- El acuerdo comercial entre la UE y Mercosur (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay) se está negociando en secreto, pero parte del documento se filtró a Greenpeace y alarmó a los ecologistas.
- * Los documentos secretos filtrados muestran que el énfasis en la producción y el consumo internacional aumentaría la necesidad de territorios agrícolas en América Latina, y tendría como consecuencia un aumento importante de la deforestación en Amazonas y el Cerrado en Brasil, y en el Chaco en Argentina.
Documentos secretos, filtrados por Greenpeace, que revelan conversaciones comerciales confidenciales entre la Unión Europea y Mercosur, el bloque comercial de Suramérica (Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay), sugieren que el acuerdo podría aumentar los problemas ambientales en los países Mercosur, a pesar de la inclusión, por primera vez, de cláusulas de derechos humanos destinadas a proteger a los grupos indígenas.
Aunque esta nueva preocupación europea por los derechos indígenas sea bienvenida por los activistas, el problema ambiental subyacente en el acuerdo permanece: facilitará las exportaciones de productos agrícolas de los países Mercosur aún más, en particular carne de vacuno y soja.
Casi toda la tierra arable de Argentina y Uruguay ya se ha cultivado con soja y maíz, la mayor parte de la tierra “disponible” se encuentra en Brasil. Sin embargo, como Mongabay ha contado en muchos artículos, la expansión de los cultivos de soja y la ganadería son causa de deforestación y destrucción de valiosos ecosistemas.
“Los países Mercosur quieren impulsar la exportación de carne a Europa, lo cual empujaría la ganadería hasta hábitats prístinos en las regiones de Amazonas y el Cerrado en Brasil y el Chaco en Argentina”, dijo el activista de Greenpeace Kees Kodde.
Según Greenpeace Holanda, que consiguió 171 páginas de documentos confidenciales, las filtraciones exponen el fracaso de la Comisión Europea y los gobiernos estatales europeos en el cumplimiento de los compromisos de transparencia. Con tanto secretismo alrededor de las discusiones, dice Greenpeace, ha sido imposible que los analistas evalúen adecuadamente el impacto que el acuerdo tendrá en las naciones Mercosur. Ahora que el acuerdo está cerca de cerrarse, ya no hay tiempo de comentarios públicos ni aportaciones.
Los documentos filtrados muestran que ambos bloques comerciales quieren maximizar el acceso al mercado a la vez que aumentan las exportaciones. La atención de la Unión Europea está en exportar servicios financieros a países Mercosur y obtener acceso al mercado de las empresas energéticas, de coches, piezas de automóvil y bebidas entre otras cosas. La UE quiere que las empresas europeas puedan concursar en ofertas de contratos públicos a nivel local, como contratos con grandes municipios y estados federales. Los países Mercosur quieren que sus exportaciones, sobre todo bienes agrícolas, tengan un acceso más fácil al gran mercado de 250 millones de consumidores de la UE.
Lee más | Australia: halcones desatan incendios para conseguir presas
Un acuerdo con consecuencias de todo tipo
Aunque se presente como un trato que beneficia a ambas partes, el acuerdo es polémico.
Los agricultores europeos están enfurecidos ante lo que ven como un doble rasero. Barclay Bell, presidente del sindicato agrícola del Úlster, en Irlanda del Norte, dijo que los países suramericanos no se acercan al nivel de las regulaciones de seguridad alimentaria, bienestar animal o medioambiente que los productores deben cumplir en Europa: “Los agricultores del Reino Unido cumplen con normativas a la cabecera mundial, así que es absolutamente hipócrita que los políticos del Reino Unido suban el listón a los agricultores de aquí pero acepten una calidad mucho más baja en productos inferiores exportados de Suramérica”.
Los ecologistas están preocupados por las consecuencias para el ecosistema. Los documentos filtrados revelan un acuerdo que contiene un capítulo sobre comercio y desarrollo sostenible. En parte promete “mejorar la integración del desarrollo sostenible en la relación comercial y de inversión de las Partes, en particular con el establecimiento de principios y acciones relacionados con los aspectos ambientales y laborales del desarrollo sostenible”. El artículo cinco dice: “Las Partes reconocen la importancia de perseguir el objetivo último de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) para abordar la amenaza urgente del cambio climático y el papel del comercio para tal fin”.
Los críticos, sin embargo, solo ven palabrería vacía. El acuerdo, en práctica, al aumentar las exportaciones agrícolas a Europa y facilitar la producción de carne y soja en Amazonas, el Cerrado y el Chaco, solo puede hacer que sea más difícil aplicar el Acuerdo Climático de París, y mucho más difícil evitar que las temperaturas medias globales aumenten más de 2 grados Celsius, con consecuencias que serían posiblemente desastrosas.
