- Líderes y lideresas awá son los protectores y guardianes de un área protegida comunitaria y civil de 3200 hectáreas en Ricaurte, Nariño, al sur de Colombia. La Reserva Natural La Planada cuenta con la presencia de pumas, osos de anteojos, tucanes de montaña y, además, es uno de los sitios con mayor concentración de orquídeas en el mundo.
- La comunidad indígena ha construido alianzas para la investigación de la biodiversidad de la reserva. Una de ellas es con la Gobernación de Nariño, la Universidad de Nariño y el Instituto Humboldt, un organismo con apoyo estatal, para ahondar en el conocimiento de la riqueza natural del lugar y promover el turismo en el área protegida.
Los indígenas awá de Nariño quieren que su territorio deje de ser conocido únicamente por la violencia y las economías ilegales generada por terceros que afectan sus resguardos. Desean que también se conozca, por ejemplo, el trabajo de conservación que realizan en lugares como la Reserva Natural La Planada, creada en 1982 por una fundación civil, pero que desde 2010 está a cargo del resguardo awá Pialapí Pueblo Viejo.
“Nadie discute la situación política y económica que hay en el territorio, pero que en la prensa sólo se hable de la violencia nos hace mucho daño. Nariño y el pueblo awá tienen mucho que ofrecer”, dice el biólogo Guillermo Cantillo, asesor de temas de biodiversidad en la reserva y el resguardo awá Pialapí Pueblo Viejo.
En la reserva La Planada, ubicada en el municipio de Ricaurte, la guardia indígena ha realizado una defensa del territorio y mantenido al margen las economías y grupos armados ilegales que afectan otras zonas de la región.
Esta defensa ha garantizado que la biodiversidad se mantenga en el territorio, según los registros o avistamientos realizados con cámaras trampa usadas por la comunidad que han captado especies difíciles de ver como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) o el puma (Puma concolor).
Para financiar las actividades de la reserva, el equipo del área protegida se ha enfocado en propiciar el turismo en la zona. Para ello, en 2023 se aliaron con el Instituto Humboldt, un centro de investigación con apoyo del estado colombiano, para promover esta actividad. “Se pueden hacer recorridos por siete senderos para hacer avistamiento de aves, observar orquídeas, plantas medicinales, árboles maderables, árboles que sirven para artesanías, mariposas…”, describe Yuri Caicedo, directora de la Reserva Natural La Planada y parte del pueblo awá.
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La riqueza natural de La Planada
La palabra awá significa, en la lengua awapit, “gente de la montaña”, “gente de la selva”. Eso es lo que se percibe en la reserva La Planada y en la guardia indígena ambiental que la protege. “La reserva La Planada va desde los 1200 hasta los 1800 metros sobre el nivel del mar”, dice el biólogo Cantillo. “La Planada huele a neblina”, asegura Ximena Galeano, asesora de comunicaciones para el resguardo Pialapí Pueblo Viejo.
En estas montañas y bosques de Nariño habitan múltiples especies, entre ellas anfibios En Peligro de extinción como el Atelopus lynchi y Centrolene ballux, según la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).
Además, La Planada alberga 240 especies de aves y aproximadamente 300 de orquídeas, plantas epifitas, es decir, que crecen sobre los árboles. Esto llevó a que en 1991 el botánico Alwyn Gentry, del Jardín Botánico de Missouri, catalogara a La Planada como “el imperio supremo de las epífitas”.
Cantillo explica que la reserva cuenta con especies propias del departamento del Nariño como el tucán de montaña (Andigena laminirostris) y el colibrí Haplophaedia lugens.
Con la ayuda de cámaras trampa, el equipo de La Planada ha logrado detectar otras especies en grado de Vulnerabilidad, según la UICN como el oso de anteojos (Tremarctos ornatus) y el puma, animal que fue visto en 2022. “Fue una sorpresa cuando en el marco del proyecto de turismo científico, instalamos 19 cámaras trampa y a 500 metros de la administración encontramos fotos de osos de anteojos, de pumas, venado, ardillas”, dice Cantillo.
También han tenido avistamientos del mico aullador del pacífico (Alouatta palliata) especie catalogada en Vulnerabilidad por parte de la UICN y el capuchino de frente blanca (Cebus albifrons). Cantillo considera que si a La Planada han llegado estos animales tan difíciles de ver, significa que encuentran alimento en la zona, lo cual es un buen indicador del estado de conservación: “Es un bosque en un muy buen estado de conservación”.
El turismo científico y ancestral
La directora de La Planada explica que la reserva natural funciona gracias a la labor de la guardia indígena ambiental, que realiza los recorridos con su bastón, el cual genera respeto y representa el cuidado del medio ambiente.
“Nuestra misión es cuidar, proteger el territorio. Y hacer acompañamiento a los visitantes de la reserva”, dice Caicedo sobre la guardia indígena conformada por 50 personas, 15 de ellas son mujeres.
