- Dos mil nidos de tortugas fueron saqueados y al menos seis tortugas asesinadas en la reserva Refugio de Vida Silvestre La Flor.
- La ausencia de vigilancia, normalmente comprometida para la reserva, favoreció que miles de personas saquearan los nidos.
- Personas que trabajan en conservación han sido amenazados de muerte y desaparición.
Unos 2ooo nidos de tortugas fueron saqueados y al menos seis tortugas fueron asesinadas en la reserva Refugio de Vida Silvestre La Flor , en la costa pacífica de Nicaragua. Organizaciones ambientalistas y científicos denunciaron que se trata de saqueos con dimensiones mayores, muy por encima de los episodios que normalmente ocurren en las playas del país, debido a la nula vigilancia asociada a la crisis política.
El Refugio que normalmente está vigilado, durante las temporadas de desoves de las tortugas, por funcionarios del Ejército y del Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales (Marena) esta vez estaba desprotegido. Las comunidades, aprovechando la ausencia del Ejército y de los guardaparques, ingresaron al mar a esperar que las tortugas se aproximaran a la orilla, en su intención de desovar, y las cargaron sobre sus cabezas y sus hombros para llevárselas. Otros excavaron los nidos y se llevaron los huevos.
La ONG Paso Pacífico, organización que implementa un programa de conservación de tortugas en el corredor biológico Paso del Itsmo, aseguró a Mongabay Latam que “entre seis a ocho tortugas fueron asesinadas. El método que usan es muy cruel puesto que las dejan días boca abajo o les arrancan el caparazón o las golpean en la cabeza.” Añadió que se estima que unos 2000 nidos fueron saqueados por hasta mil personas que llegaron a la playa durante los días de arribada de las tortugas.
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La ausencia de vigilancia
El Ejército a través de la Comandancia General y el Batallón Ecológico tiene, normalmente, presencia permanente en las playas de desoves que son áreas protegidas. Adicionalmente, un sistema de guardaparques compuesto por cuatro o cinco personas, debe asegurar, especialmente en los tiempos de arribadas, que los desoves se den de manera natural con las mínimas perturbaciones posibles.
Según una fuente que pidió a Mongabay Latam el resguardo de su identidad, por razones de seguridad, “con la situación política actual del país, el poco presupuesto que había para conservación no está siendo destinado para ello. Ni en personal, ni en recursos líquidos, ni en recursos operativos. Los recursos que estaban asignados a las alcaldías o a los ministerios para comprar, por ejemplo, combustible para hacer patrullajes, está ahora siendo utilizado para comprar combustible para trasladar al personal a las manifestaciones afines al gobierno.”
Jurguen Guevara, Oficial de Industrias Extractivas del Centro de Investigación Humboldt, coincide al explicar que “es sabido y ha sido también motivo de denuncia, que algunos funcionarios públicos son obligados a asistir a concentraciones o manifestaciones del gobierno. Podría ser que este también fuera el caso aunque a nosotros, como Centro Humboldt, no nos consta.”
Guevara asegura, sin embargo, que “antes de la crisis ya se veía poca presencia del Ministerio del Ambiente en las áreas protegidas. Poca vigilancia con respecto a la conservación de los recursos naturales y con respecto a la administración de los mismos. Esta situación se ha agravado mucho más de cara a la crisis, porque si antes no tenías una presencia de las instituciones fiscalizadoras, ahora la tenés mucho menos”. Según explica Guevara, lo anterior ha generado mayor presión sobre los recursos naturales en su conjunto, siendo las tortugas uno de los recursos afectados.
La fuente protegida asegura que “hemos podido observar barcos de arrastre a menos de un kilómetro de la costa. Barcos descargando en el puerto de San Juan del Sur especies que están prohibidas o que tienen algún tipo de regulación. Pudimos observar una embarcación artesanal completamente llena, pero desbordándose de ostiones sin ningún tipo de control ni supervisión. Entonces, lógicamente, las tortugas llaman la atención porque son unos animales carismáticos, porque salen a la playa, pero la situación es crítica para muchos recursos marinos de Nicaragua”.
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El saqueo de huevos: una práctica arraigada
Culturalmente las comunidades del Pacífico, que se han formado alrededor de las áreas protegidas y de las playas de nidificación de tortugas, durante años se han alimentado de los huevos de estos animales, considerando a este recursos como parte de su dieta.