Es posible que la selva amazónica, un sumidero de carbono vital, ya produzca más carbono del que absorbe, principalmente como resultado de la deforestación y los incendios causados por los humanos para despejar territorios para agricultura. Este acuerdo comercial, que impulsará las exportaciones de bienes agrícolas de Mercosur, y significará la conversión de más bosques a cultivos y tierras de ganadería, acelerará las emisiones de carbono, que se dispararon en Brasil en casi un 9 por ciento en 2016.
Lee más | Perú: Belleza y destrucción de la Amazonía en imágenes satelitales de alta resolución
No será equitativo
Los expertos también dicen que se espera que el acuerdo comercial represente más beneficios para la UE que para Mercosur. Un informe de la Unión Europea predice que el aumento del PIB de la UE sería al menos cinco veces mayor que el aumento del PIB de Mercosur.
Una evaluación de impacto externo de 2011 calcula que las ganancias de la UE a través del aumento de las exportaciones de bienes industriales podrían varíar entre 21 y 29 mil millones de euros. Se afirma que el acuerdo podría mejorar el PIB de la Unión Europea entre 15 y 21 mil millones de euros y el de Mercosur entre 2 y 3 mil millones de euros.
El acuerdo comercial entre Mercosur y la UE lleva en preparación casi dos décadas. Las negociaciones empezaron en el año 2000 pero se suspendieron en 2004 después de que emergieran diferencias importantes entre las partes sobre el nivel de liberalización del comercio de bienes agrícolas, servicios y mercados de contratación pública. Al haber gobiernos progresistas en muchos países de Suramérica, muchos analistas pensaron que el acuerdo estaba muerto.
Sin embargo, las conversaciones ganaron impulso en 2016 después de que los gobiernos de los países Mercosur se inclinaran hacia la derecha de la política con las derrotas electorales o destituciones de los presidentes progresistas. En un documento filtrado, la UE daba la bienvenida “a la llegada al poder de presidentes que favorecen los negocios en Argentina y Brasil”.
Lee más | Deforestación tropical: la necesidad de un ajuste de estrategia
El costo de la carne
Hoy se reconoce que el mundo no puede seguir produciendo y consumiendo cada vez más carne sin causar daños graves, y seguramente irreversibles, al medioambiente, y especialmente al clima. En la misma semana que Greenpeace filtró los documentos de Mercosur, analistas de FAIRR (Riesgo y rentabilidad de las inversiones en animales de granja), que gestiona más de 4 billones de dólares en activos, dijo que parecía “inevitable” que en un periodo de cinco a diez años surgiera algún tipo de impuesto sobre la carne para reducir el consumo y limitar los efectos de la industria mundial de la ganadería en las emisiones de gases de efecto invernadero. La industria contribuye al 15 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero en la actualidad y el consumo de carne está aumentando en todo el mundo.
Jeremy Collier, fundador de FAIRR, dijo: “Los inversores innovadores deberían planificar ese momento día con antelación”, un consejo que se aplica por igual a los países productores de carne de vacuno y de soja.
Aun así, en lugar de animar a los países Mercosur a desarrollar prácticas agrícolas realmente sostenibles que combinen una producción elevada con protecciones ambientales, a la vez que reducen las emisiones de carbono, el acuerdo comercial UE-Mercosur seguramente favorecerá que las naciones latinoamericanas dependan aún más de exportaciones de productos primarios, sobre todo soja y carne de vacuno.
La nueva preocupación de los políticos de la Unión Europea por defender los derechos indígenas, incluso hasta permitir embargos comerciales contra Brasil si se rompen las cláusulas, es un desarrollo positivo, pero influye poco en la mitigación de los efectos perjudiciales del aumento de la dependencia de las importaciones de soja y carne en la Unión Europea.
Aunque los gobiernos de Argentina y Brasil apoyan el acuerdo con solidez, sobre todo por sus grupos de presión de la agroindustria, que tienen poder político, el gobierno de Venezuela (antiguamente miembro de Mercosur) se opone firmemente a este. Fernando Vicente Prieto, miembro de la organización afín al gobierno ALBA Movimientos, dijo que este es el tipo de acuerdo que “controlan las grandes empresas y crea cárteles en diferentes sectores”. Aunque las diferencias políticas podrían haber influido, los observadores creen que la oposición vehemente de Venezuela al acuerdo con la EU fue el factor principal para que se suspendiera su participación en Mercosur en octubre de 2017.
Los acuerdos comerciales internacionales suelen ser similares —del TLCAN (NAFTA por sus siglas en inglés) al CETA, el TTIP y el TPP—. Estos pactos se realizan en secreto y los abogados corporativos dominan unas negociaciones en las que el medioambiente, la democracia y la soberanía nacional se incluyen como ideas de última hora. El acuerdo UE-Mercosur no parece muy diferente. Nick Dearden, director de la ONG londinense Social Justice Now, dijo a Mongabay que estos acuerdos “encierran a los países en desarrollo en patrones coloniales de comercio en los que exportan productos de poco valor e importan productos de mucho valor, lo cual distorsiona sus economías”.