- Tan antiguo como las culturas prehispánicas, el cacao originario de la selva amazónica ha permitido el surgimiento de la industria del cacao a granel y del cacao fino hasta nuestros días.
- Gracias a la diversidad genética de las especies silvestres latinoamericanas, Killeen señala que el cacao con más compuestos aromáticos se encuentra en estas tierras. Brasil, Ecuador, Colombia y Venezuela son los principales productores.
- No obstante, el peligro de deforestación en la Amazonía es cada vez más patente: al disminuir sostenidamente la producción en África, los comerciantes mundiales de materias primas y las empresas de alimentos buscan fuentes alternativas en la Amazonía.
El cacao (Theobroma cacao) es originario de la selva amazónica, y se ha cultivado y consumido en toda América desde antes de la llegada Colón. Se puede dividir en dos tipos según su calidad: el cacao a granel, usado para la mayoría de los dulces y productos alimenticios, y el cacao fino, preferido para los chocolates especiales. Aunque existen docenas de variedades, cepas e híbridos, lo cierto es que estos dos tipos han dominado la producción y el comercio durante siglos.
Haciendo un poco de historia, en el período colonial de fines del siglo XVIII, el suministro de cacao a granel se desvió en gran medida desde Latinoamérica a África Occidental y el sudeste asiático. En la actualidad, el cacao fino representa apenas el 5% del consumo mundial, y casi todo se origina en América Latina. Allí, la diversidad genética de las especies silvestres latinoamericanas ha hecho posible mejorar la concentración de compuestos aromáticos en el grano de cacao. Durante la última década, una combinación de acontecimientos ha reactivado la producción de ambos tipos de cacao en Sudamérica en alrededor del 10%.
El método tradicional para lograr una plantación de cacao es despejar el sotobosque de un bosque primario, luego trasplantar plántulas que fueron germinadas en un vivero, o directamente bajo un dosel intacto. Los árboles jóvenes tardan alrededor de cuatro años en florecer y dar frutos, después de lo cual el manejo de la luz es importante para maximizar la producción y la calidad, puesto que de haber demasiada luz las plantas sufrirán estrés, y poca luz disminuye los rendimientos. El árbol de cacao puede vivir décadas, pero la mayoría de las plantaciones comerciales están programadas para durar aproximadamente 20 años debido a la posterior disminución de sus rendimientos.
Una de las prácticas utilizadas para mejorar o prolongar la productividad es abrir el dosel para así aumentar la luz y estimular la fotosíntesis, lo que incrementará los rendimientos en el corto plazo. Sin embargo, con el tiempo seguramente la productividad disminuya, por lo tanto, el área es probable que se convierta en pastos cultivados para ganadería o que pasen a ser bosques en barbecho.
El cultivo de cacao, tal como se practica tradicionalmente, es una forma de deforestación en cámara lenta, y ha contribuido a la devastación de los bosques tropicales de África occidental, que abastecieron alrededor del 60% de la demanda mundial durante el siglo XX. En ese sentido, a medida que el hábitat forestal en esa parte del continente africano se ha vuelto cada vez más escaso, los productores de cacao adoptaron sistemas de producción a pleno sol para mantener los rendimientos. Por tal motivo, muchos analistas predicen que estas prácticas conducirán a una disminución sostenida en la producción. No sorprende entonces que los comerciantes mundiales de materias primas y las empresas de alimentos estén buscando fuentes alternativas en la Amazonía, promoviendo la producción del grano.
En 2014, Brasil reportó más de 275 mil toneladas de cacao, producidas principalmente en Bahía (58%) y Pará (42%), y más específicamente en aquellos municipios ubicados en la margen norte del río Amazonas y la carretera Transamazônica, donde los rendimientos son casi el doble en comparación con los de Bahía. Se prevé que a corto plazo la popularidad del cacao aumente en las áreas d0nde se ubican los pequeños agricultores. En ese sentido, la Associação Nacional das Indústrias Procesadoras de Cacau (AIPC) se ha comprometido a duplicar la producción en los próximos 10 años.
En 2016, Ecuador produjo aproximadamente 160 mil toneladas, de las cuales el 85% se cultivó en las provincias de la costa del Pacífico y el resto en la Amazonía. La mayor parte de la producción de Colombia se da en cuencas no amazónicas; pero, sus provincias amazónicas tienen las características climáticas y edáficas requeridas para buenos cultivos. Caquetá consta de unos 400 productores con alrededor de 1000 hectáreas plantadas, lo que representa menos del 2% de la producción nacional. El afán por aumentar la producción colombiana está directamente vinculado a los esfuerzos por desplazar el cultivo ilícito de la hoja de coca. En el caso de Venezuela, la producción de cacao se lleva adelante fuera de la amazonia, mientras que la limitada producción de Bolivia se destina en gran medida al consumo interno, a excepción de una asociación exportadora de productores de los Yungas en el departamento de La Paz.
Ecuador tiene un nicho de mercado especial, puesto que sus productores suministran alrededor del 70% del cacao fino que se comercializa en los mercados mundiales. El motivo de esto es una variedad local conocida como Nacional, que se cultiva desde hace décadas y que recientemente fue rebautizada por la Asociación Ecuatoriana de Exportadores de Cacao como Sabor Arriba. Actualmente la posición de Ecuador como proveedor de cacao fino está siendo desafiada, o al menos transformada, por la creciente popularidad de una variedad híbrida conocida como CCN-51, que ha ganado cuota de mercado gracias a su robusto crecimiento y alto rendimiento.