Debido a ello, el Ministerio del Ambiente implementó durante algunos años un programa, que actualmente no está vigente, para repartir cuotas de extracción. El objetivo consistía en lograr la participación de la comunidad, en la vigilancia de las playas y garantizar así las condiciones adecuadas para el proceso de desove de las tortugas. Ello, a cambio de un porcentaje de los huevos catastrados por el Ministerio, una vez terminadas las arribadas. Sin embargo, según explica Guevara, “no se realizaba un seguimiento a los planes de entrega. Entonces a veces entregaban mucho, otras veces no entregaban nada. Eso hizo que las comunidades continuaran con el hábito de saquear los nidos, en lugar de esperar que las autoridades les dieran su cuota”.
La ONG Paso Pacífico repara en que si bien la extracción de huevos en el Pacífico siempre ha sido una costumbre de las comunidades, esta vez “además de tratarse de un saqueo de dimensiones mayores, fuera de lo normal, nunca antes habíamos visto que mataran tortugas. En esta zona del país no está la costumbre de comerse la carne, al contrario de la costa Atlántica de Nicaragua donde sí es una práctica.”
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El riesgo de una generación perdida
A nivel mundial existen ocho especies de tortugas marinas de las cuales cinco llegan a desovar a las playas de Nicaragua. La más común es la tortuga Paslama y la Tora, aunque esta última en menor medida. Los nidos de las tortugas Paslama tienen una capacidad de entre 80 a 100 huevos. Cuando un huevo eclosiona y nace la pequeña tortuga, no todas llegan al mar. Muchas mueren en la playa devoradas por animales depredadores. Las que lo logren, esperarán hasta veinte años para reproducirse por primera vez y cuando les toque desovar, lo harán en la misma playa donde ellas nacieron. Jurguen Guevara explica que esto hace que se trate de un ciclo reproductor muy frágil, puesto que “si la playa, donde ellas históricamente han venido, no cumple con las condiciones necesarias, ellas siemplemente no desovan”.
Los desoves se realizan durante los meses de agosto, septiembre y particularmente en octubre, cuando se esperan las mayores arribadas. Playa La Flor, ha tenido registro de hasta 80 000 tortugas, durante el mes de octubre, en un período de tres a cuatro días.
El proceso requiere de distintas condiciones para poder culminar con éxito. En primer lugar y debido a que este ocurre de noche, las playas deben tener la suficiente oscuridad para no perturbar el ciclo. De lo contrario, las tortugas pueden desorientarse, no encontrar la playa y terminar desovando en el mar, donde los huevos morirán. Además, la playa no puede tener muchos turistas puesto que eso también podría perturbar el proceso.
“Considerando que las tortugas no son muy rápidas en tierra, el tiempo que les toma salir del agua, llegar a la playa, verificar que las condiciones sean las adecuadas y cavar el nido de mínimo cuarenta centímetros de profundidad, ya ha pasado como una hora y media. Luego, la tortuga puede estar desovando durante dos horas, en lapsos de media hora. Después, ella deberá tapar el nido y regresar al mar. En toda una noche, en unas cuatro o seis horas, ella habrá completado el proceso” explica Guevara. Un tiempo suficiente para saquear miles de ejemplares de una nueva generación que nunca verán la luz.
La Vice-presidenta, Rosario Murillo, lanzó una campaña mediática titulada “yo amo las tortugas”. Según el diario oficialista 19 digital Murillo señaló que “es difícil por la cultura nuestra, pero tenemos la obligación de hacer la campaña. Llamar a las familias a conservarlas, es decir, a no capturarlas, a no comercializarlas”. Al respecto, fuentes reservadas señalaron a Mongabay Latam que “estamos esperando la próxima arriba, la más grande en Octubre y veremos si lo dicho por la vicepresidenta será efectivo y que garantice la sobreviviencia de los quelonios”.
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Ambientalistas amenazados
La crisis que golpea a Nicaragua, desde hace ya cuatro meses, ha dejado más de 300 muertos. Según datos de la Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) el número se eleva a 448 mientras que el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENNIDH) contabiliza 302. Además, cifras de los distintos organismos de derechos humanos estiman más de 500 presos políticos. Así, el Cenidh contaba, hasta el miércoles 24 de julio, al menos 300 prisioneros en las cárceles del país. La ANPDH reportó, solo entre el domingo 22 de julio y la madrugada del día siguiente, el secuestro de 758 personas por parte de civiles armados y policía.
Según señala la fuente que ha requerido su anonimato “muchos colegas que trabajan en conservación de recursos naturales, prefieren abstenerse de hacer comentarios para no exponer su seguridad o la de sus familias. Ello puesto que cualquier opinión, aunque no sea exclusivamente política, en contra de alguna institución del Estado, es considerada como una agresión al partido de gobierno. Ello puede ser motivo de amenazas o represalias”. Esta misma persona aseguró a Mongabay Latam estar amenazada verbalmente, de muerte y de desaparición.
Foto de portada: Paso Pacífico