Con el proyecto de turismo científico se ha resaltado el papel de las mujeres cuidadoras de La Planada. “Estamos en capacidad de liderar procesos de cuidado, de comunicación”, agrega Caicedo. Dice que aún son pocas las mujeres que participan en estos proyectos, pero que tiene la esperanza de que esas cifras sigan aumentando.
Sobre los guías awá que conforman la guardia indígena, Cantilla señala que además son expertos en biodiversidad. “Hay cuatro guías especializados en aves, dos en herpetos (ranas), dos guías expertas en orquídeas y también cuatro personas conocedoras de las plantas útiles o que se pueden aprovechar en construcción o para madera”.
Cantillo comenta que el conocimiento ancestral awá ha sido clave para el fortalecimiento de la Reserva Natural La Planada. Destaca el respeto a los lugares sagrados del pueblo indígena. Por ejemplo, el río Pialapí, un foco de biodiversidad dentro de la reserva y cuyo nombre en lengua awá significa el río del maíz. También está el Cerro Imbú, que no ha sido intervenido y de donde nacen algunas quebradas; ahí no se pueden realizar labores porque lo habitan los espíritus. Toda esta visión se ha integrado a la propuesta de turismo. En La Planada nacen aproximadamente 17 quebradas de agua, considerados sitios sagrados.
Otro lugar de importancia y considerado sagrado es el salado de Madroño, un nacimiento de agua salada a donde llegan a beber los animales. “Allí habita la fauna, la flora, las fuentes hídricas, pero aparte de eso están los espíritus que nos protegen y al territorio. Por eso, hacemos énfasis en cuidar estos lugares”, dice la directora Caicedo.
Cantillo dice que construir la identidad de la reserva alrededor del saber indígena le ha dado un valor único frente a otras áreas protegidas, ya que aquí la cosmogonía awá se integra con la protección ambiental. “La propuesta de resaltar el aspecto espiritual de la reserva y sus lugares sagrados fue acogida por las entidades estatales con las que trabajamos, así como por la comunidad awá”.
Galeano agrega que tener un enfoque educativo es un aspecto fundamental para compartir el conocimiento sobre La Planada con los turistas y también hacia adentro de la comunidad awá. “La reserva ha sido un centro de formación para los científicos y para el resguardo”.
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En el marco de un proyecto de turismo científico de naturaleza realizado desde 2020 hasta septiembre de 2023 en alianza con el Instituto Humboldt, la Universidad de Nariño y la Gobernación de Nariño, desde La Planada conformaron cinco grupos especializados sobre herpetos, aves, plantas útiles, epífitas y mariposas que mezclan científicos y sabios del pueblo awá para compartir conocimientos. “Así no solo obtenemos beneficios locales, sino nacionales, porque los saberes llegan y salen de La Planada”, dice Galeano.
El proyecto de turismo científico tiene como meta la elaboración una estrategia conjunta para desarrollar esta actividad en la Reserva La Planada. Alrededor de 60 investigadores de la Universidad de Nariño, el Instituto Humboldt y la Reserva La Planada consolidaron el conocimiento científico disponible sobre la zona, para que este pueda ser narrado por los guías durante los recorridos turísticos. Incluso usaron cámaras trampa para recolectar información sobre la presencia de especies de fauna en la zona.
Su resultado concreto era la creación de guiones para los recorridos turísticos con información especializada según cada uno de los grupos de investigación. Galeano también comenta que la estrategia busca “aportar a los medios de sostenimiento de vida de la comunidad awá y la sostenibilidad financiera de la reserva, así como a la conservación del territorio”. Con esta innovación, buscan visibilizar y posicionar la reserva como un destino turístico del piedemonte costero nariñense. Desde el Instituto Humboldt, una experta coordinó la interacción entre científicos y los sabios awá.
Cantillo agrega que este proceso ha sido exitoso porque ha sido de doble vía, debido a que los científicos transmiten su conocimiento, pero también validan el que proviene de los saberes ancestrales del pueblo awá.
Los sitios sagrados de los awá, además, sobresalieron en el proyecto porque son focos de biodiversidad. En La Planada los turistas son guiados en siete recorridos a pie, que incluso pasan por algunos sitios sagrados. Tras el proceso con el Instituto Humboldt, la Gobernación y la Universidad de Nariño, los awá ahora están trabajando en un proyecto de fortalecimiento del manejo y protección de La Planada, con la financiación del Fondo de Alianzas para Ecosistemas Críticos (CPEF por sus siglas en inglés), una iniciativa colectiva de gobiernos y agencias multilaterales para proteger focos de biodiversidad claves.
Galeano también comenta que están trabajando con los jóvenes awá en la creación de un podcast para “visibilizar la Reserva La Planada como un destino turístico basado en el conocimiento y la educación”.
* Imagen principal: Pipreola riefferii hembra registrada durante un muestreo de aves. Foto: Archivo fotográfico de la Reserva La Planada.
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