Los conocedores del chocolate y las empresas exportadoras temen que la CCN-51 desplace a la Nacional y ponga en peligro el dominio ecuatoriano en el mercado del cacao especial. Esta nueva variedad es preferida por los agricultores, puesto que produce entre 700 y 1.100 kg/ha, en comparación con la Nacional que proporciona sólo entre 300 y 400 kg/ha. Incluso, se ha demostrado en algunas estaciones experimentales que en condiciones ideales puede producir tres toneladas por hectárea.
La mayor productividad de la CCN-51 es resultado de su composición genética, que controla el tamaño y la cantidad de frutos por árbol y semillas por vaina. Se puede cultivar a pleno sol, tiene una menor tasa de infestación de enfermedades y responde mejor a los agroquímicos. Por tales motivos, estos atributos preocupan a los defensores del medio ambiente, que la califican como un clon por su estrechez genética y citan su potencial para convertirse en otro sistema de producción de monocultivos.
Como en todos los productos básicos, el precio genera grandes variaciones en los ingresos por hectárea de los productores de cacao, que oscilan desde 500 hasta 3.000 dólares. En el caso de los pequeños agricultores de la Amazonía ecuatoriana éstos suelen cultivar entre una y cinco hectáreas de cacao, mientras que los productores extensivos de la costa del Pacífico pueden tener hasta cincuenta hectáreas. La producción certificada de cacao fino proporciona al agricultor un sobreprecio de alrededor del 20%, pero no es suficiente para compensar los menores rendimientos de la variedad usada, que es la Nacional.
Actualmente, la CCN-51 aporta alrededor del 36% de la producción ecuatoriana, frente al 37% de la Nacional. Los granjeros amazónicos producen en gran medida una tercera variedad, conocido como Cururay, que es similar a la Nacional tanto en rendimiento como en características. La producción en el Ecuador amazónico es estática, pero se están realizando esfuerzos para expandir la producción como parte de iniciativas para promover alternativas a la agricultura basada en la deforestación.
En Perú, un fenómeno similar está ocurriendo con respecto a la CCN-51, que está ganando terreno tanto entre los productores de larga data como entre los nuevos. La superficie cultivada se ha duplicado entre 2005 y 2015, con un crecimiento particularmente fuerte en zonas que son el foco de atención de los programas de “desarrollo alternativo” vinculados a la lucha contra las drogas. Al parecer, estos programas han sido partidarios del cultivo de la CCN-51 debido a su rendimiento superior y la necesidad de competir con el cultivo de la hoja de coca.
En 2015, más del 53% de todas las plantaciones de cacao eran CCN-51, con solo alrededor del 44% dedicado al cacao fino, que aparentemente incluye una mezcla de variedades criollas y nativas derivadas de poblaciones silvestres amazónicas.
La producción ha crecido anualmente alrededor del 8%, alcanzando en el 2016 más de 85 mil toneladas en una extensión aproximada de 110 mil hectáreas. La principal zona de producción es San Martín con 31 mil toneladas que vienen de nuevos productores y que han adoptado abrumadoramente la variedad CCN-51 representando el 44% del volumen total del país. Otras regiones incluyen áreas cercanas a Pucallpa, Huánuco y Junín, y La Convención.
En estas áreas predominan las variedades criollas y nativas, pero sin embargo la CCN-51 aporta entre el 20 y el 35% del total de la cosecha. Antes del año 2000, la mayor parte de la producción de cacao se dedicaba a satisfacer la demanda interna, donde el crecimiento posterior se puede atribuir a las exportaciones, que representaron más de dos tercios de la producción total en 2016, con un valor aproximado de 200 millones de dólares. Estos ingresos son distribuidos entre 26 asociaciones de productores que representan 30 mil familias, con ingresos brutos promedio de entre 1.000 y 1.500 dólares por hectárea, dependiendo del precio.
En la Amazonía peruana cerca de Tamshiyacu, pueblo ubicado a cuarenta kilómetros río arriba de Iquitos, se está llevando a cabo un experimento en la producción corporativa a escala industrial promovida por United Plantations (subsidiaria del Grupo Melka) corporación que intentó plantaciones de palma aceitera a gran escala en el departamento de Ucayali.
Las más de 2.400 hectáreas de bosque primario que se talaron estaban destinadas, aparentemente, para establecer lo que sería el primer plantel de cacao a escala industrial del mundo. Afortunadamente, la legalidad de esta deforestación ha sido objetada ante los tribunales peruanos logrando paralizar las actividades, y como consecuencia, el Grupo Melka ha vendido sus activos y abandonó sus inversiones en Perú.
A pesar del predominio de la CCN-51, la asociación peruana de exportadores de cacao intenta mejorar su posición en el mercado enfatizando la calidad de su oferta de cacao fino. Esta motivación obedece en parte a la lógica comercial de ofrecer un producto con un nicho de mercado de precio superior, pero también influye un antiguo deseo, monetizar el valor de un activo de la biodiversidad amazónica. Teniendo en cuenta que la Amazonía Occidental es el centro de diversidad genética del cacao y el origen evolutivo del género.
En ese sentido, Ecuador y Perú esperan capitalizar sus poblaciones silvestres para desarrollar nuevos cultivos que combinen tanto las características aromáticas mejoradas del cacao fino, como la resistencia a enfermedades y los atributos de rendimiento de la CCN-51, tan popular esta última entre los productores.
Imagen destacada: Ecuador es famoso por su cacao fino, donde la mayor cantidad cosechada es de la variedad conocida como Nacional. Crédito:© hakk78 / Shutterstock.com.
“Una tormenta perfecta en la Amazonía” es un libro de Timothy Killeen que contiene los puntos de vista y análisis del autor. La segunda edición estuvo a cargo de la editorial británica The White Horse en el año 2021, bajo los términos de una licencia Creative Commons – Licencia CC BY 4.0).