillas ya no ocurre. Por lo tanto, los parches de bosque siguen siendo parches y ya no hay vegetación aledaña. Entonces, la transformación del paisaje por redes viales o cualquier otro tipo de transformación, impacta directamente a estos animales”, describe Noguera.
Esta infraestructura permite que ocurran actividades antropogénicas en ecosistemas que alguna vez fueron prístinos, pero que requirieron la remoción de la vegetación y la capa superficial del suelo para su construcción. Las carreteras y el tráfico vehicular asociado no sólo impactan en la pérdida de hábitat y la inaccesibilidad a recursos, sino también en la mortalidad de las especies debido a atropellamientos, así como en la explotación debido al aumento del acceso humano y en la subdivisión de poblaciones. Esto, a su vez, afecta el comportamiento y el movimiento de las especies, mientras impactan negativamente la abundancia y aumentan la mortalidad. En su conjunto –afirma el estudio— todo esto fragmenta y aísla a la vida silvestre.
Las carreteras y los primates
Colombia es uno de los países con mayor diversidad de primates del mundo. Cuenta con 38 especies distintas, de las cuales diez son endémicas, es decir, sólo se encuentran en el país. Del total de especies —pertenecientes a las tres familias reconocidas en el continente: Cebidae, Pitheciidae y Atelidae— el 42 % son amenazadas por la extinción como resultado de la pérdida de su hábitat, debido a la expansión de actividades como la agricultura, la ganadería, la tala y pérdida directa de ejemplares por la cacería, todas facilitadas por la presencia de las carreteras.
Precisamente, para analizar los impactos de las carreteras en las poblaciones de primates, los investigadores evaluaron el cambio histórico de las redes de carreteras en Colombia durante un período de 45 años —de 1970 a 2015—, luego estimaron el impacto esperado de este cambio en la distribución de las especies de primates y, finalmente, evaluaron si el aumento en la densidad de carreteras ocurrió dentro o fuera de áreas protegidas.
Para crear el modelo matemático aplicado en la investigación se analizó la información sobre las carreteras, así como la biología y ecología de las especies, es decir, factores como el número de crías que pueden tener por año, el tamaño de sus poblaciones o de las áreas que necesitan para vivir.
“Puedes tener la misma densidad de carreteras, pero las distintas especies pueden sufrir diferentes impactos. Entonces teníamos que sumar su biología y ecología a la ecuación. No sólo se trata de superponer las carreteras con las áreas en donde están los primates”, explica la bióloga Ana Ceia Hasse, investigadora del Centro de Estudios Geográficos de la Universidad de Lisboa y autora principal del artículo científico.
Así definieron que las especies más afectadas y con mayor necesidad de conservación según las clasificaciones de exposición de las carreteras colombianas son: el mono cariblanco (Cebus versicolor), el mico de noche caribeño (Aotus griseimembra), el mono araña (Ateles hybridus), el tití gris (Saguinus leucopus) y el tití cabeciblanco (Saguinus oedipus). Todas estas especies están clasificadas en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), con grados de amenaza que van desde Vulnerable hasta en Peligro Crítico de extinción.
Sólo Ateles hybridus, una de las 25 especies de primates más amenazadas del mundo, está explícitamente catalogada como amenazada por carreteras por la UICN. Sin embargo, los resultados del estudio sugieren que todas están amenazadas por las carreteras, por lo que debería considerarse en la lista de amenazas de la UICN y en los planes nacionales de mitigación, como especies focales.
A pesar del aumento de las áreas protegidas en Colombia —apunta la investigación— muchas especies de primates aún están subrepresentadas, especialmente en las regiones andinas y caribeñas. Por ejemplo, Ateles hybridus tiene sólo el 3 % de su distribución bajo protección legal, a pesar de estar en Peligro Crítico y altamente amenazada. La cobertura actual también es insuficiente para otras especies, como Cebus versicolor y Saguinus leucopus.
Ana Ceia Hasse, experta en creación de modelos predictivos sobre biodiversidad frente a los cambios ambientales, aclara que el estudio no quiere decir que todas las especies se extinguirán, sino que se trata de una manera de averiguar cuáles especies pueden resultar más afectadas por los cambios en sus ecosistemas. De esta forma, el modelo diseñado ofrece una ventaja por encima de un análisis simple de la densidad de carreteras.
“Es una gran ventaja de nuestro marco, que considera los rasgos de las especies y no sólo la densidad de carreteras dentro del rango de una especie. Esto significa que, incluso si la densidad de carreteras es relativamente más baja dentro del rango de una especie, el impacto de las carreteras puede ser mayor para esta si, por ejemplo, tiene un tiempo de generación comparativamente mayor o un tamaño de camada más pequeño”, puntualiza la investigación.
Los estados colombianos con el mayor aumento en el índice de vulnerabilidad —es decir, en el número de especies en riesgo de extinción local— fueron Amazonas, Vaupés y Guainía. Los cambios más pequeños se observaron en Atlántico, Cundinamarca y Bolívar.
“No nos enfocamos en esas regiones desde el inicio. El enfoque inicial fue toda Colombia y, después del análisis, se focalizó en esas zonas en donde vimos que la situación podía ser peor”, agrega Ana Ceia Hasse.
Para identificar el sistema de carreteras colombiano, los investigadores utilizaron las redes de carreteras divididas en cuatro periodos: 1970, 1990, 2006 y 2015 proporcionadas por el Ministerio de Transporte de Colombia y el Instituto Alexander von Humboldt. Este conjunto de datos se utilizó para estimar la variación espacio-temporal en la huella humana, es decir, un mapa de las presiones antrópicas acumuladas y relacionadas con la intensidad del uso del suelo, la presencia humana y la accesibilidad, como la distancia a carreteras o a los asentamientos.
El estudio explica que, durante el periodo analizado, Colombia estuvo inmersa en un conflicto armado civil entre varios grupos armados y el gobierno colombiano. En 2016, el Estado firmó un acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), resolviendo un conflicto que había estado en curso durante la última mitad de siglo. La firma del acuerdo generó preocupación sobre el destino de la biodiversidad del país, pues las selvas de Colombia habían permanecido históricamente sin desarrollar, en parte, debido a este conflicto.
“De 1970 a 2015, las carreteras se expandieron más de cuatro veces en Colombia, y los aumentos más altos ocurrieron en los últimos 10 años del análisis, con 6 215 kilómetros por año en este periodo. Aunque nuestro objetivo no fue investigar el papel del conflicto en la expansión de carreteras, se observa que la red vial se expandió más en el periodo más reciente de nuestro análisis, cuando el conflicto comenzaba a disminuir, lo que llevó al acuerdo de paz en 2016, respaldando la idea de que las infraestructuras están proliferando”, puntualiza el estudio.
Además, los expertos esperan que esta tendencia continúe pues, de hecho, en 2011, el gobierno colombiano invirtió 70 mil millones de pesos colombianos (más de 16 millones de dólares) en un plan para expandir la infraestructura del país, conocido como el Programa de Infraestructura Vial de Cuarta Generación. “Este plan amalgama 153 proyectos que abarcan 19 500 kilómetros de nuevas y existentes carreteras para 2035”, dicen los investigadores. Las principales razones de este proyecto son económicas, sin embargo, estos beneficios pueden tener un costo para la vida silvestre del país.
El futuro de los primates colombianos
El estudio destaca la necesidad de infraestructura que tenga en cuenta las acciones necesarias de mitigación y conservación de los primates. Finalmente, su propósito es brindar información útil para respaldar la toma de decisiones en el país, así como para profesionales de la conservación, ya que les permite estimar en qué medida las carreteras afectan a una especie en particular y cuantificar los efectos ecológicos de las carreteras en dicha especie.
De igual manera, se identificaron áreas en donde la expansión de carreteras debería prevenirse, al definir las especies que podrían verse afectadas por la construcción de nuevas carreteras, además de desarrollar redes viales que eviten áreas con primates vulnerables, o incluso reservar áreas donde el desarrollo de carreteras debe gestionarse adecuadamente.
Ana Ceia Hasse agrega que los hallazgos del estudio pueden funcionar como un marco general para priorizar la conservación y para pensar que estas dos regiones —andina y caribeña— necesitan más atención que otras. “Estas especies necesitan acciones de conservación especiales, para saber qué puede pasar en el futuro y qué deberíamos hacer con las carreteras. Esto puede ser usado para la planeación, manejo y conservación de estas dos regiones, pero nuestro estudio también se puede usar como ejemplo para replicarse en otros sitios”, dice la experta, pues los datos pueden usarse para elaborar estrategias que mitiguen los impactos negativos de las carreteras en la vida silvestre en cualquier lugar del mundo.
El estudio recuerda que es importante considerar las tierras de los pueblos indígenas y su rol esencial para la conservación de los primates, pues representan el 30 % de las áreas de distribución de estas especies en todo el mundo. Además, los pueblos indígenas también están amenazados por la expansión de carreteras. Por lo tanto, “preservar las tierras, la cultura y el conocimiento de los pueblos indígenas también contribuirá a la conservación de las especies de primates”, se lee en el documento.
Los primatólogos colombianos han propuesto el Programa Nacional para la Conservación de Primates en Colombia, iniciativa que busca promover la conservación efectiva de estas especies y su hábitat, basada en tres alternativas: mitigar las amenazas y recuperar las poblaciones en peligro, expandir las áreas de conservación y aumentar las capacidades institucionales y el comportamiento ciudadano.
“Se puede planear mejor el espacio para lograr la sostenibilidad. Generalmente, la planificación espacial de los territorios no ha tenido un componente fuerte de biodiversidad y servicios ecosistémicos asociados, por lo que ahora se está haciendo un llamado para que esa biodiversidad sea tomada en cuenta”, dice Elkin Noguera.
El biólogo reitera que la invitación general para la población es acercarse a conocer la biodiversidad. Así como en Colombia existen programas de avistamiento de aves, también están arrancando los que están enfocados en primates, con estrategias amigables para las especies.
“La idea es que todo esto se haga sin ‘atropellar’ y con todo el respeto a estos animales, sin modificar el ambiente ni sus conductas. Los primates son muy conductuales y cualquier cosa que hagamos con ellos hará que cambien sus hábitos. La intención es respetarlos tal y como están”, dice el experto.
*Imagen principal: Tití cabeciblanco (Saguinus oedipus), un primate considerado emblema de Colombia y que está en Peligro Crítico de extinción, la categoría más alta de amenaza. Foto: John Jairo Bernal-Ibanez